6 may 2015

Hemos de amar a otros como Jesús nos ama (6to Domingo de Pascua)


Como les he amado

Objetos: Algunas paletas, caramelos con palito o dulces que vengan en una variedad de sabores.

Escritura: "Y éste es mi mandamiento, que se amen los unos a los otros, como yo los he amado" (Juan 15:12 NVI).

En esta mañana tengo una bolsa con paletas. Como ven, vienen en una variedad de sabores. Hay de limón, fresa, uva, melón, china y caramelo.

Una cosa que he notado es que cuando ofreces compartir paletas o dulces similares con los niños y les permites escoger el sabor que desean, los niños pueden muy específicos acerca del sabor que desean y escogen. Mi experiencia es que cuando hago esto, casi siempre me sobran muchas paletas de butterscotch o mantequilla (un dulce de azúcar y mantequilla) después que todos los demás sabores han sido escogidos.

No sé porqué los niños no escogen las paletas de butterscotch. Tal vez sea porque el sabor es muy distinto al de los demás. Quizás porque no le gusta el color del papel que cubre la paleta. No importa la razón, pero la verdad es que siempre termino con un sobrante paletas de butterscotch. ¿Deseas saber que hago con esas paletas? ¡Me las como yo! Verás, ¡a mí me encantan!

A veces trato a las personas de la misma manera que algunos niños tratan a las paletas. Cuando los niños juegan, algunos niños siempre son los últimos en ser escogidos. Tal vez sea porque son un poco diferentes. Quizás tengan algún impedimento físico o tal vez el color de su piel sea diferente. Cualquiera que sea la razón, los otros niños no los escogen.

¿Has sido alguna vez el niño o la niña que no es escogido? Uno no se siente bien, ¿verdad? Necesitamos recordar que Jesús ama a TODOS los niños y que dijo: "Ámense los unos a los otros, como yo los he amado". Si alguna vez eres la persona que dejan para escoger como último recurso, no te preocupes. Jesús te ama tanto como ama a los demás niños. Él nos ama a todos.

Amado Padre, ayúdanos a recordar que Jesús nos enseñó a amarnos los unos a los otros tal como Él enos amó. Oramos en el nombre de Jesús. Amén.
ACTIVIDADES INTERACTIVAS
RELEVO DE PALETAS O PILONES(DE COMER): Divida a los niños en grupos o equipos. Cada equipo tendrá un cubo vacío en el punto de partida y a cierta distancia habrá otra serie de cubos, el mismo número que equipos, con paletas o dulces de chupar. Utilice un cronómetro para determinar el tiempo que desea que dure el relevo. Al comenzar el cronómetro, un miembro de cada equipo correrá hacia el cubo lleno de paletas y cogerán una paleta y regresará corriendo al equipo. Pondrán en su cubo vacío la paleta cogida. Otro miembro de cada equipo hará lo mismo, y así sucesivamente. Cuando se termine el tiempo, los niños contarán las paletas o dulces que tengan en el cubo de su equipo. Dígale a los niños que cada dulce y paleta representa otros niños y niñas que necesitan conocer del amor de Dios.
HACIENDO BURBUJAS: Dele a cada niño una botella pequeña de jabón y permítales soplar cuantas burbujas deseen durante un tiempo específico. Indíqueles que hay muchos más niños y niñas, hombres y mujeres que necesitan saber del amor de Dios que todas las burbujas hechas por ellos.
CARRERA DE AMOR: Antes de que comience la clase, la maestra pondrá en varios lugares del salón pedazos de cinta adhesiva con la frase AMOR DE DIOS escrita en ellos. Cuando la maestra desee, indicará el tiempo que tienen para los niños para buscar las cinta adhesivas. Cuando las encuentren, las separarán de donde estén pegadas y las pegarán en una cartulina. Cuando se termine el tiempo, el juego terminará hayan o no terminado de conseguirlas todas.
CADENA DE PERSONAS: Dele a los niños pedazos de papel de construcción de varios colores de ½ pulgada por 3 ½ pulgadas aproximadamente, haciéndolos todos del mismo tamaño. Se les otorgará un tiempo definido para que hagan una cadena de papel de construcción. Explíquele a los niños que cada “eslabón” de la cadena representa una persona que necesita conocer el amor de Dios. Indíqueles que al igual que cada eslabón es de un color distintos, así como son las personas. Pero todos, no importa el color que tengamos, necesitamos conocer el amor de Dios.
FIGURAS DESPEGABLES: Para comenzar a hacer una cadena de muñecos de papel, corte un papel de construcción a los largo. Doble el papel de construcción por la mitad. Doble cada mitad por la mitad en forma de acordeón. Dibuje una figura básica de un muñeco en un doblez. Haga los brazos extendidos a los lados para que las manos queden al borde de los pliegues. Igualmente los pies deben quedar al borde de los pliegue. Recorte la figura manteniendo sin recortar las manos y pies para que al desplegar lo recortado, las figuras queden con las manos unidas unas a las otras y también los pies. Cuando las abra debe tener una cadena de 3 a 4 personas. Deje los niños peguen las ”personas” en la pared representando aquellos que necesitan saber del amor de Dios. Los niños pueden recortar más de un papel de construcción. (Puede buscar las instrucciones en el Internet bajo cadenas de figuras de papel.)
CORONA DE CORAZONES: Dele a cada niño un plato de papel para colorear suavemente. Pídale que escriba el versículo de hoy en la parte central del plato. Indíquele que debe pegarle corazones en colores en el borde.
BOLSAS DE ORACIONES DE AMOR: Dele a cada niño una bolsa de papel, de las que se utilizan para poner los alimentos como emparedados o frutas para la hora del almuerzo. Pídales que la decore con marcadores y etiquetas engomadas. Entregue suficientes corazones a cada niño para que escriban el nombre de sus compañeros y el nombre de la maestra. Pídales que pongan los corazones dentro de la bolsa. Anime a cada niño a coger un corazón de la bolsa diariamente y orar por esa persona pidiéndole que pueda tener una experiencia con el amor de Dios ese día.
TARJETA AMOROSA: Dele a cada niño un pedazo de papel grueso o cartulina para que lo doblen formando una tarjeta. Deberán escribir el versículo de hoy en la parte interior. Escribirán EL AMOR DE DIOS en la parte de afuera y la decorarán con brillo, etiquetas engomadas, corazones y/o cruces. Anime a los niños a presentar la tarjeta a la hora de la cena y dejarles saber a las personas que ellos aman a Dios.

La humanidad es una vid.



No somos seres aislados. La humanidad es una viña plantada para dar uvas dulces que por la pandemia del virus del pecado comenzó a enfermar por todas partes. Pero esta vid recibe la gracia del Padre, del injerto que Dios hace en la humanidad con Cristo Jesús. Ese proceso de injerto en Jesús produce una nueva humanidad que se va renovando permanentemente.
Somos una vid y siempre está la posibilidad del injerto que salva, el injerto en la cepa noble y santa que es Jesús: Yo soy la Vid, ustedes los sarmientos. El que el Padre injerta en mí y luego permanece en mí de corazón y Yo en él, lleva mucho fruto. Para que se produzca el injerto primero hay que producir una herida para unir ambas savias. Sólo desde ahí aparece la vida nueva.
Es bueno reconocer las heridas donde hace falta la presencia de este injerto en Cristo. Lo podemos reconocer en lo personal y en lo comunitario. Descubrir en cuáles heridas necesitamos este injerto de la presencia de Cristo. Estamos heridos de paternidad y maternidad, sentimos la orfandad. Tenemos una profunda herida de confianza, deteriorados por la fuerza de la corrupción.
Solamente cuando hay conciencia de esta herida profunda se abre la posibilidad de que la redención de Cristo obre en nosotros. San Pablo proclamaba la gloria de su debilidad en donde se mostraba el poder del Redentor. Así llegó a decir “feliz culpa que nos mereció este Redentor” que podría ser traducido en “feliz herida que nos mereció este injerto”.
Jesús integra lo diverso
La imagen que da de sí el mismo Jesús es una imagen que nos integra estrechísimamente. La Vid es una, en todo el mundo y en todas sus variedades, y Él es la vid entera santa y sana y de frutos selectos. Estar injertados en Él es participar de todo y poderlo todo “todo lo que pidan se les dará”. Estar desintegrados fuera de él es igual a no ser nada, “sin mí no pueden hacer nada”. El entra como parte individual en este mundo pero con la virtud escondida que llegará “a ser todo en todos”. Tiene esa fuerza de una Vid poderosa de “recapitular todas las cosas en sí como cabeza”.
En medio de nuestra fragilidad y pobreza el Señor nos asiste con su gracia y desde allí descubrimos que “todo lo puedo en aquel que me conforta”. Queremos reconocer estos lugares débiles para poder darle al Señor la posibilidad de que su savia viva penetre en nuestros lugares abiertos.
Después de Jesús no somos ya seres aislado. En Jesús pasamos a ser Viña-Iglesia, en ese entrecruzamiento lindo que tienen las viñas en las que no se sabe de qué tronco viene la rama que da el racimo más grande ya que todo es entrelazamiento común, fruto de la cepa y de cada injerto, del suelo, del agua y del sol, del trabajo del viñador y luego de los que elaboran el vino.
Sentirse así, Viña común trabajada por las manos del Padre, da paz en medio de un mundo que nos quiere consumidores aislados y números sin rostro de estadística funcionales al poder, es un gozo que se siente en la raíz, allí donde uno experimenta su identidad como pertenencia. “Somos suyos, a Él pertenecemos”.
Sentir que los golpes y los cortes de la vida no son hachazos violentos dados al azar sino podas en las manos buenas del Padre, que precisamente nos limpia allí donde damos fruto para que demos más. La tribulación bien vivida en nuestra vida nos forma el corazón. Sentir los golpes como podas hace vivir de otra manera las cruces y los sinsabores de tantas injusticias de este mundo. “Nada de lo bueno se pierde”. “El Señor escribe derecho con parras torcidas”. “No tengan miedo. El que permanece en mí, da mucho fruto”.
Si tenemos puesto el corazón en Dios, los acontecimientos, sobretodo los más dolorosos, con el tiempo descubrimos que son frutos maravillosos que Dios nos regala. Queremos pedirle con grandeza de alma al Señor dándole la bienvenida a su visita en tantos lugares heridos de nuestro corazón. Allí tenemos la posibilidad de que la savia de Cristo corra por nuestra sangre, haciéndonos uno con Él. “Permanezcan en mí” dice el Señor… y lo dice 7 veces, con insistencia.

Dar fruto
Por miedo, por desconocimiento, por no saber qué hacer con la propia herida, resistimos a lo nuevo que está por venir. De hecho el cuerpo cuando se hiere, rápidamente intenta cubrirlo para protegerlo. Queremos mantener las heridas en expectativa de la savia viva de Cristo. No es fácil administrar la serenidad, la calma, la confianza y la entrega mientras el corazón siente que sangra por dentro. El no resistir no es quedar a la intemperie y a la suerte de lo que venga, sino un permanecer sereno a la espera de la llegada de quien trae la vida nueva: en eso se juega la humildad y la confianza. Saber esperar con la lámpara encendida al Señor que viene.
La carne tiende a cubrirse y a autoreferenciarse intentando esconderse y acobacharse. Así reaccionan Adán y Eva ante la herida del pecado: es el miedo el que nos hace escondernos de nuestras propias fragilidades. Hasta que no administremos en paz y en serenidad nuestras heridas, por gracia de Dios, difícilmente se pueda dar este injerto de vida. Necesitamos presentarnos tal cual somos y como estamos para que el Señor obre con poder en nuestra fragilidad.
Creemos en un Dios todo poderoso que es capaz de hacer nuevas todas las cosas.

http://radiomaria.org.ar/programacion/en-jesus-sana-las-heridas/