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17 ago 2018

LECTIO DIVINA DEL 20° DOMINGO DEL TIEMPO COMÚN CICLO B. Domingo 19 de agosto de 2018




Proverbios 9,1-6; Efesios 5,15-20; San Juan 6,51-59.

"La Eucaristía es nuestro pan cotidiano. La virtud propia de este divino alimento es la fuerza de unión: nos une al Cuerpo del Salvador y hace de nosotros sus miembros para que vengamos a ser lo que recibimos... Este pan cotidiano se encuentra, además en las lecturas que oyen cada día en la Iglesia, en los himnos que se cantan y que ustedes canten. Todo eso es necesario en nuestra peregrinación."
(San Agustín, Serm. 57,7,7)

Oración inicial:
“Espíritu Santo. Espíritu de Dios. Abre mi corazón a tu Palabra, ayúdame a guiar mi vida con las enseñanzas de Jesús. Llena mi corazón, mis pensamientos y mis manos, para que toda mi vida siga el ejemplo de Jesús. Me pongo en tus manos, Espíritu de Dios, para vivir a la luz del Verbo Divino”. Amén.

LECTURA.

Leemos los siguientes textos: Proverbios 9,1-6; Efesios 5,15-20; San Juan 6,51-59.

Claves de lectura:

Continuación del discurso en el que Jesús promete la Eucaristía. Esta vez la imagen anticipada, no es, como el domingo pasado, el profeta, sino la Sabiduría.

1. «Vengan a comer mi pan». (1° Lectura)
La Sabiduría de Dios, en la primera lectura, ha preparado el banquete divino para los hombres; ha dispuesto todo, ha enviado a sus criados para invitar al banquete a los comensales. Como es la Sabiduría divina la que invita, la invitación no es para los que ya son sabios, sino para los «inexpertos», los simples, los «faltos de juicio», los ignorantes. Los manjares que la Sabiduría ofrece curan la «necedad» o la credulidad y llevan por «el camino de la prudencia». La dificultad de esta invitación es que se dirige a los que no son sabios y deben dejarse conducir a la Sabiduría. Y si no son sabios es o bien porque se tienen ya por tales (por ejemplo: los fariseos y los letrados) o bien porque no pueden comprender la invitación de la Sabiduría, porque la consideran absurda.

2. (Evangelio)
La Sabiduría encarnada de Dios invita en el evangelio a su banquete, un banquete que de nuevo sólo es comprensible desde dentro de la misma Sabiduría divina. Por eso los que no son sabios, aunque se tengan por tales, discuten entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?». Dentro del mundo de la ignorancia esta objeción es sumamente comprensible. Que un hombre como los demás pretenda ofrecerse como alimento es el colmo de la insensatez. Pero la Sabiduría de Dios encarnada en Jesús no responde a la objeción, sino que refuerza, por el contrario, lo absolutamente necesario de su oferta: «Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán vida en ustedes». Los necios a los ojos de Dios son incluso superados por la locura de Dios: se les obliga a algo que les parece totalmente absurdo. No se les ofrece sólo una ventaja terrenal, sino la salvación eterna: el que se niega a participar en este banquete no resucitará a la vida eterna en el último día. Para poder encontrar una explicación a esto hay que remontarse al misterio último e impenetrable de Dios: al igual que el Hijo vive únicamente por el Padre, «del mismo modo, el que me come, vivirá por mí». Los que se creen sabios son colocados ante el misterio para ellos incomprensible de la Trinidad, para hacerles comprender que no pueden alcanzar la vida definitiva más que en virtud de este misterio. El amor de Dios nunca ha hablado más duramente que aquí a los hombres miopes que creen tener buena vista. No se avanza con ellos paso a paso, sino que se los coloca desde el principio ante el Absoluto.

3. «No sean insensatos». (2° Lectura)
En la segunda lectura Pablo nos exhorta a «no ser insensatos, sino sensatos». La sensatez de la que Pablo habla aquí no es la mera inteligencia, seca y calculadora, sino que incluye el júbilo del corazón, que, en alta voz o en silencio, recita ante Dios los cánticos que inspira el Espíritu Santo. Esto no es más que la respuesta al júbilo del corazón de Jesús, que alaba al Padre porque él, el Hijo, puede entregarse por los hombres. Es un júbilo de alegría sobrenatural, algo totalmente opuesto a la embriaguez natural. El júbilo cristiano puede expresarse en cualquier situación vital, hasta en lo más profundo de las tinieblas de la cruz.

(Aporte de HANS URS von BALTHASAR, LUZ DE LA PALABRA,
Comentarios a las lecturas dominicales A-B-C
Ediciones ENCUENTRO.MADRID-1994.Pág. 186 s.)

MEDITACIÓN.

Cordero pascual y maná, eran dos grandes recuerdos de la historia de Israel. La carne del cordero evocaba la noche gloriosa en que un Pueblo se aprestaba, en talante peregrino -la cintura ceñida, sandalias en los pies, un bastón en la mano-, a emprender la difícil marcha de la liberación. La sangre del cordero, tiñendo los dinteles de las puertas, había sido el signo que los libró de la muerte en la noche del exterminio. Y cuando en el desierto conocieron el hambre de los peregrinos, el maná fue la providencia de Dios que los mantuvo fuertes en su caminar.
¿Pretendía acaso el profeta de Nazaret colocarse por encima de Moisés y del Éxodo? ¿Qué metáfora era esa del "pan que da vida al mundo?" Y ahora todavía materializaba más la imagen: "El pan que yo os daré es mi carne, para la vida del mundo". ¿Cómo puede este hombre darnos a comer su carne? ¿No son palabras de loco? Pudieron los judíos posiblemente creer que todo era un lenguaje metafórico: lo que pretende es llamar la atención de hasta qué punto su doctrina es importante. Pero las palabras de Jesús eran cada vez más crudas y realistas, y sus afirmaciones más tajantes: "Si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros... Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida".
Pudieron los judíos creer que hablaba en metáfora, aunque lo realista de las expresiones les desconcertaba y escandalizaba. Pero la Comunidad en cuyo seno se originó el Evangelio de Juan, proclamaba y escuchaba estas palabras desde una experiencia vital: toda la Asamblea se hacía -se hace- testigo de cómo esta Palabra se cumplía en medio de ellos. Acorralados por la persecución, eran el Nuevo Pueblo al que Dios había elegido para ponerlo en camino hacia la Salvación.
Ayer era Egipto quien se oponía a la liberación; ahora eran el Imperio Romano, el ambiente pagano hostil, la misma familia, su propia debilidad, sus pasiones, sus pecados incluso. Aquí se entiende el nuevo maná con el que Dios responde, manifestando su gloria, a un pueblo que, perplejo por tanta dificultad, no puede menos de interrogarse a veces: "¿Está o no está Dios en medio de nosotros?" Aquí la celebración festiva de ese maná que restaura las fuerzas de quienes, de otra manera, quedarían tirados en el camino, porque "la marcha es dura, recio el sol, lento el caminar". Y el echar mano de los salmos para cantar ese maná: "trigo y pan del cielo", "pan de los fuertes", "pan de los ángeles que habitan en el cielo".
Es la Comunidad que celebra la presencia del "Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Su carne es alimento que fortalece, y su sangre bebida que purifica. Alimento para caminantes cuya vida es una permanente carrera de obstáculos externos e íntimos; purificación de unos hombres que experimentan a diario la debilidad de la carne. Cuerpo y sangre de Cristo Resucitado, de cuya vida nos es permitido participar. Quien lo coma y beba, vivirá por él en el tiempo y en la eternidad. No como los padres que salieron de Egipto, a los que solamente sirvió en su travesía del desierto: lo comieron y luego murieron. El que coma de este pan, vivirá para siempre. Nueva definición del Dios Eterno, Infinito e Inefable. No se le pudo ocurrir a filósofo alguno, y amenaza con escandalizar al hombre religioso. Pero al hombre secular, cansado de maestros, leyes y doctrinarios, lleno de hambre insaciable de vivir y de dificultades para conseguirlo, le cae -nunca mejor dicho- "como maná llovido del cielo" esta Palabra de Dios encarnada en Jesús: -Dime, Señor: ¿quién eres? -Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan, vivirá para siempre. "La sabiduría ha preparado el banquete... Vengan a comer mi pan y a beber el vino..."

(Aporte de MIGUEL FLAMARIQUE VALERDI,
ESCRUTAD LAS ESCRITURAS, REFLEXIONES SOBRE EL CICLO B,
Desclee de Brouwer BILBAO 1990.Pág. 144)

Para la reflexión personal y grupal:
¿Cómo entendemos hoy la comunión eucarística?
¿Relacionamos esta comunión con otras dimensiones de la vida?


ORACIÓN-CONTEMPLACIÓN.

EN TORNO A UNA MESA
El que come mi carne...
Los sacramentos han ido adquiriendo a lo largo de los siglos un carácter cada vez más ritualizado hasta el punto de que, a veces, llegamos a olvidar el gesto humano que está en sus raíces y de donde arranca su fuerza significadora. Los cristianos llamamos a la Eucaristía «la cena del Señor», hablamos de «la mesa del altar», los manteles... pero, ¿en qué queda ese gesto humano básico del «comer juntos» en la experiencia ordinaria de nuestras misas? La Eucaristía hunde sus raíces en una de las experiencias más primarias y fundamentales del hombre que es «el comer». El hombre necesita alimentarse para poder subsistir. No nos bastamos a nosotros mismos. La vida nos llega desde el exterior, desde el cosmos.
Esta experiencia de indigencia profunda y dependencia radical nos invita a alimentar nuestra existencia en el Dios creador. Ese Dios amigo de la vida, que se nos revela en Cristo resucitado como salvador definitivo de la muerte. Pero el hombre no come sólo para nutrir su organismo con nuevas energías. El hombre está hecho para «comer-con-otros». Comer significa para el hombre sentarse a la mesa con otros, compartir, fraternizar. La comida de los seres humanos es comensalidad, encuentro, fraternización. Pero, además, la comida humana, cuando es banquete, encierra una dimensión honda de fiesta y ocupa un lugar central en los momentos festivos más importantes. ¿Cómo celebrar un nacimiento, un matrimonio, un encuentro, una reconciliación, si no es en torno a una mesa?
En su estudio «De la misa a la eucaristía», X. Basurko uno de los teólogos más lúcidos de nuestra tierra, se pregunta si no han perdido nuestras eucaristías esa triple dimensión de alimento, fraternidad y fiesta que, sin embargo, tienen arraigo tan hondo en nuestro pueblo. Una celebración digna de la Eucaristía nos obliga a preguntarnos dónde estamos alimentando en realidad nuestra existencia, cómo estamos compartiendo nuestra vida con los demás hombres y mujeres de la tierra, cómo vamos nutriendo nuestra esperanza y nuestro anhelo de la fiesta final.
Cuando uno vive alimentando su hambre de felicidad de todo menos de Dios, cuando uno disfruta egoístamente distanciado de los que viven en la indigencia, cuando uno arrastra su vida sin alimentar el deseo de una fiesta final para todos los hombres, no puede celebrar dignamente la Eucaristía ni puede entender las palabras de Jesús: «El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna».
(Aporte de JOSÉ ANTONIO PAGOLA, BUENAS NOTICIAS NAVARRA 1985.Pág. 219 s)


Oración final:
“Padre todopoderoso, que en Jesús, tu Hijo Amado, nos has dado la luz maravillosa de salvación; ayúdanos a vivir el misterio eucarístico en el compromiso diario por la vida, la justicia, la verdad y la paz.” Amén. 
Hno. Javier.

El misterio de la Eucaristía - P. Raniero Cantalamessa (nazaret.tv)


29 mar 2018

EL CENACULO

jesús anticipa en la Cena Pascual el don total que hará de sí mismo con su Muerte y su Resurrección, diciendo sobre el pan y el vino: «Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre». El pan y el vino son el signo de su donación a todas las personas de todos los lugares y de todos los tiempos.





Actividad para enseñar sobre la Institución de la Eucaristía a niños...http://familiacatolica-org.blogspot.com.ar/



16 feb 2018

CAJITA CON PREGUNTAS : EL PREGUNTON

Chic@s: Este es un tarjetero que hice para resumir temas vistos con mis niños de COMUNIÓN. En una cajita llamada "El preguntón", metí las tarjetas con las preguntas y cada niño toma una tarjeta y responde. Las tarjetas las imprimi en hojas de colores. Me ha dado resultado!! Espero les sea útil. 
Y anexo un librito de PASCUA.




Elyzabeth Sifuentes  

RECURSOS PARA CATEQUISTAS

ttps://www.facebook.com/groups/1636547893271807/?ref=group_header

30 oct 2017

tu amor nos libera de Kamiano


Mt 23,1-12
Tu AMOR no pesa, no aplasta, es pequeño, se escribe en mayúsculas, está en tus manos y es la llave para de nuestra liberación. Tener esta experiencia es fundamental, porque entre las cargas que nos echamos, las que nos echa la sociedad y las que la vida nos pone a veces de por medio, estamos un tanto exhaustos.
Pero ahí estás siempre, Jesús, con la lleva de la libertad, la que abre, la que da posibilidades, la que tiende puentes. ¿Qué haríamos sin ti?
Los fariseos deseando liar al personal. ¡Cuántos liantes de pesos innecesarios! ¡Y qué falta de compromiso!
Tú, Señor, no nos lías, pero quieres que “armemos lío”, que hablemos y vivamos de tu Evangelio.
¡Adelante, es tiempo de llaves, es tiempo de amar!

3 mar 2017

Cuento sobre adoración : Jim reportándose

Un sacerdote estaba dando un recorrido por la iglesia al mediodía. Al pasar por el altar decidió quedarse cerca de éste, para ver quien había venido a orar. En ese momento se abrió la puerta y el sacerdote frunció el entrecejo al ver a un hombre acercándose por el pasillo. El hombre estaba sin afeitarse desde hacía varios días; vestía una camisa rasgada, tenía el abrigo gastado cuyos bordes se habían comenzado a deshilachar. El hombre se arrodilló, inclinó la cabeza, luego se levantó y se fue. Durante los siguientes días, el mismo hombre, siempre a mediodía, entraba a la Iglesia, se arrodillaba brevemente y luego volvía a salir. El sacerdote, un poco temeroso, empezó a sospechar que se trataba de un ladrón, por lo que un día se puso en la puerta de la Iglesia y cuando el hombre se disponía a salir le preguntó: ¿Qué haces aquí? El hombre dijo que trabajaba cerca y que tenía media hora libre de almuerzo y aprovechaba ese momento para orar. “Solo me quedo unos instantes, sabe, porque la fábrica queda un poco lejos, así que me arrodillo y digo:
“Señor: solo vine nuevamente para contarte Jesús, qué feliz me haces cuando me liberas de mis pecados; no sé muy bien rezar, pero pienso en ti todos los días, así que Jesús, este es Jim reportándose”.
El sacerdote, sintiéndose un tonto, le dijo a Jim que estaba bien y que era bienvenido a la Iglesia cuando quisiera. El sacerdote se inclinó ante el altar, sintió dentro de su corazón derretirse con el gran calor del amor y encontró a Jesús. Mientras lágrimas corrían por sus mejillas, en su corazón repetía la plegaria de Jim :
“Señor, solo vine para contarte cuan feliz me haces cuando me liberas de pecados… no sé orar muy bien, pero pienso en ti todos los días…” “Jesús, este es Juan reportándose”.
Cierto día, el sacerdote notó que el viejo Jim no había vuelto; los días siguieron pasando sin que Jim volviese para orar. Continuaba ausente , por lo que el padre comenzó a preocuparse. Hasta que un día, fue a la fábrica a preguntar por él. Allí le dijeron que él estaba enfermo; que pese a que los médicos estaban muy preocupados por su estado de salud, todavía creían que tenía un chance de sobrevivir. Desde que Jim ingresó en el hospital tuvo muchos cambios; él sonreía todo el tiempo y su alegría era contagiosa. La enfermera no podía entender por qué Jim estaba tan feliz, ya que nunca había recibido flores, ni tarjetas, ni visitas… El sacerdote se acercó al lecho de Jim y la enfermera dijo: “Ningún amigo ha venido a visitarlo; él no tiene a quien recurrir”. Sorprendido, el viejo Jim dijo con una sonrisa: “La enfermera está equivocada porque ella no puede saber que todos los días desde que llegué aquí, al mediodía, un querido amigo mío viene, se sienta aquí en la cama, me agarra de las manos, se inclina sobre mí y me dice:
“Juan, vine para decirte, cuan feliz soy desde que encontré tu amistad. Siempre me gustó oír tus plegarias, pienso en ti cada día… Juan, este es Jesús reportándose”.

te recomiendo los ejercicios IGNACIANOS ESCUCHALOS EN RADIO MARIA ....http://radiomaria.org.ar/programacion/category/ejercicios-ignacianos-2017/

29 sept 2016

JUBILEO DE LOS CATEQUISTAS

HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO      

 Plaza de San Pedro Domingo 25 de septiembre de 2016 .


 El Apóstol Pablo, en la segunda lectura, dirige a Timoteo, y también a nosotros, algunas recomendaciones muy importantes para él. Entre otras, pide que se guarde «el mandamiento sin mancha ni reproche» (1 Tm 6,14). Habla sencillamente de un mandamiento. Parece que quiere que tengamos nuestros ojos fijos en lo que es esencial para la fe. San Pablo, en efecto, no recomienda una gran cantidad de puntos y aspectos, sino que subraya el centro de la fe. Este centro, alrededor del cual gira todo, este corazón que late y da vida a todo es el anuncio pascual, el primer anuncio: el Señor Jesús ha resucitado, el Señor Jesús te ama, ha dado su vida por ti; resucitado y vivo, está a tu lado y te espera todos los días. Nunca debemos olvidarlo. En este Jubileo de los catequistas, se nos pide que no dejemos de poner por encima de todo el anuncio principal de la fe: el Señor ha resucitado. No hay un contenido más importante, nada es más sólido y actual. Cada aspecto de la fe es hermoso si permanece unido a este centro, si está permeado por el anuncio pascual. En cambio, si se le aísla, pierde sentido y fuerza. Estamos llamados a vivir y a anunciar la novedad del amor del Señor: «Jesús te ama de verdad, tal y como eres. Déjale entrar: a pesar de las decepciones y heridas de la vida, dale la posibilidad de amarte. No te defraudará». El mandamiento del que habla san Pablo nos lleva a pensar también en el mandamiento nuevo de Jesús: «Que os améis unos a otros como yo os he amado» (Jn 15,12). A Dios-Amor se le anuncia amando: no a fuerza de convencer, nunca imponiendo la verdad, ni mucho menos aferrándose con rigidez a alguna obligación religiosa o moral. A Dios se le anuncia encontrando a las personas, teniendo en cuenta su historia y su camino. El Señor no es una idea, sino una persona viva: su mensaje llega a través del testimonio sencillo y veraz, con la escucha y la acogida, con la alegría que se difunde. No se anuncia bien a Jesús cuando se está triste; tampoco se transmite la belleza de Dios haciendo sólo bonitos sermones. Al Dios de la esperanza se le anuncia viviendo  hoy el Evangelio de la caridad, sin miedo a dar testimonio de él incluso con nuevas formas de anuncio. El Evangelio de este domingo nos ayuda a entender qué significa amar, sobre todo a evitar algunos peligros. En la parábola se habla de un hombre rico que no se fija en Lázaro, un pobre que «estaba echado a su puerta» (Lc 16,20). El rico, en verdad, no hace daño a nadie, no se dice que sea malo. Sin embargo, tiene una enfermedad peor que la de Lázaro, que estaba «cubierto de llagas» (ibíd.): este rico sufre una fuerte ceguera, porque no es capaz de ver más allá de su mundo, hecho de banquetes y ricos vestidos. No ve más allá de la puerta de su casa, donde yace Lázaro, porque no le importa lo que sucede fuera. No ve con los ojos porque no siente con el corazón. En su corazón ha entrado la mundanidad que adormece el alma. La mundanidad es como un «agujero negro» que engulle el bien, que apaga el amor, porque lo devora todo en el propio yo. Entonces se ve sólo la apariencia y no se fija en los demás, porque se vuelve indiferente a todo. Quien sufre esta grave ceguera adopta con frecuencia un comportamiento «estrábico»: mira con deferencia a las personas famosas, de alto nivel, admiradas por el mundo, y aparta la vista de tantos Lázaros de ahora, de los pobres y los que sufren, que son los predilectos del Señor. Pero el Señor mira a los que el mundo abandona y descarta. Lázaro es el único personaje de las parábolas de Jesús al que se le llama por su nombre. Su nombre significa «Dios ayuda». Dios no lo olvida, lo acogerá en el banquete de su Reino, junto con Abraham, en una profunda comunión de afectos. El hombre rico, en cambio, no tiene siquiera un nombre en la parábola; su vida cae en el olvido, porque el que vive para sí no construye la historia. Y un cristiano debe construir la historia. Debe salir de sí mismo para construir la historia. Quien vive para sí no construye la historia. La insensibilidad de hoy abre abismos infranqueables para siempre. Y nosotros hemos caído, en este mundo, en este momento, en la enfermedad de la indiferencia, del egoísmo, de la mundanidad. En la parábola vemos otro aspecto, un contraste. La vida de este hombre sin nombre se describe como opulenta y presuntuosa: es una continua reivindicación de necesidades y derechos. Incluso después de la muerte insiste para que lo ayuden y pretende su interés. La pobreza de Lázaro, sin embargo, se manifiesta con gran dignidad: de su boca no salen lamentos, protestas o palabras despectivas. Es una valiosa lección: como servidores de la palabra de Jesús, estamos llamados a no hacer alarde de apariencia y a no buscar la gloria; ni tampoco podemos estar tristes y disgustados. No somos profetas de desgracias que se complacen en denunciar peligros o extravíos; no somos personas que se atrincheran en su ambiente, lanzando juicios amargos contra la sociedad, la Iglesia, contra todo y todos, contaminando el mundo de negatividad. El 2 escepticismo quejoso no es propio de quien tiene familiaridad con la Palabra de Dios. El que proclama la esperanza de Jesús es portador de alegría y sabe ver más lejos, tiene horizontes, no tiene un muro que lo encierra; ve más lejos porque sabe mirar más allá del mal y de los problemas. Al mismo tiempo, ve bien de cerca, pues está atento al prójimo y a sus necesidades. El Señor nos lo pide hoy: ante los muchos Lázaros que vemos, estamos llamados a inquietarnos, a buscar caminos para encontrar y ayudar, sin delegar siempre en otros o decir: «Te ayudaré mañana, hoy no tengo tiempo, te ayudaré mañana». Y esto es un pecado. El tiempo para ayudar es tiempo regalado a Jesús, es amor que permanece: es nuestro tesoro en el cielo, que nos ganamos aquí en la tierra. En conclusión, queridos catequistas y queridos hermanos y hermanas, que el Señor nos conceda la gracia de vernos renovados cada día por la alegría del primer anuncio: Jesús ha muerto y resucitado, Jesús nos ama personalmente. Que nos dé la fuerza para vivir y anunciar el mandamiento del amor, superando la ceguera de la apariencia y las tristezas del mundo. Que nos vuelva sensibles a los pobres, que no son un apéndice del Evangelio, sino una página central, siempre abierta a todos. 

6 sept 2016

EL CURA BROCHERO A LOS ALTARES...

El cura Brochero, nació el 16 de marzo de 1840, en Carreta Quemada, en la vecindad de Santa Rosa de Río Primero, Córdoba, Argentina. Su nombre de bautismo fue José Gabriel del Rosario.
En su juventud, siendo seminarista, ayudó a los jesuitas en la catequesis de los hombres en la Casa de Ejercicios. Desde ese momento, los Ejercicios Espirituales fueron siempre su fuerte en su trabajo pastoral.
Cuando fue trasladado a la pequeña Villa del Tránsito, se dedicó con esmero y mucho esfuerzo a construir, con sus propias manos, la capilla y la Casa de Ejercicios. La concurrencia a los primeros Ejercicios cuando se inauguró fue algo jamás visto, llegando a las 900 personas.
Luego construyó un colegio y una casa para misioneros.
El cura Brochero se caracterizó por ser un cura de campo, con gran alma de pastor. En sus últimos días, al visitar a los leprosos y tomar mate con ellos (como siempre solía hacer), se contagió la lepra y falleció por esa enfermedad el 26 de enero de 1914.
Fue beatificado en Córdoba el 14 de septiembre de 2013.


http://blogspot.com/dibujosparacatequesis




Historia Beato Padre José Gabriel Brochero, para niños



4 jul 2016

la fe un niño !

El P. Patricio Hileman, encargado de formar capillas de Adoración Perpetua en Latinoamérica, compartió el conmovedor testimonio de Diego, un niño de 8 años en México cuya fe en Jesús Sacramentado transformó la realidad de su familia marcada por problemas de maltrato, alcoholismo y pobreza.

La historia ocurrió en Mérida, capital del Estado de Yucatán, México, en la primera capilla de adoración perpetua que establecieron los Misioneros de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento en esa ciudad.

El P. Hileman relató a ACI Prensa que el pequeño escuchó en una de sus charlas “que si se apuntan en la madrugada Jesús los va a bendecir cien veces más”.

“Yo venía hablando de que Jesús invitaba a sus amigos a la Hora Santa. Jesús les dice ‘¿no pueden velar una hora conmigo?’, tres veces se los dice y se los dice en la madrugada”, recordó el sacerdote argentino.

Las palabras del sacerdote hicieron que el niño decidiera apuntarse a las 3:00 a.m. algo que llamó la atención de su madre, a quien le explicó que lo haría porque “quiero que papá deje de tomar, deje de pegarte y dejemos de ser pobres”.

Durante la primera semana la mamá lo acompañó, y en la segunda semana invitó a su papá.

“Al mes de que comenzaron a ir a la Adoración Perpetua. El papá dio el testimonio de que experimentó el amor de Jesús y se sanó” y después “se volvió a enamorar de la mamá en esas horas santas”, señaló el P. Hileman.

El papá dejó de tomar, dejó de pelearse con la mamá y dejaron de ser pobres. Por la fe de un pequeñito de 8 años toda la familia se sanó”, afirmó.

Este es uno de los muchos testimonios de conversión que, según el P. Hileman, ocurren en las capillas de Adoración Perpetua, una iniciativa a cargo de los Misioneros de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, comunidad de la cual es fundador.

El sacerdote explicó que la historia de esta iniciativa se remonta a 1993 en Sevilla (España), San Juan Pablo II manifestó su deseo de que “cada parroquia del mundo pudiera tener su capilla de adoración perpetua, donde Jesús estuviera expuesto en el Santísimo Sacramento, en una custodia, solemnemente adorado día y noche sin interrupción”.

Recordó también que “San Juan Pablo II hacía 6 horas de adoración por día, sus documentos los escribía con el Santísimo expuesto y una vez por semana pasaba toda la noche en adoración. Ese es el secreto de los santos, ese es el secreto de la Iglesia: estar centrados y unidos a Cristo”.

El P. Hileman lleva más de 13 años encargado de la misión en Latinoamérica, donde ya existen 950 capillas de adoración perpetua.

México lidera la misión con más de 650 capillas.

También están presentes en Paraguay, Argentina, Chile, Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia.

“El mismo Jesús que seguimos adorando, amando, y que nos da la fuerza para poder apreciar cada vez más el sacramento de la Eucaristía”, sostuvo el sacerdote.



Fuente: Aciprensa


28 may 2016

CORPUS CHRISTI :“UN PAN PARA EL CORAZÓN, UN PAN PARA TODOS”

“UN PAN PARA EL CORAZÓN,
 UN PAN PARA TODOS”

RECURSO

·       Para hoy proponemos realizar una búsqueda del “MEJOR PAN DEL MUNDO”.

·       Animador: Hola!!!  Estamos realizando un concurso, estamos buscando el “MEJOR PAN DEL MUNDO”. Para ello necesitamos la colaboración de algunos chicos con sus Tablet, teléfonos, notebook, etc. Cada chico buscará una consigna distinta que yo le daré.

·       Participante 1 buscará PAN DE ZANAHORIA.
·       Participante 2 buscará PAN DE NARANJA
·       Participante 3 buscara PAN DE LECHE
·       Participante 4 buscará PAN DE BANANA
·       Participante 5 buscará PAN DE BRÓCOLI


Los chicos buscan en sus Tablet, teléfonos, notebook, etc. y leen:

·                 Participante 1 PAN DE ZANAHORIA: es uno de los mejores panes porque da nutrientes a nuestros ojos y nos ayuda a ver mejor a las personas y a las cosas.

·                 Animador: Es bueno este pan, pero no ayuda a ver el corazón de las personas  y sus alegrías y dolores.

·                 Participante 2 PAN DE NARANJA: es muy saludable porque contiene vitamina C, previene los resfríos, podemos aguantar las bajas temperaturas y los fuertes vientos.

·                 Animador: Es bueno este pan, pero no nos da calorcito cuando nos sentimos solos, fríos y aislados.

·                 Participante 3 PAN DE LECHE: es un pan muy rico en calcio para los huesos, nos ayuda a estar firmes y fuertes.

·                 Animador: Es bueno este pan, pero no nos da paciencia y fortaleza cuando las cosas no salen como uno quisiera.

·                 Participante 4 PAN DE BANANA: es un pan muy rico en potasio, nos hace buenos deportistas, podemos correr, saltar y caminar.

·                 Animador: Es bueno este pan, pero no nos ayuda a ser ágiles y rápidos en solidaridad y servicio.

·                 Participante 5 PAN DE BRÓCOLI: es un pan muy rico en vitaminas y minerales, ayuda a la memoria para que podamos recordar todo.

·                 Animador: Es bueno este pan, pero si bien nos ayuda a guardar en la memoria las cosas buenas y lindas, no nos ayuda a olvidar y cicatrizar los dolores y los sufrimientos.

Animador: son buenos estos panes, pero ando buscando un pan al que le dicen “PAN DEL CIELO”. Escuchamos al Padre… a ver si nos puede ayudar.


Sugerencias para la Predicación:

+ Hoy celebramos la fiesta del Corpus Christi.

+ ¿Qué panes habían buscado? Escuchamos las respuestas…

+ El “PAN DEL CIELO”, no está en ninguna panadería o supermercado. Un pan así, sólo Dios lo puede amasar con sus manos de amor.

+ Ese pan es Jesús. Jesús mismo se hizo pan para ser ese alimento que alimenta nuestro corazón porque él mismo comienza a formar parte de nuestra vida. 

+ Jesús en el evangelio hace que un poco de pan con su bendición alcance para todos. Cuando hay amor el pan alcanza para todos y sobra. Por eso Jesús, que es la muestra más grande del amor de Dios, se hace pan para estar en todos, para llegar a todos, para que el mundo se alimente y se llene con su amor.

+ En cada Misa se vuelve a repetir lo que escuchamos hoy: con un poco de pan y la bendición Jesús se hace el pan del cielo; que es para todos, que alcanza para todos y que nos ayuda a tener un corazón como el suyo.