22 jul 2015

VOCABULARIO DEL PAPA FRANCISCO: QUE ME BANQUE- BANCAME -BANCAR-

10. ¡Qué Dios me banque! Si Él me puso aquí, que Él se haga cargo.

Bancar, para un porteño, significa varias cosas. Sucede que las palabras crecen o se transmutan en el habla diaria, y hasta son susceptibles de hacer suyos los cambios generacionales. Bancar era una palabra del lunfardo, que como casi todas las del mismo origen no estaba admitida en el lenguaje culto, aunque fuera cotidiano. Bancar venía del juego, que como todo juego que se preciara de tal en la Argentina, era clandestino. En el juego clandestino siempre había alguien que hacía de “banca” y los otros de puntos. De allí varias ideas. Una es que la “banca” siempre gana y los puntos pierden. Pero también existía otra extraña idea de que la “banca”, que era la que tenía el dinero, podía tener raptos de generosidad y llegar a “bancarnos”, a darnos un respaldo en metálico, a pagar los gastos, a dejarnos seguir jugando. Esta expresión sobre la banca se fue haciendo de uso corriente, y el concepto mismo de bancar fue cambiando. Si antes significaba “sostener a alguien” , por extensión empezó a significar también soportar, ya fuera una persona o una situación dificil o complicada: “A mi amigo yo lo banco”, o “me  banco la lluvia, el frío o lo que sea”.
De hecho, lo concreto es que quien nos “banca”, siempre, invariablemente, es un amigo, alguien que nos conoce.
Ese lunes en Santa Marta mis preguntas no sabían de límites humanos ni geográficos, pero con los años he aprendido a cambiar la cantidad por la calidad. Así que en más de una ocasión podíamos hacer una pausa para algún relato jocoso, lejano o cercano en el tiempo. Una de mis preocupaciones desde aquel “habemus Papam” del 13 de marzo, fue su seguridad. Su llegada a Brasil para la Jornada Mundial de la Juventud aceleró mi corazón. Temía cualquier cosa en aquella caravana titubeante que había errado el camino y parecía perdida, como preguntando a la gente por dónde debía ir. Algo casi increíble para un dispositivo de seguridad, pero también desconcertante para quien quisiera organizar algún atentado, porque no sabría dónde. Cuando le hablé de mi preocupación por su exposición continua me dijo: “la gente me hace bien, y además la gente necesita una palabra, un apretón de manos… Me siento seguro con la gente”. Todos mis argumentos se desmoronaron.
Siempre me resultó difícil discutir algo con él.
-“Lo importante es trabajar, y si uno tiene que trabajar no puede estar mirando por sobre el hombro sólo por su seguridad. Yo hago lo que puedo, lo que los tiempos me permiten. El Papa también depende del reloj” – y al decirlo miró el suyo – “¡Y el tiempo pasa rápido! Dentro de un rato tengo una reunión con el secretario de Estado”.
- Y vos ¿Cómo te sentís como Papa? – le disparé la pregunta así, sin eufemismos.
- Mirá, Jorge, yo tengo mucha paz. Cuando se dio todo esto fue como entrar en un vértigo extraño, porque yo no tenía previsto nada, me parecía increíble. Pero luego lo tomé con mucha paz. No quise aventurar que fuera lo que Dios quería sino al menos que no lo había impedido… Y me dije: Si Dios me puso aquí, ¡que Dios me banque!
Me reí, no sé si por la expresión en sí o pensando en el momento en que lo escribiría para Terre d’America. Lo anoté y él sacudió la cabeza. “Otra para tu cosecha de ‘il gergo di Francesco’, ¡no te perdés una!”. Me hacía gracia que su humildad le hiciera decir: “No quise aventurar que fuera lo que Dios quería, sino al menos que no lo había impedido…” Pero sobre todo ese “¡Que Dios me banque!”, que vendría a ser como la vieja solicitud – ¡Que Dios me salve! – traducida al argentino básico.
Luego, también lo recordaría en el Camino de Santiago, pensando en un Dios ¡que me ha bancado tanto! Porque tengamos en cuenta que sólo nos banca el que es amigo.
A mí, en cierto modo, también me banca Francisco, que soporta estoicamente este asedio a sus palabras para traerlas aquí, a este espacio. Pero creo que lo importante es reconocer que sólo podemos decir: ¡Que Dios me banque! cuando aceptamos los desafíos que presenta Su plan para cada uno de nosotros.

VOCABULARIO DEL PAPA FRANCISCO: EMPACHADO

Qué pena una juventud empachada y triste!

En uno de los pasos mas intensos Papa Bergoglio ha exclamado: “es muy triste ver una juventud empachada pero débil”. La traducción de “empachado” tuvo que ser puesta entre comillas y traducida con términos que describen algo parecido a la indigestión, “llenos” se tradujo en italiano.
Pero lo que en realidad cuenta no es tanto la descripción del malestar físico sino la actitud hacia la comida: consumir mas de lo necesario, el pecado de gula.
El párrafo completo dice: “Hoy nos hará bien a todos que nos preguntemos sinceramente, que cada uno piense en su corazón: ¿En quién ponemos nuestra fe? ¿En nosotros mismos, en las cosas o en Jesús? Todos tenemos muchas veces la tentación de ponernos en el centro, de creernos el eje del universo, de creer que nosotros solos costruímos nuestra vida, o pensar que el tener, el dinero, el poder es lo que da la felicidad. Pero todos sabemos que no es así. El tener, el dinero, el poder pueden ofrecer un momento de embriaguez, la ilusión de ser felices, pero, al final, nos dominan y nos llevan a querer tener cada vez más, a no estar nunca satisfechos. Y terminamos empachados pero no alimentados, y es muy triste ver una juventud empachada pero débil. La juventud tiene que ser fuerte, alimentarse de su fe y no empacharse de otras cosas”.
¿Qué es lo que nos satisface veramente? Todo lo que consumimos (y no se refiere solamente a lo que algunos llaman comida-chatarra, sino al consumismo en sí) engorda pero no refuerza, da pesadez y quita la energia para vivir. Y nos vuelve cada vez más insatisfechos  ya que “nada es suficiente para el ánimo humano”. Del mismo modo se describen los síntomas del empachado, del que ha consumido exageradamente más de lo que su cuerpo nesecita: pesado y sin energía.

VOCABULARIO DEL PAPA FRANCISCO: PESCANDOLA...

6 El Pescador quel lama a “pescar” una mirada nueva hacia la sociedad y la Iglesia...

En su visita oficial al Papa Francisco del 18 de marzo la presidente de la República Argentina Cristina Fernández de Kirchner recibió de manos de su ilustre compatriota un ejemplar del Documento Conclusivo del V Congreso Episcopal Latinoamericano y del Caribe (CELAM) reunido en mayo de 2007 en Aparecida, Brasil. Mientras le entregaba el texto a la señora Kirchner, Papa Francisco pronunció una frase que llamó poderosamente la atención a todos los hispanohablantes: “Para que vaya pescando lo que piensan los obispos”. Entre lineas: tendremos otras oportunidades para hablarlo. O sea: para que, de los 554 puntos del documento pueda ir extrayendo o “pescando” los pensamientos de los obispos de su propio país. Entre lineas: así llegado el momento podrá hablarlo con conocimiento de causa.
Los argentinos, especialemente los porteños de Buenos Aires, han comprendido inmediatamente qué le estaba dicidiendo el Papa. Como siempre, papa Bergoglio hacía suya una expresión jergal “pescar en”, “pescar de”, “pescar entre” y la transfigurava.
La imagen de “pescar” en el lunfardo de Buenos Aires se usa con un sentido mucho más amplio que la acción que describe simplemente este verbo. Expresa la idea de haber comprendido cabalmente un concepto: ¿La pescaste?, quiere decir ¿Lo ves? ¿Te ha quedado claro? ¿Has entendido lo que significa? Pescándola, la idea sale a la luz, sube a la superficie, se hace visible y evidente.
Las palabras del cardenal Bergoglio fueron siempre claras, nunca hostiles, expresiones de un doloroso realismo. Como cuando ha indicado la pobreza en aumento partiendo de la simple constatación de la realidad de las parroquias de los barrios pobres a las que recurren cotidianamente cada vez más personas necesitadas, o como cuando se ha referido a la constante emarginación de sectores de la sociedad que viven de subsidios.
De este modo, la frase que pronunció el Papa en ocasión de la visita oficial de la presidente Cristina encierra todo un tratado de diplomacia de alto nivel y de absoluta simpatía. Una expresión de las más comunes se transformó en una invitación y una admonición cordial, síntesis perfecta de forma y significados que con el tiempo se fueron estratificando en el pueblo.
Otro aspecto interesante es que no ha dicho solamente “para que pesque”, sino “para que vaya…pescando”. Es decir: para que nos vayamos conociendo y empecemos a comprendernos; la experiencia de la Iglesia tiene cosas para decir que merecen ser escuchadas.
Lo que el Papa Francisco ha depositado en las manos de la presidente, describiéndolo humildemente como “lo que piensan los obispos” es mucho más que eso. Es un proyecto de Iglesia (válido también para los Estados) muy concreto que, ahora que le toca a él gobernar el barco de Pedro, esta aplicando frente a todo el mundo. Un proyecto que los gobernantes, no solo los latinoamericanos, también deberian aprender a “pescar” por el bien de sus propios pueblos.

VOCABULARIO DEL PAPA FRANCISCO: NINGUNEAR

5 Esa anulación que elimina al Otro. No se dejen ningunear...

El tiempo nos confunde. ¿Cuándo dijo en realidad que no tenemos que dejarnos ningunear? ¿En Roma, en Brasil, o en un aula del Colegio de la Inmaculada, allá en Santa Fe, cuando él ni siquiera estaba ordenado y nosotros éramos adolescenten que vivían una edad feliz con pocas responsabilidades? No lo sé, no lo recuerdo, pero no quiero depender de los buscadores de Internet… que también mienten. Por otro lado, aunque uno quisiera, es difícil acordarse de todo. “No se dejen ningunear”. Lo único que tengo en claro es que lo dijo y no una sino varias veces. Y también que lo volverá a decir… ¿Por qué? Porque el hombre es paciente y en ciertas cosas, reiterativo. Tiene ese estoicismo de la gota que porque no se cansa horada la piedra, la paciencia de la Fe, la Esperanza del sembrador y la Caridad de quien se multiplica dandose.
Quizá lo bueno de las palabras es su posibilidad de expresar lo que la gente siente, aunque sea su desvarío o su locura. Desde la lógica no se entiende que alguien pueda ponerse a conjugar como verbo una palabra como “ninguno” que es adjetivo y pronombre indefinido. Pero alguien lo hizo. Si lo hubiera hecho yo en aquellas viejas aulas no creo que el Profesor Bergoglio lo hubiese aprobado. O sí. Si algo nunca le faltó fue la capacidad de adaptarse a lo nuevo, a lo inesperado.
Ningunear tiene un sentido que remite a la ofensa, es menospreciar, no dar valor a alguien o no prestarle atención, es ignorarlo. Es hacer como que el otro no existe, com si su opinión no tuviera ninguna importancia, como si la persona misma non contara para nada.
No, no hace tanto tiempo. Seguramente ya sería Cardenal Primado de la República Argentina y los medios recogían sus palabras, no diferentes a las de ahora. Y entonces la radio, la televisión o los diarios informaban… dijo Bergoglio: “no se dejen ningunear, vivan la Fe”. Y todo, como siempre, remitiendo al testimonio de los cristianos, a dar pruebas de quienes somos sin avergonzarnos de hacerlo.
Quizá se lo escuché más de una vez. “No se dejen ningunear como cristianos, den testimonio”. Pero también: “No ninguneen al que sufre, al que no consigue trabajo o no tiene dinero”. Siempre con el mensaje a flor de piel.
Me confunde el tiempo. Me siento de nuevo adolescente, hablando, discutiendo a veces con esa vehemencia juvenil que suponía poder con todo, frente al maestrillo jesuita que rompía nuestra solemnidad juvenil con un chiste, una historia, o un comentario de futbol y “nos la dejaba picando”.
“No te dejes ningunear” y el consejo era más de hermano que de padre, de uno que sabe lo que está diciendo y te levanta la alicaída autoestima.
En aquellos días de colegio no importaba si esa recomendación apuntaba a otro profesor, a algunos compañeros que se suponían mejores que los demás, o a un desesperado amor juvenil que dándonos calabazas nos había hundido en la desesperanza.
Es que a la hora de predicar todo sirve. Para los soldados de Loyola cualquier cosa podía ser un arma en la propagación de la Fe. Y la palabra es la principal, no importa su pureza idiomática o que tenga origen en periferias ciudadanas sino que esté cargada de sentido y pueda hacer llegar al otro el mensaje de Cristo.

VOCABULARIO DEL PAPA FRANCISCO:FALSEADO-PASADO DE ROSCA

3 . Una civilización que está “falseada” tiene urgente necesidad de la esperanza cristiana.


“¡Esta civilización mundial se pasó de rosca!”, les dijo el Papa Francisco a los jóvenes en Río de Janeiro. El Papa volvía a lanzar uno de esos argentinismos que adquirió en sus años de acción pastoral como simple cura.
En mecánica, cuando una tuerca se ajusta más de lo debido, se rompe y empieza a girar en falso, ya no puede “agarrar” la materia, o sea, la realidad. Entonces queda “falseada”. No es difícil comprender de dónde viene esta expresión que forma parte de la manera de hablar de los argentinos y del Papa Francisco en particular: los talleres mecánicos de barrio.
Estar “pasado de rosca” también significa que alguien ha pasado el límite, que le ha dado tantas vueltas a las cosas que ya no razona, que ya no piensa con claridad y supone que la vida es ese girar sin sentido. Poco importa que la expresión se use para hablar de la droga o del alcohol, que no es demasiado diferente de abusar del poder, del dinero o de las influencias. El resultado es el mismo: ya no ve la realidad, ya no la “agarra” tal como es, la distorsiona exagerándola o la envilece mortificándola.
En Brasil el Papa Francisco estuvo centrado en el objetivo de las jornadas desde el momento mismo en que pisó el suelo de esa tierra tan querida: la juventud. Fue allí, ante los jóvenes, cuando se refirió a esa sociedad, a esa civilización mundial que “se pasó de rosca”, y en la visita al hospital de San Francisco de Río hizo una cruda pintura de la realidad: “¡Cuántos mercaderes de muerte que siguen la lógica del poder y el dinero a toda costa! La plaga del narcotráfico, que favorece la violencia y siembra dolor y muerte, requiere un acto de valor de toda la sociedad”.
Era necesario decirlo así, para que lo entendieran los jóvenes y los que ya no lo somos tanto. “¡Esta civilización mundial se pasó de rosca! (…) porque es tal el culto que ha hecho al dios dinero que estamos presenciando una filosofía y una praxis de exclusión de los dos polos de la vida que son las promesas de los pueblos”: los jóvenes y los ancianos. El párrafo quedó flotando entre la gente que llenaba la Catedral. Es  que la denuncia no sacude solo a los denunciados sino a todos. De alguna manera cada uno siente el peso de su propio silencio, de la complicidad por no haber hablado, por no haber sido capaz de ese “acto de valor” que Francisco reclamaba con urgencia.
Los teóricos tratan de explicar con sus análisis que la sociedad está dividida, confundida, desintegrada, complicada, desconcertada, trastornada y miles de términos más para justificar la realidad.
Justificar el error, en vez de reconocerlo y buscar el perdón, es una patología que intenta suavizar los efectos sin necesidad de confesar el pecado. Francisco nos simplifica las cosas porque “la tiene clara”: “¡Esta civilización mundial se pasó de rosca!”.
http://www.terredamerica.com/

OTRO:Esta civilización mundial se pasó de 'rosca', porque es tal el culto que ha hecho al dios dinero que estamos presenciando una filosofía y una praxis de exclusión de los dos polos de la vida (jóvenes y ancianos) que son las promesas de los pueblos..

VOCABULARIO DEL PAPA FRANCISCO:BALCONEAR...

2. “No balconeen la vida, métanse en ella, como hizo Jesús”.

Balconear”, en el lunfardo argentino literalmente quiere decir “mirar desde bel balcón”. Es una actitud puramente curiosa, sin participación, como un espectador de los demás que no participa de lo que está viendo. Siempre tiene un comentario crítico sobre lo que no le gusta o le parece mal, pero no se mezcla con la gente. En los años de nuestra adolescencia y anteriores; en aquellos mismos que el Maestrillo Bergoglio era nuestro profesor, nuestro Colegio de la Inmaculada Concepción de Santa Fe participaba, especialmente, en la procesión de Corpus Christi, junto a otros colegios católicos y la feligresía en general. En esa procesión que discurría por el centro de la ciudad en un largo recorrido, era típico ver muchos balconeros. En algunas casas, alguna imagen y un par de velas centraban la atención sobre una familia que se dedicaba a saludar a los procesionantes y hacer comentarios entre ellos. En ciertas zonas, una o dos casas por cuadra mostraban a un grupo curioso dedicado a la misma práctica. A mí me extrañaba un poco porque mis abuelos maternos, los que aún vivían, aún veteranos y algo achacosos se incluían entre los miembros de su parroquia y no consideraron nunca la idea de balconear.
Hablando con un cura del colegio me dio una definición sencilla: “Son viejas teñidas de fe. La fe no se vive desde el balcón, sino caminando”. Una frase que volvería a mi memoria haciendo el Camino de Santiago en 2010 y que remite a una Iglesia en marcha.
Cuando dijo: “No dejen que otros sean los protagonistas del cambio, ustedes son los que construyen el futuro”, me sentí joven yo también y pensé en lo bueno que era que esa juventud expectante lo comprendiera y en treinta o cuarenta años recordara sus palabras y analizara los resultados. Luego sentí esa ternura y admiración por el amigo al ver que “le saltaba el porteño que lleva adentro” cuando les insistió a los jóvenes con eso de: “No balconeen la vida, métanse en ella, como hizo Jesús”.
Para Francisco – y es difícil que alguien no lo entienda – el cristiano es un protagonista, no un espectador. En poco tiempo nos ha demostrado que desde el único balcón que se puede participar es aquel de la logia, en que una tarde lluviosa se asomó un Papa del fin del mundo y saludó a quienes lo esperaban con un simple: “Buona sera” se ganó el corazón del mundo pidiendo que recen por él…
– © TERRE D’AMERICA

VOCABULARIO DEL PAPA FRANCISCO: PRIMEREAR -PRIMEREA

1. Ese Dios católico que nos “primerea” siempre.

La mentalidad del “porteño”, del hombre que vive sobre el puerto de Buenos Aires, es un poco especial. Expresión de una sociedad cosmopolita más relacionada con el comercio y la industria, a diferencia de los argentinos del interior, dedicados a la producción primaria, tuvo cosas buenas y de las otras. La idea de saberlo todo, sumado a un sentido poco solidario, instituyeron la idea de “primero yo”. Poco importaba que lo que estuviera en juego fuera comprar una entrada para un partido de fútbol o la postulación a una cátedra universitaria. Nadie pensaba para tener tal actitud si sus virtudes y conocimientos eran los que merecían esa primacía, todo radicaba en ser el primero en estar, pedir, conseguir o exigir algo a puro golpe de mano, sólo por ser el primero. La idea era primerear, siempre y a cualquier precio
Primerear, nunca fue un neologismo virtuoso. Básicamente significa, ganar de mano, tomar la iniciativa antes que el otro, o antes que el otro se dé cuenta. Un dicho muy común en el Río de la Plata es: “el que pega primero, pega dos veces”. La palabra, salvaje aún y no domada por los diccionarios, se cuela en el periodismo. Una crónica policial puede decir: “… el ofendido lo “primereó” con el cuchillo”.
De lo anterior se deduce que primerear no suele ser una acción muy edificante, sino todo lo contrario. Al menos era así antes de Bergoglio.
La gente de las “villas” sabe perfectamente el significado de la palabra y su utilización, por eso cuando apareció un cura que les dijo que “hay que primerear la gracia, que hay que peleársela al pecado”, lo entendieron. Lo entendieron porque hablaba su idioma, sabía que ellos tenían que primerear a la droga, a la falta de oportunidades de trabajo, a la marginación… y no siempre lo lograban.
La acción no difiere a la vieja lucha entre la virtud y el pecado. Vuelve el concepto de “la Fe es milicia” basada en la idea de librar una permanente batalla entre el bien y el mal. Allí, entre los que iban a agradecer o a pedir a San Cayetano; allí, entre los marginados de la villa 11-14 o entre los olvidados del Borda, el soldado de la compañía de Ignacio los llamaba a la pelea, a “primerear” al pecado, “a ganarle de mano”, a sacarle ventaja a la injusticia. Y muchos descubrían en sus palabras que todavía tenían algo por qué luchar.
Pero esta acción de primerear también fue referida por él en la multitudinaria Vigilia Pentecostal con los miembros de los movimientos eclesiales laicos el 18 de Mayo, pero no ya en relación a cada creyente, sino a Dios. “Decimos que debemos buscar a Dios, pero cuando nosotros vamos Él nos estaba esperando. El ya está, y voy a usar una palabra que usamos en Argentina: el Señor nos primerea, nos está esperando. Pecas, y te está esperando para perdonarte. Él nos espera para acogernos, darnos su amor y así va creciendo la fe. Alguno preferirá estudiarla, es importante, pero lo importante es el encuentro con Dios, porque Él nos da la fe”.
Ante el Señor, que nos primerea, la consecuencia según Francisco, sería que nosotros primereásemos la gracia.