RESILENCIA
Por muy duro que sea, pasará.
Por muy oscuro que esté, tengo la
certeza de que volverá a brillar la luz.
Acepto lo que no puedo cambiar.
Ya se trate de mí mismo, de otras
personas o de las circunstancias,
sé que necesito armarme de paciencia.
La situación puede prolongarse.
La solución que yo adopte no tiene
que ser la tuya.
Elijo la que me libera de mis propias
expectativas y de las expectativas de los demás,
de todas las ideas preconcebidas
acerca de cómo deberían ser idealmente las cosas.
Me permito sentir ira y tristeza o
tener miedo.
Pero no estoy a merced de mis
sentimientos.
Les doy espacio y decido cuándo es
hora de pasar a otros pensamientos
y cambiar el estado de ánimo.
Asumo la responsabilidad sobre mí
mismo.
Nadie más determina qué es lo que yo
pienso, siento y hago.
Soy yo quien configura mi propia
vida.
No estoy solo.
Si no me obstino en esperar o en
estar dispuesto a recibir ayuda de ciertas personas,
permanezco abierto a ofertas inapropiadas.
Poder introducir una diferencia
positiva en la vida de otras personas
me fortalece a mí mismo.
Sea cual sea lo que deje a mis
espaldas
y con independencia de lo importante
que pueda ser,
tengo un futuro para el que pueda
prepararme interiormente.
Mis expectativas determinan de algún
modo lo que esté por venir.
Todo lo que he vivido es mi capital,
le pertenece a mi persona y a mi vida,
No repetiría voluntariamente todas
las experiencias,
pero tampoco quisiera prescindir de
ellas,
porque sin ellas yo sería otra
persona.
Lo que soy y la manera en que puedo
cambiar
está íntimamente relacionado con lo
que fui (y con lo que fue).