8 mar 2016

Recomendados: curso para catequistas y agentes de pastoral por Radio Maria Arg


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1 º Encuentro: Iglesia evangelizada y evangelizadora

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07/03/2016 – En el primer encuentro del Curso Radial para catequistas organizado por el Isca junto a Radio María Argentina compartimos a la Iglesia que es evangelizada y se convierte en evangelizadora.
Durante el encuentro, nos acompaña Laura Lima de la comunidad de Nuestra Señora del Huerto, en Temperley, Lomas de Zamora, junto al P. Alejandro Puiggari y Mariana Nuzzi. 
“Esa experiencia de tener a Dios cerca es la que transmite el catequistas” comenzó diciendo Laura Lima. Él tiene que hacer sonar en el corazón de los demás lo que primero resonó en el suyo”. Soy, como catequista, anunciador de la maravilla que Dios ha obrado en mí. El catequista ayuda a leer esa presencia de Dios que a veces no hace lo que yo quiero, pero que está.
No se puede pensar la formación del catequista sino la formación de la fe del catequista. Me voy formando como catequista en la medida que me voy formando como cristiano. La Iglesia considera que el culmen de la vida cristiana es cuando el sujeto se convierte en apóstol, proclamando la Palabra.
Uno puedo explicar la teología y las verdades de la fe, y es hermoso. Pero el catequista tiene que ayudar a que esa fe transforme mi vida y le de sentido. La catequesis es este itinerario que ayuda a encontrar la vida en Cristo.
El II Congreso catequístico Nacional en Rosario en 1987 dio como fruto un documento del Episcopado Argentino llamado “Juntos para una evangelización permanente”. Allí en el punto 50 se enuncia:
” La Catequesis es un camino de crecimiento y maduración de la fe, en un contexto comunitario, eclesial, que da sentido a la vida. Por medio de la catequesis todos los hombres pueden captar el plan de Dios centrado en la persona de Jesucristo en su propia vida cotidiana. Además pueden descubrir el significado último de la existencia y de la historia” 
Por lo general se asocia a la catequesis a la preparación a un sacramento, y es verdad, pero el concepto es mucho más amplio. Es un acompañar la vida, todas las circunstancias de la vida, más allá de la vida sacramental.

“Vayan por todo el mundo y anuncien”

Con Cristo empezó la catequesis, en el momento en que con palabras nos ayudó a  descifrar sus gestos y a explicarnos quién era su Padre. Inmediatamente después los apóstoles empezaron a divulgarlo. Cristo es él catequista, porque era coherente. Cuando hablaba del amor del Padre, Él con su vida lo vivía.
La catequesis no es una clase sino que son encuentros. Primero que nada, el catequista debe ser un cristiano, no perfecto, si no alguien que busca.
Cada uno de los evangelios, por ejemplo, son diferentes porque suponen la fe de Lucas, de Marcos, me Mateo y de Juan y a destinatarios determinados. Eso es catequesis. El mismo mensaje, la presencia redentora del hijo de Dios, se expresó de distintas maneras a distintas personas. La unidad de la catequesis no implica que todos hagamos lo mismo.
Renovarnos es lo lógico al decir, anuncio lo mismo de siempre pero adaptado a mi público. Todo lo que la Iglesia hace es evangelizar, para que la gente se encuentre con Jesucristo y lo conozca. La catequesis es un momento, con un itinerario definido.
“La iglesia existe para evangelizar. La evangelización es la razón de ser de la Iglesia. Todo lo que la iglesia hace es para anunciar a Jesucristo, hacer a la Iglesia más apta para anunciar el evangelio a la humanidad, una iglesia evangelizada y evangelizadora que necesita escuchar continuamente aquello que debe anunciar, porque el anuncio de la Buena noticia suscita la fe. La iglesia que repite constantemente en su oración “creo, pero aumenta mi fe””  
Pablo VI en “EVANGELII NUNTIANDI”
Si quien tiene que predicar no escucha continuamente a Jesús, termina escuchándose a sí mismo. Necesitamos tener el oído en Jesús, porque nosotros lo que somos es ser discípulos de Jesús. No se puede ser discípulo sin ser misionero.  

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Estamos por comenzar con el Curso de Formación " Discípulos del Camino" escuchanos por Radio María! 

¡Enamórate!

¡Enamórate!
Nada puede importar más que encontrar a Dios.
Es decir, enamorarse de Él
de una manera definitiva y absoluta.
Aquello de lo que te enamoras atrapa tu imaginación,
y acaba por ir dejando su huella en todo.
Será lo que decida qué es
lo que te saca de la cama en la mañana,
qué haces con tus atardeceres,
en qué empleas tus fines de semana,
lo que lees, lo que conoces,
lo que rompe tu corazón,
y lo que te sobrecoge de alegría y gratitud.
¡Enamórate! ¡Permanece en el amor!
Todo será de otra manera.
  • Pedro Arrupe, sj

Pieter Van der Meer, poeta holandés ateo


Su vida fue un camino debúsqueda del sentido de su existencia. Sin saberlo, era a Dios a quien buscaba, puestenía nostalgia de Dios.


Por: P. Ángel Peña | Fuente: Libro ateos y Judíos Convertidos. 



PIETER VAN DER MEER DE WALCHEREN (1880–1970), gran poeta holandés, que vivía en un ateísmo intelectual donde no cabía la idea de Dios. En su libro Nostalgia de Dios nos habla de sus luchas interiores por querer creer, pero sin poder hacerlo hasta que llegó el momento de la gracia divina, cuando se entregó totalmente a Dios con su esposa y sus hijos. Veamos algunos de sus pensamientos, cuando todavía era ateo:

La tierra, dentro de miles o millones de años, será inhabitable y por fin perecerá. Entonces, será como si este planeta no hubiese existido jamás, todo será arrinconado en el vacío del olvido. Nadie llevará ya en sí la memoria de lo que aquellos extraños seres, que un día vivieron en la tierra y se llamaban hombres, realizaron y sufrieron... Todo habrá sido perfectamente inútil y esta comedia, que habrá durado miles de años y de la que nadie habrá sido espectador, podía igualmente no haber tenido lugar. ¿No es esto de una vertiginosa ridiculez? ¿No es para aullar de angustia y refugiarse en la muerte?

Por espacio de un momento, breve como el zig-zag de un relámpago, estamos en la tierra, vivos, con los ojos abiertos, atormentados por todos los deseos y por todos los ensueños, queriendo alcanzar y abarcar lo imposible, interrogamos al pasado, leemos lo que los hombres han pensado antes de nosotros, nada sacamos en claro; interrogamos a la tierra, al cielo, a las estrellas, a los abismos de los espacios y a los de nuestra propia alma, lloramos de nostalgia por la belleza, gesticulamos apasionadamente y, de repente, caemos muertos y ya no hay nada más, nada, nada, nada, nuestros ojos están cerrados para siempre, los ojos con que ahora miramos las estrellas, esas estrellas que no nos recordarán 32.


Poco a poco, empieza a dudar:

¿Qué significa la vida, a cuyo término está la muerte, ese inmenso agujero negro donde vamos cayendo uno tras otro como piedras? Decididamente es una perfecta estupidez tomarse la vida en serio si no existe el alma. Pero ¿acaso las religiones no son más que un hermoso sueño, bellas mentiras consoladoras a las que el hombre se aferra ante la perspectiva de desaparecer tragado por la noche espantosa de la muerte? ¿Contienen una realidad o no son más que quimeras? Sigo perplejo ante los enigmas. ¿Dónde puedo encontrar la verdad? 33

Y comenzó a leer los Evangelios y a pensar seriamente en las cosas espirituales, sobre todo, después de un viaje que hizo a la Trapa de West-Malle. Dice sobre esta visita: Todo era tan nuevo para mí, tan absolutamente desconocido. Nunca se me había ocurrido pensar que en nuestro tiempo existiese todavía semejante fenómeno: hombres que consagraban su vida a la oración... Si Dios no existe, ¿no es absurdo todo esto? En tal caso, sería algo propio de idiotas, de dementes, algo incluso criminal lo que hacen estos hombres, es decir, aislarse, renunciar a los placeres de la vida y adorar y glorificar algo que no existe. No obstante, en este lugar siento yo orden, paz y la atención está fija en el mundo interior, en el alma, en lo eterno 34.

He tratado de explicar a mi esposa Cristina lo que viví durante aquellas horas maravillosas (en la Trapa) y lo ha comprendido todo. Se me había revelado algo muy hermoso y muy santo. El tiempo se desvanece. La vida se halla en él iluminada por la eternidad divina. No me es posible creer que bajo la cabal belleza de estas palabras, de esta música, de estas oraciones no haya una realidad inquebrantable 35.

Esta mañana (4 de diciembre de 1909) he estado en misa en la capilla del convento de las benedictinas... Por primera vez, he experimentado la sensación de que ocurría algo inefable, cuando el sacerdote pronuncia las palabras de la consagración. No sé decir cómo o de dónde me vino ese pensamiento, pero supe que algo había cambiado y que allí había ocurrido algo de una tremenda grandeza 36.


Continuó asistiendo, siempre que podía, al convento de las benedictinas a disfrutar de aquella sensación de lo eterno. Estuve toda una noche en la capilla de las benedictinas, seguí en ella los maitines, asistí a la misa de gallo y a la misa del alba. Aún pervive en mí la emoción que me produjo el excelso esplendor de esas ceremonias. El aspecto externo de las mismas es ya hermoso, los cánticos, las palabras, la solemnidad de la misa; pero lo que, de un modo especial, me ha conmovido ha sido el mundo interior, ya que cada ademán, cada palabra, cada acto entraña un significado, es como la llama visible de un fuego invisible, una guía que conduce a los acontecimientos divinos 37.

Leo la Biblia, los místicos y los libros de León Bloy. Sé que la Biblia contiene la verdad. Los místicos, Angela de Foligno, Ruybroeck, Catalina Emmerich y las vidas de santos, como la de san Francisco, me ayudan a comprender cosas muy oscuras y maravillosas... Bloy, al que leo intensamente, me da a conocer el catolicismo en su divino y omnímodo poder, en su sublime unidad y me enseña lo que es amar a Dios sobre todas las cosas38.

Bloy me presentó a un sacerdote para hablar con él. El sacerdote me ha entregado el catecismo y me ha aconsejado leer los capítulos referentes al Credo y a los sacramentos, especialmente el relativo al bautismo, y me ha dicho: “Usted debe orar, rezar el Padrenuestro y el Avemaría. Con estas oraciones debe usted llamar a la puerta de la Iglesia y Jesús se las abrirá. Si es usted de buena voluntad, Dios le ayudará, se lo aseguro. Y debe usted arrodillarse y hacer el signo de la cruz. Rezaré por usted”. Después he ido a postrarme ante el Santísimo sacramento que, en el Sacré Coeur (Sagrado Corazón) está expuesto durante todo el día y toda la noche. Hincado de hinojos, he puesto mi mirada en la hostia de nítidos contornos circulares, aureolada de luz, colocada en la custodia. Le he hablado a Jesús de mi zozobra espiritual y de mi miseria y le he pedido misericordia. Dadme, Oh Jesús, la fe, dadme el conocimiento y elamor para con Dios. Quitadme la ceguera de mis ojos para que pueda distinguir contoda claridad 39.

A cada momento descubro en el catolicismo nuevas maravillas. El catolicismo es como una catedral espiritual, infinitamente hermosa, y mi alma puede ahora penetrar en el interior de la misma... Cada mañana y cada noche nos arrodillamos los tres (con mi esposa e hijo) ante el pequeño crucifijo y oramos. Recitamos las plegarias en voz alta y yo me esfuerzo en rodear cada palabra de la más viva atención... Hago la señal de la cruz y la paz mora en mi corazón. No lo comprendo y no sé explicarlo. Me siento pequeño y, al mismo tiempo, inmensamente grande. ¿Qué he hecho yo para merecer esto? ¿Por qué sobre mí? ¿Por qué sobre nosotros esta gracia abrumadora? Buscaba la solución a mis enigmas y es tan sencillo: ¡Postrarse de hinojos y entregar el corazón a Dios! 40

Ayer (24 de febrero de 1911) nuestro hijo y yo recibimos el bautismo. Cristina y yo nos unimos en matrimonio. Jesús nos ha purificado y hemos renacido. Al conjuro de las palabras del sacerdote, se desprendió de mí la vieja vida con sucios andrajos y se me cubrió con vestido deslumbrantemente nuevo. El sacerdote ahuyentó de mi las turbulentas tinieblas del pasado, mi cuerpo quedó puro... Nunca, nunca olvidaré aquellas horas. El acontecimiento de ayer es el centro de mi vida, por siempre. Ahora soy cristiano. No se trata de un bello juego de imaginación, no se trata de autoengaño con palabras bien sonantes, no se trata de una hermosa apariencia ni de una consoladora mentira, no, se trata de una realidad eterna. Soy cristiano por toda la eternidad 41.

He comulgado, Jesús ha visitado mi alma. Antes de la misa, he ido a confesarme y he pedido a María que me ayudara a recibir al Rey en mi pobre morada... Después de comulgar, regresé a mi lugar. Estaba solo, el Rey estaba solo en mí. Muy pronto, empero, fue descendiendo sobre mi alma, poco a poco, con gravidez y a la par de un modo extremadamente suave, una paz resplandeciente, me sentía lleno de Él, como de una nube de oro. ¡Oh delicia maravillosa y sin igual! ¡Está bien que haya venido, decía yo, ebrio de loca alegría! 42

Después de doce años, puedo decir que esta nueva vida es infinitamente más hermosa, más rica y más profunda de lo que nunca había podido sospechar ni siquiera en los primeros años de mi conversión 43.


Pieter van der Meer se entregó con su esposa totalmente a Dios y Dios le pidió todo. Primero se llevó a su hijo de tres años, el 30 de diciembre de 1917. Y, cuando su hijo Pieterke era ya monje por diez años y cinco de sacerdote, también se lo llevó con Él. Su hija se hizo religiosa, con el nombre Sor Cristina. En 1954 se llevó a su esposa y se quedó solo en este mundo, pero acompañado por Dios. Su vida fue un camino de búsqueda del sentido de su existencia. Sin saberlo, era a Dios a quien buscaba, pues tenía nostalgia de Dios.


32 Pieter van der Meer, Nostalgia de Dios, Ed. Carlos Lohlé, Buenos Aires, 1955, p. 48.
33 ib. p. 60.
34 ib. p. 80.
35 ib. p. 83.
36 ib. p. 162.
37 ib. p. 164.
38 ib. p. 173.
39 ib. p. 187.
40 ib. p. 194.
41 Ib. p. 214.
42 ib. p. 227.
43 ib. p. 238.