7 may 2015
Joan Sanchez - El Rey de mi Vida
"DIOS ME HA DADO UNA TAREA Y YO TRATO DE HACERLA LO MEJOR POSIBLE" ...ALABADO SEA MI SEÑOR.
6 may 2015
Hemos de amar a otros como Jesús nos ama (6to Domingo de Pascua)
Objetos: Algunas paletas, caramelos con palito o dulces que vengan en una variedad de sabores.
Escritura: "Y éste es mi mandamiento, que se amen los unos a los otros, como yo los he amado" (Juan 15:12 NVI).
En esta mañana tengo una bolsa con paletas. Como ven, vienen en una variedad de sabores. Hay de limón, fresa, uva, melón, china y caramelo.
Una cosa que he notado es que cuando ofreces compartir paletas o dulces similares con los niños y les permites escoger el sabor que desean, los niños pueden muy específicos acerca del sabor que desean y escogen. Mi experiencia es que cuando hago esto, casi siempre me sobran muchas paletas de butterscotch o mantequilla (un dulce de azúcar y mantequilla) después que todos los demás sabores han sido escogidos.
No sé porqué los niños no escogen las paletas de butterscotch. Tal vez sea porque el sabor es muy distinto al de los demás. Quizás porque no le gusta el color del papel que cubre la paleta. No importa la razón, pero la verdad es que siempre termino con un sobrante paletas de butterscotch. ¿Deseas saber que hago con esas paletas? ¡Me las como yo! Verás, ¡a mí me encantan!
A veces trato a las personas de la misma manera que algunos niños tratan a las paletas. Cuando los niños juegan, algunos niños siempre son los últimos en ser escogidos. Tal vez sea porque son un poco diferentes. Quizás tengan algún impedimento físico o tal vez el color de su piel sea diferente. Cualquiera que sea la razón, los otros niños no los escogen.
¿Has sido alguna vez el niño o la niña que no es escogido? Uno no se siente bien, ¿verdad? Necesitamos recordar que Jesús ama a TODOS los niños y que dijo: "Ámense los unos a los otros, como yo los he amado". Si alguna vez eres la persona que dejan para escoger como último recurso, no te preocupes. Jesús te ama tanto como ama a los demás niños. Él nos ama a todos.
Amado Padre, ayúdanos a recordar que Jesús nos enseñó a amarnos los unos a los otros tal como Él enos amó. Oramos en el nombre de Jesús. Amén.
ACTIVIDADES INTERACTIVAS
RELEVO DE PALETAS O PILONES(DE COMER): Divida a los niños en grupos o equipos. Cada equipo tendrá un cubo vacío en el punto de partida y a cierta distancia habrá otra serie de cubos, el mismo número que equipos, con paletas o dulces de chupar. Utilice un cronómetro para determinar el tiempo que desea que dure el relevo. Al comenzar el cronómetro, un miembro de cada equipo correrá hacia el cubo lleno de paletas y cogerán una paleta y regresará corriendo al equipo. Pondrán en su cubo vacío la paleta cogida. Otro miembro de cada equipo hará lo mismo, y así sucesivamente. Cuando se termine el tiempo, los niños contarán las paletas o dulces que tengan en el cubo de su equipo. Dígale a los niños que cada dulce y paleta representa otros niños y niñas que necesitan conocer del amor de Dios.
HACIENDO BURBUJAS: Dele a cada niño una botella pequeña de jabón y permítales soplar cuantas burbujas deseen durante un tiempo específico. Indíqueles que hay muchos más niños y niñas, hombres y mujeres que necesitan saber del amor de Dios que todas las burbujas hechas por ellos.
CARRERA DE AMOR: Antes de que comience la clase, la maestra pondrá en varios lugares del salón pedazos de cinta adhesiva con la frase AMOR DE DIOS escrita en ellos. Cuando la maestra desee, indicará el tiempo que tienen para los niños para buscar las cinta adhesivas. Cuando las encuentren, las separarán de donde estén pegadas y las pegarán en una cartulina. Cuando se termine el tiempo, el juego terminará hayan o no terminado de conseguirlas todas.
CADENA DE PERSONAS: Dele a los niños pedazos de papel de construcción de varios colores de ½ pulgada por 3 ½ pulgadas aproximadamente, haciéndolos todos del mismo tamaño. Se les otorgará un tiempo definido para que hagan una cadena de papel de construcción. Explíquele a los niños que cada “eslabón” de la cadena representa una persona que necesita conocer el amor de Dios. Indíqueles que al igual que cada eslabón es de un color distintos, así como son las personas. Pero todos, no importa el color que tengamos, necesitamos conocer el amor de Dios.
FIGURAS DESPEGABLES: Para comenzar a hacer una cadena de muñecos de papel, corte un papel de construcción a los largo. Doble el papel de construcción por la mitad. Doble cada mitad por la mitad en forma de acordeón. Dibuje una figura básica de un muñeco en un doblez. Haga los brazos extendidos a los lados para que las manos queden al borde de los pliegues. Igualmente los pies deben quedar al borde de los pliegue. Recorte la figura manteniendo sin recortar las manos y pies para que al desplegar lo recortado, las figuras queden con las manos unidas unas a las otras y también los pies. Cuando las abra debe tener una cadena de 3 a 4 personas. Deje los niños peguen las ”personas” en la pared representando aquellos que necesitan saber del amor de Dios. Los niños pueden recortar más de un papel de construcción. (Puede buscar las instrucciones en el Internet bajo cadenas de figuras de papel.)
CORONA DE CORAZONES: Dele a cada niño un plato de papel para colorear suavemente. Pídale que escriba el versículo de hoy en la parte central del plato. Indíquele que debe pegarle corazones en colores en el borde.
BOLSAS DE ORACIONES DE AMOR: Dele a cada niño una bolsa de papel, de las que se utilizan para poner los alimentos como emparedados o frutas para la hora del almuerzo. Pídales que la decore con marcadores y etiquetas engomadas. Entregue suficientes corazones a cada niño para que escriban el nombre de sus compañeros y el nombre de la maestra. Pídales que pongan los corazones dentro de la bolsa. Anime a cada niño a coger un corazón de la bolsa diariamente y orar por esa persona pidiéndole que pueda tener una experiencia con el amor de Dios ese día.
TARJETA AMOROSA: Dele a cada niño un pedazo de papel grueso o cartulina para que lo doblen formando una tarjeta. Deberán escribir el versículo de hoy en la parte interior. Escribirán EL AMOR DE DIOS en la parte de afuera y la decorarán con brillo, etiquetas engomadas, corazones y/o cruces. Anime a los niños a presentar la tarjeta a la hora de la cena y dejarles saber a las personas que ellos aman a Dios.
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"DIOS ME HA DADO UNA TAREA Y YO TRATO DE HACERLA LO MEJOR POSIBLE" ...ALABADO SEA MI SEÑOR.
La humanidad es una vid.
No somos seres aislados. La humanidad es una viña plantada para dar uvas dulces que por la pandemia del virus del pecado comenzó a enfermar por todas partes. Pero esta vid recibe la gracia del Padre, del injerto que Dios hace en la humanidad con Cristo Jesús. Ese proceso de injerto en Jesús produce una nueva humanidad que se va renovando permanentemente.
Somos una vid y siempre está la posibilidad del injerto que salva, el injerto en la cepa noble y santa que es Jesús: Yo soy la Vid, ustedes los sarmientos. El que el Padre injerta en mí y luego permanece en mí de corazón y Yo en él, lleva mucho fruto. Para que se produzca el injerto primero hay que producir una herida para unir ambas savias. Sólo desde ahí aparece la vida nueva.
Es bueno reconocer las heridas donde hace falta la presencia de este injerto en Cristo. Lo podemos reconocer en lo personal y en lo comunitario. Descubrir en cuáles heridas necesitamos este injerto de la presencia de Cristo. Estamos heridos de paternidad y maternidad, sentimos la orfandad. Tenemos una profunda herida de confianza, deteriorados por la fuerza de la corrupción.
Solamente cuando hay conciencia de esta herida profunda se abre la posibilidad de que la redención de Cristo obre en nosotros. San Pablo proclamaba la gloria de su debilidad en donde se mostraba el poder del Redentor. Así llegó a decir “feliz culpa que nos mereció este Redentor” que podría ser traducido en “feliz herida que nos mereció este injerto”.
Jesús integra lo diverso
Somos una vid y siempre está la posibilidad del injerto que salva, el injerto en la cepa noble y santa que es Jesús: Yo soy la Vid, ustedes los sarmientos. El que el Padre injerta en mí y luego permanece en mí de corazón y Yo en él, lleva mucho fruto. Para que se produzca el injerto primero hay que producir una herida para unir ambas savias. Sólo desde ahí aparece la vida nueva.
Es bueno reconocer las heridas donde hace falta la presencia de este injerto en Cristo. Lo podemos reconocer en lo personal y en lo comunitario. Descubrir en cuáles heridas necesitamos este injerto de la presencia de Cristo. Estamos heridos de paternidad y maternidad, sentimos la orfandad. Tenemos una profunda herida de confianza, deteriorados por la fuerza de la corrupción.
Solamente cuando hay conciencia de esta herida profunda se abre la posibilidad de que la redención de Cristo obre en nosotros. San Pablo proclamaba la gloria de su debilidad en donde se mostraba el poder del Redentor. Así llegó a decir “feliz culpa que nos mereció este Redentor” que podría ser traducido en “feliz herida que nos mereció este injerto”.
Jesús integra lo diverso
La imagen que da de sí el mismo Jesús es una imagen que nos integra estrechísimamente. La Vid es una, en todo el mundo y en todas sus variedades, y Él es la vid entera santa y sana y de frutos selectos. Estar injertados en Él es participar de todo y poderlo todo “todo lo que pidan se les dará”. Estar desintegrados fuera de él es igual a no ser nada, “sin mí no pueden hacer nada”. El entra como parte individual en este mundo pero con la virtud escondida que llegará “a ser todo en todos”. Tiene esa fuerza de una Vid poderosa de “recapitular todas las cosas en sí como cabeza”.
En medio de nuestra fragilidad y pobreza el Señor nos asiste con su gracia y desde allí descubrimos que “todo lo puedo en aquel que me conforta”. Queremos reconocer estos lugares débiles para poder darle al Señor la posibilidad de que su savia viva penetre en nuestros lugares abiertos.
Después de Jesús no somos ya seres aislado. En Jesús pasamos a ser Viña-Iglesia, en ese entrecruzamiento lindo que tienen las viñas en las que no se sabe de qué tronco viene la rama que da el racimo más grande ya que todo es entrelazamiento común, fruto de la cepa y de cada injerto, del suelo, del agua y del sol, del trabajo del viñador y luego de los que elaboran el vino.
Sentirse así, Viña común trabajada por las manos del Padre, da paz en medio de un mundo que nos quiere consumidores aislados y números sin rostro de estadística funcionales al poder, es un gozo que se siente en la raíz, allí donde uno experimenta su identidad como pertenencia. “Somos suyos, a Él pertenecemos”.
Sentir que los golpes y los cortes de la vida no son hachazos violentos dados al azar sino podas en las manos buenas del Padre, que precisamente nos limpia allí donde damos fruto para que demos más. La tribulación bien vivida en nuestra vida nos forma el corazón. Sentir los golpes como podas hace vivir de otra manera las cruces y los sinsabores de tantas injusticias de este mundo. “Nada de lo bueno se pierde”. “El Señor escribe derecho con parras torcidas”. “No tengan miedo. El que permanece en mí, da mucho fruto”.
Si tenemos puesto el corazón en Dios, los acontecimientos, sobretodo los más dolorosos, con el tiempo descubrimos que son frutos maravillosos que Dios nos regala. Queremos pedirle con grandeza de alma al Señor dándole la bienvenida a su visita en tantos lugares heridos de nuestro corazón. Allí tenemos la posibilidad de que la savia de Cristo corra por nuestra sangre, haciéndonos uno con Él. “Permanezcan en mí” dice el Señor… y lo dice 7 veces, con insistencia.
Dar fruto
En medio de nuestra fragilidad y pobreza el Señor nos asiste con su gracia y desde allí descubrimos que “todo lo puedo en aquel que me conforta”. Queremos reconocer estos lugares débiles para poder darle al Señor la posibilidad de que su savia viva penetre en nuestros lugares abiertos.
Después de Jesús no somos ya seres aislado. En Jesús pasamos a ser Viña-Iglesia, en ese entrecruzamiento lindo que tienen las viñas en las que no se sabe de qué tronco viene la rama que da el racimo más grande ya que todo es entrelazamiento común, fruto de la cepa y de cada injerto, del suelo, del agua y del sol, del trabajo del viñador y luego de los que elaboran el vino.
Sentirse así, Viña común trabajada por las manos del Padre, da paz en medio de un mundo que nos quiere consumidores aislados y números sin rostro de estadística funcionales al poder, es un gozo que se siente en la raíz, allí donde uno experimenta su identidad como pertenencia. “Somos suyos, a Él pertenecemos”.
Sentir que los golpes y los cortes de la vida no son hachazos violentos dados al azar sino podas en las manos buenas del Padre, que precisamente nos limpia allí donde damos fruto para que demos más. La tribulación bien vivida en nuestra vida nos forma el corazón. Sentir los golpes como podas hace vivir de otra manera las cruces y los sinsabores de tantas injusticias de este mundo. “Nada de lo bueno se pierde”. “El Señor escribe derecho con parras torcidas”. “No tengan miedo. El que permanece en mí, da mucho fruto”.
Si tenemos puesto el corazón en Dios, los acontecimientos, sobretodo los más dolorosos, con el tiempo descubrimos que son frutos maravillosos que Dios nos regala. Queremos pedirle con grandeza de alma al Señor dándole la bienvenida a su visita en tantos lugares heridos de nuestro corazón. Allí tenemos la posibilidad de que la savia de Cristo corra por nuestra sangre, haciéndonos uno con Él. “Permanezcan en mí” dice el Señor… y lo dice 7 veces, con insistencia.
Dar fruto
Por miedo, por desconocimiento, por no saber qué hacer con la propia herida, resistimos a lo nuevo que está por venir. De hecho el cuerpo cuando se hiere, rápidamente intenta cubrirlo para protegerlo. Queremos mantener las heridas en expectativa de la savia viva de Cristo. No es fácil administrar la serenidad, la calma, la confianza y la entrega mientras el corazón siente que sangra por dentro. El no resistir no es quedar a la intemperie y a la suerte de lo que venga, sino un permanecer sereno a la espera de la llegada de quien trae la vida nueva: en eso se juega la humildad y la confianza. Saber esperar con la lámpara encendida al Señor que viene.
La carne tiende a cubrirse y a autoreferenciarse intentando esconderse y acobacharse. Así reaccionan Adán y Eva ante la herida del pecado: es el miedo el que nos hace escondernos de nuestras propias fragilidades. Hasta que no administremos en paz y en serenidad nuestras heridas, por gracia de Dios, difícilmente se pueda dar este injerto de vida. Necesitamos presentarnos tal cual somos y como estamos para que el Señor obre con poder en nuestra fragilidad.
Creemos en un Dios todo poderoso que es capaz de hacer nuevas todas las cosas.
http://radiomaria.org.ar/programacion/en-jesus-sana-las-heridas/
La carne tiende a cubrirse y a autoreferenciarse intentando esconderse y acobacharse. Así reaccionan Adán y Eva ante la herida del pecado: es el miedo el que nos hace escondernos de nuestras propias fragilidades. Hasta que no administremos en paz y en serenidad nuestras heridas, por gracia de Dios, difícilmente se pueda dar este injerto de vida. Necesitamos presentarnos tal cual somos y como estamos para que el Señor obre con poder en nuestra fragilidad.
Creemos en un Dios todo poderoso que es capaz de hacer nuevas todas las cosas.
http://radiomaria.org.ar/programacion/en-jesus-sana-las-heridas/
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YO SOY LA VID VERDADERA
"DIOS ME HA DADO UNA TAREA Y YO TRATO DE HACERLA LO MEJOR POSIBLE" ...ALABADO SEA MI SEÑOR.
30 abr 2015
¡PERMANECER UNIDOS A JESÚS!
Proponer a los chicos que busquen una frase en la Biblia y que
para el próximo domingo digan cuál es el libro, capítulo y versículo. Quien
cumple el desafío ganará un aplauso o una golosina.
* Desafío de la semana anterior: “Yo soy el buen Pastor” Jn. 10, 11
* Desafío propuesto para esta semana: “Yo soy la verdadera vid” Jn. 15, 1
RECURSO
Opción 1: Dramatización: “JUNTOS A LA PAR”
Opción 2: Explicar el Evangelio
Opción 1: Dramatización: “JUNTOS A LA PAR”
Materiales y Personajes
Un animador presentará la dinámica. Se necesitan los siguientes elementos: pilas
y una linterna / una lámpara y un velador / un pez y su pecera con agua /
paletas de ping pong y una pelotita / Mouse y una pc / un exprimidor y una
naranja / joystick con una Playstation / sumar otros elementos a elección,
según la realidad de la comunidad…
Idea
Descubrir con los chicos la relación de “permanecer unidos” que
hay entre algunos elementos y comparar con la relación de nosotros con Jesús.
DRAMATIZACIÓN
· Necesitamos conseguir elementos que funcionen de a pares, o que tengan
sentido estando unidos, por ejemplo:
-
pilas y una linterna
-
una lámpara y un velador
-
un pez y su pecera con agua
-
paletas de ping pong y una pelotita
-
Mouse y una pc
-
un exprimidor y una naranja
-
joystick con una PlayStation
-
sumar otros elementos a elección, según la realidad de la comunidad…
· El catequista o animador irá presentando los elementos de a pares, y
pedirá a los chicos que los observen con atención, con detenimiento.
· Diálogo con los chicos:
¿Qué tienen en común todos estos elementos?
¿Qué pasa si separo a uno de los elementos de su
par?
· A partir de las respuestas llegar a la conclusión, con los chicos, (debe quedar muy claro) que hay
elementos en la vida que se entienden unidos, se necesitan uno al otro, uno
existe en función de otro o para otro y al contrario desunidos no tienen
sentido, o su uso puede ser menor o nulo.
SUGERENCIAS PARA LA PREDICACIÓN
+ Diálogo con los chicos: ¿Qué presentaron hace un rato?
Escuchar
las respuestas de los chicos y llegar a la conclusión que deben “permanecer
unidos”…
+ Jesús le dijo a sus discípulos mediante una
comparación sobre la importancia de mantenerse conectados o unidos a Él. Por
supuesto que Jesús no usó ninguno de los elementes mostrados recién porque no
existían.
En lugar de ello, Jesús usó un ejemplo que
pudiera ser entendido por sus discípulos. Usó el ejemplo de la vid. ¿Saben qué
es una vid? Es una planta con muchas ramas. Las ramas llevan frutos en ellas.
La vid lleva en sus ramas uvas.
+ ¿Han visto alguna rama que se haya quebrado de
un árbol o una vid? ¿Qué pasa con ella? Se seca y se muere.
¿Una rama seca puede dar fruto?
No, no sirve más.
+ Jesús dijo: “Yo
soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da
mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer”.
+ Jesús nos invita a permanecer unidos… Con la ayuda de Jesús, con su Espíritu, que
es su amor en nuestros corazones, podemos vivir y hacer nuestras vidas muy
alegres y serviciales.
+ Jesús espera que demos mucho fruto. Que
procuremos ser buenos frutos: bondadosos, alegres, generosos, pacíficos, y
fieles.
+ En definitiva Jesús quiere y desea que amemos a
otros como Él nos ha amado.
+ Rezar con los chicos: Alma
de Cristo
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo,
sálvame.
Sangre de Cristo,
embriágame.
Agua del costado de
Cristo, lávame.
Pasión de Cristo,
confórtame.
Oh, Buen Jesús,
óyeme.
Dentro de tus
llagas, escóndeme.
Del maligno
enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi
muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti,
para que con tus
Santos te alabe,
por los siglos de
los siglos. Amén.
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YO SOY LA VID VERDADERA
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El es muy groso - Nuestra Señora del Cielo
https://youtu.be/R3T4yu6e3vo
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MUSICA
"DIOS ME HA DADO UNA TAREA Y YO TRATO DE HACERLA LO MEJOR POSIBLE" ...ALABADO SEA MI SEÑOR.
29 abr 2015
LA VID Y LOS SARMIENTOS
Estas mismas ideas las expresa Juan en términos parecidos,
aunque utilizando más su estilo poético y alegórico. Hoy podemos saborear una
espléndida alegoría, vitalista y sugestiva: la de la vid y los sarmientos.
No dice Jesús: Yo soy un cedro, yo soy un ciprés, yo soy un
roble. Dice: «Yo soy la vid y ustedes los sarmientos». Algo más humilde y más
íntimo. La alegoría nos habla de unión permanente, de poda constante, de frutos
abundantes. Y nos habla de un Padre que es el dueño de la viña, el esmerado
agricultor. Dios es un conocido agricultor.
Unión permanente:
El sarmiento tiene que estar constantemente unido a la vid,
si no quiere secarse. Y un sarmiento seco, ya se sabe, no sirve para nada,
absolutamente para nada; como las zarzas o los cardos. Sin mí, serán cardos y
zarzas. Sin mí, no serán nada.
Estar unido a la vid es recibir su savia y su vida. Estar
unido a Cristo es vivir en comunión con él, es dejarse alentar por él; que su
Espíritu me inspire y me vivifique. Se realiza, naturalmente, a través de la
escucha, la oración, la colaboración, los compromisos, el amor. La savia es
como la sangre del cuerpo; todos los miembros concorpóreos y consanguíneos.
Pero Jesús insiste mucho en la necesidad de permanencia.
Sólo en los ocho versículos de este evangelio aparece siete veces la palabra
permanecer. Si seguimos leyendo toda la alegoría, la encontraremos cuatro veces
más. Se insiste en el «permanezcan en mí», en que «mis palabras permanezcan en ustedes»,
en «permanezcan en mi amor», en «un fruto que permanezca». No quiere el Señor
encuentros esporádicos, sino una vida enteramente inspirada por él. «Permanezcan»:
que no nos separemos de su órbita, que nuestros ojos y nuestros corazones estén
siempre levantados hacia él. Que nos revistamos de Cristo, pero no con un
vestido de quita y pon, sino un vestido entrañable. Todo lo que hagamos sea en
él y para él. «Permanezcan en mi amor», sintiéndonos siempre amados por él y
amándole nosotros a él. «Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos
para el Señor» (Rm 14, 8). Cristo es la vida de nuestra vida.
«Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan
para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos» (2 Cor. 5, 15).
Unión con las
demás sarmientos:
Es una deducción lógica: si todos los sarmientos tienen que
estar unidos a la vid, necesariamente estarán unidos entre ellos. Si corre por
ellos la misma savia, no puede haber distancias y diferencias, mucho menos
incomprensiones, desconocimientos y rivalidades. Si Cristo está en todos los
sarmientos, la unión con Cristo significa estar unidos a todas sus
ramificaciones y prolongaciones. Cristo se prolonga en todos los hermanos. No
se puede conocer y amar a un Cristo y desconocer o desamar al otro Cristo. Amor
en vertical y horizontal: es un mismo amor.
Poda constante:
La poda no siempre es fácil de entender. Nos da pena y nos
cuesta el hacha o tomar las tijeras y empezar a cortar sin contemplaciones.
Pobres ramas, pobres sarmientos, con sus muñones sangrantes, desnudos, sin
ningún tipo de concesiones. Nos cuesta el corte y el desapego. Nos parece que
no podremos vivir sin nuestro hermoso follaje y hojarasca, y nuestros
caprichosos entretenimientos. Así, vamos acumulando cosas y dispersándonos en
múltiples diversiones.
Pero se necesita la poda. Es un corte purificador y
liberador. Al quitarnos el follaje y las peligrosas desviaciones, la savia
puede concentrarse y conseguir el fruto deseado. Este y no otro es el objetivo
del sarmiento y de la savia. Si perdonáramos al sarmiento este corte doloroso,
la savia se disiparía entre tanta hoja innecesaria y el fruto sería raquítico o
nulo. Para nuestros ambientes consumistas, la poda se hace totalmente necesaria
y urgente. Estamos excesivamente recargados y dispersos. No hay que
descuidarse. Más austeridad y más sobriedad: para cada uno, para las
instituciones, para toda la Iglesia. Para crecer hay que cortar. Sea la
renuncia, sea la enfermedad, sea el fracaso, sea el cambio. La tijera liberadora
siempre en la mano, podador.
Frutos abundantes:
A otros árboles bastaría con pedirles un poco de sombra o
de madera. A ciertas plantas les pedimos las flores. Pero a la vid sólo le
pedimos sus frutos. Y frutos abundantes y sazonados. No queremos el vinagre y
la «mala uva».
Los frutos que Dios quiere son el derecho, la justicia, el
respeto, la compasión, el servicio. Los frutos que Dios quiere son todos los
del Espíritu, los frutos de la verdad y del amor. En la segunda lectura, San
Juan nos explica cómo han de ser esos frutos de amor, «no de palabra ni de
boca, sino con obras y según verdad».
Así podremos ofrecer en la mesa del Señor, y en todas las
mesas de la vida, el fruto exquisito de nuestra vid, el «vino bueno» de nuestro
amor.
(Aporte de CARITAS. UN AMOR ASI DE GRANDE.
CUARESMA Y PASCUA 1991.Pág. 220 ss.)
CUARESMA Y PASCUA 1991.Pág. 220 ss.)
Para la reflexión personal y grupal:
Cualquier árbol frutal es buena imagen para dar a entender
lo que se dice en el evangelio de hoy. Hay veces en que el árbol se seca por
falta de riego; otras veces es una rama seca la que no da fruto. Todos tenemos
una parcela en la vida que debemos cultivar, como lo hace un buen labrador
paciente. Las ramas que no sirven se echan al fuego, y las que sirven se podan
para que den más fruto.
Jesús es como la savia. Así es su palabra, su sangre, su
cuerpo. El cristiano debe estar unido a Cristo y a todos los hermanos. Jesús,
Primogénito de la nueva humanidad y Señor de la comunidad de creyentes, se
dirige a la casa del Padre -a través de un nuevo Éxodo y una nueva Pascua- para
preparar una morada a sus discípulos.
El verdadero dinamismo cristiano se muestra en la
"permanencia" del creyente con Jesús, o de la palabra de Jesús en el
discípulo. Ser discípulo es dar gloria al Padre y ofrecer frutos en el mundo.
¿Cómo
se alimenta mi vida? ¿Cómo, de dónde, con qué medios… recibo la savia que
necesito para ser un sarmiento injertado en la viña del Señor? ¿Cultivo esos
medios? ¿Debería cultivarlos más, o cultivar otros?
ORACIÓN-CONTEMPLACIÓN.
“Yo
soy la vid, ustedes los sarmientos”.
Meditar sobre estas palabras de Jesús sobre la vid y los
sarmientos, significa percibir la relación que nos liga a él en su dimensión
más profunda: Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. Es una relación aún más
profunda que aquélla que existe entre el pastor y su grey que meditamos el
domingo pasado. En el evangelio de hoy descubrimos dónde reside la “fuerza
interior” de nuestra religión (cfr. 2 Tim. 3,5).
Pensemos en la realidad natural de donde está sacada la imagen.
¿Qué hay de más íntimamente unido entre sí que la vid y los sarmientos? El
sarmiento es un acodo y una prolongación de la vid. De ella viene la savia que
lo alimenta, la humedad del suelo y todo aquello que él transforma después en
uva bajo los rayos estivales del sol; si no es alimentado por la vid, no puede
producir nada, nada serio: ni un pámpano, ni un racimo de uva, nada de nada. Es
la misma verdad que san Pablo inculca con la imagen del cuerpo y de los
miembros: Cristo es la Cabeza de un cuerpo que es la Iglesia, de la cual cada
cristiano es un miembro (cfr. Rom. 12,4 ssq; 1 Cor. 12,12 ssq). Los miembros,
separados del cuerpo, no pueden hacer nada.
¿Dónde reposa esta relación aplicada a nosotros los hombres? ¿No
contrasta esto con nuestro sentido de autonomía y de libertad, es decir, con
nuestro sentimiento de ser un todo y no una parte? Esto reposa sobre un
acontecimiento bien preciso que el apóstol san Pablo, con una imagen también
sacada de la agricultura, llama un acodo. En el Bautismo, nosotros, que éramos
aceitunados de naturaleza salvaje hemos sido injertados en Cristo (cfr. Rom.
11,16); hemos llegado a ser sarmientos de la verdadera vid y ramos del olivo
bueno. Todo esto por la fuerza del Espíritu Santo que nos ha sido dado (Rom.
5,5). ¡Entre la vid y el sarmiento hay en común el Espíritu Santo!
¿Cuál es entonces nuestra misión de sarmientos? Juan -le hemos
oído-tiene un verbo predilecto para expresarlo: “permanecer” (se entiende,
unidos a la vida que es Cristo): Permanezcan en mí y yo en ustedes; Si no
permanecen en mí ...; Quien permanece en mí... Permanecer unidos a la vid y
permanecer en Cristo Jesús significa ante todo no abandonar los empeños
asumidos en el Bautismo, no ir al país lejano como el hijo pródigo sabiendo
bien que uno puede separarse de Cristo de golpe, de un solo salto, dándose a
una vida de pecado consciente y libre, pero también a pequeños pasos, casi sin
darse cuenta, día tras día, infidelidad tras infidelidad, omisión tras omisión,
compromiso tras compromiso, dejando primero la comunión, después la misas,
después la oración y al final todo.
Permanecer en Cristo significa también algo positivo y es
permanecer en su amor (Jn. 15,9). En el amor, se entiende que él tiene por
nosotros más que en el amor que nosotros tenemos por él. Significa por tanto
permitirle que nos ame, que nos haga pasar su “savia” que es su Espíritu
evitando poner entre él y nosotros la barrera insuperable de la
autosuficiencia, de la indiferencia y del pecado.
Jesús insiste en la urgencia de permanecer en él haciéndonos ver
las consecuencias fatales del separarse de él. El sarmiento que no permanece
unido se seca, no lleva fruto, es cortado y arrojado al fuego. No sirve para
nada porque la madera de la vid - a diferencia de otras maderas que cortadas
sirven para tantos fines- es una madera inútil para cualquier otro fin que no
sea el de producir uva (cfr. Ez. 15,1 ssq). Uno puede tener una vida pujante
externamente estar lleno de ideas y de salud, producir energía, negocios,
hijos, y ser a los ojos de Dios, madera seca para ser echada al fuego apenas
termina la estación de la vendimia.
Permanecer en Cristo entonces significa permanecer en su amor, en
su ley; a veces significa permanecer en la cruz, “perseverar conmigo en la
prueba” (cfr. Lc. 22,28). Pero no sólo permanecer, quedando en el estadio
infantil del Bautismo, cuando el sarmiento apenas ha despuntado y se ha
injertado; sino más bien crecer hacia la Cabeza (cfr. Ef. 4,15), llegar a ser
adulto en la fe, es decir, llevar frutos de buenas obras.
Para un tal crecimiento hay que ser podado y dejarse podar: Todo
sarmiento que lleva fruto (mi Padre) lo poda para que lleve más fruto (Jn.
15,2). ¿Qué significa que lo poda? Significa que corta los brotes superfluos y
parasitarios (los deseos y apegos desordenados) para que concentre toda su
energía en una sola dirección y así realmente crezca. El campesino es muy
atento cuando la vid se carga de uva para descubrir y cortar las ramas secas o
superfluas para que no comprometan la maduración de todo el resto. Es una
gracia grande saber reconocer, en el tiempo de la poda, la mano del Padre y no
maldecir ni reaccionar desordenadamente. Ustedes ya están limpios para la
palabra que les he anunciado, decía Jesús a sus discípulos (Jn. 15,3). El
Evangelio que es la palabra de Cristo Jesús es por tanto como una poda y
representa la ascesis fundamental del cristianismo. Ataca la codicia, todo lo
que, en una palabra, nos disipa en tantos vanos proyectos y deseos terrenos.
Fortifica, en cambio, las energías sanas y espirituales; nos concentra sobre
verdaderos valores poniendo en crisis los falsos. La palabra de Dios se revela
verdaderamente como una espada afilada y de doble hoja, en las manos del que la
lleva (Apc. 1,16).
Bajo esta luz debemos esforzarnos por no ver sólo nuestros
sufrimientos individuales –los lutos, las enfermedades, las angustias que
golpean a cada uno de nosotros o a nuestra familia-sino también el gran
sufrimiento universal que atenaza a nuestra sociedad y al mundo entero incluso
a aquel más misterioso de todos que golpea a los inocentes. Desde hace algunos
años nos debatimos en una crisis que revela nuestra impotencia para poner paz y
orden en nuestra convivencia civil, para encontrar un acuerdo y para poner fin
al odio y a la violencia. Es también esta una poda necesaria del orgullo y de
la presunción humana. Tal vez el Señor está buscando, de todas las maneras
posibles, hacernos entender que sin él no podemos hacer nada (Jn. 15,5).
Es una lección, ésta, que una sociedad trata fácilmente de olvidar
apenas logra estar por algún año sin guerras y sin grandes tragedias. El
espíritu de Babel -es decir, de la presunción de construir por nosotros mismos
la casa- está siempre al acecho. Oímos a tantos jefes nuestros hacer programas
muy ambiciosos, terminar cada discurso prometiendo paz, justicia y libertad.
Pero todo esto como si dependiera exclusivamente de ellos o a lo sumo de la
buena voluntad de todos. Como si no fuera necesario por nada hacer referencia
al evangelio y a Dios por ser capaces de mantener ciertos valores, comprendido
el más elemental de todos que es el respeto a la vida. Como si el odio pudiera
ser vencido si no por el amor; como si la venida de Cristo a la tierra hubiera
sido un lujo y un sobrante y no en cambio una necesidad absoluta de salvación
para todos. Todo esto es una tremenda ilusión que Dios debe quitarnos, de otra
manera volveremos a ser paganos como antes de Cristo. Y para quitárnosla Dios
no necesita enviarnos duros castigos; le basta dejarnos un poco manejarnos
solos y después hacernos observar, entre las ruinas y el llanto, lo que hemos
sido capaces de hacer: si el Señor no construye la casa, en vano trabajan los
albañiles (Sal. 127,1).
La palabra de Cristo sobre la vid y los sarmientos adquiere un
significado nuevo ahora que pasamos a la parte eucarística y sacrificial de
nuestra misa. Estamos por consagrar el vino exprimido de aquella “verdadera
vid” en el lagar de la pasión. Nosotros consagramos el “fruto de la vid”, pero
consagramos también el fruto “de nuestro trabajo”, es decir, del sarmiento. Dios
nos restituye como bebida de salvación lo que le hemos ofrecido bajo el símbolo
del vino.
(Aporte del P. Raniero Cantalamessa, ofm
cap. La Palabra y la Vida-Ciclo B.
Ed. Claretiana, Bs. As., 1994, pp. 114-117
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YO SOY LA VID VERDADERA
"DIOS ME HA DADO UNA TAREA Y YO TRATO DE HACERLA LO MEJOR POSIBLE" ...ALABADO SEA MI SEÑOR.
Para dar fruto tenemos que estar conectados a la vid (5to Domingo de Pascua)
La vid verdadera
Tema:
Para dar fruto tenemos que estar conectados a la vid (5to Domingo de Pascua)
Objetos: Una lámpara y una extensión
Escritura: "Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada" (Juan 15:5 NVI).
Estoy seguro que todos conocen la canción "Esta lucesita, la dejaré brillar." Deseo que me ayuden a cantar esa canción en esta mañana. Voy a prender esta luz y dejar que alumbre. (Comience a cantar la canción (sin enchufar la lámpara), pero deje de cantarla cuando note que la luz no está alumbrando.) Me pregunto qué estará mal, mi luz no está alumbrando, (Alguien posiblemente notará que no está enchufada.) Oh, aquí está el problema, mi luz no está enchufada.
Ahora que está enchufada, tratémosla otra vez. (Cante.) Oh, eso fue mejor. La lámpara estaba alumbrando bantante, ¿no es así? Es muy difícil para una luz alumbrar cuando no está conectada a una fuente de energía, ¿no? Bueno, en verdad, ¡no sólo es díficil, sino imposible!
En la lección bíblica de hoy, Jesús le dijo a sus discípulos una historia para enseñarles sobre la importancia de mantenerse conectados o unidos a él. Desde luego Jesús no usó una lámpara para contar su historia, porque la electricidad no se había descubierto. En lugar de ello, Jesús usó un ejemplo que pudiera ser entendido por sus discípulos. Usó el ejemplo de la vid. ¿Sabes lo que es una vid? Es una planta con muchas ramas. Las ramas llevan frutos en ellas. La vid lleva en sus ramas uvas.
¿Has visto alguna rama que se haya quebrado de un árbol o una vid? ¿Qué pasa con ella? Así es, se seca y se muere. ¿Puede dar fruto otra vez? No, no sirve para nada, excepto para ser quemada.
Jesús dijo: "Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada" (Juan 15:5 NVI)." Jesús desea que demos muchos frutos. Que demos buenos frutos como ser bondadosos, generosos y fieles. Más que nada, desea que amemos a otros como él nos ha amado.
¿Podemos hacer eso por nosotros mismo? De ninguna manera. Tal como la lámpara debe ser conectada a un receptáculo antes de que su luz pueda alumbrar, y tal como las ramas deben estar conectadas a la vid para producir fruto, tú y yo debemos estar conectados (o unidos) a Jesús para producir el fruto bueno que Dios espera de nosotros.
Amado Padre, ayúdanos a recordar que necesitamos estar conectados a Jesús si es que vamos a producir el tipo de fruto que tú esperas de nosotros. En el nombre de Jesús oramos. Amén.
Tema:
Para dar fruto tenemos que estar conectados a la vid (5to Domingo de Pascua)
Objetos: Una lámpara y una extensión
Escritura: "Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada" (Juan 15:5 NVI).
Estoy seguro que todos conocen la canción "Esta lucesita, la dejaré brillar." Deseo que me ayuden a cantar esa canción en esta mañana. Voy a prender esta luz y dejar que alumbre. (Comience a cantar la canción (sin enchufar la lámpara), pero deje de cantarla cuando note que la luz no está alumbrando.) Me pregunto qué estará mal, mi luz no está alumbrando, (Alguien posiblemente notará que no está enchufada.) Oh, aquí está el problema, mi luz no está enchufada.
Ahora que está enchufada, tratémosla otra vez. (Cante.) Oh, eso fue mejor. La lámpara estaba alumbrando bantante, ¿no es así? Es muy difícil para una luz alumbrar cuando no está conectada a una fuente de energía, ¿no? Bueno, en verdad, ¡no sólo es díficil, sino imposible!
En la lección bíblica de hoy, Jesús le dijo a sus discípulos una historia para enseñarles sobre la importancia de mantenerse conectados o unidos a él. Desde luego Jesús no usó una lámpara para contar su historia, porque la electricidad no se había descubierto. En lugar de ello, Jesús usó un ejemplo que pudiera ser entendido por sus discípulos. Usó el ejemplo de la vid. ¿Sabes lo que es una vid? Es una planta con muchas ramas. Las ramas llevan frutos en ellas. La vid lleva en sus ramas uvas.
¿Has visto alguna rama que se haya quebrado de un árbol o una vid? ¿Qué pasa con ella? Así es, se seca y se muere. ¿Puede dar fruto otra vez? No, no sirve para nada, excepto para ser quemada.
Jesús dijo: "Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada" (Juan 15:5 NVI)." Jesús desea que demos muchos frutos. Que demos buenos frutos como ser bondadosos, generosos y fieles. Más que nada, desea que amemos a otros como él nos ha amado.
¿Podemos hacer eso por nosotros mismo? De ninguna manera. Tal como la lámpara debe ser conectada a un receptáculo antes de que su luz pueda alumbrar, y tal como las ramas deben estar conectadas a la vid para producir fruto, tú y yo debemos estar conectados (o unidos) a Jesús para producir el fruto bueno que Dios espera de nosotros.
Amado Padre, ayúdanos a recordar que necesitamos estar conectados a Jesús si es que vamos a producir el tipo de fruto que tú esperas de nosotros. En el nombre de Jesús oramos. Amén.
ACTIVIDADES INTERACTIVAS:
HOJAS Y UVAS: Dele papel de manila a los niños y permítales dibujar, en tamaño grande, el tronco y las ramas vacías de un árbol usando un marcador marrón. Utilizando pintura dactilar verde, mojarán sus manos para luego pegarlas en las ramas haciendo las hojas del árbol. Cuando las manos estén secas, mojarán la punta de los dedos en pintura dactilar azul o violeta para crear racimos de uvas. Cuando terminen escribirán JESÚS ES LA VID, NOSOTROS LAS RAMAS en la base del árbol.
RACIMOS DE UVAS: Imprima una página a colorear de un racimo de uvas (Presione aquí). Deje que los niños coloreen la hoja y la rama. Viren el papel horizontalmente y pídales que peguen un papel en el cual estará impreso el versículo de hoy: “Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada” (Juan 15:5 NVI). Regrese el papel a la forma vertical. Dele pedacitos de papel crepé violeta de seis pulgadas de largo. Pídale a los niños que hagan una bolita con cada pedazo de papel crepé y las peguen sobre cada una de las uvas del dibujo. Déjelo secar.
RAMA DE ÁRBOLES: (Presione aquí) y saque copias del patrón de la hoja en un papel de construcción verde. Pídale a los niños que escriban su nombre en una de las hojas y la recorten para luego pegarla en la figura del árbol (ver primera actividad).
ENREDADERA DE UVAS: Coja un papel manila marrón o blanco y péguelo horizontalmente a la pared o póngalo en la mesa o suelo. Dibujen una línea doble curvada u ondulada representando un vástago o rama bien larga. Luego, corten pedazos de papel de construcción para simular las hojas y las péguenlas en varios lugares de la rama. Pídale a los niños que pinten racimos de uvas con las puntitas de sus dedos mojadas en pintura dactilar violeta. Cuando terminen su dibujo, pueden escribir: Jesús dice, “Yo soy la vid” en la parte inferior de la obra de arte.
CANTANDO CON LINTERNAS DE MANOS: De ser posible, provéale una linterna de manos a cada niño. Apegue las luces del salón y pídale a los niños que prendan sus linternas y que iluminen el techo mientras cantan ESTA LUCESITA. Después de cantar, deje que los niños dibujen o coloreen una vela con su candelabro y una llama amarilla y escriba ¡DOY FRUTO CUANDO PERMITO QUE MI LUZ BRILLE! Si tienen tiempo, los niños pueden recortar la vela con su candelabro y la llama y pegarla en un papel de construcción.
MERIENDA DE CARRO DE MANZANA Y UVAS: Corte manzanas en rebanadas (el carro) y póngale dos palillos de dientes, uno en cada final de la rebanada. Añada una uva al final de los palillos de dientes para que hacer las cuatro ruedas del carro. (Presione aquí) Pueden añadirle una salsa de frutas para hacerlo más gustoso.
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