El siguiente relato nos ilustra de manera muy simple, como
en ocasiones buscamos a Dios y la respuesta a nuestras necesidades interiores,
en muchas cosas y lugares, pero no lo hacemos en el lugar correcto, que es el
sagrario del propio corazón.
Un sabio encontró a un muchacho cuando este estaba
buscando algo de rodillas.
-“¿Qué andas buscando muchacho?”.
-“Mi llave. La he perdido”.
Y arrodillados los dos, se pusieron a buscar la llave
perdida. Al cabo de un rato dijo el sabio:
-“¿Dónde la perdiste?”
-“En la casa”.
-“Santo Dios! Y entonces, ¿Por qué la buscas aquí?”.
-“Por que aquí hay luz”.
Pidamos al Espíritu Santo que nos ayude a re direccionar
nuestras búsquedas hacia la dirección correcta, para no desaprovechar el tiempo
y las fuerzas.
Fuente: Amigo de ti mismo –pg 52–P.Gustavo Jamut, OMV. Ed RCC.
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