Jesús le respondió: "Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?".
Después les dijo: "Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas".
Les dijo entonces una parábola: "Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho,
y se preguntaba a sí mismo: '¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha'.
Después pensó: 'Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes,
y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida'.
Pero Dios le dijo: 'Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?'.
Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios".
Col 3, 1-5.9-11 ● “Buscad los bienes de allá arriba, donde
está Cristo”.
CUENTO :El avaro que perdió su tesoro .
Había una vez un hombre muy avaro. Recogía el dinero y lo
guardaba inmediatamente, sin gastarlo para nada. Ni comía bien, ni vestía
decentemente.Su mayor ambición era tener mucho dinero para guardarlo. En cuanto tuvo una buena cantidad, pensó en esconderlo bajo tierra para que nadie se lo pudiera robar.
Al fin se
dirigió a un bosque y lo enterró bajo un árbol, alejándose luego de allí,
contento de pensar que nadie sabía dónde se hallaba su tesoro y, por tanto, no
se lo podrían arrebatar.
Pero en
contra de lo que creía, el hombre no vivía tranquilo. No comía ni dormía
pensando siempre si el dinero estaba bastante seguro enterrado en aquel lugar.
Cada día iba al bosque y allí se aseguraba de que el tesoro seguía en sus
sitio. Tantas veces fue y volvió del bosque que un campesino que vivía por los
alrededores se sintió picado por la curiosidad.
Observó con
atención lo que hacía el avaro y, cuando éste se fue, salió de su escondite y
con una pala cavó una fosa encontrando allí una gran cantidad de dinero. Sin
decir nada, lo cogió y se llevó no volviendo nadie a saber más de él.
A la mañana
siguiente, el avaro volvió al bosque y se dio cuenta de que alguien le había
robado. El pobre hombre comenzó a llorar y a desesperarse quejándose de su
desgracia. Tanto tanto lloraba que llamó la atención de un hombre que pasaba
por allí.
- ¿Qué
ocurre buen hombre? – le preguntó el caminante.
- ¡Me han
robado mi dinero!, ¡Todo lo que poseía!
- ¿Quién os
ha robado?
- ¡No lo sé,
para mi desgracia!
- ¿Dónde
estaba el dinero?
- Enterrado
aquí mismo. Ved la zanja que han abierto para llevárselo.
- ¿Y cómo es
que lo teníais enterrado? más cómodo era tenerlo en casa y así lo teníais más a
mano para usarlo.
- Yo no lo
usaba. ¡Jamás lo tocaba!
- Entonces
poned una piedra en su lugar! Si no lo usabais ¿por qué os afligís? Una piedra
será para vos tan valiosa como el dinero.
Y el
caminante se alejó tranquilamente.
MORALEJA: La
avaricia hace desgraciados a los hombres.
Pecado capital Avaricia: preocuparnos
mucho por tener bienes y dinero.
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