28 mar 2020

Miren … ¡Cómo nos ama Dios! Domingo 29 de marzo .

Les dejamos el Abrazando la Palabra de esta semana.

Domingo 29 de marzo
Juan 11, 1- 44
ME PREPARO- El lugar, el tiempo y el corazón.
                                                                                       Miren … ¡Cómo nos ama Dios!
¿Te gusta empezar el día abriendo las ventanas de tu casa y dejando que entre toda la luz que se pueda? Bueno, eso es lo que hoy va a hacer el evangelio en nosotros. Preparate para llenar tu corazón con su aire puro y con su luz.
No hay duda que la Palabra es viva y es eficaz. Si la dejás, ¡no para de hablarte! Cada vez que la volvés a mirar, a leer, a rezar… te dice algo nuevo ¡No te miento! Intentalo vos. Si pudiera mostrarte como quedó el evangelio de hoy en mi biblia, parece un arco iris ¿Vos sabés que cuando rezás, podés subrayar la Palabra, remarcarla con colores, resaltar las frases que te llegan directo al corazón? Intentá hacer siempre todo lo que te ayude a rezar y a encontrarte con Dios. Ni lo dudes.
ENCUENTRO QUE LA PALABRA ESTÁ PRESENTE EN MI VIDA DE TODOS LOS DÍAS
Hoy te invito a regalarte un momento para acercarte al Evangelio de Juan, vamos a leer el capítulo 11, 1-44. Te aseguro que es el corazón de nuestra Fe. Y si me dejás, te quiero proponer abrir tres ventanas a las que siento que esta Palabra nos invita para llenarnos con su luz.
Vamos con la primera.
Abrimos… y ¿qué encontramos? El rostro del corazón de Dios ¡Sí! Escuchá lo que nos va a decir la Palabra sobre Lázaro.
-Cuando los discípulos quieren contarle a Jesús que Lázaro está enfermo ¿Sabés cómo le dicen? -Señor, el que tú amas…- Y sí, Jesús lo ama.
-El mismo Jesús cuando les dice a los discípulos que van a volver a Betania para ir a verlo lo llama … “nuestro amigo Lázaro” …
Y cuando llega y se encuentra con Marta y después con María, ella llora junto a él y el evangelio cuenta que Jesús se conmueve y llora! Sí, Jesús llora por su amigo!
Y cuando los discípulos lo ven llorar se dicen entre ellos esa frase que nos estremece a todos… ¡cómo lo amaba!
¡Cuánto emociona que Jesús pueda decir algo así de cada uno de nosotros! Y entonces… ¿En qué Dios creemos? ¿Cómo es su corazón? ¿Por qué a los discípulos se les sigue haciendo difícil comprender su “modo de amar”? ¿Por qué a nosotros nos sigue costando reconocerlo?
LA PALABRA SE HACE VIDA Y ORACIÓN EN NOSOTROS
Hoy vos, yo y todos somos Marta, María y Lázaro. Pongamos nuestro nombre en la Palabra, hacé la prueba, vas a ver qué se siente, porque estamos todos ahí.
Nosotros creemos en un Dios que nos ama, que es nuestro amigo, que se conmueve y llora con nosotros! Sí… llora ¿alguien lloró alguna vez con vos? Imaginate ver llorar a Dios ahí, cerca tuyo, sentirlo llorar por vos, por mí, por todos ¡Cómo nos cuesta comprender y sentir cuánto nos ama!
Dios nos conoce, sabe qué nos pasa, lo que estamos viviendo, está siempre cerca, a él le importan nuestros dolores, sufre y llora con y por nosotros ¡En ese Dios creemos!
Un Dios con barbijo y guantes que está en la primera fila; acompañando, sirviendo, escuchando, consolando, dando de comer… y también sufriendo por cada uno de nosotros… por el que está cerca, por el que está lejos, por el que tiene casa para cuidarse, por el que no la tiene y por el que en su casa …“no se siente seguro”.
Un Dios que nos ama “creando lazos”, como en el Principito ¿te acordás? Su amor nos domesticó y nos hizo únicos en el mundo para él y por eso nuestra Fe crea lazos que permanecen más allá de todo, no importa por lo que pasemos. Somos únicos, valiosos y especiales a los ojos de Dios.
Hoy en Lázaro se nos muestra el corazón de nuestra Fe, se nos enseña que su Amor no tiene fronteras, no conoce límites, porque la muerte no es frontera para Dios, por eso les dice a todos que corran la piedra del sepulcro para devolverle la Vida a Lázaro!
Dios es el Dios de la VIDA ¿Sabías que en la época de Jesús la gente pensaba que todo terminaba ahí, con la muerte? Por eso Dios hace este gran signo. Acordate del texto increíble de San Pablo cuando nos decía ¿Quién podrá separarnos del Amor de Cristo? “Ni la muerte, ni la vida… nada podrá separarnos del Amor de Cristo” Rom 9, 35-38. Esa tiene que ser nuestra mayor certeza, esa es nuestra Fe.
Por eso ahora vamos a abrir la segunda ventana.
¿Sabés qué me hizo pensar este texto? ¿Viste que en la mayoría de los milagros es Jesús el que se encuentra con el que tiene que ayudar? Estos domingos de Cuaresma lo vimos cerca del ciego, de la samaritana, pero acá, son sus amigos y sus discípulos los que le piden por su amigo.
Hoy estamos viviendo días así, de tanta unión en la oración, todos juntos rezando por esta pandemia que nos provoca mucha angustia, miedo e incertidumbre. Y acá aparece la fuerza de la oración de intercesión “yo puedo rezar por el otro” “yo puedo rezar por el que está sufriendo” “yo puedo estar cerca, estando lejos” y ese “yo puedo” se transforma en “nosotros podemos”, porque la oración es la que se vive en familia, en comunidad, y así, casi sin conocernos, estamos todos conectados rezando juntos. Una vez más es Dios el que nos une, el que nos hace hermanos y nos invita a ser cercanos de nuestro prójimo que tanto nos necesita.
Esta segunda ventana es la que nos puede dar mucha luz; porque pensar en el otro en este tiempo, salir de mí, para pensar en quien puede estar necesitando de nuestra oración o de nuestra ayuda, nos hace mucho bien y nos permite vivir este tiempo “al servicio” .
Tal vez en casa, sentimos que no podemos hacer mucho, que casi tenemos las manos atadas como Lázaro, pero es con la oración que Jesús nos permite “salir afuera” y poder llegar donde nuestro cuerpo y nuestras manos no pueden, confiemos que Dios sí puede. Y eso nos tiene que llenar de paz.
Y la tercer ventana… es la mayor certeza que nos puede regalar nuestra Fe. “Creemos en un Dios que está VIVO”.
“Yo soy la Resurrección y la Vida, el que cree en mí aunque muera vivirá” Jn 11, 25
A todos nos hace felices hablar de la Vida y aferrarnos a ella y está bien que sea así, porque Dios nos creó para la Vida, ese anhelo tan fuerte a vivir es porque Dios lo puso en nosotros, él nos soñó para la Vida, pero para una Vida que no termina, que es “para siempre” y que nadie puede apagar, ni siquiera una pandemia.
Hoy en la Palabra no es que Jesús resucita a Lázaro, porque en realidad lo devuelve a la Vida, el primero que va a resucitar es Jesús, pero fijate qué buen signo que hace para mostrarnos cómo todos podemos volver a nacer, desde el Amor de Dios y desde la Fe.
Vos y yo podemos estar dormidos en esta vida y en la fe y esta Palabra nos vuelve a poner en movimiento, nos permite “volver a nacer” como lo celebraremos en la Pascua que se acerca.

LA PALABRA SE HACE GESTO Y ORACIÓN
Como GESTO me gustaría proponerte que todos SEAMOS UN SIGNO DE VIDA.
Jesús le dice a Lázaro “Sal afuera” y a nosotros nos dice lo mismo. “Sal afuera, quedándote adentro” ¡Qué desafío! ¿Qué podemos hacer desde nuestras casas para “salir afuera, estando adentro”?
Y a los que sí les toca “salir”, por su misión y su “entrega”, que el Señor los cuide con nuestra oración y respeto. Que nuestro agradecimiento sea hacer lo que a cada uno le toca hacer.
Y no nos olvidemos de rezar por los que no tienen casa para poder quedarse y cuidarse ¿Podemos hacer algo por ellos?
Una vez más se nos da esta enseñanza de Jesús de salvarnos juntos, en comunidad.
Nadie puede salvarse solo; yo necesito de vos, vos necesitás de mí y todos necesitamos de Dios.
Nuestra Fe tiene que ser nuestra fortaleza ¡Qué regalo es vivir con Fe! Tanto para agradecerle a Dios en este día. No dejemos de hacerlo.
Señor de la VIDA hoy me gustaría darte gracias por tanto… pero especialmente por el regalo de la VIDA.
Que el Señor nos bendiga y acompañe siempre y hasta que volvamos a encontrarnos Dios te guarde en la palma de su mano.
Abrazo gigante para vos, tu familia y tu comunidad.

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