Esta
fábula nos puede ayudar a reflexionar sobre nuestra espiritualidad:
El padre contrariado: podríamos decir que representa
al hombre que encarna los puntos de la vista de la racionalidad pura,
incapacitado para entender los matices del arte.
El camino hacia mi tesoro pasa también por el dialogo
con los perros furiosos, es decir, el dialogo con mis pasiones, mis
problemas, miedos y heridas, con todo lo que ladra dentro de mí y amenaza con
tragarse mis energías.
Muchas veces huimos de nosotros mismos nos da pánico
mirarnos al interior por miedo de ver allí a un furioso perro.
Los furiosos perros ladradores están llenos de vitalidad, si
los encerramos quedamos privados de su energía, necesaria para llegar a dios y
al encuentro con nosotros mismos.
La torre, un símbolo de la maduración humana; hunde
sus cimientos en la tierra y se eleva al cielo, es redonda, símbolo de
totalidad.
El tesoro puede ser un nuevo impulso de la vida, un
nuevo estilo de autenticidad personal, la nueva manera de ser yo mismo hasta
completar la imagen que dios ha formado en mí.
Esta fuerza transformadora no se encuentra en las
superficies en que vivimos sino en las profundidades. El camino hacia esas
profundidades pasa por la confianza y decisión, por el desprendimiento y
receptividad a escuchar la llamada a la vida y descubrir una fuente la vida
allí en lo profundo, como un manantial de vida que nunca se agota.
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