LAS CRISIS DE LOS NIÑOS EN EL DUELO – PARTE 2
Hace un tiempo me comentaba una señora: “Qué difícil son para mí los duelos, especialmente los duelos por la muerte de seres queridos. Murió mi papá cuando yo era niña, éramos dos hermanas muy pequeñas”. Ahí entendí cuál podía ser su complicación, pero enseguida me aclaró “no fue porque muriera mi papá y nosotras fuéramos niñas tan pequeñas, sino por lo que pasó, sobre todo en el velatorio” ¿y qué pasó? La mamá con una gran tristeza en un momento se lanzó sobre el cajón, sobre el ataúd gritando y… ¿Qué decía?... “¿Por qué te has muerto? ¿Por qué nos has abandonado? Quiero morirme con vos”. Para nosotras, pensaron aquellas pequeñas, fue una gran sacudida. ¿Por qué te has ido y nos has abandonado? La madre decía “quiero morirme con vos”. ¿Qué sensación de abandono tuvieron esas chicas? Se dieron cuenta de que mama prefería morirse con su esposo que vivir con ellas. Ese fue el inicio de una crisis vital. Esas chicas iniciaron un proceso de duelo mal llevado. Porque la madre nunca pensó en que las hijas también hacían su proceso de duelo. Los hijos hacen el buen duelo, según lo haga el matrimonio, los papás, por eso es muy importante respetar sus tiempos. No olvidemos que los niños tienen que escuchar la palabra “morir”. No hay que emplear eufemismos con ellos. A los niños hay que decirles donde esta papá, mamá o el hermano fallecido. A su tiempo, con imágenes, con expresiones de la fe. Pero algo fundamental, hay que llorar juntos en un principio pero después papá y mamá por amor a los otros hijos tienen que cuidar mucho su lenguaje, las expresiones de su tristeza, porque tienen que dar seguridad a sus hijos. No olvidemos, los hijos hacen un buen proceso de duelo cuando lo hacen los papás. Y eso sí, hay que hablar en familia, dialogar, pero no esperemos que la iniciativa la tomen los pequeños, la iniciativa la tienen que tomar papá y mamá.
P. Mateo Bautista.
Hace un tiempo me comentaba una señora: “Qué difícil son para mí los duelos, especialmente los duelos por la muerte de seres queridos. Murió mi papá cuando yo era niña, éramos dos hermanas muy pequeñas”. Ahí entendí cuál podía ser su complicación, pero enseguida me aclaró “no fue porque muriera mi papá y nosotras fuéramos niñas tan pequeñas, sino por lo que pasó, sobre todo en el velatorio” ¿y qué pasó? La mamá con una gran tristeza en un momento se lanzó sobre el cajón, sobre el ataúd gritando y… ¿Qué decía?... “¿Por qué te has muerto? ¿Por qué nos has abandonado? Quiero morirme con vos”. Para nosotras, pensaron aquellas pequeñas, fue una gran sacudida. ¿Por qué te has ido y nos has abandonado? La madre decía “quiero morirme con vos”. ¿Qué sensación de abandono tuvieron esas chicas? Se dieron cuenta de que mama prefería morirse con su esposo que vivir con ellas. Ese fue el inicio de una crisis vital. Esas chicas iniciaron un proceso de duelo mal llevado. Porque la madre nunca pensó en que las hijas también hacían su proceso de duelo. Los hijos hacen el buen duelo, según lo haga el matrimonio, los papás, por eso es muy importante respetar sus tiempos. No olvidemos que los niños tienen que escuchar la palabra “morir”. No hay que emplear eufemismos con ellos. A los niños hay que decirles donde esta papá, mamá o el hermano fallecido. A su tiempo, con imágenes, con expresiones de la fe. Pero algo fundamental, hay que llorar juntos en un principio pero después papá y mamá por amor a los otros hijos tienen que cuidar mucho su lenguaje, las expresiones de su tristeza, porque tienen que dar seguridad a sus hijos. No olvidemos, los hijos hacen un buen proceso de duelo cuando lo hacen los papás. Y eso sí, hay que hablar en familia, dialogar, pero no esperemos que la iniciativa la tomen los pequeños, la iniciativa la tienen que tomar papá y mamá.
P. Mateo Bautista.
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