Enciende una luz... y hazla brillar...
Acá les dejamos para que recen con el Evangelio del domingo!
Abrazando la Palabra -6-
Domingo 22 de marzo
Juan 9, 1- 40
Domingo 22 de marzo
Juan 9, 1- 40
ME PREPARO- El lugar, el tiempo y el corazón
“Un amor que nos salva haciéndonos brillar”
ENCUENTRO QUE LA PALABRA ESTÁ PRESENTE EN MI VIDA DE TODOS LOS DÍAS.
¡Hoy te propongo empezar imaginando algo lindo!
¿A quién no le gusta ver un amanecer o un atardecer? ¿A quién no le nace en esos momentos, cerrar los ojos y aún sin verlo, sentir y disfrutar del calor y la paz que te transmite. Es que la luz no solo se puede ver, también se puede sentir ... Hacé la prueba, imagínate un lindo amanecer o atardecer… intenta “sentir esa calidez”… “déjate llenar con su luz” …
Con una amiga siempre decimos “Un día de sol, es un día de sol” ¿qué simple no? pero ¿comprendés que hay detrás de esa frase? la luz y su calor son como lentes que nos permiten ver y sentir las cosas “iluminadas” y es más, no solo las cosas, sino también a las personas. Cuántas veces decimos que alguien que conocemos “irradia luz”, “brilla”, contagia, tiene “chispa”… ¡Qué regalo es tener esa luz! ¿Tendrá algo que ver con la Palabra que vamos a leer?
Juan 9, 1- 40
¿A quién no le gusta ver un amanecer o un atardecer? ¿A quién no le nace en esos momentos, cerrar los ojos y aún sin verlo, sentir y disfrutar del calor y la paz que te transmite. Es que la luz no solo se puede ver, también se puede sentir ... Hacé la prueba, imagínate un lindo amanecer o atardecer… intenta “sentir esa calidez”… “déjate llenar con su luz” …
Con una amiga siempre decimos “Un día de sol, es un día de sol” ¿qué simple no? pero ¿comprendés que hay detrás de esa frase? la luz y su calor son como lentes que nos permiten ver y sentir las cosas “iluminadas” y es más, no solo las cosas, sino también a las personas. Cuántas veces decimos que alguien que conocemos “irradia luz”, “brilla”, contagia, tiene “chispa”… ¡Qué regalo es tener esa luz! ¿Tendrá algo que ver con la Palabra que vamos a leer?
Juan 9, 1- 40
LA PALABRA SE HACE VIDA Y ORACIÓN EN NOSOTROS
Como siempre vamos a intentar sentirnos en la época de Jesús, y seguirlo bien de cerca…
Hoy el Evangelio nos presenta a un hombre que era ciego desde su nacimiento, seguramente estaría sentado en el suelo pidiendo ayuda, cerca de la piscina de Siloé, que significaba “enviado”. Si podés, acordate el nombre “porque en la Palabra de Dios, nada es casualidad”… y a ese lugar llega Jesús con sus discípulos, y como siempre, andan por ahí los fariseos.
Hoy me voy a quedar con el ciego… Vos si querés después lo seguís rezando, pero ahora te propongo mirar a este ciego que tanto nos va a “iluminar “ el día …
El Evangelio quiere que nos encontremos con este hombre que nació sin ver, que vivió siempre en la oscuridad, se podría decir, que nunca conoció la luz. Jesús se acerca, sabe que Él lo necesita, la iniciativa es de Dios, por eso le pone barro con su saliva en su ojos, pero… ¿Te diste cuenta que este milagro tiene algo muy especial? Para poder volver a ver, el ciego tiene que escuchar y hacer lo que Jesús le dice! Tiene que ponerse de pie, ir a la piscina de Siloé y lavarse! Él también pone algo de sí para curarse! Y sin duda ese encuentro tuvo algo especial, porque Él confió en su voz, en su modo de acercarse, en las palabras que casi sin darse cuenta le abrieron su corazón …
No hay duda que el ciego en su interior siempre esperó volver a ver, porque aún en su oscuridad, reconoció algo de Dios y le entregó sus ojos para que los curara, le entregó su ceguera! Y al lavarse, esa agua no solo le dio luz, le devolvió la Fe!… Agua, luz, y Fe… ¿Te suenan? Casi un volver a nacer … un camino Pascual.
Jesús lo cura lavándolo y enviándolo. Su vida se ilumina, Él vuelve a ponerse de pie, puede ir y venir contando a todos lo que le había pasado! Ese encuentro lo convirtió en un “enviado”, un ¿testigo tal vez?
Y acá se da esta enseñanza tan sorprendente de Dios que nos muestra como a veces “los que vemos” en realidad “no vemos o no queremos ver” y los que “no ven” son los que “encuentran la luz” y nos la comparten. Por eso en la vida del ciego, se muestra la “obra del Amor Dios”.
Vos me podés decir… Es muy lindo este encuentro, pero ¿qué tiene que ver conmigo? ¡Mucho!
¿Sabés? Todos en nuestro corazón tenemos historias y heridas “muy nuestras” que preferimos dejarlas ahí, “ocultas en nuestra oscuridad”… Tal vez son esas que sentimos que si salen a la luz , nos dejarían al costado del camino, como a este ciego… pero pesan y duelen… y tantas veces nos quitan la libertad…
Siempre me impresionó mucho cada vez que en el Evangelio escuchaba la frase ¿algo habrá hecho para merecer ese mal? ¿algo habrán hecho sus padres?
¡No! ¿Quién puede creer en un Dios así? ¿Por qué pensarían así? ¿Por qué echarle la culpa a Dios del mal? ¡No tendría sentido! Muy distinto es cuando decimos… “En su vida se manifestará la obra de Dios”… eso sí… eso es otra cosa… sino mirá cómo se transformó la vida del ciego.
Hoy Jesús nos invita a vos y a mí a reconocernos “ciegos”, a entregarle nuestros ojos, nuestras cegueras, eso que todavía tenemos en la sombra de nuestro interior… Él quiere que vivamos en la luz, no en la oscuridad. ¡Él quiere ser nuestra luz! Y como decía el Papa en estos días, Dios no tiene memoria, Dios quiere que te acerques a Él, así como sos, así como estás, con tu verdad…
No nos perdamos la oportunidad de sentirnos recibidos, sanados, abrazados, curados por el amor de Dios que todo lo quiere “iluminar”
Donde está Dios, no hay oscuridad, no hay sombras, por eso Él es la luz!
Y así como empecé diciéndote que el amanecer es para todos y que el sol sale para todos! Jesús viene para vos, para mí y su luz quiere llegar a todos.
¿Me dejás que te recuerde algo?
Dios pone en nuestra vida muchas oportunidades para que le entreguemos nuestras cegueras, Él nos acerca a personas que nos quieren bien, que nos quieren ayudar, corazones que contagian “luz “ y que tanto necesitamos… porque Dios nos quiere ver “brillar” con su “luz”, nos quiere felices, nos quiere en paz, nos desea lo mejor siempre, sabe que somos capaces de mostrar con nuestra vida la obra de su Amor… ¡En ese Dios creemos!
No importa la oscuridad que tengamos, la ceguera que llevemos, ¡se la tenemos que entregar a Él!
Hoy el Evangelio nos presenta a un hombre que era ciego desde su nacimiento, seguramente estaría sentado en el suelo pidiendo ayuda, cerca de la piscina de Siloé, que significaba “enviado”. Si podés, acordate el nombre “porque en la Palabra de Dios, nada es casualidad”… y a ese lugar llega Jesús con sus discípulos, y como siempre, andan por ahí los fariseos.
Hoy me voy a quedar con el ciego… Vos si querés después lo seguís rezando, pero ahora te propongo mirar a este ciego que tanto nos va a “iluminar “ el día …
El Evangelio quiere que nos encontremos con este hombre que nació sin ver, que vivió siempre en la oscuridad, se podría decir, que nunca conoció la luz. Jesús se acerca, sabe que Él lo necesita, la iniciativa es de Dios, por eso le pone barro con su saliva en su ojos, pero… ¿Te diste cuenta que este milagro tiene algo muy especial? Para poder volver a ver, el ciego tiene que escuchar y hacer lo que Jesús le dice! Tiene que ponerse de pie, ir a la piscina de Siloé y lavarse! Él también pone algo de sí para curarse! Y sin duda ese encuentro tuvo algo especial, porque Él confió en su voz, en su modo de acercarse, en las palabras que casi sin darse cuenta le abrieron su corazón …
No hay duda que el ciego en su interior siempre esperó volver a ver, porque aún en su oscuridad, reconoció algo de Dios y le entregó sus ojos para que los curara, le entregó su ceguera! Y al lavarse, esa agua no solo le dio luz, le devolvió la Fe!… Agua, luz, y Fe… ¿Te suenan? Casi un volver a nacer … un camino Pascual.
Jesús lo cura lavándolo y enviándolo. Su vida se ilumina, Él vuelve a ponerse de pie, puede ir y venir contando a todos lo que le había pasado! Ese encuentro lo convirtió en un “enviado”, un ¿testigo tal vez?
Y acá se da esta enseñanza tan sorprendente de Dios que nos muestra como a veces “los que vemos” en realidad “no vemos o no queremos ver” y los que “no ven” son los que “encuentran la luz” y nos la comparten. Por eso en la vida del ciego, se muestra la “obra del Amor Dios”.
Vos me podés decir… Es muy lindo este encuentro, pero ¿qué tiene que ver conmigo? ¡Mucho!
¿Sabés? Todos en nuestro corazón tenemos historias y heridas “muy nuestras” que preferimos dejarlas ahí, “ocultas en nuestra oscuridad”… Tal vez son esas que sentimos que si salen a la luz , nos dejarían al costado del camino, como a este ciego… pero pesan y duelen… y tantas veces nos quitan la libertad…
Siempre me impresionó mucho cada vez que en el Evangelio escuchaba la frase ¿algo habrá hecho para merecer ese mal? ¿algo habrán hecho sus padres?
¡No! ¿Quién puede creer en un Dios así? ¿Por qué pensarían así? ¿Por qué echarle la culpa a Dios del mal? ¡No tendría sentido! Muy distinto es cuando decimos… “En su vida se manifestará la obra de Dios”… eso sí… eso es otra cosa… sino mirá cómo se transformó la vida del ciego.
Hoy Jesús nos invita a vos y a mí a reconocernos “ciegos”, a entregarle nuestros ojos, nuestras cegueras, eso que todavía tenemos en la sombra de nuestro interior… Él quiere que vivamos en la luz, no en la oscuridad. ¡Él quiere ser nuestra luz! Y como decía el Papa en estos días, Dios no tiene memoria, Dios quiere que te acerques a Él, así como sos, así como estás, con tu verdad…
No nos perdamos la oportunidad de sentirnos recibidos, sanados, abrazados, curados por el amor de Dios que todo lo quiere “iluminar”
Donde está Dios, no hay oscuridad, no hay sombras, por eso Él es la luz!
Y así como empecé diciéndote que el amanecer es para todos y que el sol sale para todos! Jesús viene para vos, para mí y su luz quiere llegar a todos.
¿Me dejás que te recuerde algo?
Dios pone en nuestra vida muchas oportunidades para que le entreguemos nuestras cegueras, Él nos acerca a personas que nos quieren bien, que nos quieren ayudar, corazones que contagian “luz “ y que tanto necesitamos… porque Dios nos quiere ver “brillar” con su “luz”, nos quiere felices, nos quiere en paz, nos desea lo mejor siempre, sabe que somos capaces de mostrar con nuestra vida la obra de su Amor… ¡En ese Dios creemos!
No importa la oscuridad que tengamos, la ceguera que llevemos, ¡se la tenemos que entregar a Él!
LA PALABRA SE HACE GESTO
Como GESTO hoy te propongo que vayamos juntos a la piscina de Siloé, intentemos sentir que Dios pone barro en nuestros ojos y que nos lavamos en esa agua pura que nos devuelve la posibilidad de ver ¿Sabés qué es lo primero que vas a ver? ¡A Dios! como cuando un bebé nace ¿a quién ve por primera vez? ¡a sus padres que lo miran con Amor! y esa mirada como siempre lo cambia todo, lo ilumina todo.
Hoy podríamos decir que “Somos amados, salvados y enviados a ser luz” ¿Te animás?
¿Y si en casa armamos un lugar especial para rezarle a Jesús en estos días? Hoy podemos prender un vela y confiarle todo lo que tenemos en el corazón.
Dios nos escucha y nos acompaña siempre.
Hoy podríamos decir que “Somos amados, salvados y enviados a ser luz” ¿Te animás?
¿Y si en casa armamos un lugar especial para rezarle a Jesús en estos días? Hoy podemos prender un vela y confiarle todo lo que tenemos en el corazón.
Dios nos escucha y nos acompaña siempre.
Estamos viviendo días en que más que nunca nuestra Fe nos tiene que transformar en “portadores de luz”, nos tiene que “hacer brillar”.
Recemos para que este “quedarnos en casa” no nos cierre el corazón ni la mirada y podamos estar atentos a los que más nos necesitan.
¡Con pequeños gestos se puede hacer tanto bien! No lo olvidemos.
Recemos para que este “quedarnos en casa” no nos cierre el corazón ni la mirada y podamos estar atentos a los que más nos necesitan.
¡Con pequeños gestos se puede hacer tanto bien! No lo olvidemos.
Y desde el lugar y la misión en que nos toque estar durante estos días, que Dios nos bendiga y nos cuide a todos.
Buena semana
Abrazo gigante
Buena semana
Abrazo gigante
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