23 feb 2016

Parábola de la higuera. Cuaresma 3 domingo C para niños

Tema: El amor y perdón de Dios ...


Objeto: Una bombilla

Escritura:  "Señor, le contestó el viñador, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alrededor y echarle abono. Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela" (Lucas 13:8-9 - NVI).

Las bombillas eléctricas son tan comunes hoy que ni siquiera pensamos en ella.  Si estuviéramos cambiando una bombilla y, se cayera y rompiera, no nos preocuparíamos por ello.  Secillamente buscariamos otra.  No ha sido siempre así.

Cuando Thomas Edison estaba luchando por lograr una bombilla perfecta, le tomó a su equipo de trabajadores veinte y cuatro horas el lograr obtenerla.  Cuando el equipo terminó su bombilla, Edison se la dio a un joven para que la llevara a la planta alta.  El muchacho subió cuidadosamente las escaleras, temiendo que pudiera caérsele esa pieza tan increíble.  Probablemente te imagines que pasó; el pobre muchacho dejó caer la bombilla.  Le tomó al equipo otras veinte y cuatro horas para crear otra bombilla.  Finalmente, cansados y listos para tomar un descanso,  Edison estaba listo para que la bombilla se guardara en la planta alta.  Le dió la bombilla al mismo joven que había dejado caer la anterior.  ¡El Sr. Edison le dió una segunda oportunidad! Eso es un verdadero perdón, ¿no les parece? [1]

En nuestra lección bíblica de hoy, Jesús nos enseña acerca del perdón de Dios.  Jesús  nos cuenta acerca de un hombre que ha visto una higuera en su viña.  Fue a la viña esperando encontrar higos en el árbol, pero no había ninguno.  Le dijo al hombre que cuidaba de la viña: "Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontrado nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?"

"Señor, le contestó el viñador, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alrededor y echarle abono.  Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela."

En esta historia el dueño de la viña es Dios. El viñador, el que cuida la viña, es Jesús, y el árbol representa los hijos de Dios. Dios tiene toda la razón para esperar que sus hijos produzcan buen fruto.  ¿Qué clase de fruto?  Cosas como amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. En ocasiones no producimos esa clase de fruto, pero tenemos a un Dios amoroso y perdonador.  Al igual que el dueño de la viña le dio a la higuera una segunda oportunidad, Dios no da a segunda oportunidad también y es importante el que sepamos que no tenemos que hacerlo solos.  El que cuida la viña ayudó a la higuera trabajando la tierra y añadiendo abono.  Cuando permitimos que Jesús trabaje en nuestras vidas, él nos ayudará  a producir la clase de fruto que Dios espera de nosotros.

¿No te alegras de que tengamos un Dios amoroso y perdonador que nos da una segunda oportunidad?

Amado Padre, estamos agradecidos de que aunque no siempre producimos la clase de fruta que deseas, Tú nos das una segunda oportunidad. Ayúdanos a permitirle a Jesús el que trabaje en nuestras vidas para que produzcamos la clase de fruto que esperas de nosotros. En el nombre de Jesús oramos. Amén.

[1] James Newton, Uncommon Friends: Life with Thomas Edison, Henry Ford, Harvey Firestone, Alexis Carrel and CharlesLindbergh, 1989, p.22. 

PARÁBOLA de la higuera seca , estéril...

Tiempo de prórroga

ri_color_contornoOportunidades y goles
Dios no se cansa de darnos oportunidades. Esto nos llena de esperanza. Siempre cabe la posibilidad de responder positivamente a su plan. Pero, claro, hay que hacer algo por crecer y abrirse al abono con el que el Señor pretende sacarnos adelante. Necesitamos tiempo para madurar y dar fruto, para convertirnos y cambiar la mentalidad del corazón. Dios nos da una buena prórroga para que salgan brotes verdes de nuestra higuera un tanto marchita en el tercer domingo de cuaresma (cfr. Lc 13,1-9). Aprovechemos tantos momentos, personas, circunstancias que se nos brindan para desarrollar nuestra capacidad de acogida, de compromiso, de crecimiento espiritual. En los tiempos de prórroga, como sucede con los partidos de fútbol, puede haber sorpresas: ganar el partido y marcar un buen gol a nuestro egoísmo.
Jesús nos muestra cómo debemos juzgar los acontecimientos históricos, a raíz del asesinato de los galileos o de los que murieron aplastados por la torre de Siloé. Los fariseos veían en cada desgracia un castigo por los pecados. No hay que fijarse en los demás sino en nosotros mismos. Moriremos si no nos convertimos, si no cambiamos de rumbo, si no reconocemos que nos hemos enemistado con el Señor. Conversión no es solo ver y reconocer, también es decidir. “Me decido a vivir de otra manera -afirma Anselm Grün-, a vivir de modo que se exprese la voluntad de Dios y mi propia naturaleza”. La condición necesaria para el éxito en la vida es la conversión.
Jesús compara la vida estéril de una persona con una “higuera que no da fruto”. José Antonio Pagola formula algunas preguntas muy directas: ¿Para qué va a ocupar un terreno en balde? ¿Qué sentido tiene vivir ocupando un lugar en el conjunto de la creación si nuestra vida no contribuye a construir un mundo mejor? ¿Qué significa pasar por esta vida sin hacerla un poco más humana?
Proceso de maduración
 Son preguntas que nos remueven y nos llaman a la conversión. La conversión supone también la maduración. ¿Qué sentido tiene una higuera sin fruto? Podríamos compararla como una fotografía en blanco y negro al lado de una en color, con algún producto sucedáneo o con una fotocopia del original. A la higuera sin fruto le falta su proceso de maduración.
Este proceso lo descubrimos en la vida de san Camilo de Lelis. Su pasión por los juegos de azar le arrojó a la ruina. Así nos cuenta uno de sus primeros biógrafos su conversión: “¡Ah, mísero e infeliz de mí, qué gran ceguera la mía por no conocer antes a mi Señor! ¿Por qué no he dedicado toda mi vida a servirle? Perdóname, Señor, perdona a este gran pecador”.
Después Camilo dedicaría todas sus energías a los enfermos, poniendo en ello toda su pasión. En una ocasión a un religioso que se había enfadado con un enfermo, le llamó la atención: “Más corazón en esas manos, hermano”. Daremos fruto si ponemos corazón en las manos, a fondo perdido.
Monseñor Juan del Río Martín, en Santidad y pecado en la Iglesia, recoge una cita de san Juan de Ávila, que nos invita a la paciencia en ver los frutos: “Agora es tiempo de sembrar, de trabajos, de pasar heladas, tormentas y trabajos, hasta que llegue el tiempo del coger. ¿Cuándo es o será tiempo del coger? Cuando hobiere pasado el invierno de este mundo y viniere el verano del cielo… Entonces viene para los justos el tiempo sereno, el tiempo alegre y regocijado, cuando cogerán sus fructos no de la tierra sino del cielo”.
¡Nosotros vislumbremos ahora cuánta paciencia tiene el Señor con nosotros! Como el jardinero que no quiere que se pierdan ninguna de sus plantas, así también actúa para que no perdamos la oportunidad de poder crecer, desarrollarnos, darnos cuenta de la fe que recorre nuestras venas. El Padre nos protege, nos riega y cuida. Respeta nuestro ritmo, para que podamos despertar y algún día dar fruto. Pero no podemos beneficiarnos y echar en saco roto su ayuda.
Aprovechemos que el Señor está a nuestro lado para continuar nuestro crecimiento y que nuestra vida dé fruto abundante cuando sea oportuno. Él nos brinda cada día mil oportunidades para crecer. No seamos perezosos y continuemos nuestro proceso vital, tan entroncado en la fe. “Permanecer” en el amor afrontando la dificultad y todo lo que resulte imprevisible, frustrante, conflictivo y fatigoso. Dar fruto al final es el don total de la vida por amor, anclada en un horizonte de valores que escapa a la imaginación. De ahí que recuerde Gianni Cucci que “un buen novelista quizás podría inventar un personaje como el padre Damián, que vivió y murió entre los enfermos de lepra de Molokai, pero para ser Damián se requiere una visión de la vida que dé sentido a una vida semejante. Otro ejemplo sería el padre Kolbe”.
Dibu: Patxi Velasco FANO

20 feb 2016

SUBAMOS A LA CUMBRE

MI PUEBLO ESCUCHAME- LILLY GOODMAN


"Vine a adorarte" - Marcela Gandara

Marcela Gándara es una cantante y compositora mexicana de música cristiana