Más allá de la Muerte-Autor: P. Angel Peña O.A.R.-FUENTE
: catholic.net
Capítulo 5: María Simma y las almas del purgatorio.
María Simma es una mujer extraordinaria, nacida en Sonntag (Vorarlberg),
Austria, el 5 de febrero de 1915. Es un alma mística, favorecida de grandes
carismas, especialmente el de recibir mensajes de las almas del purgatorio, que
se le aparecen y a quienes ha consagrado su vida desde joven. Su obispo está de
acuerdo con su apostolado en favor de esta almas y lo mismo lo estaba su
director espiritual, el P. Alfonso Matt, quien la dirigió en los primeros años
de sus experiencias místicas. En 1968 escribió un libro titulado “Meine
Erlebnisse mit Armen Seelen” (Mi relación con las pobres almas) traducido a
varias lenguas y que tiene ya más de 20 ediciones. Otros más se han escrito,
basados en entrevistas con ella.
También, de vez en cuando, da conferencias en diferentes lugares de Europa,
especialmente de Austria y Alemania, pues sólo habla alemán.
Todo lo que ella ha sabido por medio de las almas del purgatorio, sobre sus
necesidades, ha sido exacto y ha estado siempre conforme con las enseñanzas de
la Iglesia. Su director, el P. Alfonso Matt, enviaba los mensajes que ella
recibía a los familiares de los difuntos y ellos quedaban asombrados de cosas
que nadie podía saber. Por eso, desde el principio, fue apoyada por su párroco.
Por otra parte, el hecho de que los muertos puedan aparecerse a los vivos no
debe parecer imposible, porque el mismo Evangelio nos habla de que el Viernes
santo “muchos sepulcros se abrieron y muchos cuerpos de santos que dormían,
resucitaron y saliendo de sus sepulcros, después de la resurrección de Él,
vinieron a la ciudad y se aparecieron a muchos” (Mt 27,52-53).
a) Informe del P. Alfonso Matt
El P. Alfonso Matt, según el vicario general de su diócesis era “un sacerdote
íntegro y ejemplar que no tenía nada de exaltado. Era un venerado sacerdote” El
día de su entierro (26- 12-1978), su obispo, Bruno Wechner, en presencia de
1.000 fieles y40 sacerdotes dijo: “Lo más hermoso que se puede decir de un
sacerdote es que es un sacerdote según el corazón de Dios. Así era el R Alfonso
Matt”. Pues bien, él escribió un informe sobre la vida de María Simma. Veamos
un resumen de este informe:
“María Simma nació en Sonntag. Quiso hacerse religiosa, pero las tres veces que
lo intentó, tuvo que salir por falta de salud. Su vida espiritual se
caracteriza por un gran amor a la Virgen María y un gran deseo de socorrer a
las almas del purgatorio, devoción que le inculcó su madre desde niña. Ella ha
consagrado su virginidad a la Virgen y ha hecho voto de ánimas, como alma
víctima en favor de las almas del purgatorio. En la parroquia se dedica a dar
catecismo a los niños y prepararlos para la primera comunión.
A partir de 1940, se le aparecieron algunas almas para pedirle ayuda. El día de
“Todos los santos” de 1953, comenzó también a ofrecer sufrimientos expiatorios
por ellas. Tuvo, por ejemplo, que sufrir mucho por un oficial muerto en Kürnten
en 1660. Un sacerdote de Colonia, muerto el año 555, le pidió también
sufrimientos expiatorios, pues de otro modo, debía sufrir hasta el fin del
mundo por sus misas sacrílegas, adulterios, falta de fe y haber participado en
martirizar a las compañeras de Santa Úrsula.
También tuvo que sufrir mucho por las prácticas anticoncepcionistas y la
impureza de las almas que se le aparecían. Algunas almas le pedían que
libremente aceptara sus sufrimientos para su liberación y purificación. Por
ejemplo, una tal Berta, francesa, muerta en 1740 dos señoritas de Innsbruck,
muertas en un bombardeo; un sacerdote italiano, etc. María siempre ha aceptado
generosamente estos sufrimientos que le pedían y nunca los ha rechazado.
En 1954 comenzó un modo nuevo de ayudar a las almas. Un cierto Paul Gisinger de
Koblach le pidió que les dijera a sus 7 hijos que dieran en su nombre 100
chelines para las misiones e hicieran celebrar dos misas, porque sólo así podía
ser liberado. Después siguieron otras demandas análogas en favor de las
misiones y de celebrar misas.
En octubre y noviembre hasta el 8 de diciembre (fiesta de la Inmaculada) de ese
año 1954, venían cada noche a pedir oraciones o sufrimientos. Ella, poco a
poco, pidió la ayuda de otras personas para poder atender sus peticiones.
Cuando se trataba de sacerdotes, las oraciones debían ser hechas por
sacerdotes.
Las almas del purgatorio se le aparecen de diversas formas y en diversas
maneras. Algunas tocan la puerta, otras aparecen de improviso. Unas se muestran
con apariencia humana, como eran cuando vivían su vida mortal, normalmente
vestidas como en días de trabajo, no de fiesta. Otras se aparecen bajo formas
de animales que dan miedo o en formas difusas. A veces, están envueltas entre llamas,
dando un aspecto terrible. Cuanto más purificadas están, más luminosas y
afables se presentan. Con frecuencia, cuentan cómo han pecado y cómo se han
librado del infierno gracias a la misericordia de Dios. Durante la Cuaresma, se
presentan día y noche para pedirle que sufra y ore por ellas. Las que son
extranjeras hablan en alemán con acento extranjero. Las almas le dicen que ella
es de los nuestros. Cuando ella preguntó qué significaba ser de los “nuestros
“, le dijeron que con su voto de ánimas se había entregado a la Madre de la
misericordia en favor de ellas. Ella te ha dado a nosotras, le dijeron.
Las noticias, que las almas le dan sobre sus familiares vivos, son siempre
exactas. En la avalancha que, en 1954, sepultó mucha gente aquí cerca, las almas
le dijeron que había algunos vivos bajo la nieve. Por eso, intensificaron la
búsqueda y pudieron encontrar algunos vivos más.
El demonio también se le ha presentado en ocasiones, para desanimarla de su
misión. Una vez se le presentó como un ángel de luz; otra, como el sacerdote de
la parroquia, Algunas personas se han escandalizado, porque pide a algunos de
los familiares limosnas para las misiones o que se hagan celebrar misas por las
almas. Pero ella nunca ha aceptado dinero, el dinero debe ser entregado
directamente en la parroquia o en la curia episcopal.
Dice que las almas de los católicos sufren más que las de los protestantes,
porque tuvieron más gracias, pero la fe católica es la mejor para ganar el
cielo. Además, los católicos tienen la posibilidad de recibir más ayuda de
otros y ser liberados más rápidamente, ya que los protestantes no creen en el
purgatorio y no rezan por sus difuntos.
A ella se le ha revelado la maravillosa armonía que existe entre el amor y la
justicia divina. Cada alma es purificada de acuerdo a la naturaleza de sus
culpas. La duración es muy variada. El tiempo medio es de 40 años, pero hay
quienes deben sufrir hasta el juicio final. Otros sólo sufren media hora,
como si atravesaran el purgatorio en un vuelo. Lo que sí es cierto es que las
almas sufren con una paciencia admirable y alaban la misericordia divina y
suplican a María, madre de misericordia, agradeciéndole por haberse salvado.
La Virgen María va al purgatorio, con frecuencia, a consolar a las almas.
También va San Miguel arcángel. Y allí están también los ángeles custodios de
las almas, acompañándolas hasta su liberación final. La ayuda que necesitan es,
sobre todo, misas, rosarios y sufrimientos por ellas. También es bueno el
víacrucis y dar limosnas para las misiones. Las indulgencias tienen un valor
inmenso. Es una crueldad no aprovechar este tesoro, que la Iglesia nos propone
para las almas. Supongamos que estuviésemos delante de una montaña llena de
monedas de oro y tuviésemos la posibilidad de cogerlas ¿no sería cruel
rechazarlas y no poder ayudar a tantos necesitados?.
En resumen, María Simma tiene una vocación especial. Se trata de un apostolado
y de una ayuda en favor de las almas del purgatorio”. Firmado P. Alfonso Matt,
parroquia de Sonntag, 20 de febrero de 1955.
b) Mi relación con las almas del purgatorio
En este escrito personal, María Simma, entre otras cosas, dice: “Desde mi
infancia tuve gran amor por las almas del purgatorio. Mi madre me lo enseñó y
me repetía muchas veces: Cuando tengas alguna cosa importante que hacer,
dirígete a las almas del purgatorio, porque son de gran ayuda.
En 1940 se me presentó, por primera vez, una alma del purgatorio. Sintiendo que
alguien estaba en habitación me desperté y vi un extranjero que iba y venía por
mi habitación. Le dije: ¿Cómo has entrado? ¿Qué has perdido? Él continuaba,
yendo y viniendo, como si no me oyera. Entonces, salté de la cama para
agarrarlo, pero no agarraba nada. No había nada. Lo intenté de nuevo y ocurrió
lo mismo. Podía verlo y no podía tocarlo. Al poco tiempo, desapareció. Al día
siguiente, después de la misa, fui a mi director espiritual y le conté lo
ocurrido. Él me dijo: Si sucede otra vez, no le preguntes ¿quién eres? Dile.
¿Qué quieres de mí? A la noche siguiente, retornó la misma persona. Le dije:
¿Qué quieres de mí? Él respondió: Haz celebrar tres misas por mí y seré
liberado. Entonces, pensé que debía ser un alma del purgatorio. Mi confesor me
lo confirmó. Desde 1940 hasta 1953, cada año vinieron sólo dos o tres almas,
normalmente en noviembre (mes de los difuntos). Mi director el P Alfonso Matt,
me aconsejó que nunca rechazara ninguna petición de ayuda de esas almas.
Cuando un alma viene, me despierta tocando la puerta o llamándome o
sacudiéndome o de otras maneras. Le digo de inmediato: ¿Qué quieres? ¿qué debo
hacer por ti? Y normalmente me lo dicen. Un alma me dijo un día: Una de las
cosas que más eficacia tiene para nosotras es el sufrimiento soportado con
paciencia, sobre todo, cuando se ofrece por manos de la Madre de Dios, para que
ella lo utilice para quien quiera. Y me pidió que sufriera por ella. Me pareció
bastante extraño, porque hasta ese día ninguna me había pedido sufrir por ella.
Le dije. ¿Qué debo hacer? Me respondió: Durante tres horas tendrás grandes
dolores en todo el cuerpo. Después de las tres horas, podrás levantarte y
continuar tus trabajos, como si no hubiera sucedido nada. Así me quitarás
veinte años de purgatorio. Acepté y me vinieron tales dolores, que apenas
me daba cuenta de dónde estaba, y parecía que pasaban días y semanas. Cuando
todo terminó, me di cuenta de que habían pasado exactamente tres horas. A
veces, me pedían sufrir sólo cinco minutos, pero ¡qué largos me parecen esos
minutos! .
En 1954 (año mariano) cada noche empezaron a venir En ocasiones me decían
quiénes eran y me encargaban algunas misiones para sus parientes. De esta
manera, mi caso fue conocido públicamente. Esto era para mí muy desagradable;
porque, por mi cuenta, sólo le habría hablado a mi padre espiritual. Algunas
veces, se trataba de que devolvieran bienes mal adquiridos; en algunos casos,
ni siquiera los parientes conocían ciertos detalles que yo les daba, por medio
de mi párroco y director espiritual, que era quien transmitía los mensajes a
gente de otros pueblos, cercanos o lejanos. También en ese año 1954 venían a
visitarme las almas durante el día. Al terminar este año mariano, venían dos o
tres veces por semana. Normalmente, aparecen el primer viernes de mes o en un
día de fiesta de la Virgen o durante la Cuaresma. Durante Semana Santa vienen
muchas y también en Adviento y en el mes de noviembre.
Aquellas almas, que yo he conocido bien en vida, las reconozco de inmediato.
Otras son desconocidas, a no ser que me digan quiénes son. Normalmente se
presentan en vestido de trabajo. Si eran personas inválidas o con graves
deficiencias físicas o mentales, aparecen sanos. Los que estaban en silla de
ruedas, caminan perfectamente, los mudos hablan, los sordos oyen, los ciegos
ven. En el más allá quedan atrás todas las deficiencias humanas. Ellas saben de
nosotros más de lo que suponemos. Ellas saben, por ejemplo, quiénes han
asistido a su velorio y sepultura, quiénes han ido solamente por hacer acto de
presencia y quiénes han ido a rezar por amor Ellas saben también lo que se dice
sobre ellas en el velorio, porque están mucho más vecinas a nosotros de lo que
suponemos y se dan cuenta de quiénes asisten a las misas ofrecidas por ellas.
Ellas están presentes a sus funerales y a las misas ofrecidas por ellas. No les
gustan los pomposos funerales, prefieren que sean sencillos, pero fervorosos.
No quieren que su cuerpo sea cremado; porque, al no tener lugar de referencia,
se pueden olvidar más fácilmente de ellas. La cremación está permitida por la
Iglesia, con tal que no se niegue la resurrección, pero ellas quieren todo lo
que lleve a su familia a rezar y, el no tener una tumba que visitar, les hace
olvidarse de ellas.
También quieren que se respete su cuerpo y que se evite cualquier profanación.
Les gusta que en la tumba echen agua bendita y tengan un cirio bendito. Las
visitas de amor al cementerio les agradan y ayudan más de lo que imaginamos.
Incluso, les ayuda el simple hecho de limpiar su tumba, por el amor que ponemos
en ello.
Personalmente, cuando voy al cementerio, que está junto a mi casa, enciendo una
vela por las almas y les echo agua bendita, y ellas me lo agradecen. Un día
vino a yerme una niña de unos seis años y me dijo que había apagado una vela en
el cementerio para coger la cera y jugar Por eso, se encontraba en el purgatorio,
aunque por poco tiempo. Me pidió que encendiera por ella dos velas benditas.
Otro día vino un niño de 11 años, de Kaiser para pedirme que rezara por él. Me
dijo que estaba en el purgatorio, porque el día de los difuntos había apagado,
por divertirse, varias velas, que estaban encendidas en el cementerio en favor
de los difuntos.
Como vemos, también hay niños en el purgatorio; porque, antes de lo que
pensamos, se dan cuenta del bien y del mal. Un día vino una niña de unos cuatro
o cinco años y me dijo que estaba en el purgatorio, porque había recibido de su
madre, junto con su hermana gemela, una muñeca. Ella lo había roto y, teniendo
ser descubierta, la cambió por la de su hermana, sabiendo que esta haciendo
algo malo y que iba a hacer sufrir a su hermana.
También hay sacerdotes. En una oportunidad, se me presentó un sacerdote para
pedirme ayuda y vi que su mano derecha estaba negra y sucia. Me dijo: “Dijes a
todos los sacerdotes que bendigan sin cesar a las personas, casas y objetos
sagrados. Yo me descuidé de hacerlo, porque no le daba importancia y, por eso,
sufro en esta mano”. Los sacerdotes pueden dar numerosas bendiciones y conjurar
las fuerzas del mal. Sobretodo, los sacerdotes pueden celebrar misas por las
almas, que es lo que más les ayuda. ¡Si se supiese cuál es el precio de una
sola misa para la eternidad, las iglesias estarían llenas, incluso entre
semana! En la hora de la muerte, las misas a las que hemos asistido con
devoción serán nuestro mayor tesoro. Tienen más valor que las misas encargadas
para nosotros después de muertos. También son importantes las indulgencias. Un
alma me habló de su importancia y que para ganar una indulgencia plenaria era
necesario una limpieza total del alma, despegada de todo lo terreno.
Cuando un alma se me aparece y, después de haber hecho sus peticiones,
permanece más tiempo, sé que puedo hablar con ella y hacerle preguntas.
Normalmente es otra alma la que viene, después de un tiempo, a darme la
respuesta con el permiso de Dios. En mi cuaderno tengo anotadas las respuestas
sobre si otras almas se han salvado o están todavía en el purgatorio. Puede
suceder que pasen dos o tres semanas o años antes de recibir la respuesta.
Nunca me han hablado de alguien que esté en el infierno,
Uno de los pecados más severamente castigados es el pecado contra la caridad:
maledicencia, calumnia, rencor peleas por envidia, codicia... ¡ Cuántas veces
se peca contra la caridad, diciendo palabras o haciendo juicios desprovistos de
caridad! Y una palabra puede “matar” un alma o sanarla. Por eso, es muy
importante perdonar y no guardar rencor, ni siquiera a los difuntos. Recuerdo
el caso ocurrido en Innsbruck. Una mujer no podía perdonar a su padre. Cuando
estaba vivo, no le había dado cariño de padre y ni siquiera le dio la
oportunidad de estudiar para ser profesional. Por eso, no podía perdonarlo.
Después de muerto, el padre se apareció a su hija; no una, sino tres veces,
suplicándole que lo perdonara, pero ella no quería. Después de un tiempo, esta
mujer se enfermó y, entonces, entendió que debía perdonarlo, porque no podría
vivir en paz. Tomada esta resolución, lo perdonó de todo corazón y la
enfermedad comenzó a desaparecer. El odio envenena el alma y hasta produce
enfermedades físicas y mentales. En cambio, el amor siempre da salud, paz y
alegría.
Un campesino vino a visitarme y me dijo:
- Estoy construyendo un establo y, cada vez que el muro llega a cierta altura,
se cae. Hay algo de extraño y sobrenatural en esto. ¿Qué puedo hacer?
- ¿Hay algún difunto que tiene algo contra ti, a quien guardas rencor?
- Oh sí, pensaba que no podía ser sino él. Me hizo mucho daño y no lo puedo
perdonar.
- Él quiere que lo perdones, nada más.
- ¿Perdonarle yo? ¿A él que tanto daño me ha hecho de vivo? ¿Para que vaya al
cielo? NO, NO.
- Pues no te dará reposo hasta que no lo hayas perdonado de corazón. ¿Cómo
puedes decir en el Padrenuestro:
Perdónanos como nosotros perdonamos a los que nos ofenden? Es como si dijeras a
Dios: No me perdones, como yo tampoco perdono.
El hombre se quedó pensativo y dijo: Tienes razón. En nombre de Dios lo perdono
para que Dios me perdone también a mí. Desde ese día, no tuvo más problemas con
el establo y pudo tener paz y amor en su corazón.
Un día vino a visitarme un hombre, cuya mujer Izabía muerto hacía un año y,
desde entonces, todas las noches sentía tocar a la puerta de su dormitorio. Fui
a su casa y, por la noche se me apareció un animal grande que parecía un
hipopótamo. Después vino el demonio bajo la forma de una serpiente gigantesca
que quería estrangular al hipopótamo... Y desaparecieron. Al poco tiempo, vino
un alma con apariencia humana y me dijo: No ternas, ella izo está condenada,
pero está en el purgatorio más terrible que exista. Me dijo que había vivido
diez años en enemistad con otra mujer y ella era la causa de todo. La otra
mujer había querido reconciliarse, pero ella siempre se había negado. Incluso,
durante su última enfermedad, se había negado a hacer las
Un día vino a visitar un hombre que quería informarse sobre la suerte eterna de
dos difuntos del mismo pueblo. Era el año mariano de 1954 y la respuesta llegó
pronto. Un mes más tarde yo le comuniqué: La Sra. X está en el cielo y el Sr. X
está en lo más profundo del purgatorio. Él me dijo: Es imposible. La Sra. X
murió en el hospital por una práctica abortiva, mientras que el Sr. X estaba
siempre el primero en la Iglesia y era el último en salir.
Pero, pocos días después, vino a yerme una señora que los conocía bien a los
dos y me dijo: La Sra. X era como mi hermana. Ella era débil desde el punto de
vista moral, pero ha sufrido mucho, porque este defecto era debido en gran
parte a taras hereditarias. Murió como consecuencia de una práctica abortiva,
pero murió con sentimientos de arrepentimiento hasta el punto que el sacerdote
que la asistió en los últimos momentos pudo decir: Quisiera que todos murieran
con los sentimientos de arrepentimiento de esta mujer. Ella murió con los
últimos sacramentos y firme enterrada religiosamente.
El Sr X era el primero y el último en salir de la Iglesia, pero siempre estaba
criticando a todo el mundo. Lo que más me indignó fue que, durante el sepelio
de la Sra. X, él la estaba criticando y diciendo a algunas personas que la Sra.
Xno debía ser enterrada en un cementerio católico. Entonces, le dije: Ahora
está claro para mí que el Señor no quiere que Juzguemos a los demás. El Sr X
criticaba a la Sra. X, aún en el cementerio, pero el Señor tuvo compasión de
ella. No podemos juzgar a los demás, dejemos el juicio a Dios. Ahora el Sr. X
está en lo profundo del purgatorio.
En una ocasión, vino un alma y me dijo: Cometí un crimen contra Dios. Un
día, por soberbia, tomé una cruz y la destrocé, pensando que, si Dios existía
no me lo permitiría hacer. Casi al instante, me vino una parálisis que fue mi
salvación. Después me pidió decirle a su mujer que hiciera algunas cosas
para ayudarlo y liberarlo del purgatorio. Ella se había salido de la Iglesia
católica y se había hecho protestante. Cuando le conté el mensaje de su esposo,
me dijo:
Creo en lo que me dice, porque el hecho de que destrozó la cruz, solamente lo
sabíamos él y yo. Y entró de nuevo en la Iglesia católica.
Un médico vino un día, lamentándose de que debía sufrir mucho por haber
acortado la vida de sus pacientes con inyecciones, para que no sufrieran más
(eutanasia). Y nadie tiene derecho a quitar la vida, porque mientras están
vivos, aunque estén en coma, pueden recibir las bendiciones de Dios a través de
nuestras oraciones y buenas obras.
Una mujer me dijo: He debido estar 30 años de purgatorio por no haber dejado ir
al convento a mi hija. Por eso, debemos pensar en la grave responsabilidad de
los padres que no consienten la vocación sacerdotal o religiosa de sus hijos.
Nadie tiene derecho a rectificar los planes que Dios ha trazado para cada uno
desde toda la eternidad.
Otro día se me presentó un alma y me dijo: ¿Me conoces?. Yo le dije que no. Él
respondió: Pero tú me has visto. En 1932 hiciste un viaje en tren y yo era tu
compañero de viaje.
Entonces, me acordé muy bien de ese hombre, orgulloso, que había criticado en
voz alta a la Iglesia y a la religión. Yo tenía 17 años y le respondí como
pude. Él me dijo: Tú eres demasiado joven para darme lecciones. Cuando bajé del
tren, le dije al Señor: Señor, no permitas que este hombre se pierda. Y esta
oración lo había salvado. ¡Cuánto puede hacer la oración, aunque sea pequeña,
pero hecha con fe! ¡Cuánto valen las obras de caridad para los demás!
Un día, un alma se me apareció con un balde vacío. Le pregunté por qué lo
llevaba y me dijo. Es mi llave del paraíso. No he rezado mucho durante la vida,
iba raramente a la Iglesia, pero una vez por Navidad limpié gratuitamente la
casa de una pobre anciana y eso fue mi salvación.
El año 1954 ocurrió una avalancha, que sepultó varias personas en un pequeño
pueblo de la montaña. Un joven de 20 años oyó que pedían auxilio y salió en su
ayuda, pero su madre se lo quiso impedí, porque había mucho peligro para él. El
joven, sin embargo, salió a rescatar a los que pedían auxilio, pero una
avalancha lo sepultó también a él. La segunda noche después de su muerte, vino
a pedirme que hiciera celebrar tres misas por él. Sus familiares se
maravillaron de que tan pronto pudiera ser liberado, cuando no había sido muy
fervoroso, sino todo lo contrario. Pero el joven me confió que Dios había sido
muy misericordioso con él por haber querido ayudar a su prójimo y hacer una
acción tan bella. Si hubiera vivido más tiempo, no habría podido conseguir una
muerte tan bella a los ojos de Dios. ¡Una muerte en acto de caridad con el
prójimo!
Ese mismo año, 1954, en otro pueblo hubo otra avalancha, que ocasionó muchos
destrozos. Se contaba que hacía 100 años otra avalancha había destruido el
pueblo y ésta había sido mucho peor pero sin mayores consecuencias. ¿Por qué?
Las almas me dijeron que una mujer de nombre Stark, había ofrecido sus
oraciones y sufrimientos por su pueblo. De otro modo, medio pueblo habría sido
destruido. ¡Cuánto valen los sufrimientos soportados con paciencia! ¡Salvan más
almas que la oración! Por eso, no hay que ver el sufrimiento como un castigo,
pues puede ser un tesoro, silo ofrecemos con amor por la salvación de los
demás. Solamente en el cielo, podremos saber todo lo que hemos obtenido con
nuestros sufrimientos, soportados con paciencia en unión con los sufrimientos
de Cristo. El sufrimiento es un gran don que nos acerca a Dios y a los demás.
Un día de 1954, hacia las 2,30 de la tarde, paseando por el bosque, me encontré
con una mujer muy anciana que parecía centenaria. Yo la saludé amablemente y
ella me dijo: ¿Por qué me saludas? Nadie me saluda. Nadie me da de comer y debo
dormir por la calle. Yo la invité a comer y a dormir en mi casa. Ella me dijo:
Pero yo no puedo pagar. No importa, le insistí. No tengo una bella casa, pero
será mejor que dormir en la calle. Ella entonces me lo agradeció y me dijo:
Dios te lo pague. Ahora soy liberada. Y desapareció. Hasta aquel momento no
había entendido que se trataba de un alma del purgatorio. Seguramente, durante
su vida, no quiso ayudar a alguien que tenía necesidad de comida y alojamiento,
y debía esperar que alguien le ofreciese lo que ella había rechazado a otros.
Otro día se me apareció el alma de un joven y me dijo:
Por no haber observado las leyes de tráfico, tuve un accidente de motocicleta y
morí en Viena. Yo le pregunté: ¿Estabas listo para entrar en la eternidad?
No estaba listo, respondió, pero Dios da dos o tres minutos para poder
arrepentirse y sólo el que lo rechaza se condena. Cuando uno muere en un
accidente, las personas dicen que era su hora. Eso es cierto, cuando uno no
tiene la culpa. Pero yo tuve la culpa; porque, según los designios de Dios, yo
debería haber vivido todavía treinta años. Por eso, el hombre no tiene derecho
a exponer su vida a un peligro de muerte sin necesidad.
También es muy importante, a la hora de la muerte, abandonarse y aceptar la
voluntad de Dios. Una madre de cuatro hijos iba a morir y le dijo a Dios:
Señor, si es tu voluntad, acepto mi muerte, pero te confió a mi esposo y a mis
cuatro hijos. Por este acto de confianza y abandono total, fue directamente al
cielo. Vale la pena abandonarse sin condiciones en las manos de nuestro Padre
Dios y confiar en Él hasta el fin.
c) Hacednos salir de aquí
Éste es el título del libro escrito por Nicky Eltz de sus entrevistas con María
Simma. Veamos un resumen de lo que dice María Simma:
“Hay mucha diferencia entre evocar a los muertos, como hacen los espiritistas,
e invocar a los muertos para pedirles ayuda y orar por ellos. El espiritismo es
pecado y en él es Satanás quien contesta a las preguntas. Nosotros pedimos
ayuda a los difuntos y oramos por ellos. En mi caso, yo nunca los llamo para
que vengan. Ellos vienen, porque Dios se lo permite.
El purgatorio es un tiempo de espera en que las almas tienen el gran
sufrimiento de la nostalgia de Dios y el enorme deseo de amarlo con todo su
corazón. En el purgatorio existen muchos niveles, que son tan diferentes como
las enfermedades de la tierra. Cada alma es “castigada” o sufre en aquello o
por aquello que la ha hecho pecar o alejarse de Dios. Sucede esto también, en
cierta medida, en la tierra. Si uno come en exceso, sufre las consecuencias de
mal de estómago. Si uno fuera demasiado, se intoxica y tiene problemas en los
pulmones, etc. Podemos decir que hay tantos niveles cuantas almas distintas,
porque no existen dos personas ni dos almas iguales. Cada alma lleva el
purgatorio consigo. Cuando un alma viene a visitarme, no viene “fuera” del
purgatorio, sino “con” el purgatorio. Las almas que vienen a visitarme son las
que están más cerca de ser liberadas. En los niveles más bajos, Satanás puede
hacer sufrir a las almas, pero no puede vencerlas. Estas almas de los niveles
más bajos, a veces, se presentan bajo la forma de animales horribles. Pero el
alma puede pasar del nivel más bajo e ir directamente al cielo sin pasar por
niveles intermedios, si le ayudan con una indulgencia plenaria o con muchos
sufrimientos, misas y oraciones. Lo que sí es cierto es que ninguna de ellas
quiere volver a las tinieblas de la tierra, ahora que han conocido el amor de
Dios.
Debemos tener bien claro que no es Dios quien las coloca en tal o cual nivel,
son ellas mismas, pues quieren purificarse totalmente antes de presentarse ante
Dios. Ellas quieren purificarse como el oro en el crisol. ¿Imaginamos una chica
que quiere ir a su primer baile en público toda sucia y despeinada? Pues bien,
las almas tienen una idea de Dios tan grande, son tan conscientes de su pureza
maravillosa y resplandeciente que ni todas las fuerzas del universo serían
suficientes para hacerles presentarse delante de Él, mientras subsistan esas
manchas que afean su alma. Sólo un alma pura y luminosa puede atreverse a
acercarse a la belleza y santidad divina para poder contemplar a Dios sin temor
y amarlo en plenitud por toda la eternidad.
El purgatorio es un estado de cada alma; pero, en cierto sentido, también es un
lugar ya que algunas almas se reúnen para estar juntas en determinado lugar por
ejemplo, junto a los altares de las iglesias o en el lugar donde han muerto.
Pero no es un solo lugar sino muchos lugares diferentes y muchas condiciones
diferentes de cada alma. El fuego sólo existe propiamente en los niveles más
bajos, aunque sólo afecte al alma, pues no es un fuego físico como el que
nosotros conocemos. Por eso, algunas almas vienen rodeadas de fuego.
Yo nunca las he visto reír tienen más bien un aspecto sufrido y paciente.
Normalmente, se me aparece una alma sola; pero, en algunas ocasiones, se me han
aparecido varias, porque tenían necesidad de la misma cosa para ser liberadas.
He sido visitada por almas de todos los continentes, que me hablaban en un
alemán con acento extranjero.
En algunas oportunidades he sido visitada por suicidas, que no necesariamente
se condenan. La mayor parte de ellos son llevados al suicidio por circunstancias
que limitan mucho su libertad o por enfermedades síquicas. Pero todos lamentan
mucho el haber acortado su vida y todo lo que pudieron haber hecho y no
hicieron. Todos ven que no fue una solución y que cometieron un gravísimo error
.
Por supuesto, me han visitado personas de todas las religiones, pues también
ellas van al cielo, aunque la fe católica sea la mejor para ganar el cielo.
También , me han visitado homosexuales. No necesariamente están condenados,
pero tiene que sufrir mucho para ser purificados; porque, aunque la inclinación
homosexual no es pecado, toda actividad homosexual sí es pecado, como dice la
Iglesia. Ellos deben orar mucho y pedir fortaleza para vivir su castidad y
rezar a San Miguel arcángel, que es un gran defensor contra el maligno.
Algo muy importante es aceptar antes de morir todos los sufrimientos que Dios
nos envíe. Conocí a una mujer y a un sacerdote, que estaban en el mismo
hospital con tuberculosis. La mujer le dijo al sacerdote: Yo le he pedido al
Señor que me dé la oportunidad de pasar aquí mi purgatorio. El sacerdote le
dijo: Yo no me atrevo a tanto. Una religiosa escuchó esta conversación. Cuando
murieron los dos, el sacerdote se le apareció a la religiosa y le dijo que la
mujer había ido directamente al cielo y él debía pasar todavía mucho tiempo en
el purgatorio por no haber aceptado sus sufrimientos. De ahí lo importante que
son nuestros sufrimientos, ofrecidos con amor Los sufrimientos de la tierra
valen muchísimo más como reparación de nuestros pecados que los del purgatorio.
Por eso, una larga enfermedad, antes de morir puede ser una gran bendición y
gracia de Dios“.
“El sufrimiento con amor es
la perla más preciosa.
que puedes ofrecer a Dios”.