Queriendo a san Tarsicio,de Cristo el sacramento arrebatar,
su tierna vida prefirió entregar,antes que los misterios celestiales.
LA BEATA LAURA VICUÑA (1891-1904), recibió a los 10 años la primera comunión y a los doce años obtuvo el permiso de su confesor para ofrecer su vida por la conversión de su madre, que en el mismo día de sus funerales retornó a los sacramentos.
Amó entrañablemente a Jesús y lo visitaba frecuentemente en la iglesia.
MARÍA DEL CARMEN GONZÁLEZ fue una niña que ofreció su vida a Dios por la salvación de los que habían fusilado a su padre el 29 de agosto de 1936, durante la guerra civil española. Murió repitiendo el nombre de Jesús y de María. Su ofrecimiento tuvo lugar después de la comunión, pues, cuando comulgaba, se quedaba hablando con Jesús como una enamorada. Su proceso de beatificación está avanzando.
ANTONIETTA MEO, llamada Nennolina, murió a los seis años en 1937. Le escribió a Jesús 162 cartas. Sus cartas a Jesús han sido publicadas en dos libros Carissimo Dio Padre de Editorial Vaticana y las cartas de Nennolina de la Editorial San Pablo. En 1934 se enfermó gravemente y ofrecía sus sufrimientos a Jesús por los demás. Un día, después de la comunión, le dijo a Jesús que prefería morir antes de cometer un solo pecado mortal. Cuando su madre la llevaba a la iglesia, se arrodillabacon las manos juntas delante del sagrario. El 25 de diciembre de 1936 hizo su primera comunión con tanto fervor que los que la vieron creyeron que estaba en éxtasis, contemplando al divino Jesús.
Veamos una de las tantas cartas de Nennolina:Querido Jesús, estoy tan, tan contenta de que hayas venido a mi corazón quedeseo que nunca te vayas de mi corazón y te quedes siempre conmigo. Jesús, te quierotanto que me quiero abandonar en tus brazos para que hagas de mí lo que Tú quieras.Oh Jesús amoroso, dame almas, dame muchas almas. Te quiero tanto que te doy mi corazón. Saludos y besos de tu querida Antonietta.
GUIDO DI FONTGALLAND nació en París en 1913 y murió a los 11 años de una enfermedad incurable. El día de su primera comunión, Jesús le dijo que pronto lo llevaría al cielo y él le respondió SI. Antes de morir, consolando a su madre, le manifestó: La Virgen vendrá a llevarme. Dios lo quiere así. La Virgen me ha dicho que de tus brazos, pasaré a los suyos. No llores, mamá, será muy dulce morir así.
A SANTO DOMINGO SAVIO (1842-1857), desde pequeño, su madre le enseñó a amar a Jesús Eucaristía y a mandarle besos al sagrario. Desde los cinco años, ayudaba al párroco como monaguillo en las misas. Y deseaba tanto hacer la primera comunión para recibir a Jesús, que, a pesar de que la costumbre era esperar hasta los doce años, el párroco le permitió hacerla a los siete años... Para él fue un día muy feliz e hizo el propósito de confesar y comulgar todas las veces que pudiera y de morir antes que pecar.
Para realizar sus estudios, debía caminar cada día cuatro kilómetros cuatro veces al día. Un día, un campesino le preguntó si no tenía miedo de andar solo. Él el respondió: No estoy solo, tengo conmigo a mi ángel custodio.
Cuando Don Bosco lo recibió en el Oratorio, fue un joven ejemplar que trataba siempre de poner paz entre los que se peleaban. Y siempre le pedía a don Bosco que le ayudara a ser santo, pues esa era su meta y su ideal. Para ello centraba su vida en la Eucaristía. En una ocasión, terminada la misa, todos fueron a tomar desayuno y, después, a estudiar. A la hora de la comida, preguntaron dónde estaba Domingo y lo buscaron. Lo encontraron detrás del altar de la iglesia, inmóvil, como en éxtasis. Había estado orando desde la misa hasta las dos de la tarde. Murió a los 15 años y fue canonizado el 13 de junio de 1954, siendo un modelo y ejemplo para todos los muchachos de su edad.
LA BEATA IMELDA LAMBERTINI sintió, desde muy pequeña, un inmenso amor a
Jesús Eucaristía y deseaba recibir la comunión lo antes posible. Sus padres la llevaron a vivir con las religiosas del convento de dominicas de Santa María Magdalena de Valdipietra de Bologna (Italia) y, cada vez que las religiosas se acercaban a comulgar, ella sentía unos vivos deseos de recibir a su amigo Jesús.
El 10 de mayo de 1333, fiesta de la Ascensión del Señor, la Comunidad estaba
oyendo la santa misa. Al terminar la misa las hermanas se retiraron y ella se quedó sola para seguir orando. Pero, entonces, ocurrió un prodigio que vio una religiosa que entró a la iglesia. Una hostia blanca y brillante aparecía suspendida encima de la cabeza de Imelda. Inmediatamente, llamaron a un sacerdote que tomó la hostia y la colocó en una patena. El sacerdote interpretó el suceso como que el Señor quería que Imelda, que tanto lo deseaba, pudiera comulgar y le dio la hostia en comunión. En ese momento, se sintió tan encendida de amor a su Señor que se quedó en éxtasis del que nunca más volvió, pues murió ese mismo día. Tenía 11 años.
Muchas personas comenzaron, inmediatamente después de su muerte a invocarla como a una santa. Su cuerpo incorrupto se conserva en la iglesia de san Segismundo de Bologna. Fue beatificada por el Papa León XII en 1826. En 1922 se fundó una Comunidad religiosa de dominicas de la beata Imelda, que tiene como carisma propagar el amor a la Eucaristía por medio de la adoración perpetua. El Papa Pío X en 1908 la nombró patrona de los niños que hacen la primera comunión.
ANGELO BONETTA nació el 8 de setiembre de 1948. Desde niño se distinguió por su bondad con todos y por su espíritu de sacrificio, ofreciendo sus sufrimientos por la salvación de los pecadores. A los seis años, le permitieron hacer la primera comunión por su gran deseo de amar a Jesús. Todos los domingos iba a misa y ayudaba al sacerdote como monaguillo.
En 1959 siente fuertes dolores en las piernas. Le descubren un tumor canceroso
y tienen que cortarle una pierna. Y él, con paciencia y resignación, ofrece todos sus
dolores por la salvación de los pecadores. En el hospital todos lo quieren y él aprovecha el tiempo haciendo apostolado entre sus compañeros enfermos. Con permiso del obispo, con trece años, hace voto de pobreza, castidad y obediencia dentro de la Asociación Silenciosos operarios de la Cruz. Ese día pudo decir: Ahora soy verdaderamente todo tuyo, Jesús. Todo tuyo y de la Virgen María para la conversión de los pecadores. El 27 de enero de 1963 hizo su última confesión y comunión, recibiendo también la unción de los enfermos. Al día siguiente, murió como un santo con sólo 14 años.
El primero de julio de 1967 pude anunciar en las páginas de este periódico la alegría de mi familia por el nacimiento de Silvio. Después de dos años de sufrimiento, Silvio ha muerto, retornando a la casa del Padre que lo esperaba. Silvio era un niño maravilloso, alegre, siempre sonriente y generoso con todos. Él aceptó su cruz con amor, confianza y obediencia a los designios divinos. A pesar de ser un niño, vivió como un gigante!
Y ¿qué decir del amor a Jesús sacramentado de los niños de Fátima? Francisco,
estando ya enfermo, le decía a Lucía:
- Dile al señor cura que me traiga la comunión.
Al verme me preguntó:
- ¿Pediste al Señor escondido para que el señor cura me dé la sagrada comunión?
- Sí, se lo pedí.
Cuando volvió al anochecer, estaba ya radiante de alegría. Se había confesado y el sacerdote le había prometido llevarle al día siguiente la sagrada comunión. Después de comulgar al siguiente día, decía a su hermanita Jacinta:
- Hoy soy más feliz que tú, porque tengo dentro de mi pecho a Jesús escondido.
La misma Jacinta tenía un amor inmenso a Jesús Eucaristía. Dice Lucía:
En una ocasión, le llevé una estampa que tenía el sagrado cáliz con una hostia. Se fijó en él, lo besó y, radiante de alegría, decía: “Es Jesús escondido. ¡Lo amo tanto!
¡Quién me diera recibirlo en la iglesia! ¿En el cielo no se comulga? Si se comulga, yo comulgo todos los días. Si el ángel fuese al hospital a llevarme otra vez la sagrada comunión, ¡qué contenta quedaría!”.
Cuando, a veces, yo volvía de la iglesia y entraba en su casa, me preguntaba:
¿Comulgaste? Si yo le decía que sí, me decía: Llégate aquí bien cerca de mí, que tienes en tu corazón a Jesús escondido. No sé como es, pero siento a Nuestro Señor dentro de mí y comprendo lo que me dice, aunque no lo veo ni lo oigo, pero es tan bueno estar con Él.
Extraído de: LOS NIÑOS Y LA EUCARISTÍA, P. ÁNGEL PEÑA O.A.R. - LIMA – PERÚ 2009)
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