"Pues todo el que a sí mismo se enaltece
será humillado, y el que se humilla será enaltecido" (Lucas18, 14b).
¿Has conocido a personas que piensan que son mucho mejores que todos
los demás y que merecen ser tratados en forma especial? Dr. Seuss escribió una
historia acerca de una tortuga que era así. Quizás hayas leído el cuento. Se
titula "La tortuga Yertle."
Yertle era rey de un pequeño estanque en la isla de Sala-ma-Sond. Todas
las tortugas del estanque tenían todo lo que necesitaban y se sentían muy
contentos. Se sentían muy contentos
hasta que Yertle decidió que su reino era muy pequeño. "Soy el rey de todo
lo que veo, pero no veo lo suficiente. Mi trono es muy bajito," se quejaba
Tertle.
Así que Yertle levantó su pata y dió una orden. Le ordenó a nueve
tortugas del estanque que se pusieran una encima de la espalda de otra para
ellas fueran su trono y el mismo fuera más alto. Se subió a su nuevo trono y vió que tenía una
vista maravillosa. Pero Yertle no estaba
satisfecho. "¡Tortugas, más
tortugas!" gritó desde su trono lleno de orgullo y sintiéndose importante
mientras las tortugas de todo el estanque se subían en la espalda de las otras
que hacían su trono.
En la base de la columna se encontraba una tortuga simple y ordinaria
llamada Mack. Se mantuvo luchando por aguantar el peso de todas las tortugas
hasta que finalmente decidió que ya era demasiado. Esa tortuga simple llamada
Mack hizo una acción muy ordinaria: ¡Eructó! Su eructo agitó el trono y Yertle
se cayó en el fango. Ahora el gran Yertle es Rey del Fango.
Cuando piensas que eres mejor que los demás, muchas veces terminas
sufriendo una gran caída, ¿no es así?
En la lección bíblica de hoy, Jesús nos narra una historia acerca de un
hombre que pensó que era mejor que todos los demás. En la historia que Jesús
contó, dos hombre fueron al templo a orar. Uno de los hombres era un fariseo,
grupo religioso que obedecía la ley de Moisés en forma muy estricta. El fariseo
de levantó y oró sobre sí mismo: "Oh Dios, te doy gracias porque no soy
como otros hombres -ladrones, malhechores, adúlteros- ni mucho menos como ese
recaudador de impuestos. Ayuno dos veces a la semana y doy la décima parte de
todo lo que recibo."
El recaudador de impuestos, se había quedado a cierta distancia y ni
siquiera se atrevía a alzar la vista al cielo mientras oraba: "¡Oh Dios,
ten compasión de mí, que soy pecador!"
¿Cuál de estas dos oraciones crees que le agradó a Dios? Estás en lo
correcto. La oración del recaudador de impuestos. Jesús dijo: "El
recaudador de impuestos, no el fariseo, volvió a su casa justificado ante
(aceptado por) Dios. Pues todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y
el que se humilla será enaltecido.»
Cuando somos tentados a hablar exageradamente bien de nosotros mismos,
necesitamos recordarnos que otras personas no se impresionan con lo que
decimos, ¡Y que Dios tampoco!
Amado Padre, oramos para que nos ayudes a mantenernos humildes para que
no pensemos de nosotros mismos más alto de lo que debemos. En el nombre de
Jesús oramos. Amén.
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