Su sentimiento religioso está condicionado por el
medio ambiente: lo que observa, fiestas, ritos, expresiones, imágenes, personas.
En este sentido Petalozzi, un pedagogo suizo, describe así la vivencia
religiosa de esta etapa: "Yo creía en mi madre. Su corazón me mostró a
Dios. Dios es el Dios de mi madre. Él es el Dios de mi corazón, porque es el
Dios de su corazón"
A través de esta experiencia, y creando un clima
afectivo en la clase de religión, vamos a mostrarles una imagen afectuosa y
alegre de Dios, a través de Jesús.
Destinatarios
Alumnos del
primer curso de infantil: 3-4 años.
Objetivos
1.- Descubrir el
relato del tesoro escondido y a través de él una imagen afectuosa y alegre de
Dios.
2.- Contribuir,
mediante el juego, al desarrollo infantil en sus distintos aspectos :
biológico, psicomotor, intelectual, social y afectivo emocional.
3.- Conocer y
valorar el propio cuerpo y el de los demás compañeros de la clase
Desarrollo:
· Narración bíblica.
“Esta es una historia que nos cuenta Jesús:
Un hombre encuentra un tesoro que estaba escondido en un campo. De la
alegría que le da, vuelve a esconderlo. Después se va a buscar todo el dinero
que tiene para poder comprar el campo y así quedarse con aquel tesoro.”
(Adaptación de
Mateo 13, 44)
- La profesora /el profesor:
o Puede contarles esta historia habiendo abierto
previamente una Biblia infantil. Este gesto les hará tener un primer contacto
visual y auditivo con la Biblia.
o Habrá preparado previamente un cofrecillo que
tapará y destapará con un pañuelo durante el relato.
· Diálogo
- Sentados en la asamblea
les preguntamos ¿Qué creéis que tenía ese tesoro? O ¿qué os gustaría encontrar
a vosotros en este cofre? Dejamos hablar a todos y creamos un clima de silencio
en el que escuchamos las intervenciones de los demás.
· Juego
- El Juego del Tesoro.
Colocamos el cofre (descrito en el material) en el centro de la clase. Ponemos
música para bailar en un gran corro. Cuando el profesor pare la música, un niño
/una niña, previamente elegido por sorteo, será el encargado de abrir el cofre.
- Si saca y se pone:
o Una diadema: todos los
niños bailarán moviendo la cabeza.
o Un collar: el cuello y
los hombros.
o Una pulsera: las manos.
o Una tobillera: las
piernas.
o Un cinturón: la
cintura.
o Un anillo: los dedos.
- Todos los niños tienen que tener la oportunidad de ser encargados. Así
se puede repetir este juego durante varios días y podremos ir sugiriéndoles
movimientos específicos según la evolución y la madurez del grupo.
· Actividad de interiorización.
- En la asamblea ayudamos
a los niños a recordar todas las experiencias, el relato bíblico, lo comentado
en la asamblea y el juego.
- Les comunicamos que en
el cofrecillo, debajo de las joyas se encontraba otro tesoro escondido. Creando
un clima de expectación, sacamos las alhajas, una a una y mostramos el cartón.
Lo quitamos y mostramos las fotografías, iniciamos un diálogo sobre lo que
representan dichas imágenes.
- Les proponemos,
dependiendo de las sesiones que vayamos a dedicar a esta experiencia, alguna de
estas actividades:
o Dibujarse ellos mismos
como encargados del tesoro.
o Dibujar aquello que
dijeron que les gustaría encontrar en el tesoro.
o Colorear el dibujo que
aparece en la portada de esta revista.
· Material
- Cofrecillo con doble fondo.
En el fondo colocamos fotografías que evoquen situaciones de cariño, de
amistad, de ayuda. Y las tapamos con un cartón. Encima de este cartón ponemos
joyas de juguete: collar, anillo, cinturón, diadema, pulsera, tobillera
- Un pañuelo para tapar
el cofrecillo durante el relato bíblico.
© Almudena Fernández García.
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