Los temas
difíciles en la catequesis de niños
§ Principios para
guiarnos.
§ ¿Cómo explicar la muerte y la esperanza?Alejandro Larrosa
ORIENTACIONES GENERALES
Educar a nuestros
alumnos es hoy un compromiso que nos desafía ante el mundo cambiante y
movilizante en que nos toca vivir.
Sin duda son muchos los
temas que nos preocupan, que nos confrontan ante las preguntas muchas veces
angustiantes de nuestros chicos.
A veces caemos en la
tentación de tener que saber todas las respuestas, de poder explicar lo
inexplicable o de simplemente dejar tranquilas sus conciencias
Pero esto no es el camino
que podríamos seguir para llevar a nuestros alumnos a buen puerto. Queremos
poder desarrollar la capacidad de guiarlos a encontrarse con la verdad y no ser
nosotros los dueños mismos de la verdad, llevarlos al encuentro con Jesús que
es “Camino, Verdad y Vida” para poder dejarse abrazar por El y así ir encontrando
las respuestas a sus vidas.
Es muy importante que
tomemos un rol de mediadores activos ya que muchas de las preguntas vitales,
existenciales que los niños se hacen intentarán ser contestadas desde distintos
medios, como el cine, la literatura, la televisión, los amigos, la familia u
otros y muchas veces estas respuestas no serán orientadoras sino
distorsionadoras de la mirada misericordiosa y plenificante que Dios tiene de
sus hijos.
“Ser misioneros en la gran ciudad
nos desafía a descubrir las huellas del Señor” Este es nuestro don y a la vez
nuestra tarea. Pero debemos saber que no hay discipulado sin comunión ni
cristianos sin Iglesia. Nuestra fuerza está en el Cuerpo y solos no podemos.
Esta certeza no se nos puede desdibujar, este sentimiento debe calar hondo en
nuestra humanidad tantas veces bombardeada por andanadas de individualismo.
Como dice el documento de
Aparecida. “El Espíritu Santo nos identifica con Jesús-Vida permitiéndonos
abrazar su plan de amor y entregarnos para que otros tengan vida en El (DA
137)
Sabemos que contamos con la Gracia de estado como nos
enseñaba Santo Tomás, confiemos en que aquel que nos da la misión nos va a dar
las armas necesarias para llevarla a cabo.
Los invito a reflexionar
juntos par ir construyendo caminos que nos ayuden a ser mejores mediadores en
el crecimiento de nuestros chicos.
PRINCIPIOS PARA GUIARNOS
A continuación les dejo
una lista de principios extractados del libro
“Temas Difíciles con los Niños”,
de Luis M. Benavides. Editorial
Bonum. Buenos Aires, 2004
ü No
pretendamos aclarar o resolver problemas que los adultos no tenemos total y
absolutamente resueltos.
ü La verdad , la verdad y siempre la verdad.
No fantasear ni distorsionar la
verdad. Tampoco es necesario abundar en
detalles. La veracidad y sinceridad
frente al niño generan confianza.
Ejemplo: abuelito se murió. No va
a volver más. No lo esperes...
ü SER HONESTOS. Tratar de no
dar respuestas imposibles de aceptar o creer. Como por ejemplo: "el
abuelito está en una nube; te está
mirando..." "La tía
Susana es esa estrellita que te protege en las noches..."
ü SABER ACEPTAR
cualquier pregunta. Todo interrogante honestamente planteado
merece una respuesta seria.
ü Conviene
DAR
RESPUESTAS AFECTIVAS (más que efectivas) en las cuales expresemos
nuestro testimonio personal.
ü No esperar a
que se desencadene un hecho doloroso
O CRÍTICO para hablar de él
ü SER DIRECTOS. Tratar de responder del modo más simple y
realista posible. Luego detenernos y ver
si el niño desea más información; si no la solicita, para él ha sido
suficiente, al menos por el momento.
ü SER BREVES. No dar
disertaciones engorrosas y extensas, que terminan complicándose cada vez
más. Los chicos precisan respuestas
escuetas y simples.
ü DECIR NO SÉ, cuando sea
necesario. Existen muchas realidades
para las cuales el ser humano no tiene respuesta.
ü Hablar
con NATURALIDAD, SENCILLEZ, SERENIDAD Y
CONFIANZA EN DIOS.
ü PERMITIR A LOS NIÑOS EXPRESAR SUS
SENTIMIENTOS. La tristeza, el enojo, el desconcierto, la
depresión, etc. son sentimientos normales frente a situaciones límites.
ü COMPARTIR NUESTROS SENTIMIENTOS CON LOS
NIÑOS. No debemos ocultar nuestras emociones ni teatralizar
"como si no pasara nada".
Aceptar el dolor y la muerte como humanos.
ü NO DAR A LAS PREGUNTAS DE LOS NIÑOS MÁS
IMPORTANCIA DE LA QUE realmente TIENEN. A veces, nos preocupamos en exceso, mientras que el niño olvidará la pregunta
enseguida. Sobre todo, cuando la
pregunta no vuelve a repetirse o escucharse otra vez.
ü CREAR UN CLIMA DE ACOGIDA Y DE CONFIANZA, ya que
el niño completa con fantasías más terribles que la realidad lo que no entiende
ni comprende.
ü NO OCULTAR NI MINIMIZAR LAS PROBLEMÁTICAS
QUE LOS NIÑOS NOS PRESENTAN.
Cuando un chico está angustiado por algo, aunque para nosotros, sea una
nimiedad, hay que darle la importancia y contención debidas. Para ellos, son
temas importantes.
ü Hay que diferenciar
muy bien cuáles son los temas que deben ser tratados en forma personal de
aquellos que merecen un tratamiento grupal. El adulto deberá discernir cuáles son los
temas que responden a una problemática individual y cuáles, al grupo de
niños. Sabiendo que hay que dar a cada
uno según sus necesidades.
ü TODO NIÑO ES UN HOMBRE EN SU TOTALIDAD. Los
niños, por ser niños, no dejan de ser humanos. Si bien se encuentran en el
primer período de la vida, participan
plenamente de la experiencia humana, con toda su intensidad: sufren,
lloran, se alegran, tienen conciencia de sí mismos, expresan sus sentimientos,
se comunican, se enojan, sufren decepciones, etcétera. Merecen ser respetados y tenidos en cuenta
como el resto de los seres humanos.
ü CONFIAR EN DIOS, nuestro Padre,
que no nos abandona nunca y que nos prometió su asistencia en los momentos en
que no tengamos claro qué decir. Lo más
importante es transmitir a los niños una perspectiva de confianza en Dios. Los niños deben internalizar la idea de que
Dios está siempre. No nos abandona
nunca, ni siquiera en la muerte.
¿CÓMO EXPLICAR LA
MUERTE Y LA
ESPERANZA ?
“Al mismo tiempo que el niño pequeño comienza a decir ´yo´ cuando habla de sí mismo, va
paulatinamente haciendo experiencias cada vez más claras de la más importante
condición fundamental de la vida humana, la de que nuestro ser es limitado y
finito, ligado a un tiempo determinado y a un espacio concreto”
Reinmar Tschirch 1
Tal vez los niños no alcancen
a entender la magnitud de la muerte, ¿quién puede abarcar plenamente este
misterio?, pero no hay duda que van a vivir con intensidad el momento en que se
les presente cara a cara, sea con una muerte definitiva o con una experiencia
de sufrimiento importante de aquellos que forman parte de su universo.
Muchas veces por miedo a que
sufran o se impresionen o se atemoricen ocultamos acontecimientos que están
viviendo en las familia y tratamos de hacerlos vivir en una burbuja. Es
importante saber que tarde o temprano, de un modo u otro lo van a saber, lo van
a percibir.
El contexto en que nos toca
vivir está enmarcado por noticias que nos hablan de sufrimiento y muerte y al
mismo tiempo nos cuentan sobre la esperanza. No se puede separar estos dos
elementos de la realidad vida-muerte-vida como una secuencia misma de la Pasión y como un adelanto
de nuestra pascua. Por eso si bien es importante ir adaptándonos a la realidad
madurativa de cada niño es necesario transmitirle nuestra propia humanidad que
se pregunta acerca del misterio, que sufre y se esperanza en un Dios que sabe
no lo va a abandonar.
Muchas veces los chicos nos
sorprenden con sus preguntas acerca del sufrimiento y de la muerte. Desde
nuestro ser catequista a veces nos podemos molestar por sentirnos desinstalados
porque no era lo que tocaba explicar “hoy” o la respuesta del manual o libro no
la entiende o no lo satisface. ¿Esto es así y punto! Puede ser un intento de
escape ante una encrucijada que se nos presenta inesperadamente. Debemos tomar
estas preguntas como oportunidades y no como amenazas.
A veces es bueno discernir
si conviene contestar luego la pregunta en forma personal o a todo el grupo
pero sí es importante no dejar de contestarla.
Es bueno
reconocer nuestra finitud y pedir ayuda a otro catequista o a alguna persona de
gabinete, director, sacerdote u otros agentes pastorales que nos puedan ayudar
a responder a estos interrogantes.
Es real que muchas veces le escapamos al tema
de la muerte o del dolor, nos da miedo a nosotros mismos mencionarlo como si lo
estuviéramos convocando. Sin ser truculentos es bueno ir mezclando estas
conversaciones en lo cotidiano, en nuestra catequesis muchas veces se
presentarán desde el evangelio o la lectura de otros textos bíblicos escenas de
dolor, sufrimiento, esperanza y liberación aprovechemos para ir encarnando
estos escritos con la realidad de los niños que nos toca catequizar.
“Es conveniente aprovechar
algunas experiencias mediatizadotas para hablar de la muerte. Las ramas secas,
las hojas que caen, la muerte de los animales- especialmente de las mascotas –
pueden ser situaciones adecuadas para introducir a los niños en el tema.”
Luis M. Benavides2
Es muy importante generar
confianza en los chicos que sufren una pérdida importante de un ser muy
cercano. Manifestarles la seguridad de que no van a estar solos, que los van
cuidar. No debemos alimentar sus fantasías ya que de por sí son propensos a
hacerlo, es bueno ser concretos, simples y hablar desde el corazón y con la
verdad sin transmitirla tan crudamente
que los lastime.
Como agentes de pastoral
debemos cuidar de nuestros niños generando la esperanza y la certeza de que más
allá de todos nuestros miedos y dolores que son reales porque pertenecemos a
este universo de fragilidad y barro, está el abrazo inmenso y protector del
Dios que nos ama.
No
separar la fe de la vida
El momento
histórico que nos toca vivir es una ventana abierta a que nos comuniquemos con
los niños para ir orientándolos hacia los valores del Reino para que puedan
descubrirlos y encarnarlos.
Es importante estar atento a
los interrogantes vitales que vayan surgiendo en nuestros catequizandos pero al
mismo tiempo debemos nosotros tomar la iniciativa para encarar temas que
sabemos que están implícitos pero no siempre fácilmente salen a la luz.
Creando un ambiente abierto y
utilizando las oportunidades naturales de cada encuentro para hablar debemos
transmitir nuestros valores sin imponerlos pero con la convicción del que
testimonia lo que “ha visto y ha oído” He 4, 20.
La violencia es un elemento
natural de nuestra sociedad. Creo que es muy importante poder aprovechar todas
estas situaciones cotidianas para ir entrelazando con la Palabra el misterio de la Redención , la lucha
entre el bien y el mal, los primeros violentos como Caín y las primeras
víctimas como Abel.
Poder descubrir que es lo
que nos hace violentos, que nos lleva a desear el mal a otros, como podemos
nosotros aportar para que este mundo cambie comenzando por cambiar nosotros
“Conviértete y cree en el Evangelio”
No creo en una oposición de
lo bueno y lo malo en nuestra sociedad tan tajantemente como si nosotros
estuviéramos del lado de los buenos. Prefiero pensar más en la parábola del
trigo y la cizaña y en trabajar para limpiar nuestro campo para poder ayudar
luego a limpiar el del vecino.
Sería bueno no ponernos en el
rol de víctimas del sistema y fomentar la construcción de espacios de
participación y diálogo. No dar dobles mensajes y manejar con prudencia las
situaciones de pelea dentro del grupo.
A veces corremos el riesgo de
estar tan en el cielo que no nos damos cuenta que los problemas están muy cerca
nuestro.
Los conflictos
de cortes de calles y de protestas hoy tan frecuentes también son motivos
ideales para poder pensar sobre las obligaciones ciudadanas, sobre la justicia
e injusticia de nuestra sociedad y del compromiso por luchar por un mundo más
cristiano.
Poder potenciar todos los
valores positivos que encontramos en nuestra gente desde los orígenes de
nuestra patria, nuestros premios nobel, la gente que día a día lucha
testimoniando que este país es una bendición de Dios y no una tierra sin
remedio.
Luchar por estos valores es
nuestra tarea, dejarnos abrazar y fortalecer por nuestro Dios es nuestra
oportunidad de saber que no estamos solos y que podemos desde una clave de
Alianza lograr cambiar el mundo
En 1971, los Obispos reunidos
en el Sínodo hablaron de la educación para la justicia, en 1979 en Puebla los
Obispos latinoamericanos pensaron en el concepto de educación evangelizadora
como un superador de la propuesta de Medellín. El centro está puesto en la
conversión individual y social para la “genuina liberación cristiana” (DP 1026)
Luego se fueron sucediendo las
propuestas “educación en valores”, “educación como inculturación del
evangelio”, “educar para una sociedad alternativa” Desde esta evolución uno se
propone no tomar la justicia, o la solidaridad o la caridad como temas a
enseñar sino vivir desde y en ellos nuestro compromiso cristiano.
Les dejo este pensamiento
de nuestro querido padre benedictino:
“NO TENEMOS EN NUESTRAS MANOS LA SOLUCIÓN A LOS
PROBLEMAS DEL MUNDO PERO ANTE LOS PROBLEMAS DEL MUNDO TENEMOS NUESTRAS MANOS”
Mamerto Menapace
LA CLAVE DE LA
ENCARNACIÓN Y LA EUCARISTÍA COMO FUENTES DE DISCERNIMIENTO
Desde este breve
camino que vengo desarrollando les propongo nutrirse de estos dos elementos a
mi juicio claves para el desarrollo de nuestra tarea.
Reconocer y redescubrir
constantemente este anuncio fundamental del prólogo de San Juan “Y LA PALABRA SE HIZO CARNE Y
HABITÓ ENTRE NOSOTROS” Jn 1, 14, para poder saber que nuestro Dios conoce
nuestras debilidades, sabe de nuestros sufrimientos, no pretende que seamos
ángeles o seres a los que todo les resbala o anestesiados por seudo-espiritualidades
que tratan de evitar todo tipo de dolor como si no fuéramos de carne y hueso.
Somos de barro y en esto radica también nuestro tesoro como nos anunciaba
nuestro Cardenal Jorge Bergoglio:
“Pero es justamente desde la
experiencia de la fragilidad propia en donde se evidencia la fuerza de lo alto”
Y es en ese prójimo, nuestro
niño y su familia, que Dios nos llama a ser puente para que desde la realidad
de sus preguntas, dudas, miedos, inseguridades le podamos llevar el abrazo
misericordioso del Padre que lo sostiene y lo levanta. En la medida en que me
de cuenta que desde mi fragilidad puedo curar las heridas de mi hermano podré
experimentar el milagro que se produce cuando es convocado el amor.
“Nosotros
llevamos ese tesoro en recipientes de barro, para que se vea bien que este
poder extraordinario no procede de nosotros , sino de Dios”
2º Corintios 4,7
La segunda clave de
discernimiento es la
Eucaristía , aquí nos encontramos con un Cristo que se parte y
se reparte para alimentarnos e incorporarnos al misterio trinitario.
Esta fuerza que proviene
de este sacramento es indispensable para llevar adelante nuestra tarea. “Señor
que debo hacer, hoy traigo ante ti a mis niños, mirá a Jorge perdió a su padre
y está desconsolado dame la capacidad de poder acercarme a él y cuidar su
fragilidad. No entiendo a Claudia, sus planteos me parecen caprichosos pero por
otro lado sé que hay algo más, dame luz para descubrir que pasa…En la
presentación de las ofrendas deben ir mis niños, sus vidas, sus fragilidades
…su barro.
Creamos como nos decía
Santo Tomás de Aquino en la gracia de estado. Confiemos que si Dios nos puso
delante de ellos no nos dejará solos.
Encarnación y Eucaristía. Seamos profesionales desde la clave de
encarnación, aprovechemos la ciencia y a aquellos que nos puedan orientar,
sabiéndonos conocedores de nuestro barro y seamos orantes desde la centralidad
de la Eucaristía
donde el Señor nos llama, nos abraza y nos envía a anunciar todo lo que nos ha
enseñado mientras nos promete “Y Yo estaré siempre con ustedes hasta el
fin del mundo”. Mt 28. 20
Pidamos al Espíritu
Santo sus dones, yo especialmente le pido el don de Ciencia, Piedad y Consejo
para que nuestra tarea de mucho fruto.
ORACIÓN: MARÍA FORTALEZA EN EL DOLOR
Sabemos que contamos
con nuestra Madre. Ella que supo del dolor y del paso de la Pascua de su hijo, que
experimentó en carne propia nuestra fragilidad, nos acompaña y nos dice desde
Luján “No temas aquí está tu madre”
Los invito a cerrar
este taller con un momento de oración donde podamos ponernos en las manos de
nuestro Padre misericordioso.
ROMANOS 8, 35
(1998 Ramos Mejía)
¿La aflicción? ¡No nos separará
de tu amor!
¿La angustia? ¡No nos separará de
tu amor!
¿La persecución? ¡No nos separará
de tu amor!
¿El hambre? ¡No nos separará de
tu amor!
¿La desnudez? ¡No nos separará de
tu amor!
¿El peligro? ¡No! ¿La espada?
¡No!
¿Quién podrá apartarnos, oh
Cristo, de tu amor?
¡Oh, he visto el rostro de la
muerte!
¡Ella golpeó mi puerta, ella nos
buscaba!
¡Pero en tu nombre, oh Jesús,
vencemos
y de tu amor,
ya nada, nada, nada nos separa!
BIBLIOGRAFÍA
1
Tschirch, Reinmar. Dios para niños. Ed Sal Terrae.
Santander, 1981, p. 78
2
Benavides, Luis M.
Temas difíciles con los niños. Ed Bonum 2003
3
Conferencia Episcopal Argentina. Documento Navega mar adentro. 2003
4
El Libro del Pueblo de Dios. Fundación Palabra y Vida