29 may 2013


 Ciclo C Domingo del Corpus Christi

1. Palabra de Dios

En la fiesta del Corpus que se celebra en esta jornada se desea resaltar el misterio de la Presencia de Cristo en la Eucaristía. Se celebra el jueves des-pués del domingo de la Stma Trinidad. Pero se traslada a domingo siguiente, en donde el jueves no es festivo. Se aprovecha la jornada para recordar el mensaje de Jesús cuando decía, «Mi carne es verdadera comida, y mi Sangre verdadera bebida; el que come mi Carne, y bebe mi Sangre, en Mí mora, y Yo en él.» (Jn. 6, 56-57). Esta promesa se cumplió cuando en la Ultima Cena insti-tuyó el misterioso y adorable sacramento del pan y del vino.

 

 Lectura. Lucas 9. 11-17

Lucas nos recuerda la multiplicación de los panes y de los pe-ces que hizo el Señor para dar de comer a la multitud que le seguía. Hermoso signo de la Eucaristía que hoy recuerda la Iglesia, indicando que su cuerpo es alimento y es suficiente para satisfacer a todos los que escuchas sus palabras y le siguen.

En aquel tiempo los apóstoles regresaron y le contaron cuanto habían hecho. Y él, tomándolos consigo, se retiró aparte, hacia una ciudad llamada Betsaida. Pero las gentes lo supieron, y le siguieron; y él, acogiéndolas, les hablaba acerca del Reino de Dios, y curaba a los que tenían necesidad de ser curados. Pero el día había comenzado a declinar, y acercándose los Doce, le dijeron: "Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del contorno y bus-quen alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar deshabitado." El les dijo: "Dadles vosotros de comer." Pero ellos respondieron: "No te-nemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente." Pues había como 5.000 hombres. El dijo a sus discípulos: "Haced que se acomoden por grupos de unos cincuenta." Lo hicieron así, e hicieron acomodarse a todos. El tomó entonces los cinco panes y los dos peces y levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición y los partió. Y los iba dando a los discípulos para que los fueran sir-viendo a la gente. Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían so-brado: doce canastos.

 

 Comentario sobre las lecturas

 

La fiesta del Cuerpo del Señor se comenzó a celebrar en Lieja en 1246, y se extendió a toda la Iglesia occidental por el Papa Urbano IV en 1264, teniendo como finalidad proclamar la fe en la presencia real de Jesucristo en la Eucarist-ía. El deseo de adorar a Cristo presente dio origen a un culto paralelo al de la celebración sacrificial de la Eucaristía, con la exposición solemne del pan sa-grado y con las procesiones con el Santísimo Sacramento que se extendieron con profusión en muchos lugares cristianos.

Este es el día de la devoción a la presencia de Cristo en la Eucaristía en sí misma, ocasión para creer y adorar, pero también para conocer mejor la rique-za de este misterio a partir de las oraciones y de los textos bíblicos asignados en los tres ciclos de las lecturas.

El recuerdo de Melquisedec y la multiplicación de los panes y de los peces son dos hermosos símbolos de referencia de los que es la Eucaristía, en esta jornada se venera con agradecimiento y admiración.

Se nos recuerda el poder multiplicador que este santísimo Sacramento tiene. Es un sacramento y un sacrificio de la Nueva Alianza. Es el signo de la amistad entre el hombre, el que comulga, y el mundo simbolizado en el pan y el vino. Jesús escoge un signo de alianza y de vida, como hizo Melquisedec cuando daba gracias a Dios por la victoria de Abraham con el vino y el pan

Y es el signo de la amistad universal, pues Jesús dio de comer a todos los que iban a escucharle sin preguntarle si había aceptado su palabra o no habían creí-do sus mensajes. Simplemente les dio a comer del pan que preparó para todos y de los peces que también llegaron a la multitud. Así es el la Eucaristía y por eso es el fundamento de la "alianza nueva y eterna" de Dios con el hombre y del hombre con Dios. Si llegase a faltar el sacramento y el sacrificio del altar, habría que inventar otro signo de comunión. Pero Jesús quiso que quedara claro que era El mismo quien elegía este maravilloso signo de gracia y de amor.

La Iglesia lo ensalza en esta jornada de plegarias y de procesiones. Recuerdo con esas devociones que fomenta que los cristiano tiene que sentirse dichosos y alegres por la salvación que Cristo les ha traído. Por eso consideramos la Eucaristía como la renovación de la Ultima Cena y la reviviscencia del sacrificio de la Cruz

En este sentido la Eucaristía se convierte en fuente de alimentación de todos los que siguen a Jesús. Con su sacrificio todos los que siguen a Jesús se puede alimentar. Es lo que significa la participación sacrificial que llamamos común unión o comunión. El sacerdote hace, como mediador de Cristo, el acto reparti-dor del alimento que se ha ofrecido a Dios. Se cumple con su acto de repartir las palabras de Jesús: tomad y comed todos. Esto es mi cuerpo.

En la ofrenda previa y en la consagración, que son los actos litúrgicos que todas las liturgias cuidan con esmero y ensalzan con sentido de misterio, se repite la invitación a comer para que haya vida y todos tengan la comunión con el que está en ese alimento. Por eso el acto sacrificial de la Eucaristía tiene un valor y un significado espiritual en cuanto misterio; pero también tiene una di-mensión social de fraternidad, de solidaridad, en cuanto gesto de cercanía y de amistad. El pan y el vino se convierten en la eucaristía en símbolo de todo lo que lleva la asamblea eucarística, por sí misma, en ofrenda a Dios y que ofrece en espíritu a Dios: el amor a los hermanos, el recuerdo de la salvación, la renova-ción del misterio de la presencia de Jesús.

Todos los que participan con fe en la Eucaristía saben que asisten a un es-pectáculo misterioso que está más allá de los que entra por los sentidos.

Las luces y las flores, los cantos y los gestos, las palabras de la plegaria están recordando que más allá de los que entra por los ojos hay un misterio salvador, eterno y cautivador que acontece en el altar.,

La recepción de Jesucristo sacramentado bajo las especies de pan y vino en la sagrada Comunión y en el contexto de una celebración recordatoria de la Ultima Cena es lo esencial en el sacrificio. Pero la conservación del pan consa-grado para los enfermos, los prisioneros o los caminantes se inició en los prime-ros tiempos cristianos y luego se transformó en un culto intenso a ese santo sacramento de permanencia.

La comunión o participación del pan de la celebración significa y verifica el alimento espiritual del alma. Y así, en cuanto que en ella se da la gracia invisible bajo especies visibles, hace de sacramento o singo sensible de la gracia que Dios otorga por su medio. Jesús al instituir la Eucaristía dio a sus seguidores un paz de ángeles, un signo de ayuda y de presencia, un motivo de fe, un regalo singular y maravilloso. A través de é nos transmite su gracia, su presencia viva, su amor y su motivo de fraternidad entre los que le siguen y le declaran como Señor

Al referirnos a la Eucaristía como Comunión, estamos proclamando nuestra unión entre todos los cristianos y nuestra adhesión a la Iglesia con Jesús. Por ello, la Eucaristía es un sacramento de unidad de la Iglesia, y su celebración sólo es posible donde hay una comunidad de creyentes.

La misma noche que Jesús instituyó la Eucaristía, instituyó el mandamiento del amor. Por lo tanto, la Eucaristía y el amor a los demás tienen que ir siempre juntos. Jesús instituye la Eucaristía como prueba de su inmenso amor por noso-tros y pide a los que vamos a participar en ella, que nos amemos como El nos amó. Y, en este sentido, la Eucaristía tiene que estar necesariamente atendido por el Sacramento de la Reconciliación pues el recibir el "alimento de vida eter-na" exige una reconciliación constante con los hermanos y con Dios Padre.

La festividad del “Cuerpo de Cristo” es la jornada que, nacida de la piedad popular a este misterio, cobró cierta importancia en la Iglesia y en los ambientes católicos, como reacción contra la negación de la presencia divina en el pan por parte de los reformadores del siglos XVI. La Iglesia anuncia con alegría esa cer-canía divina e invita a dar gracia a Dios por tan singular regalo .

 

3. Esquema sintético de una catequesis

Experiencia: cantico Eucaristico

* Canta lengua, el misterio del cuerpo glorioso y de la sangre preciosa que el Rey de las naciones, fruto de un vientre generoso, derramó como rescate del mundo.

* Nos fue dado, nos nació de una Virgen sin mancilla; y después de pasar su vida en el mundo, una vez esparcida la semilla de su palabra, terminó el tiempo de su destierro dando una admirable disposición.

* En la noche de la última cena, recostado a la mesa con los hermanos, des-pués de observar plenamente la ley sobre la comida legal, se da con sus pro-pias manos como alimento para los Doce.

* El Verbo hecho carne convierte con su palabra el pan verdadero con su carne, y el vino puro se convierte en la sangre de Cristo. Y aunque fallan los sentidos, basta la sola fe para confirmar al corazón recto en esa verdad.

* Veneremos, pues, inclinados tan gran Sacramento; y la antigua figura ce-da el puesto al nuevo rito; la fe supla la incapacidad de los sentidos

* Al Engendrado del Padre y al engendrador, sea dada la alabanza y el júbi-lo, el honor, las gracias y el honor, Sean dada la bendición también al que Procede de ambos. Amen

Participación

Se puede luego diseñar una celebración de una misa de acción de gracias, al terminar de explicar y de concursar con la procesión preparada. También por grupos los catequizandos o los escolares preparan los diversos pasos de la Eucaristía: a) Ambientación, b) Lecturas, c) Ofertorio con sus gestos y peticio-nes, d) motivación del Padre nuestro y la paz, e) Comunión y f) Despedida. Seis grupos o seis responsabilidades.

Interiorización

El ideal sería tener una Eucaristía de grupo de clase siguiendo el itinerario preparado y dando el mayor protagonismo a los mismos que lo han prepara-do.

4. Ejercicios que se pueden hacer

 

Para pequeños.

Trazar un plano para realizar una procesión eucarística, disponiendo una parada en sitios estratégicos, en casa de un enfermo, en la escuela, en la pa-rroquia donde alguno ha hecho la primera comunión, etc… El itinerario supone que cada uno explica por que Jesús en la Eucaristía se para y que se le puede decir, pedir, escuchar en silencio o rezar en el corazón

 

Con niños medianos

Preparar y explicar un vocabulario eucarístico: cáliz, patena, altar, custodia, sagrario, cirio, especies, pan, vino, fracción del pan, misa, consagración, ben-dición, celebración, sacerdote, etc. (Algunos habrá que dejarlos para los teólo-gos, transubstanciación, epiclesis, anamnesis, transfinalización, etc) Los términos pueden estar mejor adaptados a la edad. Pero conviene que sean cla-ros y se les enseñe de cara a que un día los entienden, si en el presente no se comprenden del todo. Buen medio es que lean un texto escrito, el catecismo o el libro de clase, y que ellos seleccionen. El catequista o el profesor pueden tener preparados los suyos. Con unos doce o quince, puede resultar suficiente para niños medianos. Lo importante no es el vocabulario, sino el significado. Se puede aprovechar para explicar término y conceptos y sobre todo para invi-tar a desarrollar la fe en lo que hay detrás de todo ello.

Al final se puede hacer un esquema, un mapa conceptual o un gráfico en donde se coloquen todos estos términos.

El ideal es alguna Eucaristía de cuando en cuando, sobre todo desde que los niños han hecho la primera comunión. Es decisivo el renovar las actitudes de los primeros comulgantes y convertirlas en un hábito normalizado, domini-cal sobre todo.

Cada Eucaristía se presta a una catequesis hermosa sobre un aspecto del inagotable misterio de la presencia de Cristo y del Memorial de la Utima Cena renovada cuantas veces hacemos lo que el mismo Jesús mando repetir .

 

Para mayores y preadolescentes

Hacer un debate sobre lo que la gente piensa de la Eucaristía, de la misa, de la presencia de Cristo en las especies de pan y vino, de la misa dominical, de las procesiones… Cada uno puede preparar cinco o seis cuestiones y se lanza a recoger opiniones de diez o doce personas. Se ponen las respuestas en común y el educador aprovecha para ir clarificando conceptos. Expone la enseñanza de la iglesia. Y aconseja a los catequizandos que hay que ser respetuoso con las opiniones de los demás, aunque cada uno debe saber lo que enseña la Iglesia

Vocabulario básico. Corpus Christi, Eucaristía, Transubstanciación

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