13 dic 2017

Cuentos para tiempo de Adviento y Navidad









Hacia el primer Domingo de Adviento, empieza a  brillar la luz, la luz de la Navidad …Es una luz exterior, imagen de la que sentimos interiormente…la representaremos a través de las velas, estrellitas de papel dorado, decoraciones y trabajos navideños. Y siempre podemos observar que en los niños, en sus gestos y en sus ojos nace una profunda VENERACIÓN y RESPETO, que es la capacidad psíquica que más pueden desarrollar en esta época del año.
 PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO
El ÁNGEL AZUL 
¿Y Cómo sabemos que va a llegar la Navidad?
 … y Sabemos que va a llegar la Navidad porque aunque ... No la podemos ver con los ojos, porque todas los días y las noches pasan como siempre y las personas  venimos y nos ocupamos de las cosas como todos los días ...no la podemos ver con los ojos a la Navidad .
Y tampoco la podemos escuchar  a la Navidad con las orejas, porque siguen sonando los mismos sonidos, de todos los días, los que hay alrededor nuestro, los autos que pasan, ¿ qué sonidos estas escuchando vos ahí? , ¿Escuchas a la Navidad ? …no la podemos escuchar …!!! Y tampoco la podemos oler la Navidad , ¿la podemos oler a la navidad? Y tampoco la podemos tocar a la Navidad …¡me parece que no !...yo no la puedo tocar ! y la podemos probar  a la Navidad y ver que gusto tiene la Navidad ?…pero este día domingo  podemos empezar a prepararnos para recibir  la Navidad porque …¿ a que no sabes que pasa ? este día …aunque no podamos ver la navidad con los ojos , ni escucharla con las orejas ,ni gustar con la lengua , ni olerla con la nariz ni tocar con las manos , este día pasa algo muy importante pero muy importante …que si cerramos los ojos y nos conectamos  con lo que te voy a contar ,  lo vamos a poder  sentir con el corazón …Porque este día, que es este domingo y todos los días que siguen…baja un gran ángel, inmenso, del cielo para invitar a los habitantes de la tierra a preparar la Navidad. Un ángel que Está vestido con un gran manto azul, un Ángel tejido de silencio y de paz.
Muchas personas no se dan cuenta de la presencia de este ángel porque están muy ocupadas en otras cosas, pero el ángel canta con una voz profunda y sólo aquellas personas y los niños y las niñas que tienen un corazón muy atento pueden escucharlo.
Y el Ángel dice unas palabras parecidas a estas:
 “El cielo viene sobre la tierra, Dios viene a habitar el corazón de las niñas y de los niños, préstenle atención! Ábranle la puerta!”.
Porque así es como este ángel   pasa y habla a todos los seres humanos y a todos los que lo escuchan y saben que está pasando y se comienzan a preparar para la Navidad, cantando algunas canciones y encendiendo velas…
y esta es la manera de preparanos para recibir a la Navidad , para recibir a Dios en nuestra vida en nuestro corazón , para recibir la luz  del cielo en nuestra vida en nuestro corazón…y compartirla con todos nuestros amigos y familiares.
Cuento para primera semana de adviento.
I. El camino empedrado a Belén 

María y José iban en camino a Belén y el burrito trotaba alegremente enfrente de ellos. José acostumbrado a caminar se apoyaba en su bastón con el que marchaba ligeramente. María la querida madre de Jesús se esforzaba en mantener el paso. Más sus delicados pies constantemente se lastimaban con las filosas piedras del camino. Sin embargo hizo un esfuerzo para controlar el dolor cuando de repente broto una lagrima de sus ojos que no pudo contener. Ni siquiera José preocupado por seguir el camino correcto se dio cuenta de eso ni mucho menos el burrito.
En cambio un Ángel que los acompañaba vio muy bien las lágrimas de María y acercándose le dijo: “Querida María ¿por qué lloras si estás en camino a Belén donde vas a dar a luz al Niño Jesús? ¿No te llena esto de alegría?”
María le contestó: “Con gusto daré a luz al amado Niño y no quiero quejarme. Más las piedras opacas y duras me lastiman los pies y me cuesta mucho trabajo caminar sobre ellas.”
Cuando el Ángel escucho estas palabras miró hacia las piedras con ojos celestiales que irradiaban luz y he aquí que bajo la mirada brillante las piedras se transformaron, redondearon sus esquinas y filos tornándose coloridas y relucientes. Algunas se volvieron transparentes como cristal y brillaban en la luz que irradiaba el Ángel.
A partir de ese momento María pudo caminar segura y firmemente sin nada que lo impidiera.

  
SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO
EL ÁNGEL ROJO
En este día un segundo Ángel del cielo está vestido con un gran manto rojo y lleva en su mano izquierda un gran cesto todo hecho en oro. Este cesto está vacío y el Ángel quisiera llenarlo para llevarlo todo lleno delante del trono de Dios, ¿pero, qué va a poner en él? El cesto es muy delicado y sutil, porque está entretejido con rayos de sol, no se le pueden poner cosas duras ni pesadas. El Ángel pasa por sobre toda la tierra y, muy discretamente, busca en todas las casas, pero ¿que busca? Mira en el corazón de todos los seres humanos, para ver si encuentra ahí un poco de amor verdaderamente puro, y este amor lo coloca dentro de su cesto y lo lleva al cielo.
Y allá, aquellos que habitan el cielo, los ángeles y también los hombres que murieron en la tierra, toman este amor y hacen de él la Luz para las estrellas.
Segunda semana de Adviento
 2.Los Pinos.
Cuando Dios creó los árboles, los proveyó de raíces y de ramas, las unas se afirmaban a la tierra, las otras se elevaban hacia el cielo, pues ellos habían venido de allá y no debían de olvidarse jamás de su verdadera patria. Desde entonces los árboles tienden sus ramas hacia lo alto, como una plegaria silenciosa y perpetua recordando a su señor y creador.
El pino hace mucho, mucho tiempo hacía lo mismo y dirigiendo hacia arriba sus largas y anchas ramas , dominaba incluso a los otros árboles, pero esto es diferente hoy en día, sabeis por que?...ocurrió así : Una noche María, la dulce madre de Dios y José su marido se encontraban en un gran bosque de pinos, estaban lejos de toda casa y no habían encontrado albergue esa noche, entonces se acostaron al pie de un árbol para tratar de dormir, pero se levantó un viento fresco, que se hacía cada vez más fuerte, incluso acercándose mucho al tronco de los árboles elevados no se estaba protegido, entonces María en su angustia, se puso a acariciar el tronco del árbol y le dijo; Perdóname que interrumpa la plegaria que diriges a nuestro Padre, pero mira Dios mismo se ha inclinado hacia la Tierra, yo llevo a su hijo bajo mi corazón y tiene necesidad de tu ayuda. Con las palabras de María un estremecimiento recorrió todo el árbol...lentamente, muy lentamente fue volviendo sus ramas hacia el suelo, de forma que pareciese un enorme techo.
Así las ramas del pino sirvieron de abrigo a María y José durante la noche. Y desde ese día, el pino mantiene su forma, como aquél día en que albergó a estos dos caminantes.
TERCER DOMINGO DE ADVIENTO
EL ÁNGEL BLANCO
El tercer domingo , un ángel completamente blanco y luminoso desciende hacia la tierra, tiene en su mano derecha un rayo de sol que posee un poder maravilloso.
Va hacia todos los seres humanos en cuyos corazones el ángel rojo ha encontrado amor puro, y los toca con su rayo de luz. Entonces esta luz penetra en sus corazones y los ilumina y los calienta desde su interior. Es como si el mismo sol alumbrara a través de sus ojos y descendiera por sus manos, pies y todo su cuerpo. Aún los más pobres, los más humildes entre los hombres, son así transformados y comienzan a parecerse a los ángeles, si tienen un poco de amor puro en sus corazones.

Pero todo el mundo no ve a este ángel blanco, solo los ángeles lo ven y aquellos cuyos ojos han sido iluminados por su luz. Solo con esa Luz, en Navidad, se puede ver también al niño que nace en el pesebre.

Tercera semana de adviento:

La historia del gallo
Había una vez un gallo, que pasaba gran parte de su tiempo encaramado en un cerco de piedras, que se encontraba entre la hospedería y el establo, donde más tarde habría de nacer, el Niño Jesús.
El gallo era hermoso, tenía bellas y coloridas plumas, unas patas muy fuertes y una cresta muy roja. No le gustaba que nadie pasara ni cerca del cerco, donde él acostumbraba subirse a contemplar el hermoso paisaje. Si alguien se aventuraba a hacerlo, rápidamente volaba al suelo, lo perseguía y le picoteaba las piernas.
Todos en Belén le conocían y por ello evitaban pasar cerca de aquel cerco. Sucedió una noche, cuando María y José visitaron al tercer hospedero pidiéndole alojamiento, que este junto con ofrecerles albergue en su establo, les advirtió que tuvieran mucho cuidado al pasar frente al cerco puesto que el gallo podría atacarlos.
María y José pasaron caminando lentamente frente al cero saludándolo con gran cordialidad. El gallo los miró de “arriba abajo”, pero no se movió. Esto les sorprendió mucho. Algo le impedía bajar, nadie antes lo había saludado con tanto cariño y mas aún se sentía tan contento de ver a María y a José pasar frente a su cerco, aunque no sabía lo que le iba a ocurrir.
Esa noche, Jesús nació en el establo. Muchos pastores con sus ovejas, vinieron a saludarlo, trayéndole hermosos presentes. El gallo lleno de curiosidad al verlos pasar decidió averiguar lo que estaba sucediendo. De un solo salto se bajó del cerco y lentamente se dirigió hacia el establo.
Allí desde la puerta que estaba medio abierta pudo ver al niño recostado en fina paja, rodeado por una luz muy hermosa y cálida. Todos los presentes, tenían la luz del Niño en sus corazones. Esa noche, el gallo aprendió una gran lección: a sentir desde lejos, el amor que había en el corazón que había en los seres humanos.
Se sintió tan contento que subiéndose nuevamente al cerco de piedras, hinchó su pecho, y se puso a cantar: “Kikirikí, kikirikí… vengan aquí”, el gallo quería anunciarles a todos la buena nueva.
Y cuentan que en todas las navidades el gallo vuelve a entonar su hermosa canción.


CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO
EL ÁNGEL VIOLETA
El último domingo antes de Navidad, es un gran ángel con capa de un violeta muy tierno y cálido, el que aparece en el cielo y pasa por toda la tierra, llevando en sus manos una gran lira. Toca con esa lira una música muy dulce, acompañando su canto, que es muy armonioso y claro. Pero para escucharlo los hombres han de tener un corazón silencioso y atento.
Su música es el gran canto de la paz, el canto del Niño Jesús y del Reino de Dios que viene sobre la tierra. Muchos ángeles lo acompañan y ellos también cantan y se regocijan en el cielo
Entonces todas las semillas que duermen en la tierra se despiertan y la misma tierra escucha y se estremece: el canto de los ángeles le dice que Dios no la olvida y que algún día ella será una nueva estrella.
El Hijo de Dios
La noche caía, la Noche Santa y un gran silencio reinaba sobre la Tierra. Era como si el mundo retuviese su aliento. Pero en el cielo, los ángeles elevaban su mirada hacia las esferas más altas, donde, en medio del círculo de los Querubines y serafines, se erguía el trono de Dios. Y he aquí lo que se había esperado por tanto tiempo, deseado tan ardientemente, se produjo: de pronto el círculo se abrió y el trono de dios se hizo visible para los moradores de los cielos. Del trono surgía alguien tan claro y luminoso, tan sereno y puro, que incluso el lenguaje de los ángeles no sabría describirlo. Miró con benevolencia la ronda de los ángeles que elevaban sus ojos hacia él y no cesaban de adorarlo.
Pero el se hizo a un lado, y la mirada grave y solemne de Dios Padre atravesó las esferas celestes. Delante de El se abrió un camino luminoso que descendía cada vez más hasta llegar a la Tierra. Allí, los Ángeles no vieron más que un establo pobre, donde una mujer y hombre estaban sentados cerca de un pesebre, en compañía de un buey y un asno. El hombre dormía. Pero la mujer dirigía la mirada hacia el cielo, y cuando percibía el camino luminoso, elevó sus brazos. Entonces el ser de luz, el Hijo de Dios que había surgido del trono de Dios, comenzó a descender por él y a medida que bajaba y atravesaba los círculos de todos los ángeles, éstos entonaban un canto cada vez más grandioso.
Al pasar de un círculo a otro, el Hijo de Dios se transformaba sin cesar y primero se volvió semejante a los Serafines, los ángeles más elevados; después era como los Querubines, y fue dejando una tras otra todas las formas de gloria celestial como quien se quita un vestido. Pasó por el círculo de los Arcángeles, para volverse a encontrar en el de los Ángeles, y para dejarlos a ellos también. El pobre establo irradió claridad cuando el Ser de luz se aproximó a María y la cubrió con su sombra luminosa… y su luz se volvió a encontrar en los ojos del Niño. Que la madre de Dios tenía sobre sus rodillas.
Entonces el canto de los ángeles prorrumpió de nuevo en los cielos y la Tierra resonó con su alabanza: “Hoy os ha nacido el Salvador, Cristo, el Señor.”
Jamás desde esta noche, el círculo de los Querubines y de los Serafines se ha vuelto a cerrar. El camino luminoso vuelve a unir desde entonces y para siempre el Trono de Dios a la Tierra y cada año, Cristo desciende desde allí, desde su Padre hacia los hombres, para nacer entre ellos y llegar a ser semejante; y para plantar su luz en los corazones, a fin de que empiece a brillar en sus miradas, como ya brilló otrora en los ojos del Niño Jesús.

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