Mostrando entradas con la etiqueta CUENTOS:. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta CUENTOS:. Mostrar todas las entradas

6 jun 2013

Relato para refleccionar para el dia del Padre

Cuento: El mejor papa del mundo. (para adolescentes o  jovenes adultos)
Cuando yo nací, él tenía cincuenta años y fue un amo de casa mucho antes que se inventara el término. Yo ignoraba porque él estaba en casa y mama no, pero era la única entre mis amigos que tenía el papa cerca. Y me consideraba muy afortunada.
En los años de la escuela primaria papa hizo mucho por mí. Convenció al chofer del transporte escolar que viniera por mí hasta la casa, en vez de recogerme en la entrada de los autobuses, seis cuadras más allá. Cuando llegaba a casa, siempre encontraba el almuerzo listo: por lo general un sándwich de manteca de maní y jalea con una forma alusiva a la fecha. Mi preferido era el de Navidad: los sándwiches estaban rociados con azúcar verde y cortado en forma de árbol.
Al crecer, en mis intentos de ser independiente quise apartarme de estas señales infantiles de su amor. Pero él no estaba dispuesto a capitular. En el secundario, como yo ya no podía ir a casa a almorzar, comencé a llevarme una vianda. Papa se levantaba algo más temprano y me lo preparaba. Yo nunca sabía a qué atenerme. A veces el exterior de la bolsa tenía un paisaje de montaña pintado por el (acabo por ser una marca de fábrica), o un corazón con la inscripción Papa- y Angie. Adentro siempre había una servilleta con el mismo corazón o un “te quiero”. Muchas veces escribía un chiste , una adivinanza, tal como :¿porque en vez de llamarlas papayas no se llaman mamayas?. Siempre tenía algún dicho gracioso para sacarme una sonrisa y hacerme saber cuánto me amaba.
Solía esconder mi almuerzo para que nadie viera esas inscripciones, pero eso no duro mucho tiempo. Un día, un amigo vio esas servilletas y me la arrebato para hacerla circular por el comedor. La cara me ardía d vergüenza. Para mi sorpresa, al día siguiente todos mis compañeros estaban a la espera de ver la servilleta. Por la manera que actuaban, pienso que todos habrían querido tener a alguien que les demostrara tanto amor. Yo estaba muy orgullosa de tener un padre como el. Siguió haciéndome esas servilletas durante todo el secundario; aún conservo la mayoría.
Y la cosa no termino allí. Cuando deje el hogar para ir a la universidad, pensé que los mensajes terminarían. Pero tanto mis amigos como yo nos alegramos de que aquellos gestos continuaran.
Como ya no podía ver a papa todos los días, lo llamaba mucho por teléfono. ¡Qué facturas de teléfono las mía!. No importaba tanto lo que nos dijéramos: me bastaba con oír su voz.
Durante ese primer año establecimos una suerte de rito que mantuvimos siempre. Cada vez que me despedía, el preguntaba invariablemente:

-¿Angie?
-¿si, papá?
-te amo.
-yo también te amo, papá.
Comencé a recibir cartas casi todos los viernes. El personal de recepción siempre sabia quien las enviaba: el remitente decía :El Grandote. Muchas veces los sobres traían la dirección en crayón y además de las cartas, generalmente traían dibujos del perro, del gato, dibujos infantiles de él y de mama; si yo había pasado en cas el fin de semana anterior, dibujos donde se me veía con mis amigos, corriendo por el pueblo, son la casa como meta. También seguía con su paisaje de montaña y la leyenda inscripta en el corazón: Papa y Angie.

La correspondencia se entregaba todos los días antes del almuerzo, así que yo llevaba sus cartas a la cafetería. Me di cuenta que era inútil esconderlas porque mi compañera de cuarto era una amiga del secundario y sabia de las servilletas. Pronto se convirtió en el rito de los viernes por la tarde. Mientras yo leía las cartas, el dibujo y el sobre circulaban entre las demás.

Fue por entonces que papa enfermo de cáncer. Si el viernes no recibía carta, era porque se sentía muy mal y no podía escribir. Solía levantarse a las cuatro de la madrugada para sentarse a redactarlas en tranquilidad en la casa silenciosa. Si pedía la entrega del viernes , las cartas llegaban por lo general uno o dos días después. Pero nunca faltaban.

Mis amigos solían llamarlo “el mejor papa del mundo”. Un día le enviaron una tarjeta, firmada por todos, en el que le otorgaban ese título. Creo que nos enseñó a todos lo que significaba el amor paterno. No me sorprendería que mis amigos empezaran a enviarles servilletas a sus hijos, pues él les dejo la marca indeleble, inspirándolos a dar a sus propios hijos la clara expresión del amor.

Durante los cuatro años de universidad sus cartas y sus llamadas se sucedieron con regularidad. Pero llego el día en que decidí ir a casa y estar con él, pues se había agravado y nos quedaba poco tiempo para estar juntos. Fueron esos días más difíciles de mi vida. Fue duro ver a ese hombre siempre jovial, envejecer más allá de sus años. Al final non me reconocía; solía confundirme con alguna parienta a la que no veía tiempo atrás. Aunque yo sabía que era a causa de su enfermedad, me dolía que no pudiera recordar mi nombre.

Un par de días antes de su muerte estuvimos solos en su cuarto del hospital, mirando televisión tomados de la mano. Cuando me preparaba para salir, él dijo: -¿Angie?

-¿si papa? – te quiero.

-yo también te quiero, papa.

 Fin

 Autor anónimo

11 may 2013

cuento : carta de despedida a un amigo...

 i por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo. .Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.

Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Escucharía cuando los demás hablan y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate!

Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.

Dios mío si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que le ofrecería a la luna. Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos...

Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida... No dejaría pasar un sólo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer u hombre que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.

A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse! A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres... He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.

He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.

Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas. Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma. Si supiera que esta fuera la última vez que te vea salir por la puerta, te daría un abrazo, un0 beso y te llamaría de nuevo para darte más. Si supiera que esta fuera la última vez que voy a oír tu voz, grabaría cada una de tus palabras para poder oírlas una y otra vez indefinidamente. Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría "te quiero" y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.

Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.

El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo. Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles "lo siento", "perdóname", "por favor", "gracias" y todas las palabras de amor que conoces.

 Nadie te recordará por tus pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos. Demuestra a tus amigos cuanto te importan."                                                                                                                                                                                                                  GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

cuentos para Pentecostes - LOS TRES CIEGOS

Los tres ciegos.


Había una vez tres sabios. Y eran muy sabios. Aunque los tres eran ciegos. Como no podían ver, se habían acostumbrado a conocer las cosas con solo tocarlas. Usaban de sus manos para darse cuenta del tamaño, de la calidad y de la calidez de cuanto se ponía a su alcance.
Sucedió que un circo llegó al pueblo donde vivían los tres sabios que eran ciegos. Entre las cosas maravillosas que llegaron con el circo, venía un gran elefante blanco. Y era tan extraordinario este animal que toda la gente no hacía más que hablar de él.
Los tres sabios que eran ciegos quisieron también ellos conocer al elefante. Se hicieron conducir hasta el lugar donde estaba y pidieron permiso para poder tocarlo. Como el animal era muy manso, no hubo ningún inconveniente para que lo hicieran.
El primero de los tres estiró sus manos y tocó a la bestia en la cabeza. Sintió bajo sus dedos las enormes orejas y luego los dos tremendos colmillos de marfil que sobresalían de la pequeña boca. Quedó tan admirado de lo que había conocido que inmediatamente fue a contarles a los otros dos lo que había aprendido. Les dijo:
- El elefante es como un tronco, cubierto a ambos lados por dos frazadas, y del cual salen dos grandes lanzas frías y duras.
Pero resulta que cuando le tocó el turno al segundo sabio, sus manos tocaron al animal en la panza. Trataron de rodear su cuerpo, pero éste era tan alto que no alcanzaba a abarcarlo con los dos brazos abiertos. Luego de mucho palpar, decidió también él contar lo que había aprendido. Les dijo:
- El elefante se parece a un tambor colocado sobre cuatro gruesas patas, y está forrado de cuero con pelo para afuera.
Entonces fue el tercer sabio, y agarró el animal justo por la cola. se colgó de ella y comenzó a hamacarse como hacen los chicos con una soga. Como esto le gustaba a la bestia, estuvo largo rato divirtiéndose en medio de la risa de todos. Cuando dejó el juego, comentaba lo que sabía. También él dijo:
- Yo se muy bien lo que es un elefante. Es una cuerda fuerte y gruesa, que tiene un pincel en la punta. Sirve para hamacarse.
Resulta que cuando volvieron a casa y comenzaron a charlar entre ellos lo que habían descubierto sobre el elefante no se podían poner de acuerdo. Cada uno estaba plenamente seguro de lo que conocía. Y además tenía la certeza de que sólo había un elefante y de que los tres estaban hablando de lo mismo. pero lo que decían parecía imposible de concordar. Tanto charlaron y discutieron que casi se pelearon.
Pero al fin de cuentas, como eran los tres muy sabios, decidieron hacerse ayudar, y fueron a preguntar a otro sabio que había tenido la oportunidad de ver al elefante con sus propios ojos.
Y entonces descubrieron que cada uno de ellos tenía razón. Una parte de la razón. Pero que conocían del elefante solamente la parte que habían tocado. Y le creyeron al que lo había visto y les hablaba del elefante entero.
Ideas para trabajar el texto en grupos:
+ Analizar el cuento. ¿qué momentos podemos señalar? ¿cuál es la conducta de cada personaje?
+ Relacionar el cuento con alguna situación similar que hayamos vivido. Ponerla en común.
+ Para contestar juntos:
- ¿Escuchamos a los demás, sus opiniones, sus ideas?
- ¿Creemos tener siempre la"justa", y que los otros están equivocados?
- ¿Qué nos enseña este cuento sobre la verdad de las cosas?
+ Relacionar el cuento con Dios. ¿Nos pasa lo mismo que a los tres sabios? ¿Por qué?
+ Hacer un listado de situaciones comunes que puedan ser iluminadas con este cuento. Por ejemplo, cuando hay que tomar decisiones en conjunto, al analizar la realidad, etc.


Autor : Mamerto Menapace 


7 may 2012

CUENTO PARA NIÑOS


Cuento: Diario de un penitente

 En los países europeos, es muy común que las personas —desde las más elevadas, hasta simples campesinos— registren en un cuaderno los acontecimientos, las reflexiones o impresiones que más les llamaron la atención. Esos diarios constituyen, inclusive, una preciosa fuente de informaciones para los estudiosos, sobre todo los que se dedican a escribir lo que los franceses llaman de la petite histoire (la pequeña historia).

 Hace más de diez años, oí de un ilustre conferencista brasileño la narración del hecho abajo transcrito, leída por él en un libro de un escritor francés.

Como turista inteligente, caminaba tranquilamente ese escritor por las calles de Roma, la “Ciudad Eterna”, sin un plan preconcebido, “sintiendo” los lugares densos en cultura y tradiciones, analizando los grandiosos monumentos, las pintorescas calles y plazas. Caminando, por así decir, sin rumbo, pasó por una de las innumerables iglesias de la ciudad pontificia y notó al acaso, grabada en la piedra, una inscripción que le despertó la curiosidad.

 “¿Será el memorial del arquitecto que construyó el sagrado edificio? ¿O será obra de algún vándalo?” —pensó él.

 Se aproximó, y desde el primer momento notó el detalle de la letra artísticamente diseñada. Leyó la primera frase:

 “Hoy, 25 de agosto, pequé. Pero, gracias a Dios, ya me confesé”. Emocionado, el escritor constató que la inscripción era el “diario espiritual” de un pecador arrepentido y decidido a marcar en la piedra, para todos los siglos, su testimonio de lucha, humildad y gratitud. Seguía un igual gemido del alma: “Hoy, 26 de agosto, volví a pecar. Pero ya me confesé, gracias a Dios”.

 Se sucedían así las frases, siempre iguales en la sustancia, con ligeras variaciones en la forma. Pero con un detalle importante: a medida que pasaba el tiempo, iba quedando mayor el período entre una caída y otra. De casi cotidianas al principio, pasaron a ser semanales, mensuales. Después, varios meses sin pecar. Por fin, nuestro turista-escritor llegó a su última frase, un verdadero grito de victoria y gratitud: “Hoy, 13 de marzo, hace un año que no peco. ¡Alabado sea Dios!”

 Conmovido hasta las lágrimas, tuvo él deseos de arrodillarse y besar aquella reliquia de un alma que, en lugar de desanimar al considerar su flaqueza, confió en la misericordia de Dios, perseveró en la oración, por la cual obtuvo las gracias abundantes para luchar con éxito hasta alcanzar la victoria completa. Bendito, ciertamente, es la sangre de los mártires derramada en el Coliseo y en tantos otros lugares de la Tierra.

 Benditas también las confesiones grabadas en ese “diario” de piedra, las cuales nos traen vivamente a la memoria el libro “Confesiones”, del gran Doctor de la Iglesia, San Agustín.

8 jun 2011

Jorge Bucay  SUEÑOS SEMILLA...       De "Cuentos para pensar"
  En el silencio de mi reflexión percibo todo mi mundo interno como si fuera una semilla, de alguna manera pequeña e insignificante pero también pletórica de potencialidades.
...Y veo en sus entrañas el germen de un árbol magnífico, el árbol de mi propia vida en proceso de desarrollo.
En su pequeñez, cada semilla contiene el espíritu del árbol que será después. Cada semilla sabe cómo transformarse en árbol, cayendo en tierra fértil, absorbiendo los jugos que la alimentan, expandiendo las ramas y el follaje, llenándose de flores y de frutos, para poder dar lo que tienen que dar.
Cada semilla sabe cómo llegar a ser árbol. Y tantas son las semillas como son los sueños secretos.
Dentro de nosotros, innumerables sueños esperan el tiempo de germinar, echar raíces y darse a luz, morir como semillas... para convertirse en árboles.
Árboles magníficos y orgullosos que a su vez nos digan, en su solidez, que oigamos nuestra voz interior, que escuchemos la sabiduría de nuestros sueños semilla.
Ellos, los sueños, indican el camino con símbolos y señales de toda clase, en cada hecho, en cada momento, entre las cosas y entre las personas, en los dolores y en los placeres, en los triunfos y en los fracasos. Lo soñado nos enseña, dormidos o despiertos, a vernos, a escucharnos, a darnos cuenta.
Nos muestra el rumbo en presentimientos huidizos o en relámpagos de lucidez  cegadora.
Y así crecemos, nos desarrollamos,  evolucionamos... Y un día, mientras transitamos este eterno presente que llamamos vida, las semillas de nuestros sueños se transformarán en árboles, y desplegarán sus ramas que, como alas gigantescas, cruzarán el cielo, uniendo en un solo trazo nuestro pasado y nuestro futuro.
Nada hay que temer,... una sabiduría interior las acompaña... porque  cada semilla sabe... cómo llegar a ser árbol...
 
nh � o m ��K (XJ y húmedo rodea la ciudad de mis sueños...
Me siento abatido... Busco la manera de esquivarlo. No hay caso. Debo escalarlo. La ciudad está tan cerca... No dejaré que el muro impida mi paso.
Me propongo trepar. Descanso unos minutos y tomo aire... De pronto veo, a un costado del camino un niño que me mira como si me conociera. Me sonríe con complicidad.  
Me recuerda a mí mismo... cuando era niño.  
Quizás por eso, me animo a expresar en voz alta mi queja: -¿Por qué tantos obstáculos entre mi objetivo y yo?   
El niño se encoge de hombros y me contesta: -¿Por qué me lo preguntas a mí?
Los obstáculos no estaban antes de que tú llegaras... Los obstáculos los trajiste tú.