15 feb 2019

LA MARAVILLOSA INICIATIVA ”MATER FÁTIMA”

http://www.materfatima.org/



El programa de la iniciativa es muy sencillo: los días 4 de abril de 2019 y 20 de febrero de 2020 (centenario, respectivamente, del paso al Cielo de los pastorcitos de Fátima Francisco y Lucía Marto), se desarrollará en la parroquia de Fátima la siguiente celebración:
  • 20.00-21.00hs. (hora portuguesa): Adoración Eucarística con el rezo del Santo Rosario por las siguientes intenciones:
    • Por la paz del mundo
    • Por la conversión de los pobres pecadores
    • Reparación al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María
    • Por la conversión de Rusia
    • Por las almas del Purgatorio
  • Al acabar, consagración de todos al Inmaculado Corazón de María a través del método de San Luis María Grignon de Montfort, para lo cual se aconseja a los fieles que lo deseen que se vayan preparando desde el 1 de marzo previo, con las oraciones que se colgarán en la web oficial de la iniciativa www.materfatima.org.






cuento



Una vez iba un hombre en su auto por una larga y muy solitaria carretera cuando de pronto su auto comenzó a detenerse hasta quedar estático. El hombre bajó, lo revisó, trató de averiguar qué era lo que tenía.
🚏Pensaba que pronto podría encontrar el desperfecto que tenía su auto pues hacía muchos años que lo conducía; sin embargo, después de mucho rato se dio cuenta de que no encontraba la falla del motor.
🚘En ese momento apareció otro auto, del cual bajó un señor a ofrecerle ayuda.
👨El dueño del primer auto dijo:
👨-Mira este es mi auto de toda la vida, lo conozco como la palma de mi mano. No creo que tú sin ser el dueño puedas o sepas hacer algo.
👴El otro hombre insistió con una cierta sonrisa, hasta que finalmente el primer hombre dijo:
👨-Está bien, haz el intento, pero no creo que puedas, pues este es mi auto.
👴El segundo hombre echó manos a la obra y en pocos minutos encontró el daño que tenía el auto y lo pudo arrancar.
👨El primer hombre quedó atónito y preguntó:
👨-¿Cómo pudiste arreglar el fallo si es MI auto?
👴El segundo hombre contestó:
👴-Verás, mi nombre es Felix Wankel... Yo inventé el motor rotativo que usa tu auto.
🙇Cuántas veces decimos: Esta es MI vida; Este es MI destino, esta es MI casa... Déjenme a mí, sólo yo puedo resolver el problema!. Al enfrentarnos a los problemas y a los días difíciles creemos que nadie nos podrá ayudar pues "esta es MI vida".
🙋Pero... Te voy a hacer una pregunta:
🙌¿Quién hizo la vida?
🙌¿Quién hizo el tiempo?
🙌¿Quién creó la familia?
🙌Sólo aquel que es el autor de la vida y el amor, puede ayudarte cuando te quedes tirado en la carretera de la vida.
✏️Te doy sus datos por si alguna vez necesitas un buen "mecánico":
🙏Nombre del mecánico del alma: DIOS.
🌌Dirección: El Cielo.
Horario: 24 horas al día, 365 días al año por toda la eternidad.
⌛️Garantía: Por todos los siglos.
🙌Respaldo: Eterno.
📲Teléfono: No tiene. Pero basta con que pienses en Él con fe, además de que esta línea no está nunca ocupada... =^•

14 feb 2019

6° DOMINGO DEL TIEMPO COMÚN CICLO C.


                                  Domingo 17 de febrero de 2019.
        Jeremías 17,5-8; 1° Cor 15,12.16-20; San Lucas 6,12-13.17.20-26.

Oración inicial:
“Ven, Espíritu Santo. Ven, Padre de los pobres. Ven a darnos tus dones, ven a darnos tu luz. Hay tantas sombras de muerte, tanta injusticia, tanta pobreza, tanto sufrimiento. Penetra con tu luz nuestros corazones. Habítanos porque sin ti no podemos nada. Ilumina nuestras sombras de egoísmo, riega nuestra aridez, cura nuestras heridas. Suavizas nuestra dureza, elimina con tu calor nuestras frialdades, haznos instrumentos de solidaridad. Ábrenos los ojos y los oídos del corazón a la Palabra, para saber discernir tus caminos en nuestras vidas, y ser instrumentos de Vida Nueva”. Amén.


LECTURA.

Leemos los siguientes textos: Jeremías 17,5-8; 1° Cor 15,12.16-20; San Lucas 6,12-13.17.20-26.

Calves de lectura:

1. «Dichosos los pobres». (Evangelio)
En el evangelio de hoy aparecen cuatro bienaventuranzas (bendiciones) y cuatro maldiciones. ¿Qué significa «dichoso»? Ciertamente no «feliz» en el sentido que los hombres dan a esta palabra. No se trata de una invitación a que cada cual marche por su camino con tranquilidad y buen humor. No significa realmente nada que pertenezca al hombre, que el hombre sienta y experimente, sino algo en Dios que concierne a este hombre. Jesús hablará en este contexto de «recompensa», aunque esto a su vez no es más que una imagen; se trata del valor que este hombre tiene para Dios y en Dios, de algo intemporal en Dios que se manifestará al hombre a su debido tiempo. Y análogamente para las maldiciones. Los pobres a los que pertenece el reino de Dios, es decir, los pobres de Yahvé, como los llamaba la Antigua Alianza, muestran que a su pobreza corresponde una posesión en Dios: Dios los posee, y por eso mismo ellos poseen a Dios. Lo mismo puede decirse de los que tienen hambre y de los que lloran, y también de los que son odiados por causa de Cristo: éstos son amados por el Padre en Cristo, que también fue odiado y perseguido por los hombres por causa del Padre. Si los pobres han de ser considerados como pobres en Dios, entonces también los ricos han de ser considerados como ricos sin Dios, ricos para sí mismos, saciados y sonrientes, alabados por los hombres; éstos no tienen tesoro en el cielo, y por eso todo cuanto poseen no es más que apariencia pasajera.
Los Salmos repiten esto continuamente, las parábolas de Jesús (del rico epulón y del pobre Lázaro, del labrador avariento) también. Los pobres son en último término realmente pobres, aquellos que no poseen nada, y no ricos a escondidas que acumulan un capital en el cielo. Dios no es un banco; el abandono en manos de Dios no es una compañía de seguros. Es en el propio abandono, en la entrega confiada donde se encuentra la dicha.

2. «Maldito el hombre... Bendito el hombre». (1° Lectura)
La Antigua Alianza conoce ya todo esto suficientemente, como lo demuestra la primera lectura. El hombre bendito es el que pone su confianza en el Señor, el que extiende sus raíces hacia la «corriente» de Dios o, como dice Agustín, tiene sus raíces en el cielo y desde allí crece hacia la tierra. Este simple abandono confiado en manos del Señor le basta para ser «dichoso» (bienaventurado) en el sentido de Jesús y para, en cualquier adversidad terrestre que se le pueda presentar, por amarga que sea, no tener que inquietarse por la sequía. A este hombre se contrapone el hombre que «confía en el hombre», en lo humano y lo terreno, y que por eso «aparta su corazón del Señor»: aquí tenemos el comentario de lo que significa la maldición de Jesús a los ricos y epulones. La sencilla antítesis del profeta, repetida en el salmo responsorial, divide a los hombres, prescindiendo de todas las sutilezas psicológicas, en dos campos: o viven por Dios y para Dios, o bien pretenden vivir para sí mismos y por sí mismos. También en el juicio de Jesús sólo hay dos clases de hombres: las ovejas y las cabras.

3. (2° Lectura).
La segunda lectura divide también a los hombres en dos categorías: los que creen en la resurrección de Cristo y en la nuestra, y los que la niegan. Si Cristo no ha resucitado, entonces "vuestra fe no tiene sentido", los muertos «se han perdido» y «somos los hombres más desgraciados» del mundo; los que no creen en ella al menos han puesto su confianza en bienes terrenos reales, y no en un Dios del más allá que no existe. Su vida está de alguna manera llena: de relaciones humanas gratificantes, de placeres de todo tipo, de autosatisfacción. Pero esto es al menos algo, mientras que la fe en la resurrección es jugárselo todo a una carta, una apuesta total en la que el apostante finalmente pierde. Todos los textos de la celebración de hoy exigen de nosotros una decisión última, definitiva: ¿nos bastamos a nosotros mismos o nos debemos permanentemente a nuestro Creador y Redentor? No existe una tercera vía, no hay solución intermedia.

(Aporte de HANS URS von BALTHASAR, LUZ DE LA PALABRA,
Comentarios a las lecturas dominicales A-B-C,
Ediciones ENCUENTRO.MADRID-1994.Pág. 228 s.)

MEDITACION.

No estamos frente a una especie de consagración de la pobreza, como si fuese una  condición ideal para acoger el reino de Dios. Sería entonces una legitimación de la injusticia  y de la avidez humanas que, por el contrario, son desenmascaradas por Cristo y  condenadas en los cuatro "ay de ustedes" sucesivos.
Y tampoco se puede creer que dependa del hecho de que los pobres sean moralmente  mejores que los ricos.
No existe condición social alguna, y ningún mérito por parte de los hombres que haga  idóneos para el Reino. Esto es un don gratuito de Dios, no una conquista del hombre. Dios  no es un contable.
En realidad, lo que está en juego, en las bienaventuranzas, es la idea misma que nos  hacemos de Dios.
Lo dice muy bien uno de los mayores "expertos" en esta materia: "Jesús proclama que  Dios ha decidido establecer su Reino y manifestar su poder real. ¿Quién sacará provecho  de este nuevo estado de cosas? Los pobres, los oprimidos, los pisoteados. Si Dios es  verdaderamente un rey digno de tal nombre, ejercitará su propio poder a favor de los  pobres, de los pequeños, y para los pobres será un bien que Dios mismo se haga su  protector. Entonces serán bienaventurados. Para los pobres se abre una esperanza  maravillosa" (J. Dupont).
Por eso, ese mismo estudioso dice que la bienaventuranza se podía traducir  así: "Bienaventurados los pobres, porque Dios está cansado de veros sufrir, porque Dios ha  decidido mostraros que os ama".
Por tanto, en la bienaventuranza, aparece con transparencia la imagen exacta de Dios,  misericordioso, que pone su poder al servicio de los débiles.
Así, es necesario evitar utilizar las  bienaventuranzas en clave de resignación o, peor, como pretexto "religioso" para mantener  un orden social injusto.
Las bienaventuranzas no deben servir para aplastar a los pobres, sino para liberarlos. La pobreza sigue siendo un mal contra el que hay que luchar sin tregua. El mensaje de Cristo no se compendia en el amor a la pobreza sino en el amor a los  pobres. El ideal no es la pobreza sino el amor que se expresa con el gesto de compartir,  con el de transformar los bienes en sacramento de fraternidad.
Por otra parte, seremos juzgados precisamente por la postura que adoptemos en relación  a aquellos que tienen hambre, sed, están desnudos, sin casa, enfermos, prisioneros (Mt  25). "Lo que hicisteis a uno de éstos, a mí me los hicisteis", afirma Jesús.
Los cuatro "ay de ustedes" que hacen de contraste a las cuatro  bienaventuranzas, se llaman habitualmente "maldiciones". Pero la definición es impropia.
Se trata, más bien, de una constatación amarga de un dato de hecho. Es casi como decir:  ¡cuán desdichados sois a pesar de las apariencias!. Y este lamento se puede entender también como una invitación a la conversión. De todos modos, estas duras palabras constituyen para toda la comunidad cristiana una  severa advertencia contra el peligro de las riquezas. 
¿Por qué se llama a los ricos "desdichados" (y las cuatro categorías de personas, con  alguna matización, se pueden catalogar en la categoría de los "ricos")?. Del conjunto del discurso se puede afirmar que los ricos se encuentran en una situación  peligrosa:
·                    Peligro de no ver más allá del horizonte del presente y de los bienes materiales. Los  ricos se preocupan de sus propios intereses, pero no saben cuáles son sus verdaderos  intereses. Son "hombres sin futuro" (R. Fabris).
·                    Peligro de encerrarse en sí mismos y no preocuparse de los demás, especialmente de  los que están privados de los necesario. El rico está aprisionado, casi congelado en la propia soledad.
·                    Peligro de dejarse secuestrar el corazón por las riquezas, que terminan por monopolizar  el puesto que correspondería a Dios. Los bienes materiales se convierten así en ideales a  los que se sacrifica todo.
El rico, finalmente, es desafortunado porque es corto de vista, es un hombre solo, y es  esclavo de las cosas. El rico está satisfecho de lo que tiene, del prestigio y del éxito que alcanza, y no cae en la  cuenta de que esta satisfacción lo cierra en relación a Dios. Ese Dios que, sobre todo, lo  podía enriquecer en la línea del ser.
...Solamente que el mismo Dios no tiene nada que dar a quien sostiene que ya posee  todo. El pobre es bienaventurado porque tiene las manos abiertas a la espera. El rico es desgraciado porque tiene las manos cerradas y no espera nada. Bienaventurado el que espera (literalmente: tiende hacia...) y consiguientemente tiene la  puerta abierta de par en par.
Desdichado quien, creyendo que ya lo tiene todo, se cierra en casa, baja las persianas y  contempla el dinero. No oye la música que llega de lejos, no ve la luz que cae sobre las  ventanas. No se da cuenta de que la vida está en otra parte. Se cree en lugar seguro. Y no sabe que aquella "clausura" representa una muerte  anticipada. Cierto. Uno muere en el mismo momento en que ya no espera nada, en que no espera a  nadie. 

(Aporte de ALESSANDRO PRONZATO, EL PAN DEL DOMINGO CICLO C, EDIT. SIGUEME SALAMANCA 1985.Pág. 111)

Para la reflexión personal y grupal:
¿Cuáles son en realidad nuestros valores?
¿Creemos de verdad en el mensaje de las bienaventuranzas?

ORACION – CONTEMPLACION.

FELICIDAD AMENAZADA 
Ay de ustedes los ricos...
Occidente no ha querido creer en el amor como fuente de vida y felicidad para el hombre  y la sociedad. Y las bienaventuranzas de Jesús siguen siendo un lenguaje ininteligible e  increíble, incluso para los que se llaman cristianos.
Nosotros hemos puesto la felicidad en otras cosas. Hemos llegado, incluso, a confundir la  felicidad con el bienestar. Y, aunque son pocos los que se atreven a confesarlo  abiertamente, para muchos lo decisivo para ser feliz es «tener dinero».
Apenas tienen otro proyecto de vida. Trabajar para tener dinero. Tener dinero para  comprar cosas. Poseer cosas para adquirir una posición y ser algo en la sociedad. Esta es la felicidad en la que creemos. El único camino que se nos ocurre recorrer para  buscar la felicidad. Casi la única manera de llegar a «vivir mejor».
A veces, tiene uno la sensación de vivir en un mundo que, en el fondo, sabe que algo  absurdo se encierra en todo esto, pero no es capaz de buscar una felicidad más verdadera.  De alguna manera, nos gusta nuestra manera de vivir aunque sintamos que no nos hace  felices.
Los creyentes deberíamos recordar que Jesús no ha hablado sólo de bienaventuranzas.  Ha lanzado también amenazadoras maldiciones para cuantos, olvidando la llamada del  amor y la fraternidad, ríen seguros en su propio bienestar.
Esta es la amenaza de Jesús. Quienes poseen y disfrutan de todo cuanto su corazón  egoísta ha anhelado, un día descubrirán que no hay para ellos más felicidad que la que ya  han saboreado.
Quizás estamos viviendo momentos críticos en los que podemos empezar a intuir mejor la  verdad última que se encierra en las amenazas de Jesús: «¡Ay de vosotros, los ricos,  porque ya tenéis vuestro consuelo! ¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque  tendréis hambre! ¡Ay de los que ahora reís, porque lloraréis!».
Empezamos a experimentar que la felicidad no está en el puro bienestar. La civilización  de la abundancia nos ha ofrecido medios de vida pero no razones para vivir. La  insatisfacción actual de muchos no se debe sólo ni principalmente a la crisis económica,  sino, ante todo, al vacío de humanidad y a la crisis de auténticos motivos para trabajar,  luchar, gozar, sufrir y esperar.
Hay poca gente feliz. Hemos aprendido muchas cosas, pero no sabemos ser felices.  Necesitamos de tantas cosas que somos unos pobres necesitados. Para lograr nuestro  bienestar somos capaces de mentir, defraudar, traicionarnos a nosotros mismos y  destrozarnos unos a otros. Y así, no se puede ser feliz.
Y, ¿si Jesús tuviera razón? ¿No está nuestra «felicidad» demasiado amenazada? ¿No  tenemos que imaginar una sociedad diferente cuyo ideal no sea el desarrollo material sin  fin, sino la satisfacción de las necesidades vitales de todos? ¿No seremos más felices  cuando aprendamos a necesitar menos y a compartir más? 

(Aporte  de JOSE ANTONIO PAGOLA, BUENAS NOTICIAS,
NAVARRA 1985.Pág. 309 s.)

Oración final:
“Dios nuestro, Padre y Madre de todos los seres humanos, que en Jesús nos has manifestado lo que nos puede hacer bienaventurados y lo que nos conduce a la malaventuranza; ayúdanos a comprometernos con alegría y convicción por el mismo camino que él nos trazó”. Amén.


Hno. Javier, msa

2 feb 2019

4° DOMINGO DEL TIEMPO COMÚN CICLO C.

                             
                                  Domingo 3 de febrero de 2019.
    Jeremías 1,4-5.17-19; 1° Corintios 12,31-13,13; San Lucas 4,21-30.
Oración inicial:
“Ven, Espíritu Santo. Ven, Padre de los pobres. Ven a darnos tus dones, ven a darnos tu luz. Hay tantas sombras de muerte, tanta injusticia, tanta pobreza, tanto sufrimiento. Penetra con tu luz nuestros corazones. Habítanos porque sin ti no podemos nada. Ilumina nuestras sombras de egoísmo, riega nuestra aridez, cura nuestras heridas. Suavizas nuestra dureza, elimina con tu calor nuestras frialdades, haznos instrumentos de solidaridad. Ábrenos los ojos y los oídos del corazón a la Palabra, para saber discernir tus caminos en nuestras vidas, y ser instrumentos de Vida Nueva”. Amén.


LECTURA.

1. «No les tengas miedo». (1° Lectura)
Hoy se trata del valor del enviado por Dios a los recalcitrantes, o sea: a los que se escandalizan. La primera lectura muestra toda la dureza de la situación de un hombre que debe representar y soportar la dureza de la resistencia de los hombres contra Dios. Por eso el propio Dios es inexorable con él: no debe tener miedo a nadie -ni a «reyes, príncipes o sacerdotes», ni a la «gente del campo»-, si no el mismo Dios le meterá miedo de todos ellos. Debe representar la oposición de Dios contra todos los que se oponen a Él; y esta oposición de Dios es tan fuerte que el que la representa será como una «muralla de bronce» inexpugnable, pero por eso mismo ha de endurecer «su rostro como pedernal» (Is 50,7). «Yo estoy contigo», le dice Dios: por eso no podrán vencerte. Pero lo que una misión semejante le cuesta al hombre débil quedará claro en las pruebas exteriores e interiores experimentadas por Jeremías.

2. «Ningún profeta es bien mirado en su tierra». (Evangelio)
Jesús adopta en el evangelio la actitud del profeta; comienza provocando abiertamente a sus oyentes: les ha dicho que él es el cumplimiento de toda profecía; para evitar toda eventual adulación por sus «palabras de gracia», Jesús declara enseguida que su lenguaje profético no sería reconocido «en su tierra»; pues la gente dice ya: «¿No es éste el hijo de José?»; es decir: ¿qué puede decirnos de nuevo? Entonces Jesús suministra las pruebas: el profeta Elías sólo pudo hacer su milagro en un territorio extranjero, y su discípulo Eliseo sólo pudo curar a un leproso sirio. Esta provocación de Jesús a sus parientes y paisanos tal vez nos parezca una imprudencia. ¿No habría sido preferible que Jesús hubiera comenzado diciéndoles cosas que ellos pudieran soportar y digerir para pasar después poco a poco a cosas más difíciles? ¿No fue el propio Jesús culpable de que sus paisanos se pusieran «furiosos» y lo empujaran fuera del pueblo con la intención de matarlo? Pero también posteriormente la predicación cristiana imitará la técnica de Jesús; Pedro dirá a los judíos en su discurso del templo: «Rechazasteis al santo, al justo y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida». La prudencia diplomática llega muy pronto a un punto muerto, y entonces sólo el salto hacia la verdad ayuda a progresar. Pablo puede citar a poetas paganos ante los sabios de Atenas, pero enseguida, bruscamente, debe hablar de Jesús, de la resurrección de los muertos y del juicio. Ninguna «inculturación» puede obviar estas verdades.

3. «Inmaduro es nuestro saber». (2° Lectura)
Entre el texto de Jeremías (primera lectura) y el evangelio aparece como segunda lectura el himno a la caridad: el «camino mejor», el único que conduce a la meta. Todo lo demás, incluso nuestro saber más profundo y nuestra ética más heroica («repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo»), no basta. Cuando Dios provoca a los hombres, primero por medio de sus profetas y finalmente por medio de Cristo y de la Iglesia, está realizando únicamente una obra de su amor. Y a todos los que se les confía la tarea de vivir y proclamar ante el mundo este amor de Dios de una manera provocativa, deben hacerlo por amor y con amor; de lo contrario no son mensajeros de Dios y hablan no en nombre de Dios, sino sólo en nombre propio, llevados de su desprecio de sus semejantes, de sus errores, de su cultura del bienestar, de su abuso del poder y de la naturaleza. Estos motivos no llegan al nivel de la predicación cristiana. El amor «no se irrita, no lleva cuentas del mal, no se alegra de la injusticia». Nuestros hermanos tienen que percibir el amor de Dios que actúa en nosotros incluso en las palabras más duras que hayamos de pronunciar en nombre de Dios.
(Aporte de HANS URS von BALTHASAR, LUZ DE LA PALABRA, Comentarios a las lecturas dominicales A-B-C, Ediciones ENCUENTRO.MADRID-1994.Pág. 224 s.)

MEDITACIÓN.

LA ARRIESGADA MISIÓN DEL PROFETA.
En continuidad con el evangelio del pasado domingo, Jesús se presenta como profeta: y por ello le contradicen, le sacan de la sinagoga, casi le despeñan desde la montaña. Hoy debe explicarse correctamente el sentido de ser profeta: su misión es la de predicar oportuna e inoportunamente la Palabra de Dios, como "columna de hierro, muralla de bronce" (cfr. 1a. lectura).
Jesús, el profeta definitivo, pronuncia la palabra de Dios, una palabra que no es agradable a sus conciudadanos, y empieza a ser signo de contradicción. Unos piensan
que es un hombre cualquiera (el hijo del carpintero), otros se sienten ofendidos por unas palabras nada halagadoras pronunciadas por el nuevo profeta. Es que la palabra de Dios no siempre cae bien, denuncia, quema. Pero al fin triunfa: "yo estoy contigo para librarte" (Jer.). Jesús, conducido hasta el barranco de la montaña (predicción del Calvario) se abre paso libremente por entre los enemigos (Resurreción).

UN PUEBLO DE PROFETAS.
La misión de Jesús (es un tema muy querido de Lucas) no queda encerrada dentro de Israel. Es profeta destinado a todas las naciones, como deja entrever en la sinagoga de Nazaret: Pablo, el maestro de Lucas, abandonará la sinagoga para dirigirse a los paganos. La misión profética de Jesús se comunica a la Iglesia, a todos los bautizados.. Llevamos la Palabra de Dios en el corazón y en los labios. Y hemos dicho que esto es una tarea arriesgada. Porque no todos aceptan la Palabra de Dios. Creer resulta difícil y el hombre hallará siempre una excusa para no hacerlo.
Una Iglesia no profética es la que se acomoda a los valores del mundo, la que no inquieta, la que no molesta, la que halaga (sobre todo a los poderosos); en definitiva, la que no es sal (que escuece) ni luz (que puede convertirse en fuego para quemar). No es esta Iglesia instalada, la Iglesia de Jesús. El creyente es arriesgado, combate en la lucha de la fe y del Evangelio, y lo hace a sabiendas de que va contracorriente en una sociedad que desea bienestar, poder, placeres, que no son los valores del Reino, del Evangelio.

EL AMOR ES LO MÁS GRANDE.
El profeta cristiano no es un denunciador amargado y resentido (a veces ciertas denuncias proféticas parecen manifestar este carácter): El cristiano es alguien que sabe y práctica que "el amor es lo más grande", por encima de la fe y la esperanza. Por esto el creyente, siempre y en toda ocasión, es comprensivo, servicial, no tiene envidia, no presume ni se engríe: disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites.
Podemos decir que el profeta cristiano es un hombre no-violento; si fuese violento no sería ya cristiano. La segunda lectura de Pablo a los Corintios nos invita a conjugar la denuncia con el amor, la lucha con la esperanza y la paciencia. Un día, incluso el don de profecía se acabará. El amor subsiste por siempre. En definitiva, SER PROFETA SIGNIFICA LLAMAR A TODOS A VIVIR EN EL AMOR.

(Aporte de P. LLABRES, MISA DOMINICAL 1980, 3)

Para la reflexión personal y grupal:
¿Por qué razones suscita tanto rechazo el programa liberador de Jesús?
¿Qué valoración hacemos de Cristo y su mensaje en nuestra vida?


ORACIÓN-CONTEMPLACIÓN.

EL MIEDO A SER DIFERENTES.
Ningún profeta es bien mirado en su tierra.
Pronto pudo ver Jesús lo que podía esperar de su propio pueblo. Los evangelistas no nos han ocultado la resistencia, el escándalo y la contradicción que encontró Jesús muy pronto, incluso en los ambientes más allegados.
Su actuación libre y liberadora resultaba demasiado molesta y acusadora. Su comportamiento ponía en peligro demasiados intereses.
Jesús lo comprende así con toda lucidez. Es difícil que un hombre que se pone a actuar escuchando fielmente a Dios sea bien aceptado en un pueblo que vive de espaldas a El. «Ningún profeta es bien mirado en su tierra».
Los creyentes no lo debiéramos olvidar. No se puede pretender seguir fielmente a Jesús y no provocar, de alguna manera, la reacción, la extrañeza, la crítica y hasta el rechazo de quienes, por diversos motivos, no pueden estar de acuerdo con un planteamiento cristiano de la vida.
¿No somos los creyentes demasiado «normales» y demasiado bien aceptados en una sociedad que no es tan normal ni tan aceptable cuando se miran las cosas desde la fe? ¿No nos sentimos demasiado a gusto y bien adaptados?
Nos da miedo ser diferentes. Hace mucho tiempo que está de moda «estar a la moda». Y no sólo cuando se trata de adquirir el traje de invierno o escoger los colores de verano. El «dictado de la moda» nos impone los gestos, las maneras, el lenguaje, las ideas, las actitudes y las posiciones que debemos defender.
Se necesita una gran dosis de coraje y de valor para ser fiel a las propias convicciones, cuando todo el mundo se acomoda y adapta «a lo que se lleva».
Es más fácil vivir sin un proyecto de vida personal, dejándose llevar por los acontecimientos y los convencionalismos sociales. Es más fácil instalarse cómodamente en la vida y vivir superficialmente según lo que nos dicten desde fuera.
Al comienzo, quizás, uno escucha todavía una voz interior que le dice que no es ése el camino acertado para crecer como hombre ni como creyente. Pero, pronto nos tranquilizamos. No queremos pasar por «un anormal», «un extraño» o «un loco». Se está más seguro sin distanciarse del rebaño.
Y así seguimos caminando. En rebaño. Mientras desde el evangelio se nos sigue invitando a ser fieles a nuestras convicciones creyentes, incluso cuando puedan acarrearnos la crítica y el rechazo dentro de nuestra misma clase social, nuestro propio partido, el círculo profesional y social en el que nos movemos y hasta en el entorno más cercano de nuestros amigos y familiares.

(Aporte de JOSE ANTONIO PAGOLA, BUENAS NOTICIAS, NAVARRA 1985.Pág. 305 s.)



Oración final:
“Dios nuestro, Amor total, que te has manifestado plenamente en Jesús de Nazaret, y nos has llamado a vivir la plenitud del amor; te rogamos elimines de nuestras vidas todo aquello que nos estorba para caminar día a día hacia el amor gratuito y total que eres Tú mismo”. Amén.



                                                                                              Hno. Javier, msa.

O todo o nada: Hna. Clare Crockett (Película completa)


Reflexión del 2 de Febrero 2019. Padre Gustavo Jamut, omv.