Para rezar con el Evangelio de este Domingo...
(El audio lo publicará mañana la página de los 500 años-primera misa argentina)
ABRAZANDO LA PALABRA-5-
Ella lo esperaba en el deseo de su corazón y Él llegó para cambiarlo todo! Jn 4, 5-42
ME ACERCO A LO QUE ME HACE SENTIR LA PALABRA.
Un pozo, un poco de agua y un “tengo sed”, nada más necesitó Jesús para provocar el “encuentro” y hacerse manantial para la vida de un pueblo ...
“Una mujer”, “un lugar mal visto” y un Jesús que siempre nos sorprende con su libertad; eso es ser libre y amar sin límites, por encima de todo, “amar sin medida”. ¿Te suena? Para Él todos somos como una página en blanco a partir del momento en que nos dejamos tocar el corazón por su Amor. Cada día puede ser un nuevo comienzo con Jesús y la Palabra de Dios hoy nos lo recuerda.
Samaria no deja de querer ser un signo para nuestra Fe ¿Te diste cuenta? Con la samaritana y con el buen samaritano ¡Cuánto nos quiere seguir enseñando nuestro buen Dios!
Vamos al pozo de Jacob
Miremos a Jesús, siempre todo tiene que partir de ahí, de mirarlo a Él…
Jesús está en el pozo, en ese día de calor, sentado solo, al medio día! en el peor momento del día, por eso seguro no había nadie y se acerca la samaritana. No conocemos su nombre, pero si me dejás, yo la llamaría “Esperanza” y te voy a ir contando por qué…
La samaritana se acerca, lo ve de lejos, pero igual se acerca, sabe que es judío, pero igual se acerca…
¿Y Jesús? … Está sentado en el pozo con su paz de siempre y cuando ve venir a la samaritana, la mira a ella pero… también nos mira a nosotros y nos dice ¿Y por qué no? ¿Por que a ella no? ¿Por que acá no? ¿Por que a este pueblo no? No le pongan límite, paredes, muros a mi sed! ¡No le pongan límite a mi Amor! Yo también tengo sed ¡Tengo sed de todos! ¿No podés verlo? ¡La samaritana tiene sed de Dios!
ENCUENTRO QUE LA PALABRA ESTÁ PRESENTE EN MI VIDA DE TODOS LOS DÍAS.
Si te parece congelemos el relato acá, porque este instante previo al encuentro es el que puede cambiarlo todo, sí todo! Podemos llamarlo “el momento de la mirada”, decime si no lo sentís así, si no lo vivís así, es ese segundo en el que te cruzás con esa persona y pensás muy dentro tuyo… paro o no paro, pregunto o no pregunto, escucho o no escucho, me meto o no me meto, me hago el que no vi o me detengo, “me la juego” o “me hago el distraído” ¿me embarro? ¡Puedo hacerlo!
También podríamos ser “muy correctos”, tomar agua del pozo con la samaritana, agradecerle y dejarla ir ¡Claro que podemos hacer eso! Todo el tiempo podemos seguir de largo, como pasó con el buen samaritano que sí se detuvo al costado del camino para ayudar al hombre herido, pero … ¿Ya sabés no? ¡Jesús nunca haría eso! Esa es la pregunta que tenemos que hacernos ¿Qué es lo que haría Jesús? ¿Qué diría?
No está en el corazón de Jesús dejar de mirar a los ojos a las personas.
No está en el corazón de Dios no entregarse.
Él es manantial para la sed de la samaritana y para la sed de todos.
“Jesús tiene sed de nuestra sed” y sí, es así… no es un juego de palabras, es su “vida” su “modo de vivir” y debería ser el nuestro.
La samaritana no se siente digna de ser mirada, escuchada, perdonada, amada; ella se siente señalada por todos … pero en su corazón, ella esperaba. ella deseaba, ella creía en el Mesías que iba a llegar para anunciarle todo, ella tenía una profunda sed … por eso te decía que la llamaría “Esperanza” ¿Vos cómo la llamarías? Es que la Samaritana cuando se dejó mirar a los ojos por Jesús, lo vio, lo reconoció, sino fijate qué hizo… ¡Se olvidó de su sed, de su cántaro y corrió a contar a todos con quién se había encontrado! ¡Quería que el pueblo entero fuera a verlo! Y tanto habrá insistido que Jesús se quedó dos días en Samaria con ellos. Ni les cuento la cara que tendrían los discípulos. Una vez más ellos sin comprender el actuar de Jesús ¿Y la samaritana? ¡Una misionera más! No solo se encontró con el Señor, sino que se dio cuenta que un Amor así había que compartirlo, que era demasiado grande para ella, que todos tenían que escucharlo, sentirlo. La Samaritana es la que desde el primer momento les acercó a Jesús a su gente, la que les compartió el verdadero manantial y ese Encuentro que seguro le cambió la vida a muchos.
LA PALABRA SE HACE VIDA Y ORACIÓN EN NOSOTROS
Este Evangelio nos invita a agradecer por todos los que nos ayudaron a encontrarnos con Jesús; con su vida, con sus gestos, con sus palabras, con su compromiso. Agradecer por los que no le ponen límite al Amor de Dios. Suena fácil decirlo, pero vivirlo, no lo es. Pensemos en sus nombres, en sus vidas y recemos por todos ellos.
Y qué bueno también pedir para que nosotros podamos ayudar a otros a encontrarse con el amor inmenso y sanador de Dios. Que podamos ser humildes instrumentos de su presencia, especialmente donde más nos necesite. ¡Ese sí que es un regalo para agradecer!
La madre Teresa nos habló tanto de la sed de Jesús. En todas sus capillas cerca del crucifijo las hermanas tienen escrita la frase “Tengo sed” y desde su vida ella intentó calmar la sed de Jesús, sanando la sed de los más pobres entre los pobres.
La vida de Jesús fue un “saciar la sed de todos” pero especialmente la sed de los que más sufrían. Nosotros tenemos “sed de Dios” y también podemos “ayudar a saciar la sed de los que más necesitan”.
Mi ORACIÓN SE HACE GESTO
Que nuestro GESTO en la oración de hoy empiece por pensar… ¿De qué tenemos sed nosotros?
Jesús viene para todos, para vos, para mí, para todos.
A veces sentimos que hay tanta urgencia de amor que no hay lugar para mi sed, para la sed de cada uno de nosotros en la lista de Dios. No es así. Dios no tiene lista, todos estamos en el corazón de Dios. Y no hay lista de espera. Todos somos samaritanos y Jesús quiere saciar nuestra sed ¿Por qué buscar agua en el pozo, cuando tenemos el manantial tan cerca?
¡Yo tengo sed de Dios, vos tenés sed de Dios y Dios tiene sed de todos!
Ahora ¿Ofrecerle mi sed, es dejar de pensar en quiénes más necesitan? ¡No! Mirá la lógica del amor de Dios qué maravillosa es.
Cuando nos convertimos en cántaros de agua en manos de Dios, nuestro corazón estalla de amor, así como el de la samaritana, y casi sin darnos cuenta, de allí brota nuestro compromiso con la “sed de nuestros hermanos”.
Si tenemos a Jesús presente en nuestra vida, no podemos vivir sin servir. Con Jesús, la sed de nuestros hermanos se convierte en nuestra propia sed, pero nadie puede dar lo que no tiene, por eso cuando nos sentimos samaritanos, sedientos del amor de Dios, es cuando ayudamos a los que tienen “sed de Dios”
Qué ingenioso este camino de la Fe, pensar la salvación así. Nadie puede salvarse solo, nos necesitamos. Vos me necesitás a mí y yo necesito de vos y todos necesitamos del agua que nos da la verdadera Vida.
Si me dejás compartirte otro GESTO, me gustaría terminar acercándote una canción que tiene una letra maravillosa y nos ayuda tanto a rezar este Evangelio. Se llama “el deseo de la samaritana” Ojalá la disfrutes como Yo y te ayude a acercarte a Jesús sediento de su amor.
Que en este camino hacia los 500 años de nuestra primera misa en Argentina, podamos armar una mesa con todos los que tienen verdadera “sed de Dios” ¡No le pongamos límite a su Amor! Dios no le pone límite a su entrega.
¡Que tengas una linda semana!
¡Seamos cántaros de barro en los brazos de Jesús!
Enséñame a ser cántaro de barro
a dejarme llevar en tus brazos
a derramarme y llenarme hasta el borde
a quererme con grietas y roces.
Enséñame a ser quién soy de tu mano
cántaro que se da sin dudarlo
enséñame como tú
a ser derroche
agua que riega el amor
para que brote
para que brote.
LA FIESTA DEL ABRAZO!
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