23 may 2013

¡Santísima Trinidad, Os adoro profundamente.!

P. Virgílio Antunes, Rector - Editorial del periódico "Voz da Fátima", de 13 de febrero de 2011

Las apariciones del Ángel de la Paz, en primavera, verano y otoño de 1916, constituyen el acontecimiento de la historia de Fátima que está en el origen del tema escogido para este año pastoral: Santísima Trinidad, Os adoro profundamente.

Se trata de una frase de contenido muy vasto. En primer lugar, la afirmación de Dios, Santísima Trinidad, un misterio revelado por medio de Jesucristo, aunque muy difícil de comprender en su significado y alcance. Entretanto, es el misterio central de la fe cristiana y expresa el modo de ser del Dios en quien creemos: un solo Dios, en la comunión de las tres personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

En segundo lugar, la afirmación de nuestra disponibilidad para adorar a Dios, profundamente, o sea, de la forma más sincera y noble que esté a nuestro alcance. De hecho, el objetivo pastoral de este año consiste en proporcionar a los peregrinos de Fátima la posibilidad de desenvolver en su vida y en su espiritualidad la actitud de adoración.

Al principio del siglo pasado, cuando se dieron las apariciones del Ángel en Loca do Cabeço y en Pozo do Arneiro, estábamos viviendo, en Portugal y en Europa, un periodo muy crítico en lo que respecta a la propaganda contra la fe cristiana. Era un tiempo de gran ebullición de los materialismos ateos, que conquistaban terreno en las sociedades más progresistas y sembraban la duda y la inseguridad en grandes sectores creyentes y cristianos, de cara a las pretensiones de los adversarios de la fe. En Portugal, había estallado la República, resultado de movimientos laicistas, anticlericales y anti-cristianos feroces, a punto de lanzar la confusión e incluso la persecución religiosa en nombre de la libertad.

Hablar de un Ángel que aparece a tres niños humildes e incultos, en un lugar distante y desconocido, y los invita a adorar a Dios, Santísima Trinidad, era una realidad contraria a la corriente oficialmente dominante. Podía incluso parecer una provocación, lo que acabó sucediendo. Y esta se volvió una provocación demasiado grande para el pequeño mundo que era Portugal en aquel momento. Después, acabó por volverse una provocación para el mundo más vasto que era Europa en brazos de la guerra, las revoluciones, el materialismo, el ateísmo galopante, sistemático y constituido en ideología camino del poder. Peor de lo que era el ateísmo teórico era ahora el práctico, que entraba silencioso en la vida de las personas y las transformaba sin que se dieran cuenta de eso. Y eso se extendía a escala universal.

En este contexto, las apariciones del Ángel de la Paz son un fuerte grito de Dios que irrumpe en el medio de un silencio creciente. Dios respeta la libertad, las opciones y los caminos escogidos por los hombres, pero cuando se aproxima el momento último, porque es Dios y no un hombre, no puede dejar de hablar para hacer oír sus definitivas llamadas del Padre, rico de gracias y de misericordia. Ese grito misericordioso de Dios, que se hizo oír por medio de Su Mensajero, continua haciendo eco por el mundo, que acogió el Mensaje de Fátima. Pasada la larga noche de la fe, que fue siglo XX, e iniciado el nuevo milenio bajo el signo de la esperanza, es urgente continuar oyendo la voz del Mensajero, que nos enseña a decir, como enseñó a los Pastorcitos: Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo; Santísima Trinidad, Os adoro profundamente.

La adoración a Dios es la actitud que mejor sintetiza la orientación más profunda de nuestra vida, pues manifiesta nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor; es la actitud que mejor exprime nuestro respeto por Dios, el Absoluto, el Creador, el Señor de todas las cosas; es su actitud la que mejor revela nuestra consideración por el hombre, muy amado por Dios en su condición de criatura; y es la actitud que mejor muestra la condición relativa de las cosas de este mundo de cara a la realidades eternas.

A los lectores de Voz da Fátima, a los organizadores de peregrinaciones y a todos los peregrinos, invitamos a hacer de este año una gran escuela de adoración a Dios, Santísima Trinidad.



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