12 may 2013

La Ascensión de Jesús- portal carmelitano


ascensioneLa “ascensión” de Jesús se comienza a realizar en el momento de su crucifixión, tal como Jesús indicó en varias ocasiones: “Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre para que todo el que cree en Él tenga vida...

Las fiestas pascuales se acercan a su cumplimiento. El domingo próximo, si Dios quiere, celebraremos la Ascensión del Señor y el siguiente, Pentecostés.
En el Antiguo Testamento, “ascensión”, “elevación” y “glorificación” son tres palabras sinónimas para indicar la entronización de un rey, la toma de posesión de su reino. Eso es lo que celebramos en la Ascensión de Jesús: el triunfo definitivo del Señor resucitado sobre el pecado y sobre la muerte, el cumplimiento de su misión salvadora, la manifestación de su gloria, su entronización “a la derecha del Padre”.
La “ascensión” de Jesús se comienza a realizar en el momento de su crucifixión, tal como Jesús indicó en varias ocasiones: “Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre para que todo el que cree en Él tenga vida eterna” (Jn 3,14-15); “Cuando sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Jn 12,23). Por eso, al hablar de su pasión, los evangelios dicen: “Estando para cumplirse los días de su ascensión, Jesús se dirigió resueltamente a Jerusalén” (Lc 9,51).
La Pascua de Jesús es su pasión, muerte y glorificación. La “hora” de Jesús, su “elevación” para salvar a los hombres atrayéndolos hacia sí comenzó en la cruz, continuó en la resurrección y llegó a plenitud en la Ascensión y en el envío del Espíritu Santo sobre los creyentes. Estos acontecimientos son las distintas etapas de un único proceso. El que “se despojó de su rango, tomó la condición de esclavo y se abajó hasta la muerte de cruz, ha sido exaltado sobre todo” (cf. Fil 2,6ss).
“Antes de las fiestas de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre…” (Jn 13,1). Como sabemos, la palabra Pascua significa “paso”. Cristo ha dado un único paso de la cruz a la gloria, pero nosotros necesitamos de días y de años para comprender algo de este misterio, por eso en nuestras celebraciones cada vez ponemos la mirada en un solo aspecto de este proceso.
La Ascensión de Jesús supone la apertura del cielo para los creyentes, la salvación de los que confían en Él. Por eso, en el momento de su muerte, Jesús puede prometer al buen ladrón: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc 23,43). Nosotros confiamos en poder estar un día con Cristo en el Paraíso. Mientras tanto, procuremos ser testigos de su resurrección en el mundo.

AUTOR: P. Eduardo Sanz de Miguel, OCD

11 may 2013

ARMADA BLANCA -NIDOS DE ORACION -inspirados en Fatima


Los Nidos de Oración

Los Nidos de Oración son grupos de niños que se reúnen para rezar el Rosario, como lo pidió la Virgen a Fátima y como deseaba San Pío de Pietrelcina.

Estos grupos forman la Armada Blanca de la Virgen, el ejército de los pequeños guiados por la Reina del Cielo, para la conquista de todo el mundo a Su Divino Hijo Jesús.

Miren, queridos niños, los grandes de la tierra no los toman mucho en cuenta a ustedes. Pero los Grandes del Cielo confían en ustedes para resolver los más grandes y urgentes problemas: la paz del mundo y la salvación de toda la humanidad.

Por eso Dios en el 1917 mandó a Fátima la Santísima Virgen a Lucía, Francisco y Jacinta, tres niños de 10, 9 y 7 años, para que les pidiera que le ayudaran en esta maravillosa obra.

Ahora la Virgen está llamando a ti, y te pregunta:

«¿Quieres ofrecerte a Dios y aceptar los sacrificios que El te quiera enviar, en reparación de los pecados con los cuales El es ofendido, y para obtener la conversión de todos los pecadores?

¿Quieres tomar parte de mi gran ejército que debe llevar la paz y la salvación al mundo?» La Virgen espera tu respuesta generosa: «Sí yo quiero»,

Entonces ponte rápido a trabajar para Ella, dedica todos los días un tiempo a rezar el Santo Rosario, ofrece pequeños sacrificios a Jesús y forma un Nido de Oración.

¿Cómo se forma un Nido de Oración?

Es muy sencillo, basta que dos o más niños quieran rezar juntos el Rosario, dónde y cómo es posible - en casa de uno de ellos;

- en la iglesia, delante de Jesús Sacramentado, de acuerdo con el párroco. Sería aconsejable que el párroco mismo presenciase la oración durante un poco de tiempo;

- en la escuela, si el maestro está de acuerdo ,rezando el Rosario todos juntos en clase;

- en casa de alguna persona enferma, uniendo así el amor hacia Dios con el amor hacia el prójimo;

- en los hospitales y centros pediátricos, en los institutos, en las guarderías, en cualquier lugar donde se encuentran los niños;

- al aire libre, durante las pausas de juego y de recreación;

- donde y como el Espíritu sugiera.

Es importante que por cada Nido haya una persona adulta que se ocupe de los niños y les hable de los sucesos de Fátima, guiándolos muy despacio a la Adoración Eucarística. A falta de un adulto, podrá asumir este cargo un niño más grande.

 NO DEJES DE VISITAR ESTA PAGINA , TE VA A GUSTAR Y VAS ENCONTRAR COMO LOS NIÑOS AMAN A LA VIRGEN DE FATIMA EN TODO PARTES DEL MUNDO...

ARMATA BIANCA








 
 
 
 
 

¡VEN, VEN ,VEN ESPIRITU DIVINO!









 
DIBUJOS PARA CATEQUESIS Y OJITAS PARA OVEJITAS...

cuento : carta de despedida a un amigo...

 i por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo. .Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.

Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Escucharía cuando los demás hablan y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate!

Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.

Dios mío si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que le ofrecería a la luna. Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos...

Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida... No dejaría pasar un sólo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer u hombre que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.

A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse! A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres... He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.

He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.

Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas. Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma. Si supiera que esta fuera la última vez que te vea salir por la puerta, te daría un abrazo, un0 beso y te llamaría de nuevo para darte más. Si supiera que esta fuera la última vez que voy a oír tu voz, grabaría cada una de tus palabras para poder oírlas una y otra vez indefinidamente. Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría "te quiero" y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.

Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.

El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo. Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles "lo siento", "perdóname", "por favor", "gracias" y todas las palabras de amor que conoces.

 Nadie te recordará por tus pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos. Demuestra a tus amigos cuanto te importan."                                                                                                                                                                                                                  GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Cuentos para Pentecostes-Hijo de la Tribu.

  El joven africano escuchó con avidez las instrucciones.
Se trataba del momento más importante de su vida. El mito que iba a hacerlo hombre. Había llegado a la pubertad y, para ser ahora aceptado como miembro adulto de la tribu, tenía que pasar las pruebas tradicionales que demostrarían que era fuerte, sensato, responsable y digno de confianza.
Si fallaba en el examen volvería a ser niño hasta otra estación, con la vergüenza del fracaso y la impaciencia de la espera.
Por eso escuchaba con atención total, dispuesto a llevar a cabo con exactitud inmediata las órdenes secretas de los ancianos de la tribu.
Estas fueron las instrucciones: debía partir solo hacia la selva sin arco ni flechas, sin lanza ni escudo, y morar y andar en ella hasta ver y ser visto por un león, un rinoceronte, una serpiente pitón y un elefante.
En ningún caso debía huir o defenderse, y no debía tomar alimento alguno ni beber agua, por apetitosos que fueran los frutos que viera cristalinos los arroyos que cruzara.
Una vez alcanzado el cuádruple objetivo, debía volver inmediatamente e informar a la tribu. Eso era todo. El joven partió al instante y se dirigió a las praderas de altas hierbas, donde sabía que los leones esperaban a sus presas y donde no le sería difícil ver al rey de la selva y ser visto por él. Pronto lo divisó, recostado bajo un árbol, en la majestad despreocupada de su serena presencia.
Contuvo el aliento y esperó hasta que el león se dignara mirarlo.
Al fin el león alzó la cabeza, paseo su mirada por el horizonte y se detuvo un momento en la figura esbelta del adolescente inmóvil.
Se cruzaron las miradas del aspirante a hombre y del dueño de la selva, en reconocimiento mutuo de dignidad adivinada.
Se aseguró el joven de que el león lo había mirado para poder afirmarlo ante la tribu, y partió despacio con la bendición de la selva, sabiendo que había logrado el cometido más difícil.
De vuelta en la selva pronto vio una serpiente pitón enroscada en un árbol y asentó su mirada sin parpadear.
También conocía los terrenos del rinoceronte, y de lejos, pero con certeza, lo avistó y se supo avistado, leyendo en el aire el mensaje de recelo y advertencia del animal desconfiado.
Ya solo le faltaba lo más sencillo, que era el elefante. Muchos había por los alrededores y no tardaría en encontrar una manada o un macho suelto y verlo y hacerse ver con prudencia. El elefante no ataca si no es atacado, y no había mayor peligro.
Con encontrar pronto uno, quedaría cumplida la tarea. Pero no lo encontraba.
Recorrió todos los terrenos propicios, busco huellas, oteo horizontes, espero en aguadas, pero no logro ver un solo elefante. Entonces comenzó a sentir hambre.
Hasta aquel momento no había contado ni los días ni las noches ni había sentido ni hambre ni sed, pero al prolongarse la búsqueda y surgir el temor al fracaso, comenzó a sentirse débil y a dudar.
¿Hasta cuando podía seguir buscando? Que haría si no lograba encontrar un elefante Él preferiría dejarse morir de hambre y sed en la selva, para salvar la dignidad, ya que no la vida, pero las ordenes eran regresar a la aldea vivo e informar puntualmente de lo sucedido.
Aguantó hasta ultimo momento, pero no logro divisar a ningún elefante, y volvió con paso triste a su tribu a contar lo sucedido. Después de oírlo, hablo el jefe de la tribu: " Has pasado la prueba. Sabíamos que no podrías ver a ningún elefante, porque los habíamos espantado de antemano de toda la comarca.
La prueba no era el ver animales, sino el decir la verdad, y tú la has dicho. Desde hoy eres uno de nosotros con pleno derecho. Eres hijo de la tribu."

Decir la verdad no es un mero mandamiento externo que nos obligue a no mentir para salvar así el buen funcionamiento de la sociedad. Decir la verdad es aceptar la realidad, hacerse paralelo a los hechos. Decir la verdad es ser persona entera, hacerse de una pieza, comulgar con uno mismo. Decir la verdad da sentido a la vida. En sánscrito la palabra verdad y la palabra ser tienen la misma raíz. Decir la verdad, es en ultimo termino, ser.

No he visto al elefante. Ahora puedo ser hijo de la tribu.

                                                   Carlos González Vallés,S.J.

cuentos para Pentecostes- LA CAMISA DEL HOMBRE FELIZ

                                                                                                                                                                                        LEON TOLSTOI

Había una vez un rey cuya riqueza y poder eran tan inmensos, como eran de inmensas su tristeza y desazón.

-Daré la mitad de mi reino a quien consiga ayudarme a sanar las angustias de mis tristes noches- dijo un día.

Quizás más interesados en el dinero que podían conseguir que en la salud del Rey, los consejeros de la corte decidieron ponerse en campaña y no detenerse hasta encontrar la cura para el sufrimiento real. Desde los confines de la tierra mandaron traer a los sabios más prestigiosos y a los magos más poderosos de entonces, para ayudarles a encontrar el remedio buscado.

Pero todo fue en vano, nadie sabía cómo curar al monarca.

Una tarde, finalmente, apareció un viejo sabio que les dijo: -si encontráis en el reino un hombre completamente feliz, podréis curar al rey. Tiene que ser alguien que se sienta completamente satisfecho, que nada le falte y que tenga acceso a todo lo que necesita.

-Cuando lo halléis- siguió el anciano- pedidle su camisa y traedla a palacio. Decidle al rey que duerma una noche entera vestido solo con esa prenda. Os aseguro que mañana despertará curado.

Los consejeros se abocaron de lleno y con completa dedicación a la búsqueda de un hombre feliz, aunque ya sabían que la tarea no resultaría fácil.

En efecto, el hombre que era rico, estaba enfermo; el que gozaba de buena salud, era pobre. Aquel, rico y sano, se quejaba de su mujer y ésta, de sus hijos.

Todos los entrevistados coincidían en que algo les faltaba para ser totalmente felices aunque nunca se ponían de acuerdo en aquello que les faltaba.

Finalmente, una noche, muy tarde, un mensajero llegó al palacio. Habían encontrado al hombre tan interesantemente buscado. Se trataba de un humilde campesino que vivía al norte en la zona más árida del reino. Cuando el monarca fue informado del hallazgo. Éste se llenó de alegría e inmediatamente mandó que le trajeran la camisa de aquel hombre, a cambio de la cual deberían darle al campesino cualquier cosa que pidiera.

Los envidos se presentaron a toda prisa en la casa de aquel hombre para comprarle la camisa y, si era necesario –se decían- se la quitarían por la fuerza...

El rey tardó mucho en sanar en sanar de su tristeza. De hecho su mal se agravó bastante cuando de que el hombre más feliz de su reino, quizás el único totalmente feliz, era tan pobre, tan pobre... que no tenía ni siquiera una camisa.

cuentos para Pentecostes - LOS TRES CIEGOS

Los tres ciegos.


Había una vez tres sabios. Y eran muy sabios. Aunque los tres eran ciegos. Como no podían ver, se habían acostumbrado a conocer las cosas con solo tocarlas. Usaban de sus manos para darse cuenta del tamaño, de la calidad y de la calidez de cuanto se ponía a su alcance.
Sucedió que un circo llegó al pueblo donde vivían los tres sabios que eran ciegos. Entre las cosas maravillosas que llegaron con el circo, venía un gran elefante blanco. Y era tan extraordinario este animal que toda la gente no hacía más que hablar de él.
Los tres sabios que eran ciegos quisieron también ellos conocer al elefante. Se hicieron conducir hasta el lugar donde estaba y pidieron permiso para poder tocarlo. Como el animal era muy manso, no hubo ningún inconveniente para que lo hicieran.
El primero de los tres estiró sus manos y tocó a la bestia en la cabeza. Sintió bajo sus dedos las enormes orejas y luego los dos tremendos colmillos de marfil que sobresalían de la pequeña boca. Quedó tan admirado de lo que había conocido que inmediatamente fue a contarles a los otros dos lo que había aprendido. Les dijo:
- El elefante es como un tronco, cubierto a ambos lados por dos frazadas, y del cual salen dos grandes lanzas frías y duras.
Pero resulta que cuando le tocó el turno al segundo sabio, sus manos tocaron al animal en la panza. Trataron de rodear su cuerpo, pero éste era tan alto que no alcanzaba a abarcarlo con los dos brazos abiertos. Luego de mucho palpar, decidió también él contar lo que había aprendido. Les dijo:
- El elefante se parece a un tambor colocado sobre cuatro gruesas patas, y está forrado de cuero con pelo para afuera.
Entonces fue el tercer sabio, y agarró el animal justo por la cola. se colgó de ella y comenzó a hamacarse como hacen los chicos con una soga. Como esto le gustaba a la bestia, estuvo largo rato divirtiéndose en medio de la risa de todos. Cuando dejó el juego, comentaba lo que sabía. También él dijo:
- Yo se muy bien lo que es un elefante. Es una cuerda fuerte y gruesa, que tiene un pincel en la punta. Sirve para hamacarse.
Resulta que cuando volvieron a casa y comenzaron a charlar entre ellos lo que habían descubierto sobre el elefante no se podían poner de acuerdo. Cada uno estaba plenamente seguro de lo que conocía. Y además tenía la certeza de que sólo había un elefante y de que los tres estaban hablando de lo mismo. pero lo que decían parecía imposible de concordar. Tanto charlaron y discutieron que casi se pelearon.
Pero al fin de cuentas, como eran los tres muy sabios, decidieron hacerse ayudar, y fueron a preguntar a otro sabio que había tenido la oportunidad de ver al elefante con sus propios ojos.
Y entonces descubrieron que cada uno de ellos tenía razón. Una parte de la razón. Pero que conocían del elefante solamente la parte que habían tocado. Y le creyeron al que lo había visto y les hablaba del elefante entero.
Ideas para trabajar el texto en grupos:
+ Analizar el cuento. ¿qué momentos podemos señalar? ¿cuál es la conducta de cada personaje?
+ Relacionar el cuento con alguna situación similar que hayamos vivido. Ponerla en común.
+ Para contestar juntos:
- ¿Escuchamos a los demás, sus opiniones, sus ideas?
- ¿Creemos tener siempre la"justa", y que los otros están equivocados?
- ¿Qué nos enseña este cuento sobre la verdad de las cosas?
+ Relacionar el cuento con Dios. ¿Nos pasa lo mismo que a los tres sabios? ¿Por qué?
+ Hacer un listado de situaciones comunes que puedan ser iluminadas con este cuento. Por ejemplo, cuando hay que tomar decisiones en conjunto, al analizar la realidad, etc.


Autor : Mamerto Menapace