Mostrando entradas con la etiqueta Cuaresma. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cuaresma. Mostrar todas las entradas

24 feb 2016

PARÁBOLA de la higuera según San Lucas ...

EVANGELIO


Si no se convierten, todos acabarán de la misma manera

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     13, 1-9

     En cierta ocasión se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios. El les respondió:
     «¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera. ¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera.»
     Les dijo también esta parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: "Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?"
     Pero él respondió: "Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás."»


Palabra del Señor.
Introducción

Cuaresma: La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo.
La Cuaresma dura 40 días. Comienza el Miércoles de Ceniza y termina antes de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. El color litúrgico de este tiempo es el morado. Además no se reza el Gloria, ni se canta el Aleluia.

Recurso:

Opción 1: realizar la representación previa de la clase de ciencias naturales. 
Opción 2: presentar directamente la canasta con frutas.

Materiales previos: necesitamos una canasta con distintas frutas. Un animador o catequista que represente al maestro y algunos alumnos.

La idea sería que en la representación de una clase de ciencias naturales en el colegio, podamos descubrir la gran variedad de frutas que existe, sus cualidades, sus propiedades, lo bien que nos hacen al consumirlas y los cuidados que reciben para que puedan ser buenos frutos.
Se puede presentar el diálogo de una maestra con alumnos que traen las frutas (manzanas, bananas, kiwi, naranjas, mandarinas; propias de nuestras comunidades) distintas en tamaños, colores, formas, brillo, y las van mostrando y contando lo que averiguaron. (sus propiedades en vitaminas, antioxidantes, potasio, fibras etc, etc)
La maestra les hace notar a través del diálogo también todo lo necesario que los agricultores pusieron de cuidado, paciencia, espera en el crecimiento, abono, combatir plagas, riego, poda, quitar malezas, para que estas frutas estén  hoy delante nuestro. (puede hacer la presentación de estas palabras con carteles)


Sugerencias para la Predicación:

Reconstrucción en el diálogo con los chicos de la dramatización anterior.

+ ¿Dé qué hablaban recién los alumnos y la maestra? De frutas, de su variedad, de sus propiedades tan buenas y necesarias, de los cuidados que hay que ofrecerles para que crezcan y maduren… 

+ Saben que hay casas y sobre todo en el interior del país que tienen árboles frutales en sus patios; y que cada vez que uno quiere comer, sólo tiene que salir al patio y tomar la fruta del árbol que desee. A la sombra de ese árbol puede disfrutar de un momento muy especial, de descanso, de encuentro, de juego…

+ Hoy Jesús nos presenta una historia acerca de un hombre que plantó un árbol de higos en su jardín. Después de pasar un tiempo, fue a buscar los frutos, pero no los encontró. Así es que el hombre vio al jardinero, que cuidaba del árbol y le dijo: "Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?"

+ El viñador le dijo: "Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás."»

+ Saben que Jesús, al contar esta historia, estaba hablando sobre nosotros y sobre la paciencia de Dios Padre. Nosotros nos parecemos a esos árboles que Dios ha sembrado en su creación y espera que demos buenos frutos en nuestra vida.

+ Dios sabe que somos diferentes, y que cada uno da distintos frutos, por eso tenemos distintas habilidades, carismas, dones, talentos, etc. ¿Todos sabemos hacer todo en la vida? No. Unos saben cantar, otros bailar, otros escribir, otros pintar, etc.

+ Dios quiere que demos frutos, la vida no nos es dada para dar sombra  nada más, y ser estéril. El Señor espera que nosotros demos frutos de acuerdo a nuestras posibilidades; nunca nos va a exigir más de la cuenta, ni va a despreciar nuestros logros, por pequeños o imperfectos que sean.

+ Dios tiene mucha paciencia, por eso no corta el árbol; y nos da una nueva oportunidad: “siempre”. Frente a la esterilidad del árbol, permite empezar de nuevo, con esperanza, remover la tierra, regarlo, abonarlo, para que así dé frutos más adelante.

+ La cuaresma es el tiempo de volver a Dios, de cambiar, de remover la tierra y sacar todo aquello que nos impide dar frutos y ser felices. Demos gracias en este día por la paciencia que el Creador nos tiene y por darnos siempre una nueva oportunidad.

23 feb 2016

Parábola de la higuera ...actividades interactivas

                "Dios de la segunda oportunidad"



 


Escritura: Lucas 13,6-9-Parábola de la higuera.

inicio:  "Perdón de Dios" estará escrito en letras grandes en la pizarra faltándole algunas de las letras. (Ejemplo: Pe___d__n de Di___s.
También puede escribir "Segunda oportunidad" debajo de Perdón de Dios, faltando algunas letras. Acostumbro a escribir el versículo bíblico a memorizar de la misma manera para que los niños lo completen o escriban los número de la cita bíblica mientras se da la lección. ¡Me encanta observar a los niños mientras tratan de adivinar el versículo bíblico de la lección, aún antes de comenzar la clase!
JUEGO DE LA SEGUNDA OPORTUNIDAD: Use una de las ideas abajo indicadas para demostrar la segunda oportunidad de la cual se habla en nuestra lección. La maestra puede usar uno o más de estas sugerencias según les dé el tiempo.
1. Juegue Trivia Bíblica permitiéndole a los niños una segunda oportunidad cuando den una contestación equivocada.
2. Deje que los niños enhebren una aguja y dele una segunda oportunidad utilizando un enhebrador de hilo o una aguja con un ojo más grande.
3. Deje que los niños traten de citar un versículo bíblico y brindarle una segunda oportunidad al brindarle la ayuda de otro niño o del versículo bíblico escrito.
4. La maestra le pide a los niños decir los libros del Antiguo y Nuevo Testamentos y les da una segunda oportunidad al permitir que otros niños les ayuden.
5. Los niños tiran una moneda para que caiga en un vaso o taza permitiéndole tener una segunda oportunidad si fallan.
6. Haga que los niños tiren un anillo o aro para que caiga sobre una botella o una clavija. Dele una segunda oportunidad si no lo logran.

MANUALIDAD SOBRE EL ÁRBOL DEL HIGO (HIGUERA): La maestra puede tener algunas ramas para que los niños las peguen a una cartulina o papel de construcción. Galletas de higo pueden ser pegadas con cinta adhesiva cerca de las ramas mientras discuten la historia de la higuera en la lección de hoy.

AFICHE GRUPAL-FRUTA DE LA SEGUNDA OPORTUNIDAD:
Opción 1: Deje que los niños tracen o dibujen varias frutas en una cartulina o un papel de estraza colgado en una pared. La maestra le pedirá que escriban cada "fruto del espíritu" debajo de cada una de las frutas dibujadas. Si los niños son muy pequeños, la maestra puede dejar que los niños tracen la fruta y la letras del fruto del espíritu.
Opción 2: La maestra tendrá dibujadas varias frutas en una cartulina o en papel de estraza colgado en la pared con los frutos del espíritu en palabras incompletas para que ellos las llenen, como por ejemplo: A __ ___ ___ (amor), P __ __ (Paz), etc. A los niños les encantará llenar los blancos.

El tiempo para dar fruto es limitado. Dios es don incondicional, pero no puede suplir lo que tengo que hacer yo.
La tarea del ser humano no es hacer cosas sino hacerse, es decir, tomar conciencia de su verdadero ser y vivir esa realidad en plenitud.
¿Qué significa dar fruto? No se trata de hacer o dejar de hacer esto o aquello para "hacer méritos". Se trata de alcanzar una liberación interior que me lleve a hacer esto o dejar de hacer lo otro porque me lo pide mi auténtico ser.
#Cuaresma

Parábola de la higuera. Cuaresma 3 domingo C para niños

Tema: El amor y perdón de Dios ...


Objeto: Una bombilla

Escritura:  "Señor, le contestó el viñador, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alrededor y echarle abono. Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela" (Lucas 13:8-9 - NVI).

Las bombillas eléctricas son tan comunes hoy que ni siquiera pensamos en ella.  Si estuviéramos cambiando una bombilla y, se cayera y rompiera, no nos preocuparíamos por ello.  Secillamente buscariamos otra.  No ha sido siempre así.

Cuando Thomas Edison estaba luchando por lograr una bombilla perfecta, le tomó a su equipo de trabajadores veinte y cuatro horas el lograr obtenerla.  Cuando el equipo terminó su bombilla, Edison se la dio a un joven para que la llevara a la planta alta.  El muchacho subió cuidadosamente las escaleras, temiendo que pudiera caérsele esa pieza tan increíble.  Probablemente te imagines que pasó; el pobre muchacho dejó caer la bombilla.  Le tomó al equipo otras veinte y cuatro horas para crear otra bombilla.  Finalmente, cansados y listos para tomar un descanso,  Edison estaba listo para que la bombilla se guardara en la planta alta.  Le dió la bombilla al mismo joven que había dejado caer la anterior.  ¡El Sr. Edison le dió una segunda oportunidad! Eso es un verdadero perdón, ¿no les parece? [1]

En nuestra lección bíblica de hoy, Jesús nos enseña acerca del perdón de Dios.  Jesús  nos cuenta acerca de un hombre que ha visto una higuera en su viña.  Fue a la viña esperando encontrar higos en el árbol, pero no había ninguno.  Le dijo al hombre que cuidaba de la viña: "Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontrado nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?"

"Señor, le contestó el viñador, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alrededor y echarle abono.  Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela."

En esta historia el dueño de la viña es Dios. El viñador, el que cuida la viña, es Jesús, y el árbol representa los hijos de Dios. Dios tiene toda la razón para esperar que sus hijos produzcan buen fruto.  ¿Qué clase de fruto?  Cosas como amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. En ocasiones no producimos esa clase de fruto, pero tenemos a un Dios amoroso y perdonador.  Al igual que el dueño de la viña le dio a la higuera una segunda oportunidad, Dios no da a segunda oportunidad también y es importante el que sepamos que no tenemos que hacerlo solos.  El que cuida la viña ayudó a la higuera trabajando la tierra y añadiendo abono.  Cuando permitimos que Jesús trabaje en nuestras vidas, él nos ayudará  a producir la clase de fruto que Dios espera de nosotros.

¿No te alegras de que tengamos un Dios amoroso y perdonador que nos da una segunda oportunidad?

Amado Padre, estamos agradecidos de que aunque no siempre producimos la clase de fruta que deseas, Tú nos das una segunda oportunidad. Ayúdanos a permitirle a Jesús el que trabaje en nuestras vidas para que produzcamos la clase de fruto que esperas de nosotros. En el nombre de Jesús oramos. Amén.

[1] James Newton, Uncommon Friends: Life with Thomas Edison, Henry Ford, Harvey Firestone, Alexis Carrel and CharlesLindbergh, 1989, p.22. 

PARÁBOLA de la higuera seca , estéril...

Tiempo de prórroga

ri_color_contornoOportunidades y goles
Dios no se cansa de darnos oportunidades. Esto nos llena de esperanza. Siempre cabe la posibilidad de responder positivamente a su plan. Pero, claro, hay que hacer algo por crecer y abrirse al abono con el que el Señor pretende sacarnos adelante. Necesitamos tiempo para madurar y dar fruto, para convertirnos y cambiar la mentalidad del corazón. Dios nos da una buena prórroga para que salgan brotes verdes de nuestra higuera un tanto marchita en el tercer domingo de cuaresma (cfr. Lc 13,1-9). Aprovechemos tantos momentos, personas, circunstancias que se nos brindan para desarrollar nuestra capacidad de acogida, de compromiso, de crecimiento espiritual. En los tiempos de prórroga, como sucede con los partidos de fútbol, puede haber sorpresas: ganar el partido y marcar un buen gol a nuestro egoísmo.
Jesús nos muestra cómo debemos juzgar los acontecimientos históricos, a raíz del asesinato de los galileos o de los que murieron aplastados por la torre de Siloé. Los fariseos veían en cada desgracia un castigo por los pecados. No hay que fijarse en los demás sino en nosotros mismos. Moriremos si no nos convertimos, si no cambiamos de rumbo, si no reconocemos que nos hemos enemistado con el Señor. Conversión no es solo ver y reconocer, también es decidir. “Me decido a vivir de otra manera -afirma Anselm Grün-, a vivir de modo que se exprese la voluntad de Dios y mi propia naturaleza”. La condición necesaria para el éxito en la vida es la conversión.
Jesús compara la vida estéril de una persona con una “higuera que no da fruto”. José Antonio Pagola formula algunas preguntas muy directas: ¿Para qué va a ocupar un terreno en balde? ¿Qué sentido tiene vivir ocupando un lugar en el conjunto de la creación si nuestra vida no contribuye a construir un mundo mejor? ¿Qué significa pasar por esta vida sin hacerla un poco más humana?
Proceso de maduración
 Son preguntas que nos remueven y nos llaman a la conversión. La conversión supone también la maduración. ¿Qué sentido tiene una higuera sin fruto? Podríamos compararla como una fotografía en blanco y negro al lado de una en color, con algún producto sucedáneo o con una fotocopia del original. A la higuera sin fruto le falta su proceso de maduración.
Este proceso lo descubrimos en la vida de san Camilo de Lelis. Su pasión por los juegos de azar le arrojó a la ruina. Así nos cuenta uno de sus primeros biógrafos su conversión: “¡Ah, mísero e infeliz de mí, qué gran ceguera la mía por no conocer antes a mi Señor! ¿Por qué no he dedicado toda mi vida a servirle? Perdóname, Señor, perdona a este gran pecador”.
Después Camilo dedicaría todas sus energías a los enfermos, poniendo en ello toda su pasión. En una ocasión a un religioso que se había enfadado con un enfermo, le llamó la atención: “Más corazón en esas manos, hermano”. Daremos fruto si ponemos corazón en las manos, a fondo perdido.
Monseñor Juan del Río Martín, en Santidad y pecado en la Iglesia, recoge una cita de san Juan de Ávila, que nos invita a la paciencia en ver los frutos: “Agora es tiempo de sembrar, de trabajos, de pasar heladas, tormentas y trabajos, hasta que llegue el tiempo del coger. ¿Cuándo es o será tiempo del coger? Cuando hobiere pasado el invierno de este mundo y viniere el verano del cielo… Entonces viene para los justos el tiempo sereno, el tiempo alegre y regocijado, cuando cogerán sus fructos no de la tierra sino del cielo”.
¡Nosotros vislumbremos ahora cuánta paciencia tiene el Señor con nosotros! Como el jardinero que no quiere que se pierdan ninguna de sus plantas, así también actúa para que no perdamos la oportunidad de poder crecer, desarrollarnos, darnos cuenta de la fe que recorre nuestras venas. El Padre nos protege, nos riega y cuida. Respeta nuestro ritmo, para que podamos despertar y algún día dar fruto. Pero no podemos beneficiarnos y echar en saco roto su ayuda.
Aprovechemos que el Señor está a nuestro lado para continuar nuestro crecimiento y que nuestra vida dé fruto abundante cuando sea oportuno. Él nos brinda cada día mil oportunidades para crecer. No seamos perezosos y continuemos nuestro proceso vital, tan entroncado en la fe. “Permanecer” en el amor afrontando la dificultad y todo lo que resulte imprevisible, frustrante, conflictivo y fatigoso. Dar fruto al final es el don total de la vida por amor, anclada en un horizonte de valores que escapa a la imaginación. De ahí que recuerde Gianni Cucci que “un buen novelista quizás podría inventar un personaje como el padre Damián, que vivió y murió entre los enfermos de lepra de Molokai, pero para ser Damián se requiere una visión de la vida que dé sentido a una vida semejante. Otro ejemplo sería el padre Kolbe”.
Dibu: Patxi Velasco FANO

21 ene 2016

SALMO 50: EL MEJOR EXAMEN DE CONCIENCIA

Creo que si querés trabajar en esta cuaresma para tener una buena confesión, la mejor manera es a través del Salmo 50, un salmo nos recuerda que somos pecadores, necesitados de la misericordia del Padre

Antes de introducirnos en un buen examen de conciencia, creo que tenemos que detenernos en el pecado. Siempre me gusta explicar que todos tenemos un pecado dominante, a vos y a mi nos domina un pecado, y uno puede decir: ¿cómo puedo reconocer que tengo un pecado si tengo millones?.

Te puede ayudar la figura del árbol: un árbol tiene hojas, ramas, tronco, raíz.

Cuando me refiero a las hojas me refiero a esos pecados externos, a todos los pecados que te prendes a vos mismo, si no tenes una confesión frecuente o hace mucho que no te acercas a tu interior te creerás que tenes millones de pecados, hasta pones el nombre de pecado a cosas que no son. Los llamo hojas porque crees que son varias pero en el fondo es producto de todo un proceso y toda hoja tarde o temprano cae, se renueva, cambia y también se seca, si recurrís a una confesión frecuente y a un acompañamiento te aseguro que esos pecados son los primeros que caerán.

Por otra parte tenemos las ramas, son menos que las hojas, son esos pecados que no cometes cotidianamente pero tienen más firmeza en tu vida. Los pecados de las hojas aparecen según circunstancias y varían, en cambio aqui son pecados que aparecen en el transcurso de tu vida y basta en hacer una mirada a tu historia para darte cuenta que ese pecado está. A ello se los debe ir trabajando de a poco, pues no es tan sencillo para dejarlo pero si se inicia un camino a través de la oración y de los sacramentos, pueden ser quebrados y cuando una rama es quebrada no produce, lo mismo pasa aquí, si podés controlar ese pecado que aparece en toda la historia de tu vida te llevará a evitar caer en otros pecados.

Luego viene el tronco, donde trabajando tu interior lográs comprender que hay un sólo pecado fuerte que te domina, ese pecado que te domina es uno de los siete pecados capitales, los repasemos:

1) La Gula: Muchas veces se cree que es solo se refiere al comer mucho, pero va más allá. Es el producto de la ansiedad, esa que nos lleva a querer tener las cosas ya. El comer mucho o el comer poco es un acto de escapismo a esa ansiedad que no podemos controlar. Es por ello que para darnos cuenta si es la gula el pecado que nos domina, no es la panza lo que debemos mirar sino si te desesperan las cosas que tenés que hacer.

2) La avaricia: va más allá del tener, Es cuando observamos quee stamos aferrados a las cosas que pueden ser materials o no, como por eje recuerdos del pasado; incluso cuando buscamos retener a las personas. 

3) La Lujuría: Es de lo que se prenden nuestros deseos sexuales y sensuales. Es la búsqueda del placer en sí mismo, que nos llevan a caer en ciertos vicios, cosas que solo nos hacen sentir bien por el momento. Incluso la imaginación junto al desorden afectivo nos hace personas inestables.

4) La envidia: Producto del egoísmo; es donde figura solo el yo. Todo lo centramos en nosotros mismos, incluso a las personas que nos rodean. Buscás que los demás dependan de vos; es tu consuelo y nos llega a sumar con gotas de orgullo. También es muy típico que busquemos aportar cosas en el diálogo para quedar "bien parados" o ser "admirados".

5) La Ira: Es los que de nuestro caráter no podemos controlar. La incapacidad para frenar los enojos y gritos llevandome a cometer una imprudencia en el hablar o en el actuar. Esto es producto de la ira que hay en el corazón, es por ello que debemos lucharlo con la búsqueda de la humildad y aprendiendo a controlar los límites que uno tiene. Para ello necesitamos conocernos y aceptarnos como somos. 

6) La pereza: Es la falta de visión natural a la vida, es como que todo queda allí, la mentalidad chata, es hacer lo que nos piden y nada más. Es poner una excusa a todo y esperar siempre de otro, nunca desear ser protagonista de nada, ni siquiera de nuestra propia vida. Buscamos tirar la culpa siempre a otro y no asumimos la responsabilidad. Esperamos que otro siempre controle la vida y no tomamos determinaciones. Perdemos la visión a futuro sin tener proyectos ni prever nada. 

7) La soberbia: Es el pecado que todo lo quiere controlar y ser igual a Dios. En este último tronco me quedo porque todo tronco depende de la raíz y la soberbia es la raiz de todos los pecados. Acordate que de Luzbel se pasó a diabolós (diablo) a través de la soberbia; él quería ser igual a Dios. En nuestra vida puede pasarnos lo mismo, al querer controlarlo todo pasamos a dejar de lado lo más bello que tenemos, como nuestros dones, a tener el vicio de la soberbia en donde ni siquiera Dios nos interesa. La soberbia te puede llevar a creerte que siempre podés mirar por encima a otros y hasta burlarte de ellos creyendo que podés decir quien sirve y quien no. Te convertís vos mismo en aduanero y decis quien seguro va al cielo y quien no.

En fin, ésta, la soberbia también es raiz de todos los males, todos tenemos un poco de soberbia, la cual nos lleva a uno de los pecados capitales. Fijate si ya sabes qué tronco tenés y a no desanimarse que el golpe de gracia que viene de Dios es el mejor fumigador para que saque de nosotros toda maleza, pero eso si, es un camino. Ánimo que como bien nos dice el sacerdote cuando nos confesamos: "te conceda el perdón y la paz" cuando uno se arrepiente de corazón lo primero sobreviene es la paz. Como nos dice la escritura: Busca la paz y corre tras ella"


Padre Luis Zazano

13 feb 2015

La transformación de la mariposa, en cuaresma !

 Idea para explicar "nuestra" transformación durante la Cuaresma.

El sábado anterior al domingo de ramos se puede preparar esta idea… para usarla en Semana Santa.

La idea es explicar nuestra transformación espiritual durante la cuaresma  a través de la transformación de la mariposa.
Es una  comparación muy valiosa para que  los niños  entiendan lo que sucede cuando nos preparamos mediante la oración, el ayuno, los sacrificios y la limosna. Así como la mariposa deja de ser una oruga para convertirse en un animalito hermoso, así también nuestra alma se transforma en algo hermoso para Dios cuando dejamos que su Espíritu Santo obre en nuestras vidas.

UNA FORMA DE CONTAR LA HISTORIA (  a los mas chiquitos  )  SOBRE LA ORUGA QUE SE TRASFORMA EN MARIPOSA…
"La oruga muy hambrienta" es un libro maravilloso de Eric Carle.  La historia comienza con un huevito en una hoja a la luz de la luna.  En la mañana de un domingo, salió el sol caliente y -¡pop!-del huevito salió una oruga muy hambrienta.  Comenzó a comer y comer y comer pero todavía sentía hambre.  Finalmente, ¡había comido tanto que tenía dolor de barriga!  El día siguiente era domingo nuevamente.  La oruguita comió parte de una hoja verde y su estómago se sintió mucho mejor.  Construyó una casita pequeña, llamada crisálida, alrededor de sí y allí se quedó por más de dos semanas.  Entonces hizo un agujero  en la crisálida y se empujó hacia afuera.  ¿Adivina qué?  Ya no era una oruga sino una bella mariposa.


FUENTE : esta idea en Catholic Toolbox + FAMMILIA CATOLICA, ,SI QUIERES APRENDER ENSEÑA …etc











cuento:
 Trabajamos la cuaresma con los más pequeños desde el cuento de la mariposa, su cambio, su transformación y siempre a ser mejor ...
Un día en el jardín, volaba una linda mariposa que se posaba de flor en flor. De repente vi ό un gusano recostado de una rama. La mariposa se le acercó a saludarlo:
-¡hola amigo gusano! -“tu no eres mi amiga” – dice el gusano.
¿Por qué dices eso gusano? - dice la mariposa. -¿Es que no te has dado cuenta de lo hermosa que eres? En cambio soy un arrugado feo animal, y por eso tengo que vivir arrastrándome toda la vida, sin tener la oportunidad que tienes tu.
-¡No digas eso señor gusano! – dijo la mariposa. - ¡Si lo digo! ¿Es que no te has dado cuenta que soy presa fácil para que me atrapen y me coman? Es por eso que tengo estos colores tan horribles – dijo el gusano.
Con la dulzura que distingue a la mariposa, esta se acerca al gusano y le cuenta: - sabes, yo también fui un gusano, tuve que pasar por muchas dificultades por las que estas pasando tú, pero no lo veo como algo negativo, pues los colores que tienes son para protegerte de los depredadores. Si luchas fuerte podrás alcanzar lo que deseas sin envidiar lo que tienen los demás. Acéptate como eres y veras que en un futuro serás, no tan solo bello por fuera, sino también en tu interior.
Y así el gusano entendió que todos pasamos por etapas difíciles en la vida y que lo importante es luchar por lo que tenemos en el presente y alcanzar lo que deseamos en el futuro.
Entonces pasó el tiempo, y el gusano comenzó a sentirse raro. Tenia mucho sueño, y se acostó a dormir. Luego de haber dormido por una semana, al fin se despertó. Notό que se sentía diferente, cuando se mir ό la espalda, para su sorpresa le salieron alas. Por fin el gusano dejo de ser feo, ahora era hermoso como su amiga la mariposa.
Igual que el gusano todos podemos cambiar, y la cuaresma es tiempo para ello.
La metamorfosis Es el conjunto de transformaciones externas e internas que sufre el insecto durante el ciclo comprendido entre el huevo y el estado adulto.
FUENTE: SI QUIERES APRENDER ENSEÑA






5 feb 2015

cuaresma

El tiempo de Cuaresma (Cuaresma significa “cuarenta días”) tiene como finalidad prepararnos para la celebración de la Pascua. El camino que propone la Iglesia es el de la conversión y la penitencia, no como algo negativo o triste, sino fijando la mirada en la alegría de la Resurrección de Cristo. La Cuaresma tiene su origen espiritual en la imagen bíblica del desierto. Por un lado, en el antiguo testamento, la experiencia de los 40 años en el desierto que el pueblo de Israel empleó en su viaje a la tierra prometida después de celebrar la salida de Egipto. Por otro lado, en el Nuevo Testamento, los 40 días de ayuno y oración de Jesús en el desierto que terminó con su victoria  sobre las tentaciones de Satanás. 
La penitencia interior del cristiano puede tener expresiones muy variadas. La Escritura y los Padres de la Iglesia insisten sobre todo en tres formas: el ayuno, la oración y la limosna, porque expresan la conversión con relación a sí mismo (ayuno), con relación a Dios (oración) y con relación a los demás (limosna).
-Ayuno: no es sólo de comida y bebida, sino de todo aquello que nos esclaviza y que no conduce al bien.
-Oración: acercarnos al Padre misericordioso, pedirle perdón de corazón, y pedir su ayuda, ya que sin él, nada podemos.
-Limosna: la práctica de la caridad “cubre la multitud de los pecados” (1 Pedro 4, 8). No es dar lo que me sobra, sino compartir lo que tengo.
El miércoles de ceniza es el comienzo de la Cuaresma; es un día penitencial, en el que manifestamos nuestro deseo de conversión a Dios, por eso, cuando nos imponen la ceniza nos dicen “conviértete y cree en el Evangelio”. La ceniza es polvo, símbolo de pequeñez, de nuestra pequeñez, que nos invita a volver a Dios.

31 ene 2015

“Fortalezcan sus corazones”, mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2015 ...

VATICANO, 27 Ene. 15 / 09:31 am (ACI).- Hoy se dio a conocer el mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2015 que lleva como título “Fortalezcan sus corazones”. El texto ha sido dado a conocer por la Sala Stampa de la Santa Sedeen conferencia de prensa. Los idiomas en los que puede encontrarse son el italiano, español, inglés, polaco, alemán, francés y árabe.

A continuación el texto completo en español:
«Fortalezcan sus corazones» (St 5,8)
Queridos hermanos y hermanas:
La Cuaresma es un tiempo de renovación para la Iglesia, para las comunidades y para cada creyente. Pero sobre todo es un «tiempo de gracia» (2 Co 6,2). Dios no nos pide nada que no nos haya dado antes: «Nosotros amemos a Dios porque él nos amó primero» (1 Jn 4,19). Él no es indiferente a nosotros. Está interesado en cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos busca cuando lo dejamos.
Cada uno de nosotros le interesa; su amor le impide ser indiferente a lo que nos sucede. Pero ocurre que cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás (algo que Dios Padre no hace jamás), no nos interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen… Entonces nuestro corazón cae en la indiferencia: yo estoy relativamente bien y a gusto, y me olvido de quienes no están bien. Esta actitud egoísta, de indiferencia, ha alcanzado hoy una dimensión mundial, hasta tal punto que podemos hablar de una globalización de la indiferencia. Se trata de un malestar que tenemos que afrontar como cristianos.
Cuando el pueblo de Dios se convierte a su amor, encuentra las respuestas a las preguntas que la historia le plantea continuamente. Uno de los desafíos más urgentes sobre los que quiero detenerme en este Mensaje es el de la globalización de la indiferencia.
La indiferencia hacia el prójimo y hacia Dios es una tentación real también para los cristianos. Por eso, necesitamos oír en cada Cuaresma el grito de los profetas que levantan su voz y nos despiertan.
Dios no es indiferente al mundo, sino que lo ama hasta el punto de dar a su Hijo por la salvación de cada hombre. En la encarnación, en la vida terrena, en la muerte y resurrección del Hijo de Dios, se abre definitivamente la puerta entre Dios y el hombre, entre el cielo y la tierra.
Y la Iglesia es como la mano que tiene abierta esta puerta mediante la proclamación de la Palabra, la celebración de los sacramentos, el testimonio de la fe que actúa por la caridad (cf. Ga 5,6). Sin embargo, el mundo tiende a cerrarse en sí mismo y a cerrar la puerta a través de la cual Dios entra en el mundo y el mundo en Él. Así, la mano, que es la Iglesia, nunca debe sorprenderse si es rechazada, aplastada o herida.
El pueblo de Dios, por tanto, tiene necesidad de renovación, para no ser indiferente y para no cerrarse en sí mismo. Querría proponerles tres pasajes para meditar acerca de esta renovación.
1. «Si un miembro sufre, todos sufren con él» (1 Co 12,26) – La Iglesia
La caridad de Dios que rompe esa cerrazón mortal en sí mismos de la indiferencia, nos la ofrece la Iglesia con sus enseñanzas y, sobre todo, con su testimonio. Sin embargo, sólo se puede testimoniar lo que antes se ha experimentado. El cristiano es aquel que permite que Dios lo revista de su bondad y misericordia, que lo revista de Cristo, para llegar a ser como Él, siervo de Dios y de los hombres.
Nos lo recuerda la liturgia del Jueves Santo con el rito del lavatorio de los pies. Pedro no quería que Jesús le lavase los pies, pero después entendió que Jesús no quería ser sólo un ejemplo de cómo debemos lavarnos los pies unos a otros. Este servicio sólo lo puede hacer quien antes se ha dejado lavar los pies por Cristo. Sólo éstos tienen "parte" con Él (Jn 13,8) y así pueden servir al hombre.
La Cuaresma es un tiempo propicio para dejarnos servir por Cristo y así llegar a ser como Él. Esto sucede cuando escuchamos la Palabra de Dios y cuando recibimos los sacramentos, en particular la Eucaristía. En ella nos convertimos en lo que recibimos: el cuerpo de Cristo. En él no hay lugar para la indiferencia, que tan a menudo parece tener tanto poder en nuestros corazones. Quien es de Cristo pertenece a un solo cuerpo y en Él no se es indiferente hacia los demás. «Si un miembro sufre, todos sufren con él; y si un miembro es honrado, todos se alegran con él» (1 Co 12,26).
La Iglesia es communio sanctorum porque en ella participan los santos, pero a su vez porque es comunión de cosas santas: el amor de Dios que se nos reveló en Cristo y todos sus dones. Entre éstos está también la respuesta de cuantos se dejan tocar por ese amor. En esta comunión de los santos y en esta participación en las cosas santas, nadie posee sólo para sí mismo, sino que lo que tiene es para todos.
Y puesto que estamos unidos en Dios, podemos hacer algo también por quienes están lejos, por aquellos a quienes nunca podríamos llegar sólo con nuestras fuerzas, porque con ellos y por ellos rezamos a Dios para que todos nos abramos a su obra de salvación.
2. «¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4,9) – Las parroquias y las comunidades
Lo que hemos dicho para la Iglesia universal es necesario traducirlo en la vida de las parroquias y comunidades. En estas realidades eclesiales ¿se tiene la experiencia de que formamos parte de un solo cuerpo? ¿Un cuerpo que recibe y comparte lo que Dios quiere donar? ¿Un cuerpo que conoce a sus miembros más débiles, pobres y pequeños, y se hace cargo de ellos? ¿O nos refugiamos en un amor universal que se compromete con los que están lejos en el mundo, pero olvida al Lázaro sentado delante de su propia puerta cerrada? (cf. Lc 16,19-31).
Para recibir y hacer fructificar plenamente lo que Dios nos da es preciso superar los confines de la Iglesia visible en dos direcciones.
En primer lugar, uniéndonos a la Iglesia del cielo en la oración. Cuando la Iglesia terrenal ora, se instaura una comunión de servicio y de bien mutuos que llega ante Dios. Junto con los santos, que encontraron su plenitud en Dios, formamos parte de la comunión en la cual el amor vence la indiferencia.
La Iglesia del cielo no es triunfante porque ha dado la espalda a los sufrimientos del mundo y goza en solitario. Los santos ya contemplan y gozan, gracias a que, con la muerte y la resurrección de Jesús, vencieron definitivamente la indiferencia, la dureza de corazón y el odio. Hasta que esta victoria del amor no inunde todo el mundo, los santos caminan con nosotros, todavía peregrinos. Santa Teresa de Lisieux, doctora de la Iglesia, escribía convencida de que la alegría en el cielo por la victoria del amor crucificado no es plena mientras haya un solo hombre en la tierra que sufra y gima: «Cuento mucho con no permanecer inactiva en el cielo, mi deseo es seguir trabajando para la Iglesia y para las almas» (Carta 254,14 julio 1897).
También nosotros participamos de los méritos y de la alegría de los santos, así como ellos participan de nuestra lucha y nuestro deseo de paz y reconciliación. Su alegría por la victoria de Cristo resucitado es para nosotros motivo de fuerza para superar tantas formas de indiferencia y de dureza de corazón.
Por otra parte, toda comunidad cristiana está llamada a cruzar el umbral que la pone en relación con la sociedad que la rodea, con los pobres y los alejados. La Iglesia por naturaleza es misionera, no debe quedarse replegada en sí misma, sino que es enviada a todos los hombres.
Esta misión es el testimonio paciente de Aquel que quiere llevar toda la realidad y cada hombre al Padre. La misión es lo que el amor no puede callar. La Iglesia sigue a Jesucristo por el camino que la lleva a cada hombre, hasta los confines de la tierra (cf. Hch 1,8). Así podemos ver en nuestro prójimo al hermano y a la hermana por quienes Cristo murió y resucitó. Lo que hemos recibido, lo hemos recibido también para ellos. E, igualmente, lo que estos hermanos poseen es un don para la Iglesia y para toda la humanidad.
Queridos hermanos y hermanas, cuánto deseo que los lugares en los que se manifiesta la Iglesia, en particular nuestras parroquias y nuestras comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia.
3. «Fortalezcan sus corazones» (St 5,8) – La persona creyente
También como individuos tenemos la tentación de la indiferencia. Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para intervenir. ¿Qué podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral de horror y de impotencia?
En primer lugar, podemos orar en la comunión de la Iglesia terrenal y celestial. No olvidemos la fuerza de la oración de tantas personas. La iniciativa 24 horas para el Señor, que deseo que se celebre en toda la Iglesia —también a nivel diocesano—, en los días 13 y 14 de marzo, es expresión de esta necesidad de la oración.
En segundo lugar, podemos ayudar con gestos de caridad, llegando tanto a las personas cercanas como a las lejanas, gracias a los numerosos organismos de caridad de la Iglesia. La Cuaresma es un tiempo propicio para mostrar interés por el otro, con un signo concreto, aunque sea pequeño, de nuestra participación en la misma humanidad.
Y, en tercer lugar, el sufrimiento del otro constituye un llamado a la conversión, porque la necesidad del hermano me recuerda la fragilidad de mi vida, mi dependencia de Dios y de los hermanos. Si pedimos humildemente la gracia de Dios y aceptamos los límites de nuestras posibilidades, confiaremos en las infinitas posibilidades que nos reserva el amor de Dios. Y podremos resistir a la tentación diabólica que nos hace creer que nosotros solos podemos salvar al mundo y a nosotros mismos.
Para superar la indiferencia y nuestras pretensiones de omnipotencia, quiero pedir a todos que este tiempo de Cuaresma se viva como un camino de formación del corazón, como dijo Benedicto XVI (Ct. enc. Deus caritas est, 31).
Tener un corazón misericordioso no significa tener un corazón débil. Quien desea ser misericordioso necesita un corazón fuerte, firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios. Un corazón que se deje impregnar por el Espíritu y guiar por los caminos del amor que nos llevan a los hermanos y hermanas. En definitiva, un corazón pobre, que conoce sus propias pobrezas y lo da todo por el otro.
Por esto, queridos hermanos y hermanas, deseo orar con ustedes a Cristo en esta Cuaresma: "Fac cor nostrum secundum Cor tuum": "Haz nuestro corazón semejante al tuyo" (Súplica de las Letanías al Sagrado Corazón de Jesús). De ese modo tendremos un corazón fuerte y misericordioso, vigilante y generoso, que no se deje encerrar en sí mismo y no caiga en el vértigo de la globalización de la indiferencia.
Con este deseo, aseguro mi oración para que todo creyente y toda comunidad eclesial recorra provechosamente el itinerario cuaresmal, y les pido que recen por mí. Que el Señor los bendiga y la Virgen los guarde.
Vaticano, 4 de octubre de 2014
Fiesta de san Francisco de Asís
FRANCISCUS PP.

27 ene 2015