2 abr 2013
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oraciones para niños
"DIOS ME HA DADO UNA TAREA Y YO TRATO DE HACERLA LO MEJOR POSIBLE" ...ALABADO SEA MI SEÑOR.
El credo
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"DIOS ME HA DADO UNA TAREA Y YO TRATO DE HACERLA LO MEJOR POSIBLE" ...ALABADO SEA MI SEÑOR.
1 abr 2013
La muerte y la esperanza en los niños.
Los temas
difíciles en la catequesis de niños
§ Principios para
guiarnos.
§ ¿Cómo explicar la muerte y la esperanza?Alejandro Larrosa
ORIENTACIONES GENERALES
Educar a nuestros
alumnos es hoy un compromiso que nos desafía ante el mundo cambiante y
movilizante en que nos toca vivir.
Sin duda son muchos los
temas que nos preocupan, que nos confrontan ante las preguntas muchas veces
angustiantes de nuestros chicos.
A veces caemos en la
tentación de tener que saber todas las respuestas, de poder explicar lo
inexplicable o de simplemente dejar tranquilas sus conciencias
Pero esto no es el camino
que podríamos seguir para llevar a nuestros alumnos a buen puerto. Queremos
poder desarrollar la capacidad de guiarlos a encontrarse con la verdad y no ser
nosotros los dueños mismos de la verdad, llevarlos al encuentro con Jesús que
es “Camino, Verdad y Vida” para poder dejarse abrazar por El y así ir encontrando
las respuestas a sus vidas.
Es muy importante que
tomemos un rol de mediadores activos ya que muchas de las preguntas vitales,
existenciales que los niños se hacen intentarán ser contestadas desde distintos
medios, como el cine, la literatura, la televisión, los amigos, la familia u
otros y muchas veces estas respuestas no serán orientadoras sino
distorsionadoras de la mirada misericordiosa y plenificante que Dios tiene de
sus hijos.
“Ser misioneros en la gran ciudad
nos desafía a descubrir las huellas del Señor” Este es nuestro don y a la vez
nuestra tarea. Pero debemos saber que no hay discipulado sin comunión ni
cristianos sin Iglesia. Nuestra fuerza está en el Cuerpo y solos no podemos.
Esta certeza no se nos puede desdibujar, este sentimiento debe calar hondo en
nuestra humanidad tantas veces bombardeada por andanadas de individualismo.
Como dice el documento de
Aparecida. “El Espíritu Santo nos identifica con Jesús-Vida permitiéndonos
abrazar su plan de amor y entregarnos para que otros tengan vida en El (DA
137)
Sabemos que contamos con la Gracia de estado como nos
enseñaba Santo Tomás, confiemos en que aquel que nos da la misión nos va a dar
las armas necesarias para llevarla a cabo.
Los invito a reflexionar
juntos par ir construyendo caminos que nos ayuden a ser mejores mediadores en
el crecimiento de nuestros chicos.
PRINCIPIOS PARA GUIARNOS
A continuación les dejo
una lista de principios extractados del libro
“Temas Difíciles con los Niños”,
de Luis M. Benavides. Editorial
Bonum. Buenos Aires, 2004
ü No
pretendamos aclarar o resolver problemas que los adultos no tenemos total y
absolutamente resueltos.
ü La verdad , la verdad y siempre la verdad.
No fantasear ni distorsionar la
verdad. Tampoco es necesario abundar en
detalles. La veracidad y sinceridad
frente al niño generan confianza.
Ejemplo: abuelito se murió. No va
a volver más. No lo esperes...
ü SER HONESTOS. Tratar de no
dar respuestas imposibles de aceptar o creer. Como por ejemplo: "el
abuelito está en una nube; te está
mirando..." "La tía
Susana es esa estrellita que te protege en las noches..."
ü SABER ACEPTAR
cualquier pregunta. Todo interrogante honestamente planteado
merece una respuesta seria.
ü Conviene
DAR
RESPUESTAS AFECTIVAS (más que efectivas) en las cuales expresemos
nuestro testimonio personal.
ü No esperar a
que se desencadene un hecho doloroso
O CRÍTICO para hablar de él
ü SER DIRECTOS. Tratar de responder del modo más simple y
realista posible. Luego detenernos y ver
si el niño desea más información; si no la solicita, para él ha sido
suficiente, al menos por el momento.
ü SER BREVES. No dar
disertaciones engorrosas y extensas, que terminan complicándose cada vez
más. Los chicos precisan respuestas
escuetas y simples.
ü DECIR NO SÉ, cuando sea
necesario. Existen muchas realidades
para las cuales el ser humano no tiene respuesta.
ü Hablar
con NATURALIDAD, SENCILLEZ, SERENIDAD Y
CONFIANZA EN DIOS.
ü PERMITIR A LOS NIÑOS EXPRESAR SUS
SENTIMIENTOS. La tristeza, el enojo, el desconcierto, la
depresión, etc. son sentimientos normales frente a situaciones límites.
ü COMPARTIR NUESTROS SENTIMIENTOS CON LOS
NIÑOS. No debemos ocultar nuestras emociones ni teatralizar
"como si no pasara nada".
Aceptar el dolor y la muerte como humanos.
ü NO DAR A LAS PREGUNTAS DE LOS NIÑOS MÁS
IMPORTANCIA DE LA QUE realmente TIENEN. A veces, nos preocupamos en exceso, mientras que el niño olvidará la pregunta
enseguida. Sobre todo, cuando la
pregunta no vuelve a repetirse o escucharse otra vez.
ü CREAR UN CLIMA DE ACOGIDA Y DE CONFIANZA, ya que
el niño completa con fantasías más terribles que la realidad lo que no entiende
ni comprende.
ü NO OCULTAR NI MINIMIZAR LAS PROBLEMÁTICAS
QUE LOS NIÑOS NOS PRESENTAN.
Cuando un chico está angustiado por algo, aunque para nosotros, sea una
nimiedad, hay que darle la importancia y contención debidas. Para ellos, son
temas importantes.
ü Hay que diferenciar
muy bien cuáles son los temas que deben ser tratados en forma personal de
aquellos que merecen un tratamiento grupal. El adulto deberá discernir cuáles son los
temas que responden a una problemática individual y cuáles, al grupo de
niños. Sabiendo que hay que dar a cada
uno según sus necesidades.
ü TODO NIÑO ES UN HOMBRE EN SU TOTALIDAD. Los
niños, por ser niños, no dejan de ser humanos. Si bien se encuentran en el
primer período de la vida, participan
plenamente de la experiencia humana, con toda su intensidad: sufren,
lloran, se alegran, tienen conciencia de sí mismos, expresan sus sentimientos,
se comunican, se enojan, sufren decepciones, etcétera. Merecen ser respetados y tenidos en cuenta
como el resto de los seres humanos.
ü CONFIAR EN DIOS, nuestro Padre,
que no nos abandona nunca y que nos prometió su asistencia en los momentos en
que no tengamos claro qué decir. Lo más
importante es transmitir a los niños una perspectiva de confianza en Dios. Los niños deben internalizar la idea de que
Dios está siempre. No nos abandona
nunca, ni siquiera en la muerte.
¿CÓMO EXPLICAR LA
MUERTE Y LA
ESPERANZA ?
“Al mismo tiempo que el niño pequeño comienza a decir ´yo´ cuando habla de sí mismo, va
paulatinamente haciendo experiencias cada vez más claras de la más importante
condición fundamental de la vida humana, la de que nuestro ser es limitado y
finito, ligado a un tiempo determinado y a un espacio concreto”
Reinmar Tschirch 1
Tal vez los niños no alcancen
a entender la magnitud de la muerte, ¿quién puede abarcar plenamente este
misterio?, pero no hay duda que van a vivir con intensidad el momento en que se
les presente cara a cara, sea con una muerte definitiva o con una experiencia
de sufrimiento importante de aquellos que forman parte de su universo.
Muchas veces por miedo a que
sufran o se impresionen o se atemoricen ocultamos acontecimientos que están
viviendo en las familia y tratamos de hacerlos vivir en una burbuja. Es
importante saber que tarde o temprano, de un modo u otro lo van a saber, lo van
a percibir.
El contexto en que nos toca
vivir está enmarcado por noticias que nos hablan de sufrimiento y muerte y al
mismo tiempo nos cuentan sobre la esperanza. No se puede separar estos dos
elementos de la realidad vida-muerte-vida como una secuencia misma de la Pasión y como un adelanto
de nuestra pascua. Por eso si bien es importante ir adaptándonos a la realidad
madurativa de cada niño es necesario transmitirle nuestra propia humanidad que
se pregunta acerca del misterio, que sufre y se esperanza en un Dios que sabe
no lo va a abandonar.
Muchas veces los chicos nos
sorprenden con sus preguntas acerca del sufrimiento y de la muerte. Desde
nuestro ser catequista a veces nos podemos molestar por sentirnos desinstalados
porque no era lo que tocaba explicar “hoy” o la respuesta del manual o libro no
la entiende o no lo satisface. ¿Esto es así y punto! Puede ser un intento de
escape ante una encrucijada que se nos presenta inesperadamente. Debemos tomar
estas preguntas como oportunidades y no como amenazas.
A veces es bueno discernir
si conviene contestar luego la pregunta en forma personal o a todo el grupo
pero sí es importante no dejar de contestarla.
Es bueno
reconocer nuestra finitud y pedir ayuda a otro catequista o a alguna persona de
gabinete, director, sacerdote u otros agentes pastorales que nos puedan ayudar
a responder a estos interrogantes.
Es real que muchas veces le escapamos al tema
de la muerte o del dolor, nos da miedo a nosotros mismos mencionarlo como si lo
estuviéramos convocando. Sin ser truculentos es bueno ir mezclando estas
conversaciones en lo cotidiano, en nuestra catequesis muchas veces se
presentarán desde el evangelio o la lectura de otros textos bíblicos escenas de
dolor, sufrimiento, esperanza y liberación aprovechemos para ir encarnando
estos escritos con la realidad de los niños que nos toca catequizar.
“Es conveniente aprovechar
algunas experiencias mediatizadotas para hablar de la muerte. Las ramas secas,
las hojas que caen, la muerte de los animales- especialmente de las mascotas –
pueden ser situaciones adecuadas para introducir a los niños en el tema.”
Luis M. Benavides2
Es muy importante generar
confianza en los chicos que sufren una pérdida importante de un ser muy
cercano. Manifestarles la seguridad de que no van a estar solos, que los van
cuidar. No debemos alimentar sus fantasías ya que de por sí son propensos a
hacerlo, es bueno ser concretos, simples y hablar desde el corazón y con la
verdad sin transmitirla tan crudamente
que los lastime.
Como agentes de pastoral
debemos cuidar de nuestros niños generando la esperanza y la certeza de que más
allá de todos nuestros miedos y dolores que son reales porque pertenecemos a
este universo de fragilidad y barro, está el abrazo inmenso y protector del
Dios que nos ama.
No
separar la fe de la vida
El momento
histórico que nos toca vivir es una ventana abierta a que nos comuniquemos con
los niños para ir orientándolos hacia los valores del Reino para que puedan
descubrirlos y encarnarlos.
Es importante estar atento a
los interrogantes vitales que vayan surgiendo en nuestros catequizandos pero al
mismo tiempo debemos nosotros tomar la iniciativa para encarar temas que
sabemos que están implícitos pero no siempre fácilmente salen a la luz.
Creando un ambiente abierto y
utilizando las oportunidades naturales de cada encuentro para hablar debemos
transmitir nuestros valores sin imponerlos pero con la convicción del que
testimonia lo que “ha visto y ha oído” He 4, 20.
La violencia es un elemento
natural de nuestra sociedad. Creo que es muy importante poder aprovechar todas
estas situaciones cotidianas para ir entrelazando con la Palabra el misterio de la Redención , la lucha
entre el bien y el mal, los primeros violentos como Caín y las primeras
víctimas como Abel.
Poder descubrir que es lo
que nos hace violentos, que nos lleva a desear el mal a otros, como podemos
nosotros aportar para que este mundo cambie comenzando por cambiar nosotros
“Conviértete y cree en el Evangelio”
No creo en una oposición de
lo bueno y lo malo en nuestra sociedad tan tajantemente como si nosotros
estuviéramos del lado de los buenos. Prefiero pensar más en la parábola del
trigo y la cizaña y en trabajar para limpiar nuestro campo para poder ayudar
luego a limpiar el del vecino.
Sería bueno no ponernos en el
rol de víctimas del sistema y fomentar la construcción de espacios de
participación y diálogo. No dar dobles mensajes y manejar con prudencia las
situaciones de pelea dentro del grupo.
A veces corremos el riesgo de
estar tan en el cielo que no nos damos cuenta que los problemas están muy cerca
nuestro.
Los conflictos
de cortes de calles y de protestas hoy tan frecuentes también son motivos
ideales para poder pensar sobre las obligaciones ciudadanas, sobre la justicia
e injusticia de nuestra sociedad y del compromiso por luchar por un mundo más
cristiano.
Poder potenciar todos los
valores positivos que encontramos en nuestra gente desde los orígenes de
nuestra patria, nuestros premios nobel, la gente que día a día lucha
testimoniando que este país es una bendición de Dios y no una tierra sin
remedio.
Luchar por estos valores es
nuestra tarea, dejarnos abrazar y fortalecer por nuestro Dios es nuestra
oportunidad de saber que no estamos solos y que podemos desde una clave de
Alianza lograr cambiar el mundo
En 1971, los Obispos reunidos
en el Sínodo hablaron de la educación para la justicia, en 1979 en Puebla los
Obispos latinoamericanos pensaron en el concepto de educación evangelizadora
como un superador de la propuesta de Medellín. El centro está puesto en la
conversión individual y social para la “genuina liberación cristiana” (DP 1026)
Luego se fueron sucediendo las
propuestas “educación en valores”, “educación como inculturación del
evangelio”, “educar para una sociedad alternativa” Desde esta evolución uno se
propone no tomar la justicia, o la solidaridad o la caridad como temas a
enseñar sino vivir desde y en ellos nuestro compromiso cristiano.
Les dejo este pensamiento
de nuestro querido padre benedictino:
“NO TENEMOS EN NUESTRAS MANOS LA SOLUCIÓN A LOS
PROBLEMAS DEL MUNDO PERO ANTE LOS PROBLEMAS DEL MUNDO TENEMOS NUESTRAS MANOS”
Mamerto Menapace
LA CLAVE DE LA
ENCARNACIÓN Y LA EUCARISTÍA COMO FUENTES DE DISCERNIMIENTO
Desde este breve
camino que vengo desarrollando les propongo nutrirse de estos dos elementos a
mi juicio claves para el desarrollo de nuestra tarea.
Reconocer y redescubrir
constantemente este anuncio fundamental del prólogo de San Juan “Y LA PALABRA SE HIZO CARNE Y
HABITÓ ENTRE NOSOTROS” Jn 1, 14, para poder saber que nuestro Dios conoce
nuestras debilidades, sabe de nuestros sufrimientos, no pretende que seamos
ángeles o seres a los que todo les resbala o anestesiados por seudo-espiritualidades
que tratan de evitar todo tipo de dolor como si no fuéramos de carne y hueso.
Somos de barro y en esto radica también nuestro tesoro como nos anunciaba
nuestro Cardenal Jorge Bergoglio:
“Pero es justamente desde la
experiencia de la fragilidad propia en donde se evidencia la fuerza de lo alto”
Y es en ese prójimo, nuestro
niño y su familia, que Dios nos llama a ser puente para que desde la realidad
de sus preguntas, dudas, miedos, inseguridades le podamos llevar el abrazo
misericordioso del Padre que lo sostiene y lo levanta. En la medida en que me
de cuenta que desde mi fragilidad puedo curar las heridas de mi hermano podré
experimentar el milagro que se produce cuando es convocado el amor.
“Nosotros
llevamos ese tesoro en recipientes de barro, para que se vea bien que este
poder extraordinario no procede de nosotros , sino de Dios”
2º Corintios 4,7
La segunda clave de
discernimiento es la
Eucaristía , aquí nos encontramos con un Cristo que se parte y
se reparte para alimentarnos e incorporarnos al misterio trinitario.
Esta fuerza que proviene
de este sacramento es indispensable para llevar adelante nuestra tarea. “Señor
que debo hacer, hoy traigo ante ti a mis niños, mirá a Jorge perdió a su padre
y está desconsolado dame la capacidad de poder acercarme a él y cuidar su
fragilidad. No entiendo a Claudia, sus planteos me parecen caprichosos pero por
otro lado sé que hay algo más, dame luz para descubrir que pasa…En la
presentación de las ofrendas deben ir mis niños, sus vidas, sus fragilidades
…su barro.
Creamos como nos decía
Santo Tomás de Aquino en la gracia de estado. Confiemos que si Dios nos puso
delante de ellos no nos dejará solos.
Encarnación y Eucaristía. Seamos profesionales desde la clave de
encarnación, aprovechemos la ciencia y a aquellos que nos puedan orientar,
sabiéndonos conocedores de nuestro barro y seamos orantes desde la centralidad
de la Eucaristía
donde el Señor nos llama, nos abraza y nos envía a anunciar todo lo que nos ha
enseñado mientras nos promete “Y Yo estaré siempre con ustedes hasta el
fin del mundo”. Mt 28. 20
Pidamos al Espíritu
Santo sus dones, yo especialmente le pido el don de Ciencia, Piedad y Consejo
para que nuestra tarea de mucho fruto.
ORACIÓN: MARÍA FORTALEZA EN EL DOLOR
Sabemos que contamos
con nuestra Madre. Ella que supo del dolor y del paso de la Pascua de su hijo, que
experimentó en carne propia nuestra fragilidad, nos acompaña y nos dice desde
Luján “No temas aquí está tu madre”
Los invito a cerrar
este taller con un momento de oración donde podamos ponernos en las manos de
nuestro Padre misericordioso.
ROMANOS 8, 35
(1998 Ramos Mejía)
¿La aflicción? ¡No nos separará
de tu amor!
¿La angustia? ¡No nos separará de
tu amor!
¿La persecución? ¡No nos separará
de tu amor!
¿El hambre? ¡No nos separará de
tu amor!
¿La desnudez? ¡No nos separará de
tu amor!
¿El peligro? ¡No! ¿La espada?
¡No!
¿Quién podrá apartarnos, oh
Cristo, de tu amor?
¡Oh, he visto el rostro de la
muerte!
¡Ella golpeó mi puerta, ella nos
buscaba!
¡Pero en tu nombre, oh Jesús,
vencemos
y de tu amor,
ya nada, nada, nada nos separa!
BIBLIOGRAFÍA
1
Tschirch, Reinmar. Dios para niños. Ed Sal Terrae.
Santander, 1981, p. 78
2
Benavides, Luis M.
Temas difíciles con los niños. Ed Bonum 2003
3
Conferencia Episcopal Argentina. Documento Navega mar adentro. 2003
4
El Libro del Pueblo de Dios. Fundación Palabra y Vida
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temas difisiles con niños
"DIOS ME HA DADO UNA TAREA Y YO TRATO DE HACERLA LO MEJOR POSIBLE" ...ALABADO SEA MI SEÑOR.
El tesoro y el vaso de barro, C.B.P
Sofía Cavalletti
17 marzo 1997
Traducción del italiano: Nora Mª. Bonilla
El material
Se lee en el testamento de Francisco, escrito un poco antes de morir: “Y yo trabajaba con mis manos y quiero trabajar, y todos los otros frailes quiero que trabajen en trabajo como conviene a la honestidad. . .”. Cada uno debe hacerlo según sus propias capacidades, porque algunos eran hermanos sastres, herreros, artesanos, etc. Y quien no tenía un oficio debía aprenderlo. El “no lo sé hacer” no es razón suficiente para no hacer; se puede aprender.
Lo que quería que hicieran los hermanos, Francisco era el primero en hacerlo él mismo. Para entender con el que lo hacía, es importante el siguiente episodio: él se había hecho muy hábil en fabricar canastos y vasijas, y en una ocasión ocurrió que había logrado hacer un canasto especialmente muy bien –y ¡él lo quemó! La satisfacción que le había dado –narra él mismo- lo había hecho distraer durante la oración y por tanto lo quiso eliminar. “Es una vergüenza –dice- dejarse distraer de fantasías y de inútiles tonterías”.
También entre los catequistas del buen Pastor hay quien copia a mano los textos, quien dibuja o modela figuras, hay quien trabaja como carpintero (a), quien hace maquetas y así sucesivamente. Todos somos artesanos –salvo algunas excepciones- artesanos improvisados, y los resultados de nuestros esfuerzos no son siempre de primera categoría. Entonces, ¿no sería mejor dirigirse a profesionales, que por supuesto, harían el trabajo más rápidamente, con mejores resultados y con frecuencia podrían también estar dispuestos a trabajar por un modesto pago o hasta lo harían gratis?
Para responder, quisiera antes que nada hacer algunas consideraciones sobre nuestro material en general, a la luz del episodio de San Francisco, citado arriba.
En general, se recomienda, que el material sea atrayente y debemos reconocer que el nuestro no siempre lo es. Pero preguntémonos que es lo que debe ser atrayente: ¿el material por sí mismo o el mensaje que transmite?
Como san Francisco se había dejado distraer en la oración por un canasto demasiado bien logrado, ¿no podría suceder que materiales demasiado refinados y perfectos distraigan la meditación del niño, aquella meditación a la que en cambio los materiales deberían ayudar? … ¿Quizás no hay el riesgo de que un material demasiado bello atraiga hacia él mismo la atención de los niños, colocando un poco a la sombra el contenido? Si yo recibo una joya en una caja de cartón, se concentrará toda mi atención en la joya; pero si se me ofrece en un estuche de oro, ciertamente me detendría también en el estuche.
Naturalmente, esto no significa que nuestro material deba ser descuidado; al hacerlo, debemos poner todo nuestro amor y el máximo de nuestras capacidades, por respeto al contenido y al niño que lo usará. . .
Creo sin embargo que por experiencia, cada uno de nosotros hemos visto a los niños trabajar y regresar a trabajar con gran seriedad y concentración, sobre materiales muy pobres, pero de gran contenido. El primero de todos, el del buen Pastor. Se ha visto clarísimamente que adornos inventados con el objeto de hacerlo más atrayente (flores, riachuelos, etc.) distraen del mensaje presentado. Tengamos presente la capacidad que tiene el niño de observar y de detenerse sobre detalles aún muy pequeños.
Las principales características del material deben ser –según mi punto de vista-, la simplicidad, la pobreza y la esencialidad, aspectos que se llaman el uno al otro, y que son fundamentales en nuestro trabajo.
De simplicidad y de esencialidad hemos tenido ocasión de hablar algunas veces. Detengámonos hoy en especial sobre la pobreza: la pobreza del catequista. La pobreza es el “opuesto” de la riqueza del mensaje que se nos ha confiado y del trabajo al cual hemos sido llamados.
La pobreza del catequista es una pobreza que vive en medio de una inmensa riqueza; el catequista es pobre y rico al mismo tiempo, porque ve pasar por sus manos inmensos tesoros y sabe que no le pertenecen, porque ve la desmesurada desproporción que existe entre lo que hace y el resultado. Frente a este hecho, cualquier deseo de decir: “Es mío”, cualquier tendencia a la apropiación, sería un empobrecimiento. Aquello que vivimos en la Catequesis asumiría más o menos nuestras dimensiones, y se convertiría en un hecho que se pone a nuestro nivel, y perdería su infinita apertura de alas.
Es de la pobreza del catequista que brota la necesidad de que también el material sea también simple, esencial, pobre. También el material debe ser pobre, para que también él sea el “opuesto” al contenido. Cada añadido superfluo, cada adorno, cada invento nuestro sería un arbitrio, una intromisión indebida en un bien que no es nuestro; añadiría también que un cierto lujo podría ser negativo.
Es en su ser “desnudo”, escabroso, que el material logra plenamente su objetivo: de ser un instrumento que señala una riqueza –riqueza que aparecerá- tanto más grande cuanto menos ostentoso sea el instrumento, cuanto más sea discreto y ocupe el lugar secundario que le compete.
Desde mi punto de vista, hay una receta segura para conocer el material bueno de aquel que no lo es: bueno es el material que está más estrechamente apegado al contenido, de tal modo que no nos lleve a decir: " ! Qué bella idea he tenido !", haciendo así converger la atención sobre nuestra persona. Es bueno aquel material que nos hace quitar la mirada de su forma exterior y de la habilidad y más aún de quien lo ha hecho, para hacerlo converger únicamente sobre el contenido; bueno es el material frente al cual nace el asombro porque nos hace constatar que con medios tan pobres se pueden decir cosas tan grandes.
Tenemos dentro de nosotros un precioso “termómetro” para medir el valor del material: si suscita in nosotros satisfacción (palabra que viene del latín satis, suficiente, y que expresa un sentido de saciedad y por lo tanto de limitación), o si en cambio suscita en nosotros alegría y admiración; solo en este segundo caso es bueno.
El material "bueno" no solamente es la ayuda justa a la meditación del niño, sino que educa al catequista a no complacerse de cuanto sus manos han podido hacer, haciéndolo abrir los ojos con asombro creciente frente a la grandeza de los contenidos. El material "bueno" educa al catequista en aquel “desprendimiento” del cual habla la Exhortación Apostólica "Catechesi Tradendae", en aquella pobreza que es un factor esencial en la transmisión del mensaje cristiano.
Genelda Woggon ha sintetizado en dos palabras la función del trabajo manual: “es una disciplina y una devoción" (una disciplina y un acto de culto).
Lejos de ser una austeridad demasiado grande, la pobreza del catequista es fuente de la más grande alegría, porque lo guía en la toma de conciencia de cuán grande es el “tesoro” que –a pesar de todo- es medio en sus manos vacías; y más se da cuenta de que cuánto más vacías estén sus manos, más grande es la alegría de ver en ellas el "tesoro".
=================
De una carta de Domagoia, Dakovo, 2 febrero 1997: "No te puedo expresar cuánta alegría hay dentro de mí mientras hago el material. El ritmo lento se requiere para el material, me ayuda mucho. Siento que me lleva a la paciencia, al recogimiento, al contenido de la Palabra”.
Testamento de San Francesco en: Fonti Francescane, Ed. Messaggero 1996, p 132.
17 marzo 1997
Traducción del italiano: Nora Mª. Bonilla
El material
Se lee en el testamento de Francisco, escrito un poco antes de morir: “Y yo trabajaba con mis manos y quiero trabajar, y todos los otros frailes quiero que trabajen en trabajo como conviene a la honestidad. . .”. Cada uno debe hacerlo según sus propias capacidades, porque algunos eran hermanos sastres, herreros, artesanos, etc. Y quien no tenía un oficio debía aprenderlo. El “no lo sé hacer” no es razón suficiente para no hacer; se puede aprender.
Lo que quería que hicieran los hermanos, Francisco era el primero en hacerlo él mismo. Para entender con el que lo hacía, es importante el siguiente episodio: él se había hecho muy hábil en fabricar canastos y vasijas, y en una ocasión ocurrió que había logrado hacer un canasto especialmente muy bien –y ¡él lo quemó! La satisfacción que le había dado –narra él mismo- lo había hecho distraer durante la oración y por tanto lo quiso eliminar. “Es una vergüenza –dice- dejarse distraer de fantasías y de inútiles tonterías”.
También entre los catequistas del buen Pastor hay quien copia a mano los textos, quien dibuja o modela figuras, hay quien trabaja como carpintero (a), quien hace maquetas y así sucesivamente. Todos somos artesanos –salvo algunas excepciones- artesanos improvisados, y los resultados de nuestros esfuerzos no son siempre de primera categoría. Entonces, ¿no sería mejor dirigirse a profesionales, que por supuesto, harían el trabajo más rápidamente, con mejores resultados y con frecuencia podrían también estar dispuestos a trabajar por un modesto pago o hasta lo harían gratis?
Para responder, quisiera antes que nada hacer algunas consideraciones sobre nuestro material en general, a la luz del episodio de San Francisco, citado arriba.
En general, se recomienda, que el material sea atrayente y debemos reconocer que el nuestro no siempre lo es. Pero preguntémonos que es lo que debe ser atrayente: ¿el material por sí mismo o el mensaje que transmite?
Como san Francisco se había dejado distraer en la oración por un canasto demasiado bien logrado, ¿no podría suceder que materiales demasiado refinados y perfectos distraigan la meditación del niño, aquella meditación a la que en cambio los materiales deberían ayudar? … ¿Quizás no hay el riesgo de que un material demasiado bello atraiga hacia él mismo la atención de los niños, colocando un poco a la sombra el contenido? Si yo recibo una joya en una caja de cartón, se concentrará toda mi atención en la joya; pero si se me ofrece en un estuche de oro, ciertamente me detendría también en el estuche.
Naturalmente, esto no significa que nuestro material deba ser descuidado; al hacerlo, debemos poner todo nuestro amor y el máximo de nuestras capacidades, por respeto al contenido y al niño que lo usará. . .
Creo sin embargo que por experiencia, cada uno de nosotros hemos visto a los niños trabajar y regresar a trabajar con gran seriedad y concentración, sobre materiales muy pobres, pero de gran contenido. El primero de todos, el del buen Pastor. Se ha visto clarísimamente que adornos inventados con el objeto de hacerlo más atrayente (flores, riachuelos, etc.) distraen del mensaje presentado. Tengamos presente la capacidad que tiene el niño de observar y de detenerse sobre detalles aún muy pequeños.
Las principales características del material deben ser –según mi punto de vista-, la simplicidad, la pobreza y la esencialidad, aspectos que se llaman el uno al otro, y que son fundamentales en nuestro trabajo.
De simplicidad y de esencialidad hemos tenido ocasión de hablar algunas veces. Detengámonos hoy en especial sobre la pobreza: la pobreza del catequista. La pobreza es el “opuesto” de la riqueza del mensaje que se nos ha confiado y del trabajo al cual hemos sido llamados.
La pobreza del catequista es una pobreza que vive en medio de una inmensa riqueza; el catequista es pobre y rico al mismo tiempo, porque ve pasar por sus manos inmensos tesoros y sabe que no le pertenecen, porque ve la desmesurada desproporción que existe entre lo que hace y el resultado. Frente a este hecho, cualquier deseo de decir: “Es mío”, cualquier tendencia a la apropiación, sería un empobrecimiento. Aquello que vivimos en la Catequesis asumiría más o menos nuestras dimensiones, y se convertiría en un hecho que se pone a nuestro nivel, y perdería su infinita apertura de alas.
Es de la pobreza del catequista que brota la necesidad de que también el material sea también simple, esencial, pobre. También el material debe ser pobre, para que también él sea el “opuesto” al contenido. Cada añadido superfluo, cada adorno, cada invento nuestro sería un arbitrio, una intromisión indebida en un bien que no es nuestro; añadiría también que un cierto lujo podría ser negativo.
Es en su ser “desnudo”, escabroso, que el material logra plenamente su objetivo: de ser un instrumento que señala una riqueza –riqueza que aparecerá- tanto más grande cuanto menos ostentoso sea el instrumento, cuanto más sea discreto y ocupe el lugar secundario que le compete.
Desde mi punto de vista, hay una receta segura para conocer el material bueno de aquel que no lo es: bueno es el material que está más estrechamente apegado al contenido, de tal modo que no nos lleve a decir: " ! Qué bella idea he tenido !", haciendo así converger la atención sobre nuestra persona. Es bueno aquel material que nos hace quitar la mirada de su forma exterior y de la habilidad y más aún de quien lo ha hecho, para hacerlo converger únicamente sobre el contenido; bueno es el material frente al cual nace el asombro porque nos hace constatar que con medios tan pobres se pueden decir cosas tan grandes.
Tenemos dentro de nosotros un precioso “termómetro” para medir el valor del material: si suscita in nosotros satisfacción (palabra que viene del latín satis, suficiente, y que expresa un sentido de saciedad y por lo tanto de limitación), o si en cambio suscita en nosotros alegría y admiración; solo en este segundo caso es bueno.
El material "bueno" no solamente es la ayuda justa a la meditación del niño, sino que educa al catequista a no complacerse de cuanto sus manos han podido hacer, haciéndolo abrir los ojos con asombro creciente frente a la grandeza de los contenidos. El material "bueno" educa al catequista en aquel “desprendimiento” del cual habla la Exhortación Apostólica "Catechesi Tradendae", en aquella pobreza que es un factor esencial en la transmisión del mensaje cristiano.
Genelda Woggon ha sintetizado en dos palabras la función del trabajo manual: “es una disciplina y una devoción" (una disciplina y un acto de culto).
Lejos de ser una austeridad demasiado grande, la pobreza del catequista es fuente de la más grande alegría, porque lo guía en la toma de conciencia de cuán grande es el “tesoro” que –a pesar de todo- es medio en sus manos vacías; y más se da cuenta de que cuánto más vacías estén sus manos, más grande es la alegría de ver en ellas el "tesoro".
=================
De una carta de Domagoia, Dakovo, 2 febrero 1997: "No te puedo expresar cuánta alegría hay dentro de mí mientras hago el material. El ritmo lento se requiere para el material, me ayuda mucho. Siento que me lleva a la paciencia, al recogimiento, al contenido de la Palabra”.
Testamento de San Francesco en: Fonti Francescane, Ed. Messaggero 1996, p 132.
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"DIOS ME HA DADO UNA TAREA Y YO TRATO DE HACERLA LO MEJOR POSIBLE" ...ALABADO SEA MI SEÑOR.
29 mar 2013
Durante la Cuaresma, la Catequesis del Buen Pastor, adquiere un carácter penitencial y anticipada. Luego, durante la Semana Santa, los niños rezan con el rito de apertura de la Vigilia Pascual, la localización de sus pulgares en una vela pascual como modelo que repetir las palabras solemnes: "Cristo ayer y hoy..." Y luego de las velas pequeña vela pascual se encendido de cada uno de los niños.La oración es el corazón y el alma y la sustancia entera de la Catequesis del Buen Pastor. Desde el momento en que los niños caminar a través de la puerta del atrio, que saben que han llegado a "escuchar a Dios." Cada elemento en el atrio señala a Cristo. A través de gestos de oración, las experiencias sensoriales, y las procesiones solemnes, los niños son educados para, por, e incluso con la liturgia de la Iglesia Católica.
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MENSAJES DE EDITH STEIN
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28 mar 2013
“No puedo imaginarme un mundo sin Dios"
Los niños no sólo poseen un mundo espiritual muy rico, sino
que también creen en la existencia de una energía divina. Las caras de Dios son
diversas y sorprendentes en la mente infantil, prueba un estudio antropológico.
¿Qué lugar ocupa
Dios en el mundo de los niños, entre Harry Potter y el Game Boy? Es una opinión
muy difundida que los niños están a merced de los medios, que los atrapa varias
horas por día en sus mundos artificiales. La televisión les proporciona
innumerables posibilidades de identificación con sus personajes favoritos, y
los videojuegos hacen que vivan por momentos aventuras en las que siempre
encuentran una salida, con puntos extra a favor. Esto haría pensar que los
valores espirituales se van perdiendo y que los niños no crecen con una imagen
de Dios, a no ser que dichos valores se transmitan en el día a día familiar o
escolar.
Una antropóloga
alemana de la Universidad de Oldenburg, Ilse Flöter, investigó si Dios aparece
en las mentes y en los corazones de los niños, y obtuvo resultados
sorprendentes, especialmente en aquellos que no reciben una educación
religiosa.
Dios es amor
El estudio se
realizó en Alemania y se basó en preguntas hechas a 108 niños de 10 años en una
escuela primaria acerca de cómo se imaginan a Dios. Los escolares se dividieron en
tres grupos: los que no recibían educación religiosa de ningún tipo, los
musulmanes y los cristianos. La mayoría de los niños lo ve con la apariencia
del “padre bondadoso” tradicional en las religiones cristianas.
“Los niños tienen
una gran necesidad de hablar sobre religión, pero no en público, sino en
círculos pequeños”, comenta Ilse Flöter. Un aspecto importante de la
espiritualidad infantil radica en que imaginan a Dios y desarrollan un vínculo
espiritual con una figura divina, aunque no gocen de una educación religiosa.
Esto parece ser una constante en el estudio, según Flöter. La antropóloga
comenta también la gran disposición y entusiasmo de los chicos en participar de
la encuesta. “El deseo de hablar con alguien de lo que piensan sobre Dios y la
religión es enorme. Me asediaban ellos con preguntas”, dice.
Los diversos
'rostros' de Dios
“Me imagino a Dios
así: es grande y lleva una túnica blanca. Irradia un brillo dorado, una luz”.
“Creo que está en el cielo. A veces, cuando cae el sol, me imagino que está
dentro de él”. “Me imagino que camina sobre las nubes”. “Cuando pienso en Dios,
lo veo grande como un ángel y un poquito fuerte, porque tiene mucho que hacer,
crear la tierra y ayudar a los seres humanos”. “Una mano enorme que sostiene el
mundo, y un manto gigante que lo protege”, son los comentarios de algunos
niños.
Otros chicos
realizan una síntesis entre su mundo y la religión. Uno, por ejemplo, piensa
que “Dios es algo así como una organización externa”. Otro dice que “Dios está
sentado.en
una nave, rodeado de muchos extraterrestres, y cada uno tiene una computadora y
es responsable de una persona”.
Una escolar dijo que
“la primera vez que pensé en Dios fue al comenzar el primer grado. Antes no
sabía que existía Jesús o Dios”. La mayoría de los niños se caracterizaba
por haber recibido poca o ninguna orientación religiosa en su hogar, y lo
notable es que las fantasías eran las mismas en protestantes, musulmanes o
católicos: Dios es bondadoso y protege a los humanos, no es un Dios amenazante
ni castigador. La gran diferencia la marcaron los niños de familias
protestantes muy devotas. Para ellos, Dios puede ser malo y vengativo. Esto los
lleva, en parte, a sentir miedo.
Para los niños
Dios es uno solo
Según Ilse Flötner,
los niños musulmanes, de los cuales ninguno provenía de familias
fundamentalistas, relacionaron a Dios con amor, protección y ayuda. Pero el
juicio después de la muerte también era .importante.
Los niños protestantes son educados, según el estudio, bajo estrictas normas
religiosas en la familia y en la comunidad. Entre ellos Dios tiene apariencia
amenazante. Aunque el estudio no es representativo en cuanto a los niños
musulmanes y los protestantes, ya que se trató de una minoría, Flöter asegura
que su trabajo confirma la tesis psicoanalítica de C.G. Jung, sobre la religión
como expresión elemental de la psiquis humana. “La necesidad de creer en Dios
parece ser una de las constantes antropológicas que no cambian a través de las
épocas con las diversas condiciones de socialización. En cuanto a la
importancia de una educación religiosa, Flötner piensa que „se debe comprobar
si, en el anhelo de los niños por Dios, se respeta su mundo individual y no se
está contribuyendo a la división del mundo por la religión”. Cristina
Papaleo
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