Rosario
meditado sobre los misterios de Virgen
María del Rosario de Fátima.
Misterios
Gozosos
1º Misterio:
La Anunciación del Ángel a María-Del Evangelio de S. Lucas
El Ángel Gabriel dijo a María: Concebirás y darás a luz a un Hijo… El será llamado Hijo del Altísimo… María dijo entonces: He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra.
Conocida la
voluntad del Señor, María se entregó, dijo un sí total e incondicional a Dios.
En Fátima, en la
primera aparición, Nuestra Señora preguntó a los Pastorcitos: “¿Queréis
ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él os quiera enviar,
en acto de reparación por los pecados con que Él es ofendido y de súplica por
la conversión de los pecadores?” Y ellos respondieron: “Sí, queremos”.
(Memorias de la Hermana Lucía = “MIL I”, Secretariado de los Pastorcitos,
Fátima, 10ª edición, p. 173s).
De ahí en adelante, los pastorcitos no perdieron ocasión alguna de dar una respuesta positiva a la petición de la Virgen.
De ahí en adelante, los pastorcitos no perdieron ocasión alguna de dar una respuesta positiva a la petición de la Virgen.
Pidamos, por
intercesión de María, la gracia de que los cristianos abran de par en par las
puertas a Cristo y digan un sí pronto y generoso a Dios.
2º Misterio:
La visitación de Nuestra Señora a Santa Isabel-Del Evangelio de S. Lucas (1, 39-40)
En aquellos días, María se pone en camino y se dirigió apresuradamente hacia la montaña, en dirección a la ciudad de Judá. Y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En aquellos días, María se pone en camino y se dirigió apresuradamente hacia la montaña, en dirección a la ciudad de Judá. Y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
María supo que su
prima Isabel iba a ser madre y decidió ir a su encuentro para ayudarla. No miró
sacrificios, ni la distancia que las separaba: 120 Km. En cuanto pudo, se puso
en camino, en dirección a la tierra donde Isabel vivía, con Zacarías, su
marido.
Jacinta “tomo
tanto a pecho los sacrificios por la conversión de los pecadores que no dejaba
escapar ocasión alguna. Había unos niños, hijos de dos familias de Moita, que
andaban por las puertas pidiendo. Los encontramos, un día, cuando íbamos con
nuestro rebaño. Jacinta, al verlos, nos dijo: “¿Damos nuestra merienda a
aquellos pobrecitos por la conversión de los pecadores?” Y corrió a llevársela.
(MIL I, pág. 46-47).
Por intercesión
de María, pidamos el don de que los bautizados vivan su Bautismo y de socorrer
a los hermanos en sus necesidades.
3º Misterio:
El nacimiento de Jesús en Belén
Del Evangelio de
S. Lucas (2,10)
El Ángel dijo a los pastores: “Os anuncio una gran alegría. Hoy, os nació en Belén un Salvador, que es el Mesías, el Señor.Aquella Buena Nueva era para todos, especialmente para el grupo de los pobres y marginados, al cual pertenecían los pastores.
El Ángel dijo a los pastores: “Os anuncio una gran alegría. Hoy, os nació en Belén un Salvador, que es el Mesías, el Señor.Aquella Buena Nueva era para todos, especialmente para el grupo de los pobres y marginados, al cual pertenecían los pastores.
Cuenta Lucía:
“Poco tiempo antes de ir para el hospital, (Jacinta) me decía: “Ya me falta
poco para ir al Cielo. Tú quedas aquí para decir que Dios quiere establecer en
el mundo la devoción del Inmaculado Corazón de María. (…) Di a toda la gente
que (…) el Corazón de Jesús quiere que, a su lado, se venere el Corazón
Inmaculado de María (…) ¡Si yo pudiese meter en el corazón de toda la gente el
fuego que tengo aquí dentro, en el pecho, quemándome y a haciéndome querer
tanto al Corazón de Jesús y al Corazón de María! (MIL I, 130).
Pidamos, por
intercesión del Inmaculado Corazón de María, por aquellos que nunca oyeron
hablar de Jesús y por aquellos que, juzgándolo, buscan en cisternas rotas el agua
viva que les falta.
4º Misterio:
La presentación del Señora en el templo
Del Evangelio de
S. Lucas (2, 22-23)
Cuando se cumplió el tiempo de su purificación, según la Ley de Moisés, (María y José) llevaron (al Niño) a Jerusalén para presentarlo al Señor.
Cuando se cumplió el tiempo de su purificación, según la Ley de Moisés, (María y José) llevaron (al Niño) a Jerusalén para presentarlo al Señor.
Grande era la
alegría de María y de José por llevar a Jesús al Templo para presentarlo al
Señor.
La primera
aparición de Nuestra Señora, el 13 de mayo en Fátima fue motivo de gran alegría
para los pastorcitos, especialmente para Jacinta. De vez en cuando exclamaba:
“¡Ay! ¡Que Señora tan bonita!” Lucía combinó con los primos no hablar de la
aparición a nadie, pero a la noche, al ver a su madre, Jacinta corrió hacia
ella y, en una explosión de alegría, dijo: “Oh Madre, hoy vi a Nuestra Señora
en Cova de Iría”. (P. Juan M. De Marchi, Era una Señora más brillante que el
Sol, 11ª edición, 1986, Ediciones Consolata, pág. 47).
Pidamos, por
intercesión de la Virgen Santa María, por todos los educadores cristianos, para
que anuncien a Jesucristo, con corazón y alegría.
5º Misterio:
El encuentro del Señor en el Templo
Del Evangelio de
S. Lucas (2, 41-43, 46, 48-49)
(Después de que José y María anduvieran tres días afligidos en la búsqueda de Jesús) lo encontraron en el Templo, y su Madre le dijo: “Hijo, ¿por qué te portaste así con nosotros? Jesús respondió: ¿Por qué me buscáis? ¿No sabéis que yo debía estar en la casa de mi Padre?”
(Después de que José y María anduvieran tres días afligidos en la búsqueda de Jesús) lo encontraron en el Templo, y su Madre le dijo: “Hijo, ¿por qué te portaste así con nosotros? Jesús respondió: ¿Por qué me buscáis? ¿No sabéis que yo debía estar en la casa de mi Padre?”
¡Como se debía
sentir bien Jesús en el Templo, en la Casa del Padre!... ¡Para Jesús no podía
haber mayor alegría!
¡Y con cuanta
alegría Jacinta corría a llevar la merienda a los niños de Moita!... Cuenta
Lucía: “Nos pusimos de acuerdo en, siempre que encontrásemos a los pobrecitos
(de Moita), darles nuestra merienda; y los pobres niños, contentos con nuestra
limosna, (…) nos esperaban por el camino. Después de verlos, Jacinta corría a
llevarles todo nuestro sustento de ese día, con tanta satisfacción, como si no
le hiciese falta”. (MIL I, pág. 47).
Pidamos para los
cristianos de hoy el don de la generosidad, estando siempre atentos a ayudar a
los hermanos necesitados, testimoniando así al mundo el amor de Cristo.
Misterios
Luminosos -
1º
Misterio: Bautismo de Jesús en el río Jordán
Del Evangelio de
S. Mateo (Mt, 3, 16-17)Después de ser bautizado Jesús, se oyó una voz que
decía: “Este es mi Hijo amado en el cual puse mis complacencias”.
Jesús entró en aguas del río Jordán para
santificarlas y para, después, sus discípulos, en el Bautismo, recibir la vida
nueva de los Hijos de Dios.
Un día, en pleno verano, los pastorcitos
estaban guardando el rebaño y no tenían con ellos ni una gota de agua para
beber. Entonces, Lucía fue a pedir agua, y una viejecita le prestó un cántaro
lleno. Al llegar, ofreció a Francisco, que respondió “No quiero beber; quiero sufrir
por la conversión de los pecadores”. Después dijo a Jacinta: “Bebe tú,
Jacinta”. Y ella dijo: “También quiero ofrecer el sacrificio por los
pecadores”. Entonces Lucía dejó el agua en un agujero de una piedra para que
las ovejas la bebiesen y fue a llevar el cántaro a su dueña. (MIL I, pág.
47-48).
Pidamos la gracia de vivir nuestro Bautismo,
dejándonos envolver por el amor tierno y misericordioso del Padre, estando
atentos para darnos y sacrificarnos por amor a Dios y a los hermanos.
2º
Misterio: Las bodas de Caná- Del Evangelio de S. Juan (Jn 2,3.5)
María dijo a
Jesús: “No hay vino”; y a los sirvientes: “Haced todo lo que mi Hijo os diga”.
Jesús transformó el agua en vino. Y aquellas
bodas, que iban a terminar en deshonra para los novios y tristeza para los
participantes, proporcionaron a todos, gracias al milagro de Jesús, una nueva y
desbordante alegría y Jesús abrió la fe al corazón de los primeros discípulos.
Había en la feligresía de Fátima, una
viejecita, llamada María Carreira, a quien los hijos mandaban pastorear un
rebaño de cabras y ovejas, poco domesticadas. Estas, a veces, se le escapaban y
ella quedaba muy afligida. Francisco era el primero que corría en su auxilio,
juntándole las que le habían escapado. La pobre viejecita le llamaba su
Angelito de la Guarda. (MIL I, pág. 158).
Pidamos, por intercesión de la Virgen de
Fátima, que los cristianos de hoy pongan sus pies, sus manos y su corazón al
servicio de los hermanos, y así surjan nuevos milagros.
3º
Misterio: Jesús anuncia el Reino de Dios Del Evangelio de S. Marcos (1, 14-15)
Jesús proclamaba
el Evangelio de Dios, diciendo: “Arrepentíos y creed en el Evangelio”.
Jesús va por todas partes anunciando la Buena
Nueva del Reino. Su mirada irradia luz, amor, Dios.
Había en el lugar
de Aljustrel, una mujer que, siempre que veía a los pastorcitos, los insultaba.
Un día, cuando corrían delante de la puerta de la mujer, Jacinta paró de jugar
y quiso ofrecer ese sacrificio por la conversión de los pecadores. Levantando las
manos al Cielo hizo ese ofrecimiento. La mujer por un postigo de la casa vio
todo. Quedó tan impresionada con aquella actitud de Jacinta que, después, decía
a la madre de Lucía que no necesitaba otra prueba para creer en la realidad de
los hechos. Y de ahí en adelante, se refiere Lucía, no solo no nos insultaba,
sino que nos pedía continuamente que pidiésemos por ella a Nuestra Señora. (…)”
(MIL I, pág. 56)
Pidamos a través de la Señora más brillante
que el Sol, que los cristianos vivan su fe, que nada los detenga en el camino
del amor, para que sean luz e irradien Cristo en toda su vida.
4º
Misterio: Transfiguración de Jesús Del Evangelio de S. Lucas (9,28.35)
Jesús (…) subió a
un monte para orar. Y se oyó una voz que decía: “Este es mi Hijo predilecto,
escuchadlo”.
Solo la
oración transfigura la vida y hace del cristiano una presencia viva de su amor.
Entró, un día, en la habitación de Francisco,
una mujer de la Casa Vieja, llamada Mariana, que, afligida porque el marido
expulsó a un hijo de casa, pedía la gracia de la reconciliación del hijo con el
padre.
Francisco le
respondió: “Quede tranquila. En breve voy para el Cielo, y cuando llegue, pido
esa gracia a Nuestra Señora”.
Cuenta Lucía: “No
recuerdo bien los días que (Francisco) tardó aun en ir para el cielo; pero lo
que recuerdo es que, en la tarde del día en que él murió, el hijo pidió perdón
al padre (que se lo concedió); y se restableció la paz en aquella casa”. (MIL
I, 190).
Pidamos para que, por la acción maternal de
María, nos configuremos más y más con Cristo, para que seamos obreros de
concordia junto con los otros.
5º
Misterio: Institución de la Eucaristía Del
Evangelio de S. Mateo (26, 26-27)
Mientras comían,
Jesús tomó el pan (…), lo partió y se los dio a sus discípulos diciendo: “Tomad
y comed. Este es mi cuerpo.” Tomó el cáliz, dio gracias y lo entregó diciendo:
“Bebed todos de el”.
Jesús Eucaristía es el Pan para la vida del
mundo, es la Vida de nuestra vida.
Un día, Jacinta mostró gran deseo de ir
vestida de angelito en una procesión, a dejar flores a Jesús. Y, cuando le
dijeron que era el Sr. Prior el que lo llevaba, ella no cabía en si de
contenta.
El día de la
procesión, Jacinta no quitó los ojos del Sr. Prior, ni dejó una sola flor a
Jesús.
Después de la
procesión, le preguntaron: ¿Por qué no dejaste las flores a Jesús?” Ella
respondió: “Por que no lo vi”. Lucía respondió: “¿¡Pero tú no sabes que el Niño
Jesús de la Hostia, que no se ve, está escondido!?” (MIL I, pág. 41).
Que por intercesión de María, los cristianos
de hoy se abran a un amor entrañado a la Eucaristía, visitando a Jesús, en el Santísimo
Sacramento, adorándolo y dejándose tocar por el infinito amor del Corazón.
Misterios
Dolorosos -
1º Misterio: La
agonía de Jesús en el jardín de los Olivos- Del Evangelio de S. Mateo (26,39)
Jesús (…) cayó
con la cara por tierra, orando y diciendo: “Padre, si es posible, aleja de mi
esta Cáliz. No se haga como yo quiero, si no como Tú quieres.”
Jesús estaba envuelto en tristeza mortal,
sentía el abandono de sus amigos y el horror delante de la muerte que se avecinaba,
pero se entregó a la voluntad del Padre.
Cuenta Lucía: “Un día, mi padre y mi tío
fueron intimidados para presentarnos (en la administración en Vila Nova de
Ourem). Mi tío dijo que no llevaba a sus hijos (…), mi padre (…) dijo: “A la
mía la llevo, ella que se arregle allá con ellos, que yo aquí de estas cosas no
entiendo nada” (MIL I, pág. 51). Lo que más hacía sufrir a Lucía era la
indiferencia que sus padres mostraban por ella. Rezaba así al Señor: “Paciencia
(…), así, tengo la dicha de sufrir más por tu Amor, oh mi Dios, y por la
conversión de los pecadores”. (MIL I, pág. 89).
Que en la escuela de María, los cristianos
aprendan a decir siempre sí a la voluntad del Padre, incluso cuando
experimentan el abandono de los amigos o en los momentos más dolorosos de la
vida.
2º
Misterio: La flagelación de Jesús-Del Evangelio de S. Juan (cf. Jn
18,28.38.19,1)
Llevaban a Jesús
a Pilatos, que lo interrogó, habiendo declarado: “No encuentro en él ningún
crimen de muerte. Voy a castigarlo y después lo soltaré”. Pilatos mandó azotar
a Jesús.
A pesar de no encontrar crimen alguno en
Jesús, Pilatos lo mandó flagelar.
Lucía cuenta lo que le sucedió en la
Administración, en Ourem: “Fui interrogada por el administrador”. Él quería, a
toda costa “que le revelase el secreto y que le prometiese no volver más a Cova
de Iría. Para conseguir esto, no ahorró en promesas y, por fin, llegaron las
amenazas. Viendo que no conseguía nada, me despidió protestando que lo iba a
conseguir, aunque para eso tuviese que quitarme la vida” (MIL I, 89).
Pidamos, por intercesión de la Virgen de
Fátima, la fuerza del Espíritu Santo, para nuestras comunidades cristianas para
que permanezcan fieles al amor de Dios y sean en el mundo una señal luminosa de
Cristo.
3º
Misterio: Jesús, coronado de espinas-Del Evangelio de S. Juan (cf. Jn 19,2-5)
Los soldados
llevaron a Jesús para el pretorio, entrelazaron una corona de espinas y se la
clavaron en la cabeza (…). Le daban bofetadas y lo ridiculizaban. (cf. Jn 19,
2-5).
Los soldados inflingían a Jesús todo tipo de
vejaciones y afrontas.
A Jacinta, en la prisión de Ourem, lo que más
le costaba era el abandono de los padres; y decía con las lágrimas corriendo
por su cara: “Ni tus padres ni los míos
nos vinieron a ver”. (…) “No llores -le dijo Francisco- se lo ofrecemos
a Jesús, por los pecadores”. Y levantando los ojos y las manitas al Cielo, hizo
él el ofrecimiento: “Oh mi Jesús, es por vuestro amor y por la conversión de
los pecadores”. Y Jacinta continuo: “Es también por el Santo Padre y en
reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María”.
(MIL I, 51-52).
Pidamos, por intercesión de María, la gracia
de que nuestros corazones se liberen de todo el resentimiento, a nadie
condenemos y aceptemos con sentido reparador los sacrificios que la vida
comporta.
4º
misterio: Jesús, camino del Calvario-Del Evangelio de S. Lucas (Lc 23,23-26)
Los judíos
insistían con altos gritos, pidiendo que Jesús fuese crucificado. Pilatos les
entregó a Jesús. Cuando lo iban conduciendo, obligaron a Simón de Cirene a
llevar la cruz detrás de Jesús.
El cireneo ayudó a Jesús a llevar la cruz, al
principio, contrariado, pero en breve se dejó cautivar por Jesús.
Los presos de la cadena de Ourem, al ver a
Jacinta, bañada en lágrimas, quisieron consolar a ella, al hermano y a la
prima. Y todo lo hicieron para suavizar su dolor y amargura: cantaron, bailaron
y hasta rezaron con ellos.
Uno de ellos,
queriendo mucho librar a los pastorcitos de aquella situación dolorosa, les
hizo esta sugerencia: “Pero vosotros, digan allá al Sr. Administrador ese
secreto. ¿Qué les importa que esa Señora no quiera?” Y Jacinta respondió con
vivacidad: “¡Eso no! Antes quiero morir”. (MIL I, pág. 52).
Era la máxima
fuerza, en la máxima fragilidad.
Supliquemos, a través de María, la gracia de
los cristianos a aprender a buscar en el Señor la fuerza para su flaqueza.
5º
Misterio: La crucifixión y muerte de Jesús-Del Evangelio de San Lucas (cf.
Lc 23,33ª. 34.46)
Ya clavado en la
cruz, Jesús decía: Perdónales, Padre, porque no saben lo que hacen. Y gritando
con voz fuerte, exclamó: “Padre, en tus manos, encomiendo mi espíritu”. Y
expiró.
En su oración, Jesús exprimió su condición
filial en relación al Padre y a su misión de misericordia a favor de los
hombres.
Un día, Lucía y Jacinta jugaban a las prendas
en casa de los padres de Lucía. Esta ganó y mandó a Jacinta besar y abrazar a
Nuestro Señor. (Era un crucifijo que estaba colgado de la pared). Jacinta
corrió a buscarlo. Lo besó y lo abrazó con tanta devoción que Lucía nunca más
olvidaría aquella acción”.
Jacinta, después,
al oír contar la historia de la pasión de Jesús, se enterneció y lloró. Y
decía: “Yo no voy a hacer nunca ningún pecado. No quiero que Nuestro Señor
sufra más”. (MIL I, pág. 40).
Pidamos, por intercesión de María, la gracia
de los cristianos de tener un corazón capaz de enternecerse delante del
infinito amor de Jesús en la cruz y de llorar los propios pecados y los de la
humanidad.
Misterios Gloriosos
-
1º Misterio: La
resurrección del Señor -Del Evangelio de S. Lucas (Lc 24, 4-6).
Dos ángeles
dijeron a María Magdalena y a las otras mujeres: “¿Por qué buscáis entre los
muertos a Aquel que vive? No está aquí: resucitó”.
En Cristo, la muerte fue vencida para siempre.
Para aquel que cree en Jesús, la muerte es paso para la vida plena, definitiva.
Nos espera el
cielo, como se puede leer en la introducción a la 4ª Memoria: “En verdad, no
soy más que el pobre y miserable instrumento de que Dios se quiere servir y que
dentro de poco, como el pintor que arroja al fuego el pincel inutilizado, para
que se reduzca a cenizas, así el Divino Pintor hará reducir a las cenizas de la
tumba su inutilizado instrumento, hasta el gran día de las aleluyas eternas. Y
yo deseo ardientemente este día, porque la tumba no aniquila todo, y la
felicidad del amor eterno e infinito comienza ya”. (MIL I, pág. 134-135).
Pidamos para los cristianos de hoy una fe viva
en la resurrección de Cristo y en su propia resurrección, en Cristo y con
Cristo.
2º
Misterio: La ascensión de Jesús al Cielo-Del Evangelio de S. Lucas (Lc 24,
50-52)
Jesús llevó a sus
discípulos hasta Bretania. Mientras los bendecía, se elevaba al Cielo. Y ellos,
después, volvieron para Jerusalén, con gran alegría.
Los primeros discípulos vivían en la seguridad
de que Jesús estaba con ellos y era siempre su compañero de viaje.
Un domingo, Jacinta fue con Lucía a comer a
casa de José Alves, de Moita. Después de la comida, Jacinta empezó a cabecear.
El dueño de la casa mandó que la acostasen en su cama. Pasado un buen rato
fueron a verla: dormía profundamente “con una sonrisa en los labios, un aire
angelical, las manos levantadas”…
Francisco sonreía
siempre y era amable con toda la gente. Las personas que lo visitaban, se
sentaban al lado de su cama, a veces, largo tiempo, y decían: “¡No sé qué tiene
Francisco! La gente se siente muy bien aquí.
La simple vista
de Jacinta y de Francisco elevaba el pensamiento de las personas hacia la Madre
del Cielo y para la eternidad”. (MIL I, 188-189).
Pidamos al Señor, por intercesión de la Virgen
Santa María, que la llama de la fe nunca se apague en la vida de los discípulos
de Cristo y que ella se encienda, ilumine y caliente los corazones de aquellos
que aun no conocen al Salvador.
3º
Misterio: La venida del Espíritu Santo-Del Libro de los Hechos de los
Apóstoles (Act 2, 1.3)
Cuando llegó el
día de Pentecostés, vieron aparecer unas lenguas, en forma de fuego y se posó
una sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo.
Entonces los Apóstoles salieron a la calle y
anunciaron a Cristo vivo y resucitado.
En vísperas de su primera comunión, Lucía fue
a la Iglesia de Fátima a hacer su primera confesión. Al llegar, dijo a la madre
que se quería confesar al sacerdote de fuera. En la confesión, ese sacerdote,
que era el P. Cruz le dijo: “Hija mía, tu alma es el templo del Espíritu Santo.
Guárdala para siempre pura, para que él pueda continuar en ella su acción
divina”. Lucía preguntó al confesor como debía hacer. Él respondió: “De rodillas,
ahí, a los pies de Nuestra Señora, pídele, con mucha confianza, que tome nota
de su corazón, que lo prepare para recibir mañana dignamente a su querido Hijo
y que lo guarde para Él solo”. (MIL I, pág. 70-71).
Pidamos para los cristianos de hoy igual
coraje, valentía semejante a la de los Apóstoles, para que sean en el mundo
anunciadores del Evangelio de Cristo Salvador.
4º
Misterio: La asunción de Nuestra Señora al Cielo-Del Evangelio de S. Lucas
(Lc 1, 46-47.49)
Mi alma glorifica
al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador. El Todopoderoso hizo en
mi maravillas. Grande es su nombre. La vida de María sobre la tierra fue una
vida de total docilidad a Dios y a su voluntad. Vivió toda para Jesús y estuvo
unida a Él, como nadie, en su Pasión y Muerte en la Cruz; por eso, fue asociada
a su glorificación.
Un día, la madre
(de Jacinta) le llevó una taza de leche y le dijo que la tomase. “No quiero,
madre –respondió, alejando con la mano la taza”. Lucía, después de que quedaran
solas, le preguntó: “¿Cómo desobedeces así a tu madre y no ofreces este
sacrificio a Nuestro Señor?” Al oír esto, Jacinta dejó caer algunas lágrimas
(…) y dijo: “¡Ahora no me acordé!” Y llama a la Madre, le pide perdón y dice
que toma todo cuanto ella quisiera. La madre le trae la taza de leche, lo toma
sin mostrar la más leve repugnancia” (MIL I, pág. 58-59).
Pidamos, por
intercesión de la Señora de la Asunción, la gracia de, en el camino de la vida,
nunca olvidarnos la meta que nos espera, el cielo, y de vivir como verdaderos
discípulos, poniendo en práctica el mandamiento del Amor que Cristo nos dejó.
5º Misterio: La coronación de Nuestra Señora en el
cielo-Del Evangelio de S.
Lucas (Lc, 1, 32-33)
Él será grande y
se llamará Hijo del Altísimo. El Señor le dará el trono de su padre David.
Reinará eternamente y su reinado no tendrá fin.
Jesucristo será exaltado a la derecha del
Padre, como Rey y Señor del Universo. María fue asociada a la gloria de su Hijo
y coronada Reina del Cielo y de la Tierra, Reina de los Ángeles y de los
Hombres.
Un día, cuando Francisco y Jacinta ya estaban
enfermos, Jacinta mandó llamar a Lucía y
le dijo: “Nuestra Señora nos vino a ver y dijo que vendría a buscar a Francisco
en breve para el Cielo. Y a mi me preguntó si quería convertir aún a más
pecadores. Le dije que si. Me dijo que iría para un hospital, que allí sufriría
mucho; que sufriese por la conversión de los pecadores, en reparación de los
pecados contra el Inmaculado Corazón de María y por amor de Jesús”. (MIL I,
pág. 59-60).
Pidamos la gracia de también nosotros dejarnos
cautivar por el amor misericordioso y reparador, tal como Jacinta, y de
conservar siempre una gran confianza en la Virgen María, que es nuestra mejor
intercesora.
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