13 jul 2013

ENCUENTROS EUCARISTICOS 3


LA EUCARISTÍA ES PRESENCIA Y ENCUENTRO CON JESÚS

3.1. OBJETIVO: Que el niño reconozca la presencia real y efectiva de Jesucristo en la Eucaristía.

3.5. TEXTOS SUGERIDOS

-  Mt 26, 26-29; Lc 22, 19-20; 1Cor 11, 23-27: Relato de la Institución de la Eucaristía.

-  Lc 24, 13ss.: Toda la narración de los discípulos de Emaús es una catequesis eucarística. La primera parte es la iluminación de la Palabra de Dios, por boca de Jesús; la segunda, es descubrir a Cristo resucitado en la fracción del pan, y la tercera, es la proclamación entusiasta de la resurrección del Hijo de Dios.

-  Mt 28, 20: La promesa de Jesús de quedarse con nosotros, se hace realidad en la Eucaristía.

-  Hb 13, 8: Ayer como hoy, Jesucristo es el mismo.

-  CEC, 1333: En la Eucaristía, el pan y el vino se convierten en Cuerpo y Sangre de Cristo.

-  CEC, 1373-1377: Cristo está presente de múltiples maneras en la Iglesia, pero sobre todo bajo las especies eucarísticas.

-  CEC, 1378-1381: El culto de adoración a la Eucaristía no sólo durante la Misa, sino también fuera de la celebración.

-  TB, 7-17: Creemos en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía.

3.3. IDEAS FUERZA

-  El ser humano siempre ha querido ver a Dios.

-  Jesús se hace hombre para compartir con nosotros su vida divina.

-  Se hace carne para poderlo contemplar, tocar y alimentarnos de Él.

-  Jesucristo instituye la Eucaristía y el Sacerdocio para perpetuar su presencia entre nosotros.

-  Jesús, presente en el sacramento de la Eucaristía con su Cuerpo y Sangre, es el mismo de ayer, hoy y siempre.

-  Los Apóstoles y otros muchos testigos de la resurrección de Jesucristo tuvieron el privilegio de verlo, tocarlo, presenciar los milagros, escuchar sus palabras, verlo morir y contemplarlo resucitado. Todo esto, la Iglesia lo

experimenta en la Eucaristía.

-  Después de la resurrección, a los Apóstoles no les fue fácil creer. Los discípulos de Emaús reconocieron a Jesús sólo después de un laborioso camino hacia la Eucaristía; el Apóstol Tomás no creyó hasta que tocó a su Maestro.

Niños

-  No basta ver o tocar, es necesario tener los ojos de la fe. La fe es un regalo del amor infinito de Dios. Con esos ojos podemos ver a Jesucristo en la Eucaristía.

3.4. PARA NIÑOS DE 5 A 7 AÑOS

Los niños más pequeños necesitan conceptos muy concretos, les cuesta trabajo crear símbolos. La idea debería ser inmediata, visual, clara y sencilla. Ellos tienen confianza y creerán fácilmente cuando el catequista les hable de la presencia de Jesucristo en la Eucaristía.

REPRESENTACIÓN CON LOS NIÑOS: MI CASA FAVORITA

Proponemos preparar un cuento con dibujos propios o marionetas hechas de papel.

Preparamos la imagen de Dios como la de un anciano; la de Jesús, su Hijo, como un muchacho muy feliz, y un co-ra-zón con el techo, chimenea, puerta y ventanas de una casa.El cuento actuado podría ser así: Dios estaba triste por la Tierra, porque los hombres estaban enojados entre ellos. Los hombres se portaban mal, había niños desobedientes que no querían estudiar, no se comían lo que su mamá les cocinaba, tiraban basura, lastimaban a

los animalitos, etcétera. Entonces, Dios nos mandó a su Hijo Jesús para que fuéramos sus amigos y arreglar las cosas.

Nació muy pobre, en un establo, después de que muchos no lo quisieron recibir. Su mamá se llamaba María, y su papá, José.

Jesús creció y creció, en casa de sus papás. Luego salió, para decirle a todos que Dios los quiere mucho, y se quedó sin casa; desde entonces está buscando una casa dónde vivir (se preparan varios corazones).

Llegaba al corazón de muchos para vivir para siempre, pero no lo recibían y lo echaban con un puntapié de su corazón (así sucede con otros corazones). ¿Por qué lo echaban, si es tan bueno? Porque no querían platicar con Él ni portarse bien.

Pero Jesús es muy listo e inventó la Misa, para quedarse en la casa que más quería.

Así es: Jesús se quedó en el Pan y el Vino consagrados, para entrar así a la casa que más desea, nuestros corazones (entra en el corazón grande que parece una casa). Ésta es la casa preferida de Jesús, el Hijo de Dios. ¿Quién lo quiere recibir en su corazón?

Cuando ves que comulgan tus papás y hermanos mayores, Jesús entra a sus corazones y allí se queda.

Eso pasa en la Misa: Jesús hace una gran fiesta para que abramos las puestas y las ventanas de nuestro corazón, y lo dejemos vivir ahí para siempre. Así ya no hay peleas ni pereza; si Jesús está en nuestro corazón, todos estamos felices.

Aquí, el catequista puede preparar una hoja para que los niños dibujen y coloreen su propio rostro feliz. También sería divertido para ellos pintar su rostro con una gran sonrisa.

El rostro pintado hará que los adultos pregunten, después de la catequesis, por su enorme sonrisa. El catequista puede ayudarles con la respuesta, por ejemplo: «Estoy feliz porque Jesús está aquí» (señalando su corazón); «la mejor casa de Jesús es mi corazón»; «Estoy feliz, por mi boca recibo a Jesús y Él vive en mi corazón».

3.5. PARA NIÑOS DE 8 Y 9 AÑOS

Sugerimos que los niños preparen con papel blanco una hostia dibujada y recortada por ellos; ésta deberá llevar escrito al reverso: «El Cuerpo de Cristo es para» y el nombre del niño que la preparó.

El catequista llevará una maceta con un poco de tierra. Explicará a los niños que la tierra y el agua producen vida; cómo las semillas brotan después de algunos cuidados y cómo, con un poco de atención, estos brotes producirán frutos. Mientras explica, el expositor podría hacer brotar plantitas hechas de papel o plástico, para facilitar su

manipulación y propiciar que los niños toquen y comenten el hecho.

Después, el catequista aplicará este concepto al Cuerpo y la Sangre de Cristo: ese pan consagrado lo dejó Cristo a todos los bautizados para que surja vida. Por ello, sugerimos que los niños dibujen un corazón y con recortes de papel hagan algo semejante a la explicación hecha con la maceta.

En la Última Cena, Jesús ordenó a sus Apóstoles realizar esta fiesta siempre; es la manera en que Cristo se ha quedado con nosotros, por todos los días.

Como ocurre con la maceta, del corazón que recibe a Cristo en la santa Comunión, brotan obras de vida, luz, paz, justicia, unión, generosidad y amor.

Es muy importante que el catequista propicie la participación de los niños, que digan cuáles son esos brotes que surgen del corazón y los vayan colocando en él con algún adhesivo.

Los niños pondrán el corazón de papel, con la hostia dentro, sobre su pecho; el catequista insistirá en que lo lleven a casa después de la catequesis para que puedan dar razón de lo que llevan puesto; por ejemplo: «Este corazón limpio recibió a Jesús en la hostia consagrada, por eso salen de él plantitas de obras buenas como la amistad, la oración y el estudio». La respuesta puede prepararse para ser memorizada en grupo o justificada con las propias palabras del niño. El catequista debe cerciorarse de que el alumno sepa responder.

4.1. PARA NIÑOS DE 10 A 12 AÑOS:  EL CORAZÓN TIENE OJOS

Sugerimos preparar con los pequeños una mesa eucarística, con abundante «vino» (jugo de uva o una bebida con ese sabor) y harina para preparar un pan ázimo. Para ello, el catequista convenientemente preparará uno o varios panes ázimos con antelación (sólo se necesitan harina de trigo y agua), un poco más gruesos que las tortillas de harina y cocidos ligeramente, sin permitir que se endurezcan.

Se hacen los preparativos para el banquete: se sirven las copas o vasos sobre un bonito mantel; se encienden algunas velas y se canta, como en una gran fiesta.

El catequista explica de qué se trata, con palabras como éstas:

Jesús, el Hijo de Dios, preparó la cena de Pascua con sus Apóstoles; era un banquete muy singular. Les dio de comer un trozo de pan ázimo, es decir, sin levadura, porque éste fue el alimento que tomaron los hebreos al escapar de las manos del Faraón en Egipto, y les dijo: «Tomad y comed todos de él, porque éste es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros» (entrega el pan a los niños para que coman).

Luego, tomó la copa o el cáliz lleno de vino de uva. El vino de uva se utiliza para las fiestas porque pone contentos a todos. Entonces, les dijo: «Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre; Sangre de la Nueva Alianza que será entregada por todos los hombres para el perdón de lo pecados. Haced esto en conmemoración mía» (los niños beben, junto con el catequista).

Jesús pidió a los Apóstoles celebrar este banquete para recordar todo lo que hizo por salvarnos del pecado. Esto lo hacemos en todas las Misas; el sacerdote actúa en nombre de Cristo y con las palabras de la Consagración pide al Espíritu Santo convertir el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor. Así, cuando comulgamos recibimos a Jesús en su Cuerpo y su Sangre; Dios libera nuestros corazones de las cadenas del pecado y unimos nuestra vida a la Vida Eterna.

Para reafirmar la idea, el catequista pedirá a los niños recortar y dibujar un corazón, para ponerlo sobre su pecho. Igualmente dibujarán aparte un par de ojos. El catequista les preguntará: «¿Cómo sabemos que Cristo está presente en su Cuerpo y su Sangre sobre lo que fue pan y vino? Si lo probamos ya consagrado, sigue pareciendo pan y vino. ¿Qué necesitamos para ver el Cuerpo y la Sangre de Cristo en la Eucaristía? Necesitamos los ojos de la fe, sin ellos no es posible percatarnos. La fe es un regalo de Dios para ver lo que otros no quieren ver».

En este momento, los niños ponen los ojos sobre los corazones, diciendo esta oración: «Jesucristo, quiero recibirte siempre en mi corazón, mediante la Santa Comunión.

Santifica a mi familia y a toda la Iglesia con este Banquete de Luz y Vida eternas. Guíanos siempre a la Verdad y no permitas que nos separemos de Ti. Te reconocemos vivo en la Eucaristía por los ojos de la fe y te vemos realmente presente para adorarte eternamente. AMEN.

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