2 jun 2016

Joven, Yo te lo ordeno, levántate

EVANGELIO


+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas      7, 11-17

     Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba. Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: «No llores». Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: «Joven, yo te lo ordeno, levántate».
      El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre.
      Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo».
      El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina.

      Palabra del Señor.


APORTES PARA LA CELEBRACIÓN


“JESÚS NOS AMA Y NOS CUIDA”


SUGERENCIAS PARA LA PREDICACIÓN:

+ El evangelio nos relataba que un día Jesús estaba caminando con sus discípulos hacia un pueblo llamado Naín. Mientras se acercaban a la puerta del pueblo, un difunto estaba siendo llevado para ser enterrado. El muerto era un joven, hijo único de una viuda, la cual estaba muy triste porque quedaba sola y desprotegida en la vida.

+ Cuando Jesús vio toda esta situación se conmovió y le dijo a la viuda "No llores".

+ Luego Jesús se acercó, tocó el féretro y detuvieron la marcha. Jesús dijo al muerto: “Joven, yo te lo ordeno, levántate”.

+ En ese instante el muerto se levantó y comenzó a hablar. Jesús lo entregó a su madre y ellos volvieron a su casa.

+ Diálogo con los chicos ¿Qué cantaban recién? ¿Lo cantamos juntos?

+ Jesús nos conoce a cada uno de nosotros y nos tiene en cuenta. Le interesa lo que nos pasa, lo que nos alegra, lo que nos duele. Jesús se alegra cuando estamos alegres y sufre cuando algo nos va mal.

+ Jesús quiere para nosotros lo mejor, que podamos ser y hacer aquellas cosas que nos hacen felices.

+ Jesús se compadece (compadecer: sentir como propio el dolor del otro) de nosotros y nos acompaña. Jesús nos invita a imitar sus gestos y a ser personas compasivas con los más débiles y los que sufren.

+ Pidamos al Señor un corazón “Compasivo y Misericordioso” capaz de aceptar a todos, de ser solidario con los más pobres y de perdonar a los que nos ofenden. 

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