23 mar 2020

Reflexión del Evangelio. 23 de marzo 2020. Padre Gustavo E. Jamut, omv.


                                                           CEMP San Roque

COMUNIÓN ESPIRITUAL



22 mar 2020

EL PERDON SIN UN SACERDOTE

Del Papa Francisco
" Pero muchos me dirán hoy: "Pero Padre, ¿dónde puedo encontrar un sacerdote, un confesor, por qué no puedo salir de casa? Y yo quiero hacer las paces con el Señor, quiero que me abrace, quiero que mi padre me abrace... ¿Qué puedo hacer si no encuentro sacerdotes?". Haz lo que dice el Catecismo. Es muy claro: si no encuentras un sacerdote para confesarte, habla con Dios, que es tu padre, y dile la verdad: "Señor, he hecho esto, esto, esto... Perdóname", y pídele perdón de todo corazón, con el Acto de Dolor y prométele: "Me confesaré después, pero perdóname ahora". E inmediatamente volverás a la gracia de Dios. Tú mismo puedes acercarse, como nos enseña el Catecismo, al perdón de Dios sin tener un sacerdote a la mano. Piensa en ello: ¡es el momento! Y este es el momento adecuado, el momento oportuno. Un acto de dolor bien hecho, y así nuestra alma se volverá blanca como la nieve."

EL PERDÓN SIN UN SACERDOTE

 La salus animarum, la salvación de las almas, es la ley suprema de la Iglesia, el criterio interpretativo fundamental para determinar lo que es justo. Es por ello que la Iglesia siempre busca, de todas las maneras posibles, ofrecer la posibilidad de reconciliación con Dios a todos aquellos que lo desean, que están en búsqueda, que esperan o que se dan cuenta  de su condición y sienten la necesidad de ser acogidos, amados, perdonados. En estos tiempos de emergencia debido a la pandemia, con personas gravemente enfermas y aisladas en pabellones de cuidados intensivos, así como para las familias a las que se les pide que se queden en casa para evitar la propagación del contagio, es útil hacer recordar a todos la riqueza de la tradición. Lo hizo Francisco durante la homilía de la misa en Santa Marta del viernes 20 de marzo.
"Sé que muchos de ustedes, para Pascua"  - dijo el Papa - "van al confesarse para reencontrarse con Dios". Pero, muchos me dirán hoy: 'Pero, Padre, ¿dónde puedo encontrar un sacerdote, un confesor, por qué no se puede salir de casa? Y yo quiero hacer las paces con el Señor, quiero que Él me abrace, quiero que mi papá me abrace... ¿Cómo puedo hacer si no encuentro sacerdotes?' Haz lo que dice el Catecismo".
"Es muy claro: si no encuentras un sacerdote para confesarte -explicó el Pontífice-, habla con Dios, que es tu Padre, y dile la verdad: 'Señor, he hecho esto, esto, esto... Perdóname', y pídele perdón con todo mi corazón, con el Acto de Dolor, y prométele: 'Me confesaré más tarde, pero perdóname ahora'. Y de inmediato, volverás a la gracia de Dios. Tú mismo puedes acercarte, como nos enseña el Catecismo, al perdón de Dios sin tener un sacerdote a mano. Piensa en ello: ¡es la hora!  Y este es el momento adecuado, el momento oportuno. Un acto de dolor bien hecho, y así nuestra alma se volverá blanca como la nieve".
El Papa Francisco se refiere a los números 1451 y 1452 del Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado por San Juan Pablo II y redactado bajo la guía del entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger. Sobre el tema de la "contrición", el Catecismo, citando al Concilio de Trento, enseña que entre los actos del penitente "ocupa el primer lugar". Es "el dolor del alma y la reprobación del pecado cometido, acompañado de la intención de no pecar más en el futuro".
"Cuando proviene del amor del Dios amado sobre todas las cosas - continúa el Catecismo - la contrición se llama 'perfecta' (contrición de la caridad). Tal contrición perdona los pecados veniales; también obtiene el perdón de los pecados mortales, si implica el firme propósito de recurrir, lo antes posible, a la confesión sacramental". Por lo tanto, mientras se espera recibir la absolución de un sacerdote tan pronto como las circunstancias lo permitan, es posible con este acto ser perdonado inmediatamente. Esto también fue afirmado por el Concilio de Trento, en el capítulo 4 de la Doctrina de sacramento Paenitentiae, donde se afirma que la contrición acompañada de la intención de confesión "reconcilia al hombre con Dios, incluso antes de que este sacramento sea efectivamente recibido".
Un camino para la misericordia de Dios abierto a todos, que pertenece a la tradición de la Iglesia y que puede ser útil a todos y de manera especial es útil para aquellos que en este momento están cerca de los enfermos en las casas y en los hospitales.

LA CONFESIÓN SIN UN SACERDOTE

El Papa dará Bendición Urbi et Orbi extraordinaria y se podrá ganar indulgencia plenaria.

Tras dirigir el rezo del Ángelus este domingo 22 de marzo, el Papa Francisco anunció que impartirá una Bendición Urbi et Orbi extraordinaria con la plaza San Pedro vacía. Esta decisión ha sido tomada debido a la actual pandemia de coronavirus COVID-19 para permitir que puedan recibir la indulgencia plenaria quienes la seguirán a través de los medios de comunicación. 
En concreto, el próximo viernes 27 de marzo a las 6:00 p.m. (hora local) el Santo Padre dirigirá un momento de oración en el atrio de la Basílica de San Pedro, tras el rezo con la Palabra de Dios, Adoración al Santísimo Sacramento, el Papa impartirá una Bendición Urbi et Orbi extraordinaria. Esta especial Bendición suelen impartirla los Pontífices solamente dos veces al año, el 25 de diciembre y el Domingo de Pascua. 
“Presidiré un momento de oración en el atrio de la Basílica de San Pedro. Con la plaza vacía. Desde ahora invito a todos a participar espiritualmente a través de los medios de comunicación. Escucharemos la Palabra de Dios, elevaremos nuestra súplica, adoraremos al Santísimo Sacramento, con el cual al término daré la Bendición Urbi et Orbi y a la cual se añadirá la posibilidad de recibir la indulgencia plenaria”, indicó el Papa.
En esta línea, el Pontífice explicó: “queremos responder a la pandemia del virus con la universalidad de la oración, la compasión, la ternura. Mantengámonos unidos. Hagamos sentir nuestra cercanía a las personas más solas y a quienes más sufren”.
Asimismo, Francisco expresó su cercanía a “los médicos, a los trabajadores sanitarios, enfermeros y enfermeras, voluntarios” y a las autoridades que “deben tomar medidas duras, pero para nuestro bien. Nuestra cercanía a los policías, a los soldados que en la calle intentan mantener siempre el orden para que se cumplan las cosas que el gobierno pide que hagamos por el bien de todos. Cercanía a todos”.
“En estos días de prueba, mientras la humanidad tiembla con la amenaza de la pandemia, quisiera proponer a todos los cristianos de las diferentes confesiones que unan sus voces hacia el cielo”, exhortó el Papa.
Por su parte, el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, señaló que de acuerdo con lo que afirmó el mismo Papa Francisco en el Ángelus de esta mañana, “en este tiempo de emergencia para la humanidad el Santo Padre invita a todos los católicos de todo el mundo a unirse espiritualmente en oración con él”.
“A todos los que se unirán espiritualmente a este momento de oración a través de los medios de comunicación será concedida la indulgencia plenaria de acuerdo las condiciones previstas en el reciente decreto de la Penitenciaría Apostólica”, añadió Bruni quien explicó también que “la oración del Santo Padre podrá ser seguida en directa a través los medios y se concluirá con la Bendición eucarística que será impartida ‘Urbi et orbi’ a través de los medios de comunicación”.

Un Padre Nuestro contra el coronavirus

En este sentido, el Santo Padre convocó también “a todos los jefes de las iglesias y a los líderes de todas las comunidades cristianas, junto a todos los cristianos de las diversas confesiones, a invocar al Altísimo, Dios omnipotente, rezando contemporáneamente la oración que Jesús Nuestro Señor nos ha enseñado”.
Por ello, el Papa invitó a todos a rezar el Padre Nuestro “varias veces al día, pero, todos juntos” y especialmente “a rezar el Padre Nuestro miércoles próximo 25 de marzo al mediodía (hora local), todos juntos”.
“Que en el día en que muchos cristianos recordamos el anuncio a la Virgen María de la Encarnación del Verbo, pueda el Señor escuchar nuestra oración unánime de todos sus discípulos que se preparan a celebrar la victoria de Cristo Resucitado”, pidió el Papa.

Reflexión del Evangelio. 22 de marzo 2020. Padre Gustavo E. Jamut, omv.


“Un amor que nos salva haciéndonos brillar”



Enciende una luz... y hazla brillar...
Acá les dejamos para que recen con el Evangelio del domingo!
Abrazando la Palabra -6-
Domingo 22 de marzo
Juan 9, 1- 40
ME PREPARO- El lugar, el tiempo y el corazón
“Un amor que nos salva haciéndonos brillar”
ENCUENTRO QUE LA PALABRA ESTÁ PRESENTE EN MI VIDA DE TODOS LOS DÍAS.
¡Hoy te propongo empezar imaginando algo lindo!
¿A quién no le gusta ver un amanecer o un atardecer? ¿A quién no le nace en esos momentos, cerrar los ojos y aún sin verlo, sentir y disfrutar del calor y la paz que te transmite. Es que la luz no solo se puede ver, también se puede sentir ... Hacé la prueba, imagínate un lindo amanecer o atardecer… intenta “sentir esa calidez”… “déjate llenar con su luz” …
Con una amiga siempre decimos “Un día de sol, es un día de sol” ¿qué simple no? pero ¿comprendés que hay detrás de esa frase? la luz y su calor son como lentes que nos permiten ver y sentir las cosas “iluminadas” y es más, no solo las cosas, sino también a las personas. Cuántas veces decimos que alguien que conocemos “irradia luz”, “brilla”, contagia, tiene “chispa”… ¡Qué regalo es tener esa luz! ¿Tendrá algo que ver con la Palabra que vamos a leer?
Juan 9, 1- 40
LA PALABRA SE HACE VIDA Y ORACIÓN EN NOSOTROS
Como siempre vamos a intentar sentirnos en la época de Jesús, y seguirlo bien de cerca…
Hoy el Evangelio nos presenta a un hombre que era ciego desde su nacimiento, seguramente estaría sentado en el suelo pidiendo ayuda, cerca de la piscina de Siloé, que significaba “enviado”. Si podés, acordate el nombre “porque en la Palabra de Dios, nada es casualidad”… y a ese lugar llega Jesús con sus discípulos, y como siempre, andan por ahí los fariseos.
Hoy me voy a quedar con el ciego… Vos si querés después lo seguís rezando, pero ahora te propongo mirar a este ciego que tanto nos va a “iluminar “ el día …
El Evangelio quiere que nos encontremos con este hombre que nació sin ver, que vivió siempre en la oscuridad, se podría decir, que nunca conoció la luz. Jesús se acerca, sabe que Él lo necesita, la iniciativa es de Dios, por eso le pone barro con su saliva en su ojos, pero… ¿Te diste cuenta que este milagro tiene algo muy especial? Para poder volver a ver, el ciego tiene que escuchar y hacer lo que Jesús le dice! Tiene que ponerse de pie, ir a la piscina de Siloé y lavarse! Él también pone algo de sí para curarse! Y sin duda ese encuentro tuvo algo especial, porque Él confió en su voz, en su modo de acercarse, en las palabras que casi sin darse cuenta le abrieron su corazón …
No hay duda que el ciego en su interior siempre esperó volver a ver, porque aún en su oscuridad, reconoció algo de Dios y le entregó sus ojos para que los curara, le entregó su ceguera! Y al lavarse, esa agua no solo le dio luz, le devolvió la Fe!… Agua, luz, y Fe… ¿Te suenan? Casi un volver a nacer … un camino Pascual.
Jesús lo cura lavándolo y enviándolo. Su vida se ilumina, Él vuelve a ponerse de pie, puede ir y venir contando a todos lo que le había pasado! Ese encuentro lo convirtió en un “enviado”, un ¿testigo tal vez?
Y acá se da esta enseñanza tan sorprendente de Dios que nos muestra como a veces “los que vemos” en realidad “no vemos o no queremos ver” y los que “no ven” son los que “encuentran la luz” y nos la comparten. Por eso en la vida del ciego, se muestra la “obra del Amor Dios”.
Vos me podés decir… Es muy lindo este encuentro, pero ¿qué tiene que ver conmigo? ¡Mucho!
¿Sabés? Todos en nuestro corazón tenemos historias y heridas “muy nuestras” que preferimos dejarlas ahí, “ocultas en nuestra oscuridad”… Tal vez son esas que sentimos que si salen a la luz , nos dejarían al costado del camino, como a este ciego… pero pesan y duelen… y tantas veces nos quitan la libertad…
Siempre me impresionó mucho cada vez que en el Evangelio escuchaba la frase ¿algo habrá hecho para merecer ese mal? ¿algo habrán hecho sus padres?
¡No! ¿Quién puede creer en un Dios así? ¿Por qué pensarían así? ¿Por qué echarle la culpa a Dios del mal? ¡No tendría sentido! Muy distinto es cuando decimos… “En su vida se manifestará la obra de Dios”… eso sí… eso es otra cosa… sino mirá cómo se transformó la vida del ciego.
Hoy Jesús nos invita a vos y a mí a reconocernos “ciegos”, a entregarle nuestros ojos, nuestras cegueras, eso que todavía tenemos en la sombra de nuestro interior… Él quiere que vivamos en la luz, no en la oscuridad. ¡Él quiere ser nuestra luz! Y como decía el Papa en estos días, Dios no tiene memoria, Dios quiere que te acerques a Él, así como sos, así como estás, con tu verdad…
No nos perdamos la oportunidad de sentirnos recibidos, sanados, abrazados, curados por el amor de Dios que todo lo quiere “iluminar”
Donde está Dios, no hay oscuridad, no hay sombras, por eso Él es la luz!
Y así como empecé diciéndote que el amanecer es para todos y que el sol sale para todos! Jesús viene para vos, para mí y su luz quiere llegar a todos.
¿Me dejás que te recuerde algo?
Dios pone en nuestra vida muchas oportunidades para que le entreguemos nuestras cegueras, Él nos acerca a personas que nos quieren bien, que nos quieren ayudar, corazones que contagian “luz “ y que tanto necesitamos… porque Dios nos quiere ver “brillar” con su “luz”, nos quiere felices, nos quiere en paz, nos desea lo mejor siempre, sabe que somos capaces de mostrar con nuestra vida la obra de su Amor… ¡En ese Dios creemos!
No importa la oscuridad que tengamos, la ceguera que llevemos, ¡se la tenemos que entregar a Él!
LA PALABRA SE HACE GESTO
Como GESTO hoy te propongo que vayamos juntos a la piscina de Siloé, intentemos sentir que Dios pone barro en nuestros ojos y que nos lavamos en esa agua pura que nos devuelve la posibilidad de ver ¿Sabés qué es lo primero que vas a ver? ¡A Dios! como cuando un bebé nace ¿a quién ve por primera vez? ¡a sus padres que lo miran con Amor! y esa mirada como siempre lo cambia todo, lo ilumina todo.
Hoy podríamos decir que “Somos amados, salvados y enviados a ser luz” ¿Te animás?
¿Y si en casa armamos un lugar especial para rezarle a Jesús en estos días? Hoy podemos prender un vela y confiarle todo lo que tenemos en el corazón.
Dios nos escucha y nos acompaña siempre.
Estamos viviendo días en que más que nunca nuestra Fe nos tiene que transformar en “portadores de luz”, nos tiene que “hacer brillar”.
Recemos para que este “quedarnos en casa” no nos cierre el corazón ni la mirada y podamos estar atentos a los que más nos necesitan.
¡Con pequeños gestos se puede hacer tanto bien! No lo olvidemos.
Y desde el lugar y la misión en que nos toque estar durante estos días, que Dios nos bendiga y nos cuide a todos.
Buena semana
Abrazo gigante