Amada Santa
Teresa Benedicta de la Cruz
Hija del Día del Perdón
Mártir de Auschwitz
Maestra de la Iglesia.
Abrazadora de la Cruz con un amor como el de Cristo,
Descendiente de Abraham,
Hija de Nuestra Señora del Monte Carmelo,
Tú que profundamente te gozas en los corazones del Mesías y de su Madre,
por favor intercede por mi.
Oh Dios, si es
tu Voluntad,
permite que Santa Teresa Benedicta de la Cruz,
que creyó en tu Hijo en vida y lo siguió hasta la muerte por martirio,
intercede por mí en esta petición
(mencionar aquí su petición).
Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo Nuestro Señor,
¡Amén!
Señor, Dios de
nuestros padres,
Tú condujiste a Santa Teresa Benedicta
a la plenitud de la ciencia de la Cruz
al momento de su martirio.
Llénanos con el mismo conocimiento;
y, por su intercesión,
permítenos siempre seguir en búsqueda de ti, que eres la suprema Verdad,
y permanecer fieles hasta la muerte
a la alianza de amor ratificada por la sangre de tu Hijo
por la salvación de todos los hombres y mujeres.
Te lo pedimos por nuestro Señor,
¡Amén!
“En ese tiempo mi única oración era la búsqueda de
la Verdad”
La filosofía, que por si misma es capaz de
reconocer el incesante trascenderse del hombre hacia la verdad, ayudada por la
fe puede abrirse a acoger en “la locura de la cruz” la auténtica crítica de los
que creen poseer la verdad aprisionándola entre los recovecos de su sistema. La
“sabiduría de la cruz” supera todo límite cultural que se le quiere imponer y
obliga a abrirse a la universalidad de la Verdad, de la que es portadora.
La relación entre fe y filosofía encuentra en la
predicación de Cristo crucificado y resucitado el escollo contra el cual puede
naufragar, pero encima del cual puede desembocar en el océano sin límites de la
verdad. ¡Qué desafío más grande se le presenta a nuestra razón y qué provecho
obtiene si se rinde!
Mística y Filosofía, de la Nada al Ser
La existencia es un ensayo y la filosofía y la
mística es ese ascenso humilde del no ser al ser. Como Dice Edith Stein: “ En
mi ser fugitivo, yo abrazo un ser duradero” Existir es el paso de la nada al
todo, del asombro y la pregunta al horizonte interpretativo. La oración, como
la filosofía, es también ese buscar la verdad, esa ansia de saber ¿Qué es el
hombre para que te acuerdes de él? ¿Qué el ser humano para darle poder?
(Salmo.8)
Fe y razón son las dos alas con las cuales el
espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. El deseo de
verdad pertenece a la naturaleza misma del hombre ( n3)
A través de una disciplinada actividad
especulativa, la judía, filósofa, catedrática, carmelita y mártir, Edith Stein,
testimonia su personal honestidad en la búsqueda de la verdad. Cuando, como lo
sugiere el Papa Juan Pablo II en su encíclica “Fides et ratio,” se presta
atención al itinerario espiritual de los grandes maestros, se va progresando en
la búsqueda de la verdad para el servicio del hombre (n 74).
Edith, con gran sentido de la amistad y el deber,
pertenece al círculo de Gottinga: Max Scheller, Adolph Reinach, los Conrad
Martius. Se doctoró en filosofía en Friburgo con un escrito sobre la empatía y
fue sin duda una aventajada discípula de Husserl y su método fenomenológico.
Como docente trabajó el tema de las vocaciones femeninas y tradujo al alemán
las obras de Santo Tomás y el Cardenal Newman. Finalmente encontró la verdad,
que desde muy pequeña buscaba, leyendo “la Vida” de Santa Teresa. Ingresó en el
Carmelo y allí escribió su obra en que enlaza la filosofía y la espiritualidad:
“Ser Finito Ser Eterno”. Una obra que como ella misma lo dice “ fue escrita por
una principiante para principiantes”.
Ser finito, Ser Eterno
Ser finito, ser eterno fue escrita por orden del
Provincial que la mandó preparar un antiguo ensayo sobre los conceptos de acto
y potencia para imprimirlo. Pero ella sólo conservó este punto de partida. La
obra se centró en el problema del ser y la comparación entre el pensamiento
Tomista y el fenomenológico; quería hacer un trabajo útil, una fusión entre el
pensamiento medieval con el pensamiento vivo contemporáneo. Con la humildad de
quien sabe que es sólo “un punto de partida para una discusión objetiva”,
“porque ningún sistema de pensamiento humano alcanzará jamás un punto de
perfección tal que pueda satisfacer”, Edith se lanzó a presentarlo sabiendo que
“todos los que buscan lealmente la verdad tienen algo en común”.
Con su obra no pretendía sino “esbozar una doctrina
del ser, no un sistema filosófico. Ella conoció muchos sistemas pero supo que
aunque la verdad es una, se descompone para nosotros en muchas verdades que
debemos conquistar una tras otra. Profundizar en cada una de ellas nos hará ver
más lejos, horizontes más vastos. Esto está más allá de la tentación de reducir
toda “verdad” a una mera opinión.
Se trata de advertir, como dice el Papa Juan Pablo
II en la “Fides et ratio”, “un movimiento ondulante que consiste en que,
mientras la filosofía se sitúa en un camino que la hace cada vez mas cercana a
la existencia humana y a su modo de expresarse, por otra, tiende a hacer
consideraciones existenciales, interpretativas o del lenguaje que prescinden de
la cuestión radical sobre la verdad de la vida personal, del ser y de Dios. En
consecuencia, el pensador contemporáneo termina conformándose con verdades
parciales y provisionales sin intentar preguntas radicales sobre el sentido y
el fundamento último de la vida humana.
El ser eterno, el ser temporal, y el no ser, son
ideas que el espíritu descubre en sí mismo; él puede establecer relaciones
analógicas entre ellas y advertir semejanzas y desigualdades, y en este rumiar
filosófico va entrando en un no entender entendiendo, una experiencia que
trasciende toda ciencia, como lo canta San Juan de la Cruz.
Toda ciencia tiende hacia el ser verdadero. Este
escapa y está por encima de toda proposición o construcción de nociones,
juicios o argumentos. La ciencia es siempre fragmentaria (34). El mundo real es
en su plenitud inagotable para un conocimiento analítico. Si esto es así, toda
ciencia de la realidad, desde el punto de vista conceptual, no llegará jamás a
su fin. (36)
La filosofía, por tanto, no se contenta con un
esclarecimiento provisional; su meta es llegar a la claridad última, penetrar
hasta el último elemento comprensible, hasta el ser mismo. Hasta la estructura
del ente como tal, y hasta la división en géneros y especies, partiendo de este
impulso encontrará métodos de investigación apropiados (38). Así, todas las
ciencias hallan en la filosofía su principio.
Sin embargo, esta realización hacia la cual tiende
no significa más que el estado ideal sin poder jamás alcanzarlo. Sólo cuando es
reemplazado por la sabiduría divina se nos hace ver con una sola mirada lo que
la inteligencia humana acumulaba con esfuerzos milenarios (39). El mundo visto
por los ojos de la fe adquiere un nuevo significado (40). El filósofo que no
quiere ser infiel a la finalidad de comprender el ente hasta las últimas causas
se ve obligado a extender sus reflexiones hasta el campo de la fe, más allá de
lo accesible naturalmente.
Iluminados por la luz oscura de la Revelación
Lo que la revelación comunica es algo comprensible
que no puede ser percibido, ni probado por hechos naturales, ni captado
totalmente, ya que es inconmensurable, inagotable: las verdades fundamentales
de la fe no se alcanzan por la sola razón natural. A la filosofía le
corresponde realizar un acto puramente negativo, subordinar su propia
inteligencia y esto lo hará sólo en la medida que sea creyente ( 41).
Desde aquí todo entender filosófico que aúne las
verdades de la fe y el conocimiento filosófico dará a entender algo pero sólo
para indicar que el misterio sigue siendo incomprensible, insondable. “Todo cae
bajo la luz oscura de la fe” (43) y todo lo que es comprensible parecer reposar
sobre un transfondo incomprensible. La última sentencia a propósito de la
verdad, cuando se trata de proposiciones teológicas o filosóficas, corresponde
a la teología, a la Palabra de Dios interpretada por el magisterio de la
Iglesia ( 44).
“La filosofía cristiana no es sólo un nombre para
designar la ideología de los filósofos cristianos, ni de sus doctrinas, si no
el ideal de una obra de la razón que habría logrado abrazar en una unidad el
conjunto de lo que ofrece la razón natural y la revelación” ( 44). En la Edad
Media las sumas o compendios teológicos lo intentaron, pero este esfuerzo se
aparta del principio de que, ya que la realidad finita es cosa abstracta e
inagotable, con mucha más razón lo es el ser infinito de Dios”(44)
La revelación no abarca la plenitud de la verdad
divina. Dios se comunica al Espíritu Humano en la medida y en la forma que
dicta su sabiduría, y a Dios le corresponde ampliar la medida. La filosofía
tiende a poseer la visión simple por la cual Dios se comprende a si mismo y a
todo lo creado. Visión que sólo se puede ir alcanzando al unirse Dios al
hombre: el ser adquiere la participación del conocimiento divino viviendo la
vida divina. El mayor acercamiento a este fin supremo durante la vida terrestre
es la visión mística, aunque existe un camino que es la fe viva y auténtica,
por la cual se obtiene y se va creciendo en la gracia..
Sin creer que Dios existe, y qué es Dios, no
podemos tener fe. Aceptar a Dios es anterior a aceptar las verdades de la fe.
Aceptar a Dios es volverse hacia Él, tender hacia Dios (45) “La fe exige de
Dios más que verdades particulares, ella quiere a Dios mismo, que es la verdad,
el Dios entero, esto es captar sin ver, “aunque es de noche” (no basta la
imagen, la idea y el concepto, el ansia de luz entenebrece la razón y se
comienza a caminar en noche oscura”. “A la fe se le llama luz oscura”, único
camino del conocimiento y de la unión con Dios.
Aunque es de noche
“Es la oscuridad profunda de la fe frente a la
claridad eterna hacia la cual se dirige”. Dice San Juan de la Cruz. “ El ir
adelante el entendimiento es irse más poniendo en fe, y así, irse más
oscureciendo, porque la fe es tiniebla para el entendimiento (46) es una
superación de todo conocimiento particular obtenido por conceptos para entrar
en la simple aprehensión de la verdad única, Por eso la fe está más cerca de la
sabiduría divina que toda ciencia filosófica o aún teológica. Puesto que se
mete a oscuras en el misterio y en él se abandona. Allí se le comunican en
secreto verdades siempre más inagotables de sabiduría y conocimiento.
Pero puesto que el caminar en las tinieblas se nos
hace difícil, todo rayo de luz que cae en nuestra noche como un primer mensajero
de la claridad futura es un socorro inestimable para no perdernos y aún la
pequeña luz de la razón natural puede darnos servicios apreciables.
Tarea y servicio de la Filosofía
La tarea más noble de la filosofía cristina es
preparar el camino de la fe. Por esta razón se ha puesto tanto empeño en
construir una filosofía fundada en la razón natural. Sólo de esta manera se da
un trayecto del camino común con los incrédulos. Si ellos aceptan caminar con
nosotros este trayecto del camino quizás se dejarán guiar. Más lejos, de lo que
tenían pensado al principio, si no tienen prejuicios, como debe ser el filósofo
según su convicción, ciertamente no retrocederán delante de esta experiencia (
47).
“El pensamiento filosófico es a menudo único ámbito
de entendimiento y de diálogo con quienes no comparten nuestra fe. El
movimiento filosófico contemporáneo exige el esfuerzo atento de filósofos
creyentes capaces de asumir las esperanzas, nuevas perspectivas y problemáticas
de este momento histórico” (n 10). Este es el mejor servicio, la auténtica
diaconía a la Verdad.
Una Invitación:
En este fragmento de uno de los poemas de Edith
contemplemos algo del inmenso hallazgo y búsqueda incesante en la que se
adentra el filósofo cuando, creyente, se abisma en el Ser.
“Quién eres tú, dulce luz que me colma y de mi corazón la oscuridad alumbra.
Tú me guías como una mano materna Y si tú me abandonas
No sabría yo dar un paso más.Tú eres el espacio Que abarca mi ser y lo cobija Apartado de tí ,
me hundiría en el abismo De la nada,del que tú al ser me alzas Tú más cercano a mí que yo misma
Y más íntimo que mi propia intimidad Y siempre incomprensible e inagotable Escapando a todo nombre
Espíritu Santo Amor eterno. Edith Stein.
Bibliografía:
Stein, Edith: Ser finito y Ser Eterno, Ensayo de
una ascensión al sentido del ser. Fondo de Cultura Económica. México. 1996. 549
pp.
Ciencia de la Cruz. Estudio sobre San Juan de la
Cruz, Ed. Monte Carmelo, Burgos, 1989.390 pp.
Obras Selectas, Edición preparada por Francisco
Javier Sancho Fermín.
Ed. Monte Carmelo, Burgos, 1997, 611 pp
Juan Pablo II, FIDES et Ratio, Carta Encíclica, 122
pp. 14 de septiembre de 1998.
P.
Liomer Vásquez Díaz OCD