«No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla
y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban.
Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que
los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Allí donde esté tu tesoro, estará también tu
corazón»Mt 6, 19-21
Para introducir el tema,
trabajaremos en pequeños grupos con un listado de frases que expresan distintas
ideas acerca del dinero y nuestra relación con él. Luego de leer las frases
iniciaremos un diálogo para analizarlas, guiados por las siguientes preguntas:
·
Analizar
cada una de las frases.
·
¿Qué
valores o antivalores encierra cada una?
·
Agrupar
aquellas con las que acordamos y aquellas con las que no.
·
Elegir una
o dos que mejor expresen cómo se vive la relación con los bienes en nuestra
cultura.
·
¿Nos
sentimos identificados con alguna? ¿Con cuál? ¿Por qué?
·
Elaborar
una nueva frase, que sea expresión de la propuesta del Evangelio en relación a
los bienes.
Frases
- Dime cuánto dinero tienes… y te diré cuánto vales…
- El dinero no es nada, pero mucho dinero es otra cosa.
- No es más rico el que más tiene más, sino el que menos necesita.
- Hay gente tan sumamente pobre, que sólo tiene dinero.
- El dinero solo trae problemas, por eso los animo a que me lo den.
- ¿Quieres ser rico? Entonces no te afanes en aumentar tus bienes, sino
en disminuir tu codicia.
- Mi sueño es tener mucho dinero para vivir tranquilo como los pobres.
- Quien cree que el dinero lo hace todo, termina haciendo todo por
dinero.
- El que no considera lo que
tiene como riqueza más grande, es desdichado, aunque sea dueño del mundo.
- El dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida,
que necesita un especialista muy avanzado para ver la diferencia.
- Llevo dentro de mí mismo un peso agobiante: el peso de las riquezas
que no he dado a los demás.
- ¡Hay tantas cosas en la vida más importantes que el dinero! ¡Pero
cuestan tanto!
- Algún dinero evita preocupaciones; mucho las atrae.
- En la vida hay que escoger entre ganar dinero o gastarlo. No hay
tiempo suficiente para ambas cosas.
- La riqueza es como el agua salada: cuanto más se bebe, más sed da.
- Muchas veces, el dinero lo compramos demasiado caro.
- Los avaros son como las abejas, trabajan como si fueran a vivir
eternamente.
- El dinero es un buen siervo, pero un mal amo.
- Lo que tengo, cuando lo doy, se convierte en lo que soy.
- Todo necio confunde valor y precio.
Puesta en común y conclusiones.
Segundo momento: Anuncio de la Palabra y trabajo
grupal
Lectura de Lc 12, 16-21 («Parábola del rico insensato»).
Para la puesta en común se reúnen en pequeños grupos para que haya más
confianza en el diálogo.
4º momento:
Oración
Les dijo entonces una parábola: «Había un hombre
rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: ¿Qué
voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha. Después pensó: Voy a hacer
esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí
todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi
alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come,
bebe y date buena vida. Pero Dios le
dijo: Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has
amontonado?». Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es
rico a los ojos de Dios».
Luego se dialoga con el grupo sobre el mensaje de esta lectura y se van
escribiendo en un afiche las palabras clave: avaricia, egosimo, insensatez,
riqueza… El coordinador remarca las ideas que considera centrales e invita a
buscar qué valores estuvieron ausentes en esta situación: generosidad,
compartir, solidaridad, pensar en los demás…
Se propone trabajar en grupos para elaborar y escribir una parábola con
el mismo mensaje del rico insensato pero con personajes y situaciones de la
actualidad. Se termina este momento grupal con una puesta en común y el
cometario de las parábolas.
3º momento:
Reflexión personal
Después de haber profundizado sobre el mensaje del texto y de recrearlo
en los grupos, se propone un momento de reflexión personal guiados con la
siguiente ficha:
¿De qué está lleno el
granero de mi vida?
¿Qué otras cosas quisiera
tener?
¿Qué cosas no comparto
con nadie?
¿Qué cosas me animo a
compartir con mis amigos, mi familia?
¿Qué cosas puedo
compartir con todos?
¿Qué significan para mí,
las cosas que me cuesta compartir?
¿Cuáles son mis temores?
¿Qué experiencias
positivas tuve de compartir mis bienes?
¿Cuáles fueron negativas
y cómo influyeron en mí?
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Para iluminar el momento de la oración se puede leer un testimonio de
madre Teresa de Calcuta y e invitar a orar espontáneamente pidiendo al Señor
que nos enseñe a amar de este modo.
Ese niño me enseñó a amar. Cierta vez, en el hogar
de Calcuta, no teníamos azúcar para los niños. Un vecinito, de cuatro años,
escuchó decir que la madre Teresa se había quedado sin azúcar. Fue a su casa y
dijo a sus padres que no comería azúcar durante tres días para dársela a madre
Teresa. Al cabo de los tres días, sus padres lo trajeron a nuestra casa: entre
sus manos tenía una pequeña botella de azúcar; lo que no había comido. Aquel
pequeño me enseñó a amar. Lo más importante no es lo que damos sino el amor que
ponemos al dar.
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