Queridisimos
Hablar de la Virgen es la cosa más bella y más querida para nosotros los católicos, sólo al nombrarla el corazón se abre a la alegría y la esperanza.
Ella en su pequeñez dice su "sí" y acoge a Jesús en la plenitud del amor; Ella lo sigue en cada paso de su camino en la tierra, hasta que "todo se ha cumplido" del Calvario, donde renueva el "sí" acogiendo a todos nosotros en su corazón materno. Ella todavía lo sigue en el monte de Galilea, (Ascensión), donde pronuncia el último "sí", muy amargo, aceptando de separarse una vez más del Hijo para estar con nosotros, los hijos que Él le ha confiado.
Ahora llega Su hora, Ella también grita su "todo se ha cumplido" que se hace eco, hasta al más alto cielo. El Hijo envía a sus ángeles que se colocan alrededor de Ella con sus alas y la levantan, más y más en lo alto, hasta el séptimo cielo donde Dios vive y reina, y la llevan en el seno de la Trinidad.
La Asunción de la Virgen María al cielo en cuerpo y alma es el agradecimiento que el Hijo dice a quien le permitió tomar un cuerpo y bajar a la tierra; es su agradecimiento a la plena disposición de Su Madre a cooperar con Él para la gloria del Padre y la redención de la humanidad.
La Asunción es el triunfo de María, coronada por la Trinidad reina del cielo y la tierra, de toda la creación y de todas las criaturas. Pero es al mismo tiempo el triunfo de la humanidad.
Cuando hoy miramos a Ella, criatura de la tierra llevada al cielo y elevada a la plenitud de la divinidad, nuestra esperanza se convierte en certeza: cada uno de nosotros – si, como Ella, tendremos el valor de responder siempre con un sí total a todas las peticiones del Padre - como Ella veremos levantados a una eterna dignidad y divina y regal: "Reinarán conmigo ..." Jesús nos prometió.
Seguimos la Virgen, ofrecemos a Ella con total confianza, Ella es la estrella polar en el mar en tempestad de la vida que nos conduce a Jesús. Y Jesús nos lleva al Padre.
En este día especial, renovamos nuestra consagración a María y Ella - como hemos aprendido de San Luis María de Montfort – se consagrará a nosotros y en nosotros seguirá diciendo su "sí", para que pronto venga en la tierra el reino de Amor del Padre.
Den gracias a la Virgen sobre todo porque Ella los ha llamado para llevar su invitación a los pequeños. ¿Alguna vez han pensado en el valor inapreciable de su ir entre ellos para invitarles a decir su "sí"?
No permitan que el repetir cada vez la misma invitación a los niños se convierta en un hábito, tienen que prepararse siempre con mucha oración hasta que sientan en su corazón la urgencia que impulsó el arcángel Gabriel para ir "en una ciudad de Galilea llamada Nazaret (... ) a una virgen llamada María" (Lc 1,26ss) para llevarle la invitación esperada por miles de años.
El ángel, recibido su asentimiento, "se alejó" y, más rápido que la luz, mostró aquel "sí" al trono de la Trinidad ... y en el universo explotó el bang de la nueva creación.
Esta explosión se renueva cada vez que un niño pronuncia su "sí", al igual que los tres niños de Fátima. Siempre es Ella que continua a preguntar a los niños que ustedes encuentran: "¿Quieren ofrecerse al Padre, dispuestos a aceptar todo lo que Él les envíe para la conversión de los pecadores?"; es siempre Ella que sonríe cada vez que contestan "sí"...; es siempre Ella que presenta su "Sí" al trono de la Trinidad:
"Padre, en cada uno de estos "Sí" estoy yo, allí continuando a ofrecer a mí misma para que todos los hombres se conviertan, para que Tu pueda transformarlos con el soplo de tu Espíritu y haya paz en el mundo... Jesús lo dijo, dejad que los niños vengan a Mí, y yo voy a traerte miles y miles de ellos por medio de mis apóstoles en los cuales yo sigo a acercarme a ellos ... no puedes rechazar sus oraciones y sus ofrendas: es mi ofrenda renovada por mil veces... ".
No hay mayor misión de esta, iniciada por el arcángel en Nazaret, renovada por la Virgen María en Fátima, continuada por ustedes en cualquier parte del mundo, siempre que un obispo les acoja y bendiga.
Los empuje el pensamiento que cada niño que dice con convicción su "sí" es un candidato al cielo, porque la Virgen lo abraza en su corazón y no lo suelta más hasta cuando lo habrá llevado al seno del Padre, en lo alto, adonde Ella reina.
Gracias, jóvenes misioneros de María, porque han respondido a su llamado dos veces, primero pronunciando su "SÍ", la segunda volviéndose sus apóstoles, para que muchos pequeños se unan a la Armada que Ella guía "como escuadrones con sus insignias” (Canción 6,10) contra el mal.
Pero, por favor, alimenten constantemente la chispa de fuego que Ella encendió en su espíritu a través de la oración y los sacramentos: la confesión frecuente, la Eucaristía todos los días si es posible dos veces al día, adoración silenciosa para acompañar "Jesús solo", como lo llamaba el pequeño Beato Francisco, para siempre más absorber Su luz que luego transmitirán a los niños.
La prioridad debe ser su propia santificación, de lo contrario serán mechones que se pierden en el desierto y no espadas de doble filo que penetran profundamente en los espíritus de los niños para ayudarles a hacer su elección existencial.
Cuiden su salud, ustedes son preciosos; no sobrepasen el límite de sus energías; no provoquen el ritmo de las consagraciones; siempre guarden el tiempo para la oración y el descanso; si se dan cuenta que han perdido el sueño y la sonrisa, se recuperen durante un tiempo.
Estas recomendaciones son principalmente para los que guían las misiones; me parece importante hacerlas siendo la responsable del movimiento, pero aún más como una madre que tiene que tener en cuenta el ritmo de cada hijo: Armata Bianca es ante todo una gran familia, la familia de María - la madre - en el que cada misionero debe sentirse acogido, amado, cuidado.
En la medida de lo posible estoy disponible para todos y para cada uno.
Los saludo pidiendo a la Virgen que los faje de su ternura y haga de cada uno de ustedes una expresión de su sonrisa.
Laila Gattu
Armata Bianca
www.armatabianca.org