9 ago 2013

9 de Agosto ,santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein

  Amada Santa Teresa Benedicta de la Cruz
Hija del Día del Perdón
Mártir de Auschwitz
Maestra de la Iglesia.
Abrazadora de la Cruz con un amor como el de Cristo,
Descendiente de Abraham,
Hija de Nuestra Señora del Monte Carmelo,
Tú que profundamente te gozas en los corazones del Mesías y de su Madre, por favor intercede por mi.
Oh Dios, si es tu Voluntad,
permite que Santa Teresa Benedicta de la Cruz,
que creyó en tu Hijo en vida y lo siguió hasta la muerte por martirio,
intercede por mí en esta petición
(mencionar aquí su petición).
Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo Nuestro Señor,
¡Amén!
Señor, Dios de nuestros padres,
Tú condujiste a Santa Teresa Benedicta
a la plenitud de la ciencia de la Cruz
al momento de su martirio.
Llénanos con el mismo conocimiento;
y, por su intercesión,
permítenos siempre seguir en búsqueda de ti, que eres la suprema Verdad,
y permanecer fieles hasta la muerte
a la alianza de amor ratificada por la sangre de tu Hijo
por la salvación de todos los hombres y mujeres.
Te lo pedimos por nuestro Señor,
¡Amén!
“En ese tiempo mi única oración era la búsqueda de la Verdad”
La filosofía, que por si misma es capaz de reconocer el incesante trascenderse del hombre hacia la verdad, ayudada por la fe puede abrirse a acoger en “la locura de la cruz” la auténtica crítica de los que creen poseer la verdad aprisionándola entre los recovecos de su sistema. La “sabiduría de la cruz” supera todo límite cultural que se le quiere imponer y obliga a abrirse a la universalidad de la Verdad, de la que es portadora.
La relación entre fe y filosofía encuentra en la predicación de Cristo crucificado y resucitado el escollo contra el cual puede naufragar, pero encima del cual puede desembocar en el océano sin límites de la verdad. ¡Qué desafío más grande se le presenta a nuestra razón y qué provecho obtiene si se rinde!
Mística y Filosofía, de la Nada al Ser
La existencia es un ensayo y la filosofía y la mística es ese ascenso humilde del no ser al ser. Como Dice Edith Stein: “ En mi ser fugitivo, yo abrazo un ser duradero” Existir es el paso de la nada al todo, del asombro y la pregunta al horizonte interpretativo. La oración, como la filosofía, es también ese buscar la verdad, esa ansia de saber ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él? ¿Qué el ser humano para darle poder? (Salmo.8)
Fe y razón son las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. El deseo de verdad pertenece a la naturaleza misma del hombre ( n3)
A través de una disciplinada actividad especulativa, la judía, filósofa, catedrática, carmelita y mártir, Edith Stein, testimonia su personal honestidad en la búsqueda de la verdad. Cuando, como lo sugiere el Papa Juan Pablo II en su encíclica “Fides et ratio,” se presta atención al itinerario espiritual de los grandes maestros, se va progresando en la búsqueda de la verdad para el servicio del hombre (n 74).
Edith, con gran sentido de la amistad y el deber, pertenece al círculo de Gottinga: Max Scheller, Adolph Reinach, los Conrad Martius. Se doctoró en filosofía en Friburgo con un escrito sobre la empatía y fue sin duda una aventajada discípula de Husserl y su método fenomenológico. Como docente trabajó el tema de las vocaciones femeninas y tradujo al alemán las obras de Santo Tomás y el Cardenal Newman. Finalmente encontró la verdad, que desde muy pequeña buscaba, leyendo “la Vida” de Santa Teresa. Ingresó en el Carmelo y allí escribió su obra en que enlaza la filosofía y la espiritualidad: “Ser Finito Ser Eterno”. Una obra que como ella misma lo dice “ fue escrita por una principiante para principiantes”.
Ser finito, Ser Eterno
Ser finito, ser eterno fue escrita por orden del Provincial que la mandó preparar un antiguo ensayo sobre los conceptos de acto y potencia para imprimirlo. Pero ella sólo conservó este punto de partida. La obra se centró en el problema del ser y la comparación entre el pensamiento Tomista y el fenomenológico; quería hacer un trabajo útil, una fusión entre el pensamiento medieval con el pensamiento vivo contemporáneo. Con la humildad de quien sabe que es sólo “un punto de partida para una discusión objetiva”, “porque ningún sistema de pensamiento humano alcanzará jamás un punto de perfección tal que pueda satisfacer”, Edith se lanzó a presentarlo sabiendo que “todos los que buscan lealmente la verdad tienen algo en común”.
Con su obra no pretendía sino “esbozar una doctrina del ser, no un sistema filosófico. Ella conoció muchos sistemas pero supo que aunque la verdad es una, se descompone para nosotros en muchas verdades que debemos conquistar una tras otra. Profundizar en cada una de ellas nos hará ver más lejos, horizontes más vastos. Esto está más allá de la tentación de reducir toda “verdad” a una mera opinión.
Se trata de advertir, como dice el Papa Juan Pablo II en la “Fides et ratio”, “un movimiento ondulante que consiste en que, mientras la filosofía se sitúa en un camino que la hace cada vez mas cercana a la existencia humana y a su modo de expresarse, por otra, tiende a hacer consideraciones existenciales, interpretativas o del lenguaje que prescinden de la cuestión radical sobre la verdad de la vida personal, del ser y de Dios. En consecuencia, el pensador contemporáneo termina conformándose con verdades parciales y provisionales sin intentar preguntas radicales sobre el sentido y el fundamento último de la vida humana.
El ser eterno, el ser temporal, y el no ser, son ideas que el espíritu descubre en sí mismo; él puede establecer relaciones analógicas entre ellas y advertir semejanzas y desigualdades, y en este rumiar filosófico va entrando en un no entender entendiendo, una experiencia que trasciende toda ciencia, como lo canta San Juan de la Cruz.
Toda ciencia tiende hacia el ser verdadero. Este escapa y está por encima de toda proposición o construcción de nociones, juicios o argumentos. La ciencia es siempre fragmentaria (34). El mundo real es en su plenitud inagotable para un conocimiento analítico. Si esto es así, toda ciencia de la realidad, desde el punto de vista conceptual, no llegará jamás a su fin. (36)
La filosofía, por tanto, no se contenta con un esclarecimiento provisional; su meta es llegar a la claridad última, penetrar hasta el último elemento comprensible, hasta el ser mismo. Hasta la estructura del ente como tal, y hasta la división en géneros y especies, partiendo de este impulso encontrará métodos de investigación apropiados (38). Así, todas las ciencias hallan en la filosofía su principio.
Sin embargo, esta realización hacia la cual tiende no significa más que el estado ideal sin poder jamás alcanzarlo. Sólo cuando es reemplazado por la sabiduría divina se nos hace ver con una sola mirada lo que la inteligencia humana acumulaba con esfuerzos milenarios (39). El mundo visto por los ojos de la fe adquiere un nuevo significado (40). El filósofo que no quiere ser infiel a la finalidad de comprender el ente hasta las últimas causas se ve obligado a extender sus reflexiones hasta el campo de la fe, más allá de lo accesible naturalmente.
Iluminados por la luz oscura de la Revelación
Lo que la revelación comunica es algo comprensible que no puede ser percibido, ni probado por hechos naturales, ni captado totalmente, ya que es inconmensurable, inagotable: las verdades fundamentales de la fe no se alcanzan por la sola razón natural. A la filosofía le corresponde realizar un acto puramente negativo, subordinar su propia inteligencia y esto lo hará sólo en la medida que sea creyente ( 41).
Desde aquí todo entender filosófico que aúne las verdades de la fe y el conocimiento filosófico dará a entender algo pero sólo para indicar que el misterio sigue siendo incomprensible, insondable. “Todo cae bajo la luz oscura de la fe” (43) y todo lo que es comprensible parecer reposar sobre un transfondo incomprensible. La última sentencia a propósito de la verdad, cuando se trata de proposiciones teológicas o filosóficas, corresponde a la teología, a la Palabra de Dios interpretada por el magisterio de la Iglesia ( 44).
“La filosofía cristiana no es sólo un nombre para designar la ideología de los filósofos cristianos, ni de sus doctrinas, si no el ideal de una obra de la razón que habría logrado abrazar en una unidad el conjunto de lo que ofrece la razón natural y la revelación” ( 44). En la Edad Media las sumas o compendios teológicos lo intentaron, pero este esfuerzo se aparta del principio de que, ya que la realidad finita es cosa abstracta e inagotable, con mucha más razón lo es el ser infinito de Dios”(44)
La revelación no abarca la plenitud de la verdad divina. Dios se comunica al Espíritu Humano en la medida y en la forma que dicta su sabiduría, y a Dios le corresponde ampliar la medida. La filosofía tiende a poseer la visión simple por la cual Dios se comprende a si mismo y a todo lo creado. Visión que sólo se puede ir alcanzando al unirse Dios al hombre: el ser adquiere la participación del conocimiento divino viviendo la vida divina. El mayor acercamiento a este fin supremo durante la vida terrestre es la visión mística, aunque existe un camino que es la fe viva y auténtica, por la cual se obtiene y se va creciendo en la gracia..
Sin creer que Dios existe, y qué es Dios, no podemos tener fe. Aceptar a Dios es anterior a aceptar las verdades de la fe. Aceptar a Dios es volverse hacia Él, tender hacia Dios (45) “La fe exige de Dios más que verdades particulares, ella quiere a Dios mismo, que es la verdad, el Dios entero, esto es captar sin ver, “aunque es de noche” (no basta la imagen, la idea y el concepto, el ansia de luz entenebrece la razón y se comienza a caminar en noche oscura”. “A la fe se le llama luz oscura”, único camino del conocimiento y de la unión con Dios.
Aunque es de noche
“Es la oscuridad profunda de la fe frente a la claridad eterna hacia la cual se dirige”. Dice San Juan de la Cruz. “ El ir adelante el entendimiento es irse más poniendo en fe, y así, irse más oscureciendo, porque la fe es tiniebla para el entendimiento (46) es una superación de todo conocimiento particular obtenido por conceptos para entrar en la simple aprehensión de la verdad única, Por eso la fe está más cerca de la sabiduría divina que toda ciencia filosófica o aún teológica. Puesto que se mete a oscuras en el misterio y en él se abandona. Allí se le comunican en secreto verdades siempre más inagotables de sabiduría y conocimiento.
Pero puesto que el caminar en las tinieblas se nos hace difícil, todo rayo de luz que cae en nuestra noche como un primer mensajero de la claridad futura es un socorro inestimable para no perdernos y aún la pequeña luz de la razón natural puede darnos servicios apreciables.
Tarea y servicio de la Filosofía
La tarea más noble de la filosofía cristina es preparar el camino de la fe. Por esta razón se ha puesto tanto empeño en construir una filosofía fundada en la razón natural. Sólo de esta manera se da un trayecto del camino común con los incrédulos. Si ellos aceptan caminar con nosotros este trayecto del camino quizás se dejarán guiar. Más lejos, de lo que tenían pensado al principio, si no tienen prejuicios, como debe ser el filósofo según su convicción, ciertamente no retrocederán delante de esta experiencia ( 47).
“El pensamiento filosófico es a menudo único ámbito de entendimiento y de diálogo con quienes no comparten nuestra fe. El movimiento filosófico contemporáneo exige el esfuerzo atento de filósofos creyentes capaces de asumir las esperanzas, nuevas perspectivas y problemáticas de este momento histórico” (n 10). Este es el mejor servicio, la auténtica diaconía a la Verdad.
Una Invitación:
En este fragmento de uno de los poemas de Edith contemplemos algo del inmenso hallazgo y búsqueda incesante en la que se adentra el filósofo cuando, creyente, se abisma en el Ser.
“Quién eres tú, dulce luz que me colma y de mi corazón la oscuridad alumbra.
Tú me guías como una mano materna Y si tú me abandonas
No sabría yo dar un paso más.Tú eres el espacio Que abarca mi ser y lo cobija  Apartado de tí ,
me hundiría en el abismo De la nada,del que tú al ser me alzas Tú más cercano a mí que yo misma
Y más íntimo que mi propia intimidad  Y siempre incomprensible e inagotable Escapando a todo nombre
Espíritu Santo Amor eterno. Edith Stein.
Bibliografía:
Stein, Edith: Ser finito y Ser Eterno, Ensayo de una ascensión al sentido del ser. Fondo de Cultura Económica. México. 1996. 549 pp.
Ciencia de la Cruz. Estudio sobre San Juan de la Cruz, Ed. Monte Carmelo, Burgos, 1989.390 pp.
Obras Selectas, Edición preparada por Francisco Javier Sancho Fermín.
Ed. Monte Carmelo, Burgos, 1997, 611 pp
Juan Pablo II, FIDES et Ratio, Carta Encíclica, 122 pp. 14 de septiembre de 1998.
P. Liomer Vásquez Díaz OCD
 

 


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