31 ene 2018
30 ene 2018
LECTIO DIVINA DEL
5° DOMINGO DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO CICLO B.
Domingo 4 de
febrero de 2018.
Job 7,1-4.6-7; 1° Corintios 9,16-19.22-23; San Marcos
1,29-39.
“¿Quién está más
enfermo, el que se siente molesto con su enfermedad y llama al médico, o el que
prefiere ignorar su enfermedad y no se toma la molestia de llamarlo?”
(San Agustín, Sermón 175,2,2)
Oración inicial:
“Señor
Jesús, no curan las heridas y males del alma, una hierba o un bálsamo, sino tu
Palabra, que todo lo crea y sostiene. Acércate a nosotros y extiende tu mano
fuerte, para que asidos a ella, podamos dejarnos levantar, podamos resucitar y
comenzar a ser tus discípulos. Jesús, tú eres la puerta de las ovejas, la
puerta abierta en el cielo: a ti nos acogemos, con todo lo que somos y llevamos
en el corazón. Llévanos contigo, en el silencio, en el desierto florido de tu
compañía y allí enséñanos a orar, con tu voz, con tu Palabra para que lleguemos
a ser anunciadores de tu Reino. Envíanos tu Espíritu con abundancia, para que
te escuchemos con todo el corazón y con toda el alma”. Amén.
LECTURA.
Leemos
los siguientes textos: Job 7,1-4.6-7; 1° Corintios 9,16-19.22-23;
San Marcos 1,29-39.
Claves de lectura:
1. "Para eso he
venido" (Evangelio).
Este evangelio nos
muestra que el trabajo que Jesús hizo sobre la tierra era una exigencia
totalmente desmesurada. Debía buscar a las «ovejas descarriadas de Israel», una
tarea que, dada la situación espiritual y religiosa del país, era imposible de
llevar a cabo y a la que no obstante él se entrega con todas sus fuerzas.
Cuando cura a la suegra de Pedro, «la población entera se agolpa a la puerta»
de la casa; entonces cura a muchos enfermos y expulsa muchos demonios. Jesús se
levanta de madrugada para poder por fin orar a solas. Pero sus discípulos le
siguen y cuando le encuentran le dicen: «Todo el mundo te busca». Le buscaban
los mismos de la noche anterior. Jesús no se excusa diciendo que ahora quiere
rezar, sino que evita encontrarse de nuevo con la multitud alegando otro
trabajo: en «las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he
venido». Y las aldeas son sólo el comienzo: «Así recorrió toda Galilea». El
auténtico apóstol cristiano puede tomar ejemplo del celo incansable de Jesús:
aunque la tarea que tenga ante sí le parezca irrealizable desde el punto de
vista humano, trabajará tanto como le permitan sus fuerzas; el resto será
completado por su sufrimiento o al menos por su obediencia interior. Pero esta
interioridad nunca puede ser una excusa para no hacer todo lo que pueda.
2. "Esclavo de todos"
(2° Lectura).
Pablo, en la segunda
lectura, sigue el ejemplo del Señor en la medida de lo posible. Ha recibido de
Dios la tarea de anunciar el evangelio, y esto es para él un deber, no lo hace
por su propio gusto. Pablo puede, para mostrar a Dios su libre obediencia,
renunciar a una paga, pero nada le exime del deber estricto de comprometerse
plenamente en la tarea que le ha sido confiada. No se presenta como el gran
señor que está en posesión de la verdad, sino como el esclavo que está al
servicio de todos. El apóstol dice (en los versículos que se han omitido en la
lectura) que se hace esclavo de los judíos (se introduce en la mentalidad judía
para hablar a los judíos del Mesías), esclavo de los paganos (para anunciarles
al Redentor del mundo) y finalmente (aquí prosigue la lectura) esclavo de los
débiles (aunque él se considera fuerte) para ganar también para Cristo, en la
medida de lo posible, a los poco inteligentes, a los inseguros, indecisos y
versátiles. No se olvida de nadie: «Me he hecho todo a todos», y esto no con la
seguridad del que es ya partícipe de la promesa del evangelio, sino con la
esperanza del que participa también él en lo que anuncia a los demás.
3. (1° Lectura).
Como
"servicio" (militar): así define el pobre Job, en la primera lectura,
la vida del hombre sobre la tierra. El hombre no es un señor, sino une esclavo
que «suspira por la sombra»; no es un amo (el amo es Dios), sino un
«jornalero». Se trata de una característica general de la efímera vida del
hombre. Cristo y su apóstol no contradicen esta descripción de la vida humana.
Sólo que la inquietud, la desazón de que habla Job, se ha convertido en la
Nueva Alianza en el celo indomeñable de trabajar por Dios y su reino, ya se
realice esto mediante una actividad exterior o mediante la oración. Porque
también la oración es un compromiso del cristiano por el mundo, y ciertamente
tan fecundo o incluso más fecundo que la actividad externa.
(Aporte de HANS URS von
BALTHASAR, LUZ DE LA PALABRA,
Comentarios a las lecturas dominicales A-B-C
Ediciones ENCUENTRO.MADRID-1994.Pág. 137 s.)
Comentarios a las lecturas dominicales A-B-C
Ediciones ENCUENTRO.MADRID-1994.Pág. 137 s.)
MEDITACIÓN.
“Curó a muchos enfermos”.
El pasaje evangélico de
este domingo nos ofrece el informe fiel de una “jornada tipo” de Jesús. Cuando
salió de la sinagoga, Jesús se acercó primero a casa de Pedro, donde curó a la
suegra, quien estaba en cama con fiebre; al llegar la tarde le llevaron a todos
los enfermos y curó a muchos, afectados de diversas enfermedades; por la
mañana, se levantó cuando aún estaba oscuro y se retiró a un lugar solitario a
orar; después partió a predicar el Reino a otros pueblos. De este relato
deducimos que la jornada de Jesús consistía en un trenzado de curar a los
enfermos, oración y predicación del Reino. Dediquemos nuestra reflexión al amor
de Jesús por los enfermos, también porque en pocos días, en la memoria de la
Virgen de Lourdes, el 11 de febrero, se celebra la Jornada mundial del enfermo.
Las transformaciones
sociales de nuestro siglo han cambiado profundamente las condiciones del
enfermo. En muchas situaciones la ciencia da una esperanza razonable de
curación, o al menos prolonga en mucho los tiempos de evolución del mal, en
caso de enfermedades incurables. Pero la enfermedad, como la muerte, no está
aún, y jamás lo estará, del todo derrotada. Forma parte de la condición humana.
La fe cristiana puede aliviar esta condición y darle también un sentido y un
valor.
Es necesario expresar
dos planteamientos: uno para los enfermos mismos, otro para quien debe
atenderles. Antes de Cristo, la enfermedad estaba considerada como
estrechamente ligada al pecado. En otras palabras, se estaba convencido de que
la enfermedad era siempre consecuencia de algún pecado personal que había que
expiar.
Con Jesús cambió algo al
respecto. Él «tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras debilidades» (Mateo
8, 17). En la cruz dio un sentido nuevo al dolor humano, incluida la
enfermedad: ya no de castigo, sino de redención. La enfermedad une a él,
santifica, afina el alma, prepara el día en que Dios enjugará toda lágrima y ya
no habrá enfermedad ni llanto ni dolor.
Después de la larga
hospitalización que siguió al atentado en la Plaza de San Pedro, el Papa Juan
Pablo II escribió una carta sobre el dolor, en la que, entre otras cosas,
decía: «Sufrir significa hacerse particularmente receptivos, particularmente
abiertos a la acción de las fuerzas salvíficas de Dios, ofrecidas a la
humanidad en Cristo» (Cf. «Salvifici doloris», n. 23. Ndt). La enfermedad y el
sufrimiento abren entre nosotros y Jesús en la cruz un canal de comunicación
del todo especial. Los enfermos no son miembros pasivos en la Iglesia, sino los
miembros más activos, más preciosos. A los ojos de Dios, una hora del
sufrimiento de aquéllos, soportado con paciencia en unión con Jesús, puede
valer más que todas las actividades del mundo.
Ahora una palabra para
los que deben atender a los enfermos, en el hogar o en estructuras sanitarias.
El enfermo tiene ciertamente necesidad de cuidados, de competencia científica,
pero tiene aún más necesidad de esperanza. Ninguna medicina alivia al enfermo
tanto como oír decir al médico: «Tengo buenas esperanzas para ti». Cuando es
posible hacerlo sin engañar, hay que dar esperanza. La esperanza es la mejor
«tienda de oxígeno» para un enfermo. No hay que dejar al enfermo en soledad.
Una de las obras de misericordia es visitar a los enfermos, y Jesús nos
advirtió de que uno de los puntos del juicio final caerá precisamente sobre
esto: «Estaba enfermo y me visitaste... Estaba enfermo y no me visitaste.»
(Mateo 25, 36. 43).
Algo que podemos hacer todos
por los enfermos es orar. Casi todos los enfermos del Evangelio fueron curados
porque alguien se los presentó a Jesús y le rogó por ellos. La oración más
sencilla, y que todos podemos hacer nuestra, es la que las hermanas Marta y
María dirigieron a Jesús, en la circunstancia de la enfermedad de su hermano
Lázaro: «¡Señor, aquél a quien amas está enfermo!» (Juan 11,3. Ndt).
(Aporte del P. Rainiero
Cantalamessa, ofm cap. Comentario a las
lecturas de 5°Domingo del Tiempo durante
el año, ciclo B, 3 febrero 2006)
Para la reflexión personal y grupal:
¿De qué enfermedad
el Señor tiene que sanarme?
¿Qué medicina, que
gestos, que maneras tiene Jesús ante la enfermedad?
¿Cuál es mi
experiencia de acompañamiento a enfermos?
ORACIÓN-CONTEMPLACIÓN.
Jesús no se ha dejado
destruir por el activismo. No se ha "vaciado" en la actividad
agotadora de cada jornada. Rodeado de gentes que se agolpan sobre él, incluso,
después de anochecer, sabe encontrar tiempo para reavivar su espíritu.
Según la información de
Marcos, Jesús tenía esta costumbre: se levantaba de madrugada, se retiraba a un
lugar solitario y, allí, se entregaba a la oración.
Cuando, al amanecer, los
discípulos lo llaman de nuevo, Jesús se levanta con nuevas fuerzas, dispuesto a
continuar su servicio generoso e incondicional a las gentes de Galilea. El
cansancio es algo con lo que tiene que contar todo hombre o mujer que se
esfuerza por cumplir su tarea diaria con entrega y responsabilidad.
Un día las fuerzas se
desgastan y el agobio se apodera de nosotros. Quedan atrás la euforia y
vitalidad de otros tiempos. Ahora sólo sentimos la falta de aliento, la
impotencia, el hastío.
Las raíces del cansancio
pueden ser muy diversas. Las ocupaciones nos dispersan, la actividad constante
nos desgasta, la mediocridad misma de nuestra vida y nuestro trabajo nos
aburre.
Perdemos energías en las
mil contrariedades y roces de cada día y no sabemos cómo ni dónde reparar
nuestras fuerzas. Nos vaciamos quizás generosamente a lo largo del día, pero no
cuidamos el alimento de nuestro espíritu.
¿Qué hacer cuando la
alegría interior se nos escapa y sentimos el alma cansada y sin aliento?
Quizás, lo primero sea
aceptar con paciencia el cansancio como «compañero de nuestro camino». Pero, al
mismo tiempo, recordar que la soledad y el silencio pueden sanar de nuevo
nuestras raíces.
Hay una oración callada,
humilde y confiada que puede devolvernos el aliento y la vida en las horas
bajas del cansancio y el agobio.
Todos necesitamos, de
alguna manera, saber retirarnos a "un lugar solitario" para enraizar
de nuevo nuestra vida en lo esencial.
Necesitamos más silencio
y soledad para reconocer con paz «las pequeñas cosas» que hemos agrandado
indebidamente hasta agobiarnos, y para recordar las cosas realmente grandes e
importantes que hemos descuidado día tras día.
Esa oración no es huida
cobarde de los problemas. Es renacimiento, reencuentro y renovación del
espíritu. Es sentirse vivo de nuevo y dispuesto para el servicio.
(Aporte de JOSE ANTONIO
PAGOLA, BUENAS NOTICIAS,
NAVARRA 1985.Pág. 189 s.)
NAVARRA 1985.Pág. 189 s.)
Oración final:
“Padre creador, que escuchas y atiendes los clamores de la
humanidad, y que en Jesús nos mostraste el proyecto de bondad y libertad para
tus hijos. Haz de nosotros creyentes audaces, que libres de todo afán de
dominio o ganancia sepamos ser servidores de todos, especialmente de tus hijos
solos y abandonados. Que seamos constructores de un mundo sin exclusiones en el
que todos quepamos con igual dignidad e iguales oportunidades, para que la
humanidad que sufre pueda también un día levantarse y tomar su lugar en el
mundo”. Amén.
26 ene 2018
LECTIO DIVINA 4°
DOMINGO DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
CICLO B.
28 de enero de
2018.
Deuteronomio 18,15-20; 1° Corintios 7,32-35; San Marcos
1,21-28.
“El
profeta es un hombre que, salvando el abismo entre las palabras y las obras, se
incorpora a sí mismo al mensaje que anuncia. Es un hombre que tiene como misión
la de revelar el presente, dotado como está de una mirada penetrante que le
hace conocer de una manera extraña el presente y no el futuro como
ordinariamente se cree. Es, finalmente, un contestatario encargado de
desenmascarar y amonestar. Jesús realizó el oficio de profeta de manera
admirable”. (A. Manaranche).
Oración inicial:
“Señor
Jesús, envía tu Espíritu, para que nos ayude a comprender la Palabra. Crea en
nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en
los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que
sufren. Que tu Palabra, pronunciada en nuestros corazones nos haga testigos de
tu Reino”. Amén.
LECTURA.
Leemos
los siguientes textos: Deuteronomio 18,15-20; 1° Corintios 7,32-35; San Marcos
1,21-28.
Claves
de lectura:
1. (Evangelio)
En el evangelio, con
motivo de la expulsión de un demonio, se reconoce que la enseñanza de Jesús es
una enseñanza totalmente «nueva», un «enseñar con autoridad» ante el que todos
los circunstantes se quedan «estupefactos». Estos ven la prueba de esta novedad
en la expulsión del espíritu inmundo, pero ésta es a lo sumo la confirmación de
su autoridad, no su enseñanza. Lo auténticamente decisivo aparece al principio
del evangelio: Jesús enseña en la sinagoga, y los presentes ase quedaron
asombrados de su enseñanza».
En su misma enseñanza se
percibe ya la «autoridad divina» que la distingue de la enseñanza de los
«letrados». Lo que la nueva enseñanza exige es un radicalismo en la obediencia
a Dios totalmente distinto del rigorismo en el cumplimiento de la ley exigido
por los letrados. Este radicalismo no exige en absoluto una huida del mundo,
tal y como la practicaban por ejemplo los miembros de la secta de Qumrán, sino,
en medio del mundo, de su trabajo y de sus penalidades, una vida indivisa para
Dios y conforme a su mandamiento.
Este mandamiento que
Jesús explica a los hombres es a la vez infinitamente simple e infinitamente
exigente; posteriormente Jesús lo repetirá constantemente: amar a Dios sobre
todas las cosas y al prójimo como a sí mismo. Eso significan la Ley y los
Profetas (Mt 7,12). Esta es la perfección que el hombre puede alcanzar y en la
que puede y debe parecerse al Padre celeste (cfr. Mt 5,48). Aquí sólo hay
totalidad, no hay lugar para la división.
2. (2° Lectura)
Pablo, en la segunda
lectura, tiende al mismo radicalismo. Aunque aparentemente distingue dos
categorías de hombres: los célibes, que se preocupan de los «asuntos del
Señor», y los casados, que se preocupan de los «asuntos del mundo, buscando
contentar a su mujer», ciertamente no quiere (como muestran sus textos
parenéticos sobre la vida doméstica) proscribir el matrimonio o las profesiones
del siglo, sino a lo sumo mostrar lo que se observa habitualmente en la gente
de mundo. Puede conceder al celibato una cierta preeminencia («a todos les
desearía que vivieran como yo»: 1 Co 7,7), mas inmediatamente añade: «Pero cada
cual tiene el don particular que Dios le ha dado», gracias al cual es perfectamente
posible, incluso dentro del mundo y en la vida matrimonial, servir a Dios y
amar al prójimo indivisiblemente. Ciertamente en muchos casos cabe preguntarse
si esto es más fácil en el estado de los consejos evangélicos que en un
matrimonio cristiano correctamente vivido. Las cartas pastorales se oponen a
los que «prohíben el matrimonio» (1 Tm 4,3); no: "Todo lo que Dios ha
creado es bueno".
3. (1° Lectura)
A esta doctrina
definitiva de Jesús, en la que se resume todo con perfecta simplicidad, se refiere
ya Moisés anticipadamente cuando habla, en la primera lectura, del profeta que
ha de venir, del que Dios dice: «Suscitaré un profeta... Pondré mis palabras en
su boca y les dirá lo que yo le mande». El Señor lo suscitará como cumplimiento
de todo lo iniciado en la Antigua Alianza. A él será, por tanto, al que haya
que escuchar en todo.
(Aporte de HANS URS von
BALTHASAR, LUZ DE LA PALABRA,
Comentarios a las lecturas dominicales A-B-C,
Ediciones ENCUENTRO.MADRID-1994.Pág. 136 s.)
Comentarios a las lecturas dominicales A-B-C,
Ediciones ENCUENTRO.MADRID-1994.Pág. 136 s.)
MEDITACIÓN.
El evangelio de Marcos
no está agrupado por temas como el de Mateo; va poniendo los episodios uno tras
otro, sin ningún orden al parecer.
Pero el desorden en
realidad es sólo aparente; un análisis atento hace descubrir en muchas páginas
una lógica muy hábil. Por ahora nos contentaremos sólo con una observación:
esta primera serie de episodios (que llega hasta 3, 6) tiene como motivo de
organización una indicación geográfica: Cafarnaúm y su lago.
De esta forma, la
primera parte (1, 21-34) constituye una "jornada" de Jesús, una
verdadera y auténtica unidad de tiempo y de lugar. Y se trata de un día de
sábado, como se dice al principio y como se deja comprender al final (la gente
espera que se ponga el sol, o sea, el final del descanso sabático, para llevar
los enfermos a Jesús).
Tendremos por tanto que
leer esta página de Marcos de un modo al mismo tiempo analítico y sintético. El
análisis es indispensable y cada una de las unidades necesita su propio
estudio, pero este análisis no tiene que hacernos olvidar la perspectiva de
fondo, el interrogante central.
Hemos de advertir además
que la verdadera y única finalidad de Marcos es la de iluminar la figura de
Cristo. Nos presenta en esta página la misión de Jesús en su doble aspecto de
palabra y de acción, enseñanzas y obras de salvación. No le interesa a Marcos
todavía decirnos qué era lo que enseñaba Jesús; le interesa decirnos que Jesús
enseñaba y actuaba. Presentándose de esta manera, Jesús se convierte en un
problema para los presentes: ¿quién es éste? He aquí el interrogante central.
Sabemos que en la
Palestina de aquella época había sinagogas o "Casas de oración" no
sólo en los grandes centros, sino incluso en los pueblos y en las aldeas. Los
israelitas acudían allí para la oración y para la lectura y la explicación de
la ley. No sólo los escribas y los ancianos, sino cualquiera de los
participantes podían ser invitados por el presidente a dirigir la palabra a los
demás. Por otra parte, cualquier israelita podía pedir la palabra para
intervenir. Es precisamente en una sinagoga, en la de Cafarnaúm, donde Jesús
toma la palabra para enseñar. Y es también en la sinagoga donde Jesús libera a
un hombre poseído del espíritu inmundo (1, 21-28). No es fácil para nosotros
reconstruir la realidad de lo que sucedió.
En tiempos de Jesús
estaba extendida la opinión de que los demonios estaban en el origen de
cualquier enfermedad, especialmente de las diversas enfermedades mentales,
cuyas manifestaciones hacían pensar que el enfermo no era ya dueño de sí mismo.
No es extraño entonces que los evangelios hablen según la mentalidad de su
tiempo y que el mismo Jesús, en su parte, se haya querido acomodar a ella. No
debemos pretender de estas narraciones un diagnóstico médico ni una declaración
especulativa sobre la naturaleza de los demonios. Reflejan más bien la lectura
"teológica" que un hombre de la época -ante ciertos casos
especialmente preocupantes- hacía de los hechos, llegando a la raíz de la
situación, allí donde se descubre la huella del enemigo de Dios y del destructor
del hombre. Es una lectura teológica que nace de un convencimiento que el
evangelio parece imponer: el mal no viene solamente del hombre; detrás de sus
diversas manifestaciones está el enemigo por excelencia, el destructor de la
creación. El hombre bíblico es de la opinión que las cuentas sobre el mundo y
sobre la historia no salen bien si sumamos solamente las fuerzas de la
naturaleza, las del hombre y las de Dios; está además la fuerza del maligno.
A la luz de estas
observaciones preliminares tenemos que leer nuestro episodio y otros similares.
La narración no quiere presentar un caso curioso y aislado, sino más bien -a
través de un caso especialmente claro- nuestra situación común de hombres
caídos, sometidos a las fuerzas del mal e incapaces de entrar en comunión con
Dios.
Todo lo dicho resulta
todavía demasiado general. Examinemos más de cerca la narración de Marcos,
señalando algunos detalles que parecen más significativos. Primer detalle: se
trata de un hombre que perturba el servicio litúrgico; Jesús le manda callar
secamente: "¡Cállate y sal de este hombre!"; el espíritu se ve
obligado a obedecer y el hombre, libre del espíritu agitador, vuelve a su sano
juicio. Los exorcismos estaban de moda y la literatura rabínica habla de ellos
con frecuencia. Pero eran exorcismos largos, extraños y complicados, llenos de
fórmulas y de gestos mágicos. Jesús, sin embargo, no recurre a palabras mágicas
ni a ritos misteriosos, sino que se impone al espíritu impuro simplemente con
una orden. De eso es de lo que se admira la gente.
Segundo detalle: hay una
clara diferencia entre el modo como Jesús considera la enfermedad y cura a un
enfermo y el modo como se porta Jesús con un hombre poseído por el demonio. En
nuestro relato (como en todos los exorcismos del evangelio de Marcos) se
respira la atmósfera de una lucha; el mismo Jesús, más adelante (3, 27), usará
la imagen del hombre fuerte atado y saqueado. El endemoniado se dirige a Jesús
en una actitud defensiva (se da cuenta de que ha llegado el que lo va a
derrotar) e intenta, si es posible, pasar al ataque; pero luego tiene que ceder
al más fuerte, aunque sea con la última manifestación de rabia y de despecho
("hizo revolcarse al hombre en el suelo, lanzando un grito tremendo, y
luego salió"). Nuestro episodio (y otros parecidos que vendrán luego) son
la continuación de la lucha entre el "fuerte" y el "más
fuerte" que había comenzado ya en la tentación.
Y el último detalle: el
diálogo entre Satanás y Jesús es probablemente un recurso de Marcos. El
evangelista se aprovecha del espíritu maligno para revelarnos quién es Jesús.
"Los demonios contemplan lo invisible y revelan a los lectores de Marcos
la trascendencia de la personalidad de Jesús. A través del Jesús terreno ellos
ven la gloria del Resucitado. ¡Se convierten así en los teólogos de
Marcos!" (Cf. LEÓN ·DUFOUR-LEON, ESTUDIOS DE EVANGELIO, Edic. CRISTIANDAD,
Madrid 1982).
(Aporte de BRUNO
MAGGIONI, EL RELATO DE MARCOS,
EDIC. PAULINAS/MADRID 1981.Pág. 39 ss., ENSEÑAR CON AUTORIDAD.)
EDIC. PAULINAS/MADRID 1981.Pág. 39 ss., ENSEÑAR CON AUTORIDAD.)
No podemos aguantar la
voz de Dios en directo; nos faltan oídos. Como tampoco tenemos ojos para
soportar su luz, ni mente para encajar su verdad. Falta adecuación: Dios es
demasiado grande para caber en nuestros limitados espacios. ¿Qué hacer
entonces? Él quiere comunicarse, porque tiene cosas importantes que decirnos.
¿Cómo hacerlo? Normalmente, se vale de mediadores. Para que la luz nos llegue
tamizada; para que tanta verdad nos llegue dosificada, traducida, adaptada a
nuestras cortas entendederas. Necesitamos profetas que nos transmitan, en lenguaje
asequible, lo que Dios les vaya encomendando. 'Suscitaré un profeta de entre
sus hermanos... Pondré mis palabras en su boca, y les dirá lo que yo le mande'.
Pero hay un problema, todavía: ¿Cómo saber si el que habla es un profeta de
Dios? ¿Cómo discernir si esa palabra que nos llega responde a la verdad que ha
salido de Dios? ¿Cómo estar seguros de que no se ha quedado en el filtro?
Algo semejante ocurría
con Jesús. ¿Cómo convencer a los oyentes de que esa palabra suya, luminosa y
esperanzadora, liberadora de tantas servidumbres, era la Palabra misma del
Señor? En su caso había un signo, que hacía a la gente levantar la cabeza y
escuchar con especial atención lo que decía. No un signo espectacular que, a
modo de aldabonazo, golpeara los ojos, o la mente de quienes lo escuchaban (ni
los propios milagros tenían esa finalidad). Era, más bien, el resultado de una
suma de datos: el tono de su voz, su manera de mirar y de acoger, sus puntos de
insistencia al hablar, su actitud ante las personas -poderosos, pecadores,
mendigos- y, sobre todo, la coherencia total entre lo que decía y lo que hacía.
Todo ello, captado por
la gente, hacía que fuese corriendo de boca en boca la noticia: ha llegado
alguien distinto de los letrados que enseñan, sábado tras sábado, en las
sinagogas; alguien que no se limita a recitar lecciones aprendidas, sino que
habla desde él mismo; alguien que dice cosas nuevas, verdades que no provocan
miedo sino esperanza, que no oprimen sino que liberan; alguien tan sencillo que
hasta los más pequeños lo entienden, y tan libre que planta cara a los sabios y
a los poderosos; alguien que no engaña, que va subrayando cada palabra con
pedazos de su propia vida. A esto la gente le ha puesto un nombre: 'Enseñar con
autoridad'. Y esa gente sencilla se va echando, con confianza, en los brazos de
ese nuevo Maestro, que es capaz de alejar de sus corazones el dolor y la
tristeza, y ponerlos en pie de esperanza.
Hoy, igual. Para que la
Palabra llegue desde el corazón de Dios hasta la gente, hacen falta profetas que
la lleven. Pero que la lleven, sobre todo, con sus vidas. Que no lleguen
canturreando sermones olvidados de puro sabidos. Que no vengan oprimiendo: ya
la vida se encarga de hacerlo. Que no traigan más problemas, sino salidas a los
eternos problemas que nos angustian. Que no tengan la arrogancia de decir en
nombre de Dios palabras inventadas por ellos, ni carguen sobre hombros ajenos
cargas que ellos no son capaces de soportar. Hacen falta profetas honrados,
humildes, abnegados. Sin ellos, ¿cómo va a llegar la Palabra salvadora del
Padre hasta el último rincón de la tierra? Sin cristianos que vivan, y
transmitan, la Buena Noticia, ¿cómo va a amanecer sobre el mundo la luz de la
esperanza?
(Aporte de JORGE GUILLEN
GARCIA, AL HILO DE LA PALABRA,
Comentario a las lecturas de domingos y fiestas, ciclo B GRANADA 1993.Pág. 94 s.)
Comentario a las lecturas de domingos y fiestas, ciclo B GRANADA 1993.Pág. 94 s.)
Para la reflexión personal y grupal:
¿Qué
autoridad tiene Jesús en nuestra vida?
¿Qué
nombres tienen estos "espíritus inmundos", estas fuerzas, que muchas
veces nos dominan?
ORACIÓN –
CONTEMPLACIÓN.
EL ELOCUENTE ORADOR
SAGRADO.
Me entusiasman los
hombres que hablan bien, Señor. Siempre he admirado a quienes manejan el
lenguaje con belleza, precisando las palabras, empleando bien los giros,
utilizando argumentos apropiados, sorprendiendo con la originalidad de sus
imágenes. Me interesaba el «Ars dicendi» en mis años de estudiante. Y disfruto
actualmente con la agudeza de los oradores preparados.
Pero está claro que el
evangelista Marcos, cuando nos dice que «hablabas con autoridad» y que, «en la
sinagoga, todos se quedaron admirados con tu enseñanza», no se refiere a tu
«buena oratoria». Se está refiriendo a «la verdad» de tu mensaje, a «tus
palabras hechas carne». Y vida.
Tengo que comprender muy
bien esto, Señor. La fuerza y la garra de mi predicación no pueden basarse en
la perfección de una pieza oratoria, en la galanura de un lenguaje académico,
sino en el «aliento del Espíritu» que mueva mis palabras y me lleve al
testimonio: « No os preocupéis de lo que vayáis a decir -afirmaste-, porque el
Espíritu pondrá palabras en vuestra boca».
Tú, Jesús, no hablabas
desde la sabiduría «que tenías», sino desde el profeta que «eras». Aunque «eras
la Palabra», no pronunciabas «palabras de orador», sino de profeta. Y el
profeta no es alguien que repite palabras más o menos sabidas, tradiciones más
o menos heredadas, siempre inmóviles, paralizadas. El profeta es alguien que
ayuda a iluminar los sucesos actuales con palabras que le llegan desde «muy
lejos». No es alguien que se limita a repetir el dogma de los libros, la moral
de los libros; la literalidad de la Ley. Ni se contenta con tener bien
alineados muchos libros en los anaqueles de su biblioteca. Eso harán los
letrados. El profeta es más bien una luz irresistible que trata de hacer ver
las «huellas de Dios» en todos los sucesos de nuestro entorno. Eso hacías Tú. Y
ésa era «tu autoridad».
Cada domingo he de
predicar. Cada día he de hablar. Somos «embajadores de Dios», como dirá Pablo,
y «hemos sido elegidos por El para que vayamos y demos fruto, y nuestro fruto
dure». «No podemos menos, por otra parte, que repetir lo que hemos visto y
oído». Pero si nuestra predicación -y no me refiero sólo al sacerdote, sino
también a los padres, catequistas, educadores, cristianos comprometidos- sólo
se basa en la autoridad literaria de la oratoria, y no en la «palabra
encarnada» del profetismo, terminaremos siendo «una campana que suene al
viento», como decía Pablo. O peor todavía. Seremos «un mar de palabras en un
desierto de ideas», como se decía de un determinado orador parlamentario.
No estamos llamados a la
«palabrería», sino a la palabra. Nuestro ministerio no es la «logomaquia» sino
el «servicio al Logos», «servidores de la palabra», tratando siempre de que «el
Espíritu gima en nosotros con sonidos inefables». Se nos pide que «purifiquemos
nuestros labios y nuestro corazón con un carbón encendido, si fuera preciso,
como el profeta Isaías, para poder anunciar digna y competentemente el
Evangelio».
Me gustan, Señor, los
hombres que hablan bien. Pero sé también que «Tú escondes, a veces, ciertas
luces, a la gente sabia e importante y la manifiestas a la gente sencilla». Por
eso, más que un «elocuente orador sagrado», quisiera ser un «mensajero» de Ti,
«que tienes palabras de vida eterna».
(Aporte de Joan Carles
ELVIRA, monje benedictino. Abadía de Monserrat, España)
Oración final:
“Te
bendecimos, Padre, porque Cristo Jesús, tu Hijo, basó su autoridad en el
carisma y no en la fuerza del poder, en el servicio liberador y no en la
opresión de los demás. En Él
nos mostraste que es posible ser hombres y mujeres libres, desposeídos del
pecado, señores de nuestro destino, hermanos de los demás y solidarios de todo
el que sufre. Ayúdanos a continuar su misión liberadora del hombre actual,
dominado por los demonios del tener, acaparar y consumir, del egoísmo y la
soberbia, la insolidaridad y el desamor. Así el anuncio de tu reino llenará de
luz nuestro mundo y viviremos en plenitud, libertad y esperanza cierta.” Amén.
(Tomado de B.
Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 317)
Hno. Javier.
18 ene 2018
17 ene 2018
12 ene 2018
Francisco, el Papa de todos Conferencia Episcopal Argentina - Oficina de Prensa
Los argentinos tenemos un enorme privilegio, hace ya casi cinco años un hermano nuestro ha sido elegido Papa, es decir, la máxima autoridad de la Iglesia en el mundo; para los cristianos, vicario de Cristo en la tierra. Desde aquel momento nuestro querido Papa Francisco adquirió en todos los países un prestigio y un apoyo crecientes, y hoy es en un referente global incuestionable para la inmensa mayoría de los cristianos y personas de buena voluntad.
En nuestro país, gran parte de los medios de comunicación han puesto más la atención en hechos menores e incluso han identificado al Papa con determinadas figuras políticas o sociales. Algunos de ellos han sido claros afirmando que no representan ni pretenden representar al Papa ni a la Iglesia. Sin embargo, esta constante asociación ha generado muchas confusiones y justificado lamentables tergiversaciones de su figura y sus palabras que llegan incluso a la injuria y la difamación.
La inmensa mayoría del pueblo argentino ama al Papa Francisco, no se deja confundir por quienes pretenden utilizarlo, sea pretendiendo representarlo, sea atribuyéndole posiciones imaginarias en función de sus propios intereses sectoriales. El pueblo sencillo quiere escuchar las enseñanzas del Santo Padre, y lo reconoce por su lenguaje claro y llano.
Acompañar a los movimientos populares en su lucha por la tierra, techo y trabajo es una tarea que la Iglesia ha realizado siempre y que el propio Papa promueve abiertamente, invitándonos a prestar nuestras voces a las causas de los más débiles y excluidos. Esto no implica de ninguna manera que se le atribuyan a él sus posiciones o acciones, sean estas correctas o erróneas.
Por ello, en vísperas a su próxima visita a los pueblos hermanos de Chile y Perú, queremos reiterar que el Papa Francisco se expresa en sus gestos y palabras de padre y pastor, y a través de los voceros formalmente designados por él. Nadie ha hablado ni puede hablar en nombre del Papa. Su aporte a la realidad de nuestro país hay que encontrarlo en su abundante magisterio y en sus actitudes como pastor, no en interpretaciones tendenciosas y parciales que sólo agrandan la división entre los argentinos.
Deseamos ardientemente que el Papa Francisco sea valorado y escuchado como él se merece y como nos lo merecemos todos los argentinos.
Que la Virgen de Luján nos ayude a construir como hermanos nuestra Patria
En nuestro país, gran parte de los medios de comunicación han puesto más la atención en hechos menores e incluso han identificado al Papa con determinadas figuras políticas o sociales. Algunos de ellos han sido claros afirmando que no representan ni pretenden representar al Papa ni a la Iglesia. Sin embargo, esta constante asociación ha generado muchas confusiones y justificado lamentables tergiversaciones de su figura y sus palabras que llegan incluso a la injuria y la difamación.
La inmensa mayoría del pueblo argentino ama al Papa Francisco, no se deja confundir por quienes pretenden utilizarlo, sea pretendiendo representarlo, sea atribuyéndole posiciones imaginarias en función de sus propios intereses sectoriales. El pueblo sencillo quiere escuchar las enseñanzas del Santo Padre, y lo reconoce por su lenguaje claro y llano.
Acompañar a los movimientos populares en su lucha por la tierra, techo y trabajo es una tarea que la Iglesia ha realizado siempre y que el propio Papa promueve abiertamente, invitándonos a prestar nuestras voces a las causas de los más débiles y excluidos. Esto no implica de ninguna manera que se le atribuyan a él sus posiciones o acciones, sean estas correctas o erróneas.
Por ello, en vísperas a su próxima visita a los pueblos hermanos de Chile y Perú, queremos reiterar que el Papa Francisco se expresa en sus gestos y palabras de padre y pastor, y a través de los voceros formalmente designados por él. Nadie ha hablado ni puede hablar en nombre del Papa. Su aporte a la realidad de nuestro país hay que encontrarlo en su abundante magisterio y en sus actitudes como pastor, no en interpretaciones tendenciosas y parciales que sólo agrandan la división entre los argentinos.
Deseamos ardientemente que el Papa Francisco sea valorado y escuchado como él se merece y como nos lo merecemos todos los argentinos.
Que la Virgen de Luján nos ayude a construir como hermanos nuestra Patria
Buenos Aires, 10 de enero de 2018
Comisión Ejecutiva
Conferencia Episcopal Argentina
Comisión Ejecutiva
Conferencia Episcopal Argentina
FRANCISCO AMIGO
Mary Mary wenul, Iorana Hoa, Francisco amigo tu pueblo ora
Kamisaki wintata, Chile abre su corazón, al mensaje del padre que se hace vida en tu voz.
Letra: Francisco, Amigo
Todo Chile está de fiesta celebrando tu venida
A tu encuentro asistiremos porque es dialogo de vida,
Te invitamos a una Minga donde se unan nuestras almas,
Trabajando todos juntos en un canto de esperanza.
Ten confianza que este pueblo junto a Cristo se levanta
De la cordillera al mar, norte y sur ya están en marcha.
Mary Mary wenul, Iorana Hoa, Francisco amigo tu pueblo ora
Kamisaki wintata, Chile abre su corazón, al mensaje del padre que se hace vida en tu voz.
Las regiones van camino a reunirse en tu palabra
Que despierta, y que nos une en un himno de alabanza
Porque el Padre está presente, y nuestra Iglesia no descansa,
Porque Chile más que nunca necesita tu enseñanza.
Ten confianza que mi patria, es tierra fértil, tierra santa
Y que fruto de este encuentro brotará una nueva alianza.
Mary Mary wenul, Iorana Hoa, Francisco amigo tu pueblo ora
Kamisaki wintata, Chile abre su corazón, al mensaje del padre
que se hace vida en tu voz.
(“RAPEADO o HIP HOPEADO”):
Cada uno de nosotros tiene algo de especial, y aunque somos diferentes Cristo
nos recibe igual, con su ejemplo de justicia nos entrega una señal que abracemos al más débil es nuestro deber social.
Porque tu y yo somos Iglesia peregrina no dejemos que el “maligno” nuestra vida nos defina, levantemos corazones, unamos nuestras manos, despertemos la conciencia y vivamos como hermanos.
Mary Mary wenul, Iorana Hoa, Francisco amigo tu pueblo ora
Kamisaki wintata, Chile abre su corazón, al mensaje del padre
que se hace vida en tu voz.
Mary Mary Wenul: Hola amigo (Mapudungun)
Iorana Hoa: Hola amigo (Rapanui)
Kamisaki wintata: ¿Cómo estás amigo? (Aymara)
11 ene 2018
Diplomatura en Ministerio de la Escucha (DIME) ABIERTA LA INSCRIPCIÓN para 2018 A partir de 2017, ofrecemos la posibilidad de cursar la Diplomatura en Ministerio de la Escucha (DIME)
Diplomatura en Ministerio de la Escucha (DIME)
ABIERTA LA INSCRIPCIÓN para 2018
A partir de 2017, ofrecemos la posibilidad de cursar la Diplomatura en Ministerio de la Escucha (DIME) a distancia.
“Necesitamos ejercitarnos en el arte de escuchar, que es más que oír…es la capacidad del corazón que hace posible la proximidad, sin la cual no existe un verdadero encuentro espiritual”Papa Francisco, Evangelii Gaudium
Lanzamos este programa a través de una plataforma de educación virtual pensando especialmente en aquellas personas que están alejadas de centros de formación (más de 70 km) o que por algún tipo de impedimento no tienen la oportunidad de acceder a ella.
Tenemos la alegría y el honor de contar, como centro asociado, con la certificación conjunta de la Pontificia Facultad del Teresianum de Roma, perteneciente a la Orden del Carmelo Descalzo, referente de la mística y la espiritualidad.
Como Ministros de la Escucha, podrán brindar este servicio en parroquias, hospitales, centros comunitarios, o en la vida cotidiana, en sus propias familias, círculo de amigos o compañeros de trabajo.
OBJETIVOS:
– Que los alumnos adquieran las capacidades, habilidades y espiritualidad adecuadas para ejercer como Ministros de la Escucha en distintos ámbitos y realidades humanas y sociales.
– Que conozcan y experimenten el Camino al Corazón como una espiritualidad que invita a vivir la fe, la vida y la oración encarnadas en la realidad concreta de cada persona.
– Que aprendan a escuchar contemplativamente a sí mismas, a los demás y a Dios.
– Que Conozcan y recorran el camino de la oración contemplativa bebiendo de las fuentes de la rica tradición mística de la Iglesia.
DESTINATARIOS
Laicos, sacerdotes, consagrados. Personas que se sientan llamadas a ejercer este ministerio, preferentemente aquellos que estén insertados y colaborando en una comunidad eclesial, institución, ONG, etc.
DIRECCIÓN GENERAL
Inés Ordoñez de Lanús
MODALIDAD
Semipresencial (b-learning)
El programa se desarrolla en 2 años.
Una serie de materias se cursa y aprueba por aula virtual y otras se cursan de modo presencial.
Aula Virtual: se recibe todo el material de estudio y la evaluación online.
Presencial: consta de dos instancias.
Para alumnos de Argentina:
1. La participación en 2 talleres de fin de semana intensivos que se impartirán en fecha a convenir con los alumnos en distintos puntos del país.
2. Además, los alumnos deberán participar de un retiro de 5-7 días en Casa de María, Luján, Pcia. de Buenos Aires, cuya fecha podrán elegir, entre las disponibles en el calendario anual de Retiros del SEA.
Para alumnos residentes en el extranjero:
Podrán completar los presenciales en la sede más próxima a su domicilio:
Monterrey – Mexico
Miami – EE. UU
Santigo – Chile
METODOLOGÍA
La diplomatura se desarrolla por medio de AULA VIRTUAL. Los alumnos tendrán que cursan preferentemente en grupo de alumnos más cercano a su domicilio. Nuestra metodología implica un espacio de “compartir” las experiencias a medida que se van profundizando los temas.
Cada materia está a cargo de un tutor que acompaña el curso de la materia mediante recursos de Internet: conferencias web, foros, mensajes de textos, etc.
Cada alumno contará con un Acompañantes Espiritual que acompañará el proceso que la persona vaya haciendo a lo largo de su formación.
Los mismos son formados por el mismo CESM y la comunicación con las personas es a través de videollamada.
Las prácticas del Ministerio se realizan en servicio a cada comunidad que se pertenece.
Las instancias presenciales hacen posible el encuentro entre los alumnos, profesores y acompañantes, la participación en los talleres de integración personal y corporal, así como la experiencia de un retiro contemplativo de una semana.
PLAN DE ESTUDIOS
Las materias tienen una duración de entre 8 y 10 semanas. Se cursan 2 materias por vez. Las materias tienen una fecha de inicio y cierre. En el transcurso de este período todas las personas inscriptas cursan y finalizan juntas.
Es decir que el curso se desarrolla por medio de cohorte, por promoción, camada. Una vez consolidado un número de alumnos, comienza el desarrollo de la materia.
1° AÑO | ||
MATERIAS | MODALIDAD | DURACIÓN |
FE, VIDA y ORACIÓN | virtual | 9 semanas |
Espiritualidad del Corazón I: YO SOY: Mi identidad | virtual | 9 semanas |
ANTROPOLOGÍA CRISTIANA | virtual | 9 semanas |
PSICOLOGÍA I | virtual | 9 semanas |
Introd. a la Lectio Divina: ORAR CON LA PALABRA | virtual | 9 semanas |
El CAMINO DE LA CONTEMPLACIÓN | virtual | 9 semanas |
ANTIGUO TESTAMENTO | virtual | 10 semanas |
NUEVO TESTAMENTO | virtual | 10 semanas |
Taller AUTOCONOCIMIENTO | presencial | fin de semana intensivo |
NUESTRO CUERPO / PERCEPCIÓN CORPORAL | presencial | fin de semana intensivo |
RETIRO CONTEMPLATIVO DE 5 DÍAS | presencial | semana intensiva |
2° AÑO | ||
MATERIAS | MODALIDAD | DURACIÓN |
Espiritualidad del Corazón II: YO ESTOY. Mi presente | virtual | 9 semanas |
ESCUCHAR CON EL CORAZÓN (Teoría) | virtual | 9 semanas |
CRISTOLOGÍA | virtual | 9 semanas |
CARTAS PAULINAS | virtual | 9 semanas |
PSICOLOGÍA II | virtual | 9 semanas |
ORAR CON LOS SALMOS | virtual | 9 semanas |
ESPIRITUALIDAD CARMELITA | virtual | 10 semanas |
LA COMUNICACIÓN CORPORAL | presencial | fin de semana intensivo |
Taller Nuestra historia a la luz de San Agustín | presencial | fin de semana intensivo |
DANZANDO NUESTRO HISTORIA | presencial | fin de semana intensivo |
PRÁCTICA Y SUPERVISIÓN de M. de la ESCUCHA | presencial | fin de semana intensivo |
RETIRO CONTEMPLATIVO DE 7 DÍAS | presencial | (si no se completó el año anterior) |
ARTICULACIÓN
Los alumnos que hayan aprobado la totalidad del programa podrán completar su formación como Acompañantes Espirituales en 2 años más, de manera presencial en las distintas filiales del CESM.
REQUISITOS
Cursar la Diplomatura en comunidad (al menos 3 personas que puedan reunirse regularmente en grupo de estudio)
INSCRIPCIÓN
Está abierta la inscripción para el ciclo 2018.
CONSULTAS E INFORMES
Mensaje Papa Francisco previo a su visita a Chile #FranciscoenChile
"Voy hacia ustedes como peregrino de la alegría del Evangelio para compartir con todo la paz del Señor".